Cultura
Juan Catalano y su arte: “Mi obra es la infancia del río, de calles de tierra”
Aún no tiene fecha pero cree que pronto, para este 2024, montará su última muestra. Juan Catalano cumplirá dentro de poco sus 80 años. Camina un poco encorvado y se sienta en una silla de ruedas. Explica que la usaba para desplazarse por un doloroso problema que tuvo con el nervio ciático. Tal vez por ese motivo hay una muleta en el lugar. Sin embargo, en el momento de la entrevista con La Voz de Misiones se lo ve saludable, con su barba y cabellos blancos bien recortados.
Los ojos de Catalano brillan con una curiosidad notable. “Yo ya nací así. Muy normalito, muy curioso”, dice Catalano para definirse. “Vivo, me gusta mucho vivir. Protagonista siempre, nunca como público. Mi papá era director de la banda, ¿cierto? Yo iba a la plaza gateando. Posadas era chiquitito. Me cuidaban. Siempre en escena, protagonista. Pero a la vez jamás en primera persona. Terror a decir una poesía. Nunca pude decir una poesía”.
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Su taller de calle San Luis, que un tiempo fue conocido como “La casa de las Artes”, parece destinado a una película. El atardecer deja unas sombras en su interior pero, como en el cenit, la luz cae sobre él, con una fuerza de mayor relevancia por sobre todo su contexto. Las imágenes crudas realzan las tomas. Las paredes sin revocar, una escalera de madera, la pequeña pileta, los utensilios de cocina colgados, el anafe, una cuerda anudada y las especias que intermedian con la imagen de un ancla, uno de los símbolos característicos de su obra.
“Me di cuenta que a mí, lo que me gusta, es ambientar. ¿Él va hacer una película? A mí me gusta poner la planta, la heladera, la marca del coso. A mí me gusta hacer el ambiente. ¿Entendés? Si hay una pelea, ¿cómo es? Tatatá. Me gusta el ambiente, la decoración. Una casa, cómo tiene que estar”, describe.
Todo eso explica por qué cada cosa está en su lugar, como si se tratara de la dirección de arte en su propio entorno cinematográfico, con detallados colores primarios hacia todos los horizontes donde se posaría una cámara. “Para mí los colores son los colores de la pintura Alba. Creo que son siete colores. Negro, blanco, marrón, verde. Los demás nunca tuve sensibilidad para saber si el color es caliente, es frío. Naranja. Y menos mezclar”, confiesa Catalano.
“Nunca me animé a mezclar los colores. Dije: esto es como es el vino. Las cosas no se mezclan si uno no estudió. Y digo: yo voy a pintar con esto nomás. Y como no sabía dibujar, no sabía pintar….es imposible no dibujar una sandía. ¿Cómo no vas a saber dibujar una sandía? ¿Entendés? Y le encajo el color y me gustó. Y bueno. Una casita cuadrada del río, con regla. Con regla hacía eso. Me gustó una que hice. Recorté para poner y hasta el día de hoy utilizo esa maña para dibujar. Pero no sé. Eran particulares, mucho humo, muy moderno el mundo. La gente ya estaba en otro. Esto no iba más, esto era cosa de criatura. Y se ve que le gustó o no sé. Entonces dibujé pescaditos, ananá, banana y le llevo y le llevo nomás”.

Sus obras y la música. Cuadritos de Catalano, junto a una vieja trompeta, en su taller de San Luis.
Catalano nació en Santa Fe, en 1944, pero aprendió a caminar en Posadas. Dice que gateaba entre los músicos de la Banda Municipal de Posadas, que era dirigido por su papá, y adonde comenzó a tocar el saxo. Con esos conocimientos en el instrumento formó parte de la banda del Ejército y de esa manera subió a la Fragata Libertad y el Crucero General Belgrano para recorrer el mundo.
Además de ser músico y artista plástico, incursionó como escultor de metal y tallista en gomas de borrar. En los 60, compartió espacios artísticos junto a otros referentes de la cultura, como el propio Lucas Braulio Areco. En los 70 se fue a Italia, a vivir de la artesanía. A su vuelta se encontró otra vez con el paisaje que lo inspiró en sus cuadros. “Es la infancia del río, de esto cuando era de tierra. Todo eso estaba en la puerta de mi casa. El pescador estaba en la puerta de casa. El río, caminaba la bajada y ya lo tenía. Lo demás, ¿qué se yo? Yo quedé pegado con eso. No hay nada más lindo”.
No obstante, las imágenes que quedaron en la retina de la nostalgia dista mucho de lo que actualmente es el Paraná, sin los barrios costeros ni los canoeros que cargaban con los gigantes pescados frescos al hombro. “El sábado, de mañana, nos juntamos a tomar café con unos viejos en el centro, en un lugarcito. Y nunca pasa un sábado que no se hable de pesca. Y eso que son momentos calientes, que la grieta, no sé qué. El tema de la pesca tiene su lugarcito. Es una cosa que sigue existiendo. Y sigue siendo lindo. Es un mundo que hay. Y al que le gusta bien y al que no; no”.
Catalano enviudó en 2012 de su compañera de toda la vida, Inés Perié. Juntos tuvieron a Diana, que sufrió toxoplasmosis hasta que falleció, tempranamente a los 14. En aquel entonces se hicieron padres de Juan, que hoy tiene más de 30 años y sigue siendo muy compañero del artista plástico. Tal vez piensa en él cuando Catalano reflexiona sobre las nuevas generaciones de artistas.
“Yo leía mucho a los viejos, me gustaban y bueno. Era otra época. Los 60, eran respetados, qué se yo. Ahora no sé. Esto necesita silencio y paciencia. Que todo se da. Tranquilo nomás. Claro. Lo que quieren lo van a tener. Pero tranquilo: no queden locos”.
Cultura
Vuelve “Cómo criar monstruos marinos”, la obra que se renueva una vez al año
Con actuaciones de Bárbara Hobecker, Silvana Gregori y Leo Rojas, dirección y dramaturgia de Lucas Pérez Campos, la conferencia performática “Cómo criar monstruos marinos” se presentará este sábado a las 21 horas en el auditorio de la Escuela de Rock (3 de Febrero 1660), con entradas anticipadas a $ 15.000.
La función tendrá música de Leo Rojas y Pali Álvarez, pintura en vivo de Giuliana Pinzone y como anfitrión tendrá a Agustín del Piano.
Se trata de una conferencia dramatizada que se presenta una vez al año con material renovado, y que aborda el proceso creativo desde un cruce entre el teatro, la danza y la performance, con producción de Belén Vedoya y Sasa Pedroso.
La propuesta se estructura como una disertación escénica en la que una mujer intenta hablar sobre la creación, pero su discurso se fragmenta y da lugar a la aparición de un “monstruo marino”, concebido como una proyección física de su deseo y su pensamiento. A partir de ese quiebre, la palabra pierde centralidad y la escena se desplaza hacia el trabajo corporal.
La dramaturgia toma como marco referencias filosóficas vinculadas a los desarrollos de Friedrich Nietzsche, Michel Foucault y Gilles Deleuze, aunque sin formato expositivo. Estos conceptos funcionan como soporte para una progresión escénica en espiral, en la que el cuerpo asume el protagonismo frente al lenguaje.
La conferencia performática combina recursos de la danza contemporánea, la música en vivo y un diseño visual austero. La construcción escénica se apoya en acciones físicas de mínima escala, atmósferas sonoras y un trabajo lumínico que modifica la percepción del espacio.
Dividida en cinco escenas, la obra propone un recorrido que va del discurso a la acción, del pensamiento al cuerpo, y plantea una transformación progresiva de la conferencista en su propia criatura escénica. El “monstruo” no aparece como antagonista, sino como una figura que debe ser reconocida y sostenida.
En términos argumentales, “Cómo criar monstruos marinos” presenta una reflexión sobre qué sucede cuando una idea adquiere forma corporal y cuando ese cuerpo permanece en escena más allá de la palabra que lo originó.

Cultura
Cierra en diciembre el bar Universal Club, esquina de rock y teatro posadeño
Tras seis años en la esquina de Buenos Aires y Catamarca, con recitales todas las semanas, el bar Universal Club cerrará a fines de diciembre. Así lo confirmó su propietaria, Laura Ripoll, a La Voz de Misiones.
La despedida será el 20 de diciembre y la intención es cerrar la calle para realizar un festival con varias bandas. No obstante, como el dueño de la esquina tiene otro plan con el espacio, Ripoll quiere relocalizar el bar Universal Club en otro punto de Posadas, una ubicación que aún se encuentra en búsqueda.
Ripoll compró el fondo de comercio en 2022 a los anteriores dueños que regenteaban el mismo espacio y, desde entonces, “pasaron más de 300 bandas”, confirmó. Sin embargo, teniendo en cuenta que el bar abrió en 2019 con las mismas características de programación, la cifra de las bandas y conciertos podría ser aproximadamente el doble.
“Han venido artistas de otras provincias, pero sobre todo es un espacio que se destaca por haber difundido, sostenido y puesto bien arriba la música y los artistas locales, además de espectáculos de stand up”, indicó.
Remarcó también que “las bandas se quedaban con el 100 % de la recaudación de las entradas, por lo que el bar solo obtenía ingresos mediante la venta de bebidas y comidas”.

Ripoll en Universal junto a Chevaman, el grupo local que versiona a Los Abuelos de la Nada
Asimismo, analizó que en Misiones “hay muchos artistas, quizá no tan conocidos, pero muy talentosos, gente que yo misma no conocía y que me sorprendió”, admitió la dueña de Universal, un espacio que además se caracterizó por tener un plantel laboral mayoritariamente femenino.
“En el último tiempo se sumó un sonidista y, ocasionalmente, un DJ. La particularidad de Universal es que abrió sus puertas a muchas bandas que no tenían dónde tocar, sobre todo chicos jóvenes o de la escena under: trap, rap, hip hop, artistas que ni siquiera contaban con micrófono o sonido propio. Yo compré el equipo de sonido y siempre me hice cargo del pago del sonidista”, explicó.
Desde sus comienzos en 2019, y con otros dueños, el espacio ubicado en Buenos Aires 2198 albergó conciertos de artistas como Gastón Nakazato, Gary Anadón, Ceci Moya, Flores a los Chanchos, Néctar, Estallando sobre el Río, Katana y Luciano Matiz, por nombrar algunos pocos.
También hubo teatro, con obras como “Track 33”, “Sin Valentín” y “El Hijo del Monte”, además de ciclos de poesía y debates políticos en plena campaña electoral.
En este tiempo, se sumaron recitales de bandas que debutaron sobre el mismo escenario, y hasta grupos del punk y el metal que no tenían donde tocar tras el cierre de La Bionda, otro espacio característico del under posadeño que se despidióen marzo del año pasado y que luego reabrió en otro local, aunque sin la cartelera de antes.
“El bar se amplió porque antes no tenía comida ni personal, y yo incorporé un plantel íntegramente femenino: mozas, cocina, encargada y propietaria. Siempre un grupo de seis o siete mujeres”, detalló Ripoll, quien además de empresaria es locutora y productora.
“Al trabajar en los medios, también tuve la posibilidad de difundir a las bandas que pasaron por Universal e invitarlas a mi programa de radio”, señaló.
En conclusión, afirmó: “Estoy muy contenta porque el balance es positivo. No me llené de plata ni recaudé lo que me hubiese gustado, pero tampoco me fue mal. Mucha gente de los rubros mozo y cocina tuvo trabajo, y eso para mí es gratificante. Universal fue siempre un espacio chico, para 40 o 50 personas, y por eso también resultó un lugar ameno”.
Después de mil conciertos en doce años, en marzo cerrará el bar La Bionda
Cultura
Se cumplieron 60 años de María Helena consagrada en el Festival del Litoral
Se cumplieron 60 años de la consagración de María Helena en el III Festival Nacional de la Música del Litoral. La noche del 22 de noviembre de 1965 la joven cantante bonaerense (19) fue aplaudida de pie y se alzó con el Mate Misionero, el galardón de la “Revelación” del festival.
“La Novia de Posadas” alcanzó la gloria muy rápido, pero su vida se truncó temprano, a los 22 años. Aun así, su legado permanece vigente como una de las voces más destacadas del folklore argentino.
Ese concierto “fue apoteótico: aplausos, bises y repeticiones de canciones con un anfiteatro fervoroso”, recordó María Elena Alarcón, amiga de la artista y presidenta durante muchos años de la Comisión de Homenajes a María Helena.

Con el Mate Misionero. Premio Revelación que obtuvo María Helena en 1965
Hija de inmigrantes, adoptada por el Litoral
Entre el 13 y el 21 de noviembre de 1965 se celebró en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez el tercer Festival de la Música del Litoral. Entre los invitados especiales figuraban Mario del Tránsito Cocomarola, Antonio Tormo, Los Huincas y Ramón Méndez.
En esa nómina también estaba una joven promesa de la que se hablaba cada vez más: su voz ya había alcanzado a las principales emisoras, pero aún no había pisado Cosquín ni ningún otro festival importante del país.
Sin embargo, su actuación en la calurosa ciudad posadeña superó cualquier expectativa. Fue una sensación como solista pero también a dúo con un joven Horacio Guarany, que la había invitado a cantar con él. Los cinco mil espectadores del anfiteatro la aplaudieron de pie, muchos con antorchas improvisadas con rollos de diario que se usaban para cubrir las gradas de cemento.
Su nombre era María Kalasakis, oriunda de Remedios de Escalada, provincia de Buenos Aires. Tenía apenas 19 años y, hasta unos meses antes del festival, era prácticamente desconocida.
Meses antes de consagrarse en el Festival del Litoral estaba cantando en un acto escolar de la Iglesia Cristo Rey de Lanús, en Buenos Aires. Entre el público estaba un espectador clave: Roberto Galán, conductor del programa Remates musicales.
Al escucharla, quedó tan impactado que la invitó a cantar en televisión. Su paso por Canal 9 llevó a que fuera presentada al sello CBS Columbia, donde poco después grabó su primer disco.
Su interpretación de “Ribereña” o “Canto islero” en emisoras como Radio El Mundo alcanzó a un público exigente, justo en el auge del folklore y la música litoraleña.
María Kalasakis era hija de una riojana y un griego. Su nombre artístico surgió de su hermana Elena, y más tarde le agregó la “H” en homenaje a los helenistas, en referencia al período de mayor esplendor de la Antigua Grecia.

La amistad en Posadas
Cuando su popularidad explotó en Posadas, Elena Gloria Alarcón era apenas unos años menor que la cantante. La admiración la llevó a acercarse a la joven bonaerense y así entablar una amistad que perduró más allá del tiempo. Curiosamente, ambas nacieron el mismo día: el 4 de agosto.
A sus 72 años Alarcón conserva fotografías, discos, recortes, partituras y todo tipo de material de la artista. “Ella era muy querida porque llegaba uno o dos días antes, se hospedaba en un hotel y recorría la ciudad, la plaza”, recordó sobre aquellos años 60.
Su repertorio incluía “Sol del Litoral”, “Viejo Paraná”, “Canto islero” y destacadas versiones de polcas, rasguido doble y chamamé. Gracias a su refinada interpretación también se popularizó “Mi serenata”, del misionero Fermín Fierro, quien luego grabó un disco donde la propia María Helena participó como colaboradora.
Tras aquella épica presentación sobre el escenario, el público misionero la esperaría con gran cariño y afecto en las siguientes ediciones del festival litoraleño. Pero esa historia se interrumpió trágicamente el 17 de diciembre de 1969.
A los 22 años, la cantante murió en un accidente automovilístico en la ruta 14, cerca de Santo Tomé, Corrientes, cuando regresaba de una actuación. Viajaba en el asiento del acompañante cuando el auto mordió la banquina y volcó; la fuerza del impacto la expulsó del vehículo y el coche cayó sobre ella. No hubo nada que hacer.
Un día antes había almorzado con Elena Gloria Alarcón en Posadas. La noticia causó conmoción en toda la ciudad. “Fue un shock, sentimos muchísimo su partida”, contó su amiga, que aún mantiene contacto con la familia.
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Tan importante como Mercedes Sosa
Aunque su discografía es breve por la prematura muerte, la impronta de María Helena perdura. Para la cantante misionera y ganadora del Premio Gardel, Flor Bobadilla Oliva, su voz es “completa, emocionante y técnicamente admirable”, y fue una inspiración en sus inicios profesionales.
Para Bobadilla Oliva, María Helena es tan importante como Ramona Galarza o Mercedes Sosa en la historia de las cantantes folklóricas.
El recuerdo de “La Novia de Posadas” sigue vigente sobre el escenario. Testigo de eso es “Canción del adiós”, estrenada en 2019, que reconstruye el repertorio de María Helena con la actriz Veroka Fedeli en la voz y con la dirección de Silvina Warenycia.
“Siendo de otros lugares hizo propia la música litoraleña”, reflexionó Fedeli, que destacó “la forma en que ella cantaba las canciones, el sentimiento que le ponía no se ha podido repetir. Las otras intérpretes son maravillosas pero no en el estilo de María Helena, que tenía esa juventud, esa forma peculiar de cantar, del fraseo”.
El 4 de agosto del año entrante se cumplirán 80 años del nacimiento de María Helena, todo un acontecimiento que debería ser imposible de sortear en los espacios donde amaron su cantar.
Será una fecha tan importante como significó aquel debut en el tercer Festival Nacional de la Música del Litoral, una cita folklórica que creció a pasos soñados y agigantados pero que este año quedó reducido a tres noches, lejos del anfiteatro que retumbó de aplausos y vítores por su fiel novia: la inolvidable María Helena que el 22 de noviembre de 1965 alzó el preciado “Mate misionero”, el símbolo de la “Revelación” y la eterna Consagración posadeña.

Revista Folklore. Sobre la Consagración de María Helena en noviembre de 1965 en Posadas
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