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Garupá: Una nena fue al río a refrescarse y murió ahogada

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Morguera dos de mayo

Una menor identificada como Silvia Soledad Vera desapareció de la superficie cuando se refrescaba junto a su hermana y una amiga en un sector del río no habilitado para bañistas, sobre Acceso Sur de Garupá. El trágico desenlace se conoció ayer a las 11:35 horas cuando Silvia Soledad Vera (10) desapareció en aguas del río Paraná, en un área no habilitada como playa. La víctima fatal habría llegado al lugar acompañado de su hermana de 20 años y una vecina de 26, quienes de un momento a otro se percataron de que la niña ya no estaba con ellas.

Desesperadas las jóvenes llamaron al 911 e intervinieron en el lugar efectivo de la comisaría 5ª y Comando Garupá, dos los cuales se arrojaron en las proximidades en busca de la nena. A las 12:15 aproximadamente fue hallada la menor sin signos vitales y a seis metros de la costa.

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Cultura

Recuerdos del “Zorzal misionero”: se cumplen 20 años sin José Vicente Cidade

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Se cumplen veinte años sin José Vicente Cidade, uno de los máximos referentes de la música misionera. Tal vez todavía cantaban los zorzales a las 9.30 de aquel 12 de julio de 2005 cuando, a los 75 años, dejó de respirar.

Dejó un legado que vive en la cultura, tal como la identidad plena de una esquina posadeña que lo recuerda todos los días en el Centro Cultural que lleva su nombre, por Belgrano y General Paz.

Con un apellido artístico, su hermano Ramón Ayala, consiguió gran notoriedad como el más importante músico de Misiones, aunque no por ello Vicente Cidade es menos imprescindible en la historia. Juntos crearon obras maestras como “El Mensú”, “El Jangadero” o “Canción del Iguazú”.

Con el talento de un arreglista, compositor y multi-instrumentista, Cidade, fue hacedor de piezas clave de la música regional, como “El zorzal tempranero”, una de las más de 300 composiciones -algunos dicen 360 y menos de la mitad grabados- que reunió desde que se formó como músico en Buenos y volvió para su reconocimiento definitivo en la Tierra Colorada.

Justamente, en Buenos Aires, Cidade fue el anfitrión de un reducto sustancial del folklore hace sesenta años: en 1965 abrió la peña “El Hormiguero”, luego “El Hormiguero del Rey”, al mudarse a Paso del Rey, en 1973.

Ese espacio ganó su renombre porque cantaron músicos emergentes y figuras que consiguieron la consagración, como Mercedes Sosa, Argentino Luna, Zamba Quipildor y María Helena. Aún era la época dorada del folklore en el país, cuando ya era popular la canción “El Mensú” (de 1956), obra que también grabarían en sus álbumes Horacio Guarany y la Negra Sosa.

Recién en 1987 Cidade volvería para afincarse definitivamente en Misiones, con claras intenciones de seguir componiendo y divulgar su arte en nombre del terruño que lo vio nacer, aunque también para forjar amistades, nuevos romances y -por sobre todas las cosas- para acompañar a su hermano, con quien soñaba ofrecer un show juntos en el Festival Nacional de la Música del Litoral.

No obstante, en esa vuelta como un Hijo Pródigo, Vicente cargaba con serios problemas de salud. El Zorzal Misionero vivía en Garupá cuando lo internaron por 17 días en un sanatorio posadeño hasta que falleció.

Dos meses previos, había mostrado decaídas muy notables. Para entonces, su cuerpo había resistido un derrame cerebral y un infarto, y su frágil corazón latía gracias a cuatro by pass.

“He sido un receptor del creador, hasta cuando duermo escucho la música en mi cabeza. Por eso estoy tan agradecido”, dijo en su momento el propio Cidade, según escribió la periodista Mecha Villalba.

“No me achicó el paso de la enfermedad o la injusticia, tampoco sé si tuve bajones, o en realidad fueron escaladas de ascenso, sigo creando, estoy en lo mío, con mi gente”, había añadido el El Zorzal Misionero, un apodo que se había ganado hasta el fin de sus días, el 12 de julio de 2005.

https://www.tiktok.com/@lavozdemisiones/video/7525949077624769848?lang=es

Oda al al trabajador

“Era un bohemio hermoso”, lo define Nene Ciciolli, músico y que compartió una larga amistad con Cidade, con quien además cantaba por diversos lugares de la región.

“Tocaba teclado, violín, guitarra, percusión. Enseñaba vocalización. Él tenía la costumbre de tener siempre un papel y un lápiz en la mano, en el saco, por algún lado, donde dejaba escrito lo que se le ocurría. Y si tenía tiempo le hacía el pentagrama, dibujaba, y al rato te mostraba y te cantaba lo que se le ocurrió”.

Así compuso un día, bajando de madrugada por una calle céntrica de Posadas, en dirección a la avenida Sáenz Peña, donde escuchó a un pájaro cantar. Anotó, y luego le dio forma con el violín a “Zorzal tempranero”, una de las galopas más importantes de la música misionera.

“Siempre le escribió al río, al obrero, al trabajador, al paisaje, a la mujer misionera, a la mujer paraguaya”, remarcó Nene a La Voz de Misiones. “Creo que fue una persona muy importante y reconocido muy tarde. Porque, lo que hizo por nuestra cultura, fue conocido muy poco”, lamentó Ciciolli.

Es que El Zorzal Misionero tenía una mesa gigante donde estaban todas sus composiciones, algunas inconclusas, como “Jesús, música y luz”, inspirado en los Evangelios.

“El escritorio de Vicente era un mundo de canciones, de proyectos, de versos. De canciones sin terminar, todo cosas que ojalá no se haya adueñado gente que no le corresponde”, apuntó Nene.

De lavar copas al conservatorio de música

El 22 de enero de 1922 nació en Posadas José Vicente. Pocos años después, quien de adulto llevaría el apellido Ayala, llegaba a Buenos Aires agarrado de la mano de su hermana Julieta y la madre de ambos, Dolores de Morel.

Gumercindo Cidade, el padre de la familia -que era panadero y fue cónsul argentino en Brasil- había muerto frente a Ramoncito de una grave enfermedad hepática. Entonces la viuda debió ganarse el pan en la Gran Ciudad, mientras el pequeño José Vicente quedaba a cargo de una tía en Misiones.

De esa manera, creció soñando con Buenos Aires, donde estaba su familia y particularmente su admirado hermano. Entonces, un día se escapó de su tía cuando tenía unos quince años para subirse al tren y, al bajar, se puso a trabajar duro en un frigorífico, primero, para por último conseguir un puesto de lavacopas en un bar.

Justamente, el bar significó el lugar fortuito para lo que sucedería después, porque su jefe, Eduardo González Huber, le escuchaba silbar canciones mientras lavaba las copas. Huber era un violinista que le propuso obsequiarle el mismo instrumento si estudiaba.

“El patrón no sabía que él no sabía leer y escribir. ‘Te voy a dejar salir más temprano. Acá a la vuelta hay una nocturna’, le dijo. Vicente era como esas personas dotadas, inteligente. Tres años y monedas le llevó terminar la primaria, todo acelerado. Era muy inteligente”, recordó Ramón Rolón, que fue amigo del Zorzal Misionero y con quien compartió la fundación de la Orquesta Municipal Posadeña y el grupo Posadas Marangatú, ganador de un premio Arandú por su labor musical.

De esa manera y tras culminar la escuela nocturna luego de lavar las copas, Cidade se formó en el Conservatorio de Música Silvestri, del barrio porteño de Barracas. Asimismo, estudió profesorado orquestal en la escuela municipal de Avellaneda; y, por su talento en el violín, integró las orquestas sinfónicas de Buenos Aires, de La Plata, La Camerata Mayo y la Sinfónica de San Pablo, en Brasil.

Ramón recordó que el autor de “Zorzal tempranero” fue un “analfabeto hasta los quince años. Porque su papá murió muy jovencito y él se crió con una tía en San José. Era brava, decía Vicente. Ramón ya se había ido a Buenos Aires con la hermana, la mamá. Ramón ya era un músico. Era la guitarrista de Margarita Palacios. En aquella época era la Mercedes Sosa”.

Como creador e instructor de música para voces, teclado, guitarra, violín y percusión, “fue una persona incomprendida, porque era muy misionero-dice Rolón-. Pintaba Misiones. Porque las obras de Vicente eran para escuchar y analizar, era algo serio. No es que tocaba así nomás, tenía un contenido poético muy rico”.

Para poner un ejemplo, el exdirector artístico de la Orquesta Municipal explicó que era un protector de ritmos misioneros, como la galopa. “Toquen chamamé, si quieren. Pero vayan a tocar en el municipio de San Carlos, Corrientes. Nos paga la municipalidad de Posadas y es para defender lo nuestro”, decía a sus pares de la orquesta.

En el haber quedaron cuantiosas obras que poco y nada volvieron a interpretarse, como “Un ala para dos pueblos”, según recuerda Rolón sobre la obra que Cidade creó pensando en el Puente San Roque González de Santa Cruz.

Un “Bandolero del amor”

Vicente Cidade “era una persona muy correcta, muy romántica. Eso es lo que me conquistó. Yo, por lo visto necesitaba”, confesó Nidia Ciciolli, quien fue pareja del músico en Posadas. A ella le dedicó dos de sus canciones: “Bandolero del amor” y “Nidia no sabe mentir”.

Según recordó Nidia, Cidade “vino de Buenos Aires porque él quería que acá lo conozcan. Porque nadie sabía que él era hermano de Ramón Ayala, por el apellido. También quería acompañarlo a su hermano”.

De esa manera, al retomar contacto con Misiones, “enseguida tuvo la suerte que la gente fuera cariñosa con él. Porque él era de buscar a la gente también. Era muy cariñoso con la gente”, remarcó Nidia.

Ambos se conocieron en el cumpleaños de Nidia. Él llegó con otro músico para cantar, y le pidió prestado un teclado para practicar, la antesala de la relación que luego mantuvieron. En esa época le contó que había llevado en tren a Buenos Aires un tacurú para colocarlo en la peña “El Hormiguero”. Cuando estaba en pleno viaje, los insectos del tacurú salieron en gran cantidad, como para sorpresa de muchos y el espanto de algunos pasajeros.

“Era una persona que tenía mucha gracia, mucha simpatía. Y bueno, era un momento que yo necesitaba a alguien muy gracioso y simpático”, admitió Nidia, quien acompañó a Cidade en complicados momentos de salud y en plena soledad, en un tiempo donde tenía poco contacto con sus hijos.

Uno de los más grandes anhelos de Vicente Cidade era cantar con Ramón, su hermano, en el Festival Nacional de la Música del Litoral, algo que, circunstancialmente, según recuerda Nidia, no sucedió. “No pudo cantar con él. Ese era su sueño”, lamentó.

En nombre del obrero

Un año antes de su muerte, Cidade recibió el Mensú de Oro, la máxima distinción que otorga el Festival del Litoral. Para ese momento, intentaba salir adelante con su delicada salud. En ese camino accidentado se había fortalecido con las notas de su pentagrama, y ni siquiera la Dictadura pudo callarlo del todo, pese a que prohibieron su obra durante siete años, particularmente por “El Mensú”, que compuso a los 19 años con su hermano Ramón.

“El Mensú” se inspiraba en el más apenado trabajador, tal como “El Carbonero” -que grabó Víctor Heredia y La Negra Sosa– que dice en su letra “para el pobre es más duro el invierno”.

Asimismo, tal vez recordando esos días de duro trabajo en los frigoríficos porteños, Cidade también compuso “Corazón obrero”: “Motor de vida y amor, trabajador corazón. Si paras tú, se morirá el universo”, dice el estribillo de la canción que grabó Nene Ciciolli.

En sus creaciones como “Islerita”, “General Indio” y “A Misiones mi tierra”, retrató los colores de la identidad misionera a pura poesía. “(…) Costera, ceibo en flor de la ribera, leñadora y lavandera, hija fiel del Paraná. Costera, no esperés en la escollera que la lancha maderera tal vez nunca volverá”, dice la galopa “Costera”, la pieza de Cidade que interpretaron en todo el mundo y se sigue estudiando como una gema de la música litoraleña, tan valiosa como su propio autor.

 

Ramón Ayala: El niño que robó una guitarra y que cautivó a Mercedes Sosa

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Cultura

Ilán Amores cantó con Manu Chao en Madrid antes de iniciar su “Eurotour”

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El posadeño Ilán Amores cantó ayer con Manu Chao en Madrid antes de comenzar su primera gira solista por Europa, que además de España incluye a Inglaterra, Irlanda, Suiza, Francia, Alemania, Países Bajos, Italia y Bélgica.

El recital de Manu Chao tuvo lugar anoche, en el Autocine de Madrid, con localidades agotadas, y además contó con la presencia del rapero mexicano Santa Fe Klan.

Manu Chao ofreció en la capital española un concierto “Ultra acústico”, un espectáculo similar que trajo en noviembre pasado a Posadas. Justamente fue tras ese concierto cuando Manu Chao conoció a Ilán, con quien compartieron unas canciones y luego se encontraron nuevamente para la serenata que le dieron a la antigua vivienda de Diego Armando Maradona en el barrio bonaerense de Villa Fiorito.

 

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En paralelo a la actuación de ayer, Ilán está recorriendo Europa tal como adelantó La Voz de Misiones hace tres meses. Llegó para arrancar la gira por España, precisamente el 3 de agosto en San Vicente do Mar.

Al otro día seguirá por Madrid, dos días después por Barcelona y el 8 de agosto en Aranda de Duero, para el Festival Sonorama Ribera, donde también estarán sus compatriotas argentinos Bestia Bebé, Fin del Mundo y Sol Pereyra en un encuentro que será protagonizado por los escoceses Franz Ferdinand.

El último recital que dará Ilán en España será el 9 de agosto, en Donosti, para luego seguir, el 13 de agosto, por Dublín, en Irlanda. Luego quedará por seguir el “Eurotour” por Londres y Berlín, además de otras ciudades europeas.

Ilán ya tocó varias veces en Europa junto a su antigua banda punk Argies, aunque esta es la primera vez que llega en plan solista para dar a conocer su propia música.

Ilán Amores: del barrio Patotí al Luna Park para cantar con Pablo Lezcano

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Cultura

Bafici estrenó “Caían del cielo”, producido por la posadeña Mónica Amarilla

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El documental “Caían del cielo” tendrá mañana, sábado, su tercera función oficial en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), donde se estrenó el pasado 3 de abril. La película de 78 minutos está coproducida entre Santa Fe y Misiones y trata sobre la búsqueda del Equipo de Antropología Forense (EAAF) en el Campo San Pedro.

El equipo es coordinado por Valeria Silva, nieta de Otilia, la Madre de Plaza de Mayo que también protagoniza el filme y que falleció el año pasado, a sus 104 años. “Caían del cielo” tiene dirección de Rubén Plataneo y producción de la misionera Mónica Amarilla, quienes estarán presentes en Buenos Aires para la función de mañana, sábado, a las 21.50, en la sala Cacodelphia de la edición 26 del Bafici.

La película tiene inversión del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (Iaavim) y el Espacio santafesino, el programa de estímulo a la producción cultural del Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe.

La colimba y el campo de exterminio

Plataneo hizo la colimba en el “Campo San Pedro”, en la provincia de Santa Fe, y sus recuerdos del ex campo militar se combinan con el que luego fue señalado como un lugar de enterramientos y asesinatos clandestinos durante la última Dictadura militar.

En 2010, el EAAF halló una fosa común con los restos de 8 personas, identificando posteriormente a 6 desaparecidos: Oscar Federico Winkelmann, María Esther Ravelo, María Isabel Salinas de Bosso, Carlos Alberto Bosso, Gustavo Adolfo Pon y Miguel Ángel D’Andrea. Eran militantes políticos secuestrados en Rosario, y que estuvieron cautivos en 1977, en el centro clandestino de detención conocido como “La Calamita” en la localidad de Granadero Baigorria.

 

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Por su lado, la película también narra el trabajo incansable de Otilia, la primera Madre que declaró en un juicio de lesa humanidad en Santa Fe, en 2014, a los 92 años. “A mi hija no la fueron a buscar, la fueron a matar”, dijo al Tribunal Oral que juzgó a Víctor Brusa y a tres policías por el “fusilamiento” de Nilda Elías de Silva.

Su hija fue asesinada en su casa del barrio Santa Rosa de Lima, donde además vivía con sus tres nietos, el más chiquito de cuatro meses que quedó protegido debajo de una cama el 11 de abril de 1977, hace exactamente 48 años atrás.

“Lo que me pasó a mi no se lo puedo desear ni a mi peor enemigo, porque te maten una hija delante tuyo es un dolor muy grande”, expresó frente a los acusados.

Nilda era docente, militante social y política; su esposo Luis Ismael Silva, fue desaparecido en noviembre de 1976, tras ser secuestrado en Buenos Aires. En tanto que Silva era un alto dirigente del Movimiento Villero Peronista y militante de la organización Montoneros, al igual que Nilda, su esposa.

El Bafici estrenó “El Creador”, un documental filmado en El Soberbio

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