Opinión
El voto en blanco y la desafección política en el Cantón

Por: Fernando OZ
@F_ortegazabala
El Cantón Verde no es ajeno al creciente sentimiento de desafección política, es uno de los males de nuestro tiempo. El avance de ese malestar, que afecta directamente a las democracias, se observa con claridad en las encuestas de opinión pública desde hace unos años y pegó un salto cuántico tras la pandemia. Para colmo, las acciones que se están tomando con los más jóvenes para salvar lo que nos queda no estaría dando resultado.
Uno de los primeros síntomas se lo puede observar en el incremento del elector que se vuelca al voto en blanco. En Misiones, pese a la diversidad de ofertas electorales, el voto en blanco representa la tercera opción más votada. Cuidado con eso. Durante las últimas tres elecciones saltó del 4,7% al 5,8%.
Antes de avanzar, pongamos algunas cosas en su lugar. El voto en blanco es jurídicamente válido, es un derecho del ciudadano y representa la insatisfacción de quien, cumpliendo con su deber constitucional, lo hace. Los estándares internacionales suelen oscilar entre el 1,5 y 2%, ahora la tendencia es en alza.
Analicemos un poco el comportamiento del electorado del Cantón desde el comienzo del siglo. El 14 de octubre de 2001, con la crisis nacional a pleno galope, el 6,4% de los que fueron a votar en el territorio provincial lo hicieron en blanco. Obtuvieron un virtual tercer puesto. Estaban claramente disgustados. El 20 de diciembre Fernando De la Rúa dejó la Casa Rosada en helicóptero y el país en llamas.
Luego de aquel mal año, el voto en blanco más bajo en Misiones se registró en las elecciones siguientes, en 2003, cuando el Frente Renovador gana en las urnas por primera vez, con poco más del 46% de los votos. El 3,6% fue al blanco. Desde entonces hubo fluctuaciones, subas y bajas, ondulaciones propias del terreno político.
Teniendo en cuenta que en el futuro inmediato se encuentran las legislativas, tomemos los datos de los porcentajes sólo de las boletas de la categoría diputados provinciales de los últimos 22 años. El primer pico más alto de voto en blanco fue en 2007 con el 10,8%, los motivos podemos discutirlos; los renovadores venían de la derrota de 2006 y el kirchnerismo buscó dividirlos para arrebatarles la plaza, ese era el contexto.
El otro rebote del voto en blanco fue en 2011. El marco, Maurice Closs va por la reelección. En ese año, los que optaron por el blanco obtuvieron el segundo lugar con el 10,1% de los que fueron a votar. El Frente Renovador de la Concordia había ganado con el 67,5%, y los radicales se quedaron en tercer lugar con un magro 5,6%.
En 2015 se repite el pico de 2007 con el 10,8%, pero el escenario electoral es diferente. La polarización se acentúa a nivel nacional con el kirchnerismo en caída y la oposición encolumnada detrás de Mauricio Macri. La renovación obtuvo el 56,5% y el más fuerte de la dispersa oposición el 11,9%. El voto en blanco quedaba en tercer lugar.
Siguiendo en el análisis de la categoría Diputados provinciales, en la última elección, con la irrupción de La Libertad Avanza, Javier Milei y toda su pandilla, el voto en blanco volvió a colocarse en tercera posición después de haber permanecido durante tres actos electorales seguidos en cuarto lugar. Lo que significa que el malestar vuelve a subir.
Por lo general, se interpreta el voto en blanco como un gesto de descontento hacia la clase política pero que expresa, al mismo tiempo, el respaldo al sistema democrático. Hay quienes creen que los que eligen esta opción atentan contra el sostenimiento de la democracia representativa. Claro que no soy de los que creen en eso y no suelo ir al blanco.
Votar en blanco expresa la indignación, la ofuscación de una parte de la sociedad para con los candidatos que las fórmulas ofrecen, pero, especialmente es un mensaje implícito contra las autoridades, los dirigentes políticos y los partidos. Puede leerse como una advertencia.
Lamento decirlo, pero hay una parte de las nuevas generaciones que no sienten el apego a los valores democráticos con la misma intensidad que sus antecesores. Y en el contexto actual, con el crecimiento global de la extrema derecha, y vista la eficacia que vienen mostrando los populismos para influir en los valores, comportamientos y actitudes de los más jóvenes, qué quieren que les diga, huelo el barril de pólvora.
La culpa es nuestra. No hemos educado correctamente historia, educación cívica, cultura general. No hablo de adoctrinamiento, saben lo que digo. Y ahora los están adoctrinando en Tik Tok, indolentes, ajenos, acríticos, es decir vulnerables. La patología tiene más años que las redes sociales y tuvo varios nombres, en los dorados 90, por ejemplo, el filósofo Bernard Manin la llamó “democracia de audiencias”, la política era sustituida por comunicación política, el partido por el líder y los espacios de debate para contrastar propuestas por medios donde colocar un mensaje. Se dijo, se escribió, se veía venir como el invierno ruso.
Insisto, el voto en blanco es una advertencia, una luz amarilla frente la peligrosa abstención. Hay quienes creen que quien se encarga de encender esa alarma es el electorado independiente. Me sería muy estimulante que en el futuro alguien presentara un proyecto para que se dejen vacíos los escaños proporcionales al número de votos en blanco. O quién sabe, tal vez, como dijo Víctor Hugo, “el futuro tiene muchos nombres” y quizás uno de ellos podría ser la representación del partido en blanco. Sí, quién sabe.
Opinión
Llegó el tiempo de expandir el pensamiento misionerista

Por: Fernando Oz
Desde 2003, cada elección es una lucha por la supervivencia de los intereses provinciales frente al implacable centralismo nacional. No es una exageración literaria. El Congreso, ese viejo coliseo de pasiones y desencuentros, se prepara para recibir a los nuevos gladiadores. Y en ese ruedo, Oscar Herrera Ahuad es, sin dudas, el mejor representante que tiene el Misionerismo para un momento histórico convulsionado, donde se necesita aporte de ideas, coraje, coherencia y un profundo sentido de pertenencia.
Hablar de Misionerismo es adentrarse en la historia de una provincia que aprendió a tejer su propio destino con paciencia y convicción. El Misionerismo no es una etiqueta electoral, sino una filosofía de gestión que surgió de la voluntad de diferenciarse del discurso homogéneo impuesto desde el puerto de Buenos Aires. Defiende la identidad local, la autonomía y el bienestar de las y los misioneros. A lo largo de los años, el Frente Renovador de la Concordia Social ha sido el estandarte de esa visión, resistiendo la tentación de plegarse a recetas ajenas y apostando a un modelo propio, con aciertos y errores, pero siempre fiel al pulso de la tierra colorada.
El Misionerismo es, en su esencia, la rebelión de los invisibles ante un gobierno nacional necio e indolente, y estructuras partidarias rancias. Digamos que es lo mejor de la evolución de la Renovación: trasciende a la Neo, el Blend o los diferentes varietales cultivados dentro o fuera del territorio. Es una forma de decir “no” al olvido y “sí” al protagonismo de una provincia que se niega a ser mero decorado del mapa nacional. Y en ese marco, los valores centrales son claros: respeto por la pluralidad, defensa de la producción local, educación como herramienta de emancipación y salud como derecho inalienable.
Hablar del Misionerismo es hablar de una evolución política que nació y creció al calor de la propia intemperie. No es una ideología blindada ni una doctrina de manual: es, más bien, una forma de lealtad a la tierra, a quienes la trabajan y la habitan. El Frente Renovador, desde su génesis, fue el vehículo de esa transformación paciente.
Hablar de Herrera Ahuad es invocar la biografía de un médico a pie de calle, escuchando el pulso de las urgencias sociales antes de que los despachos le abrieran las puertas. Su recorrido es el de alguien que conoce cada rincón de la provincia: sus hospitales, sus escuelas, sus caminos de tierra. Gobernador en tiempos de pandemia, supo equilibrar la firmeza y la cercanía, sin ceder a la tentación del protagonismo vacío. Nunca fue un político de gestos ampulosos ni de frases huecas. Su estilo es el de quien prefiere el trabajo silencioso a la foto fácil; el de quien entiende que gobernar es, ante todo, cuidar.
Quien busque en esta elección confrontar ideas y trayectorias encontrará en el resto de los candidatos un mosaico heterogéneo, pero poco convincente si se mide desde el interés genuino por Misiones.
Diego Hartfield, extenista y bróker de negocios financieros, viene realizando una campaña pulcra y sus promesas de modernidad suenan, a menudo, como anuncios en horario premium: mucho brillo, poca sustancia. El problema del Gato no es su falta de voluntad, sino su ajenidad al pulso profundo del Cantón. Su vínculo con lo cotidiano de la chacra, el colono y lo que sucede en las guardias de cualquier sala de emergencias es, digamos, anecdótico. Ahora, devenido en aspirante político, trae consigo el aura del esfuerzo personal, pero su mirada se queda en la superficie. La política, como la cancha, exige estrategia, pero también sentido de lo colectivo; y ahí Hartfield parece patinar en los detalles de la realidad misionera.
Cristina Brítez ya estuvo ocho años en el Congreso y no consiguió posicionarse como referente de minorías y derechos. Su discurso, frecuentemente crispado, parece más dirigido a Buenos Aires que a Misiones. Su fervor es digno de elogio, pero la defensa de Misiones exige algo más que consignas y alineamientos partidarios; requiere una comprensión profunda del territorio y capacidad de diálogo, virtudes que a Brítez le cuesta desplegar sin caer en el dogma.
Héctor “Cacho” Bárbaro, histórico dirigente social y rural, tiene a su favor la experiencia y el conocimiento de las necesidades de los pequeños productores. Sin embargo, su retórica combativa —aunque necesaria en ciertos momentos— tiende a polarizar en vez de construir. Misiones necesita diálogo y puentes, no trincheras permanentes. Cacho olvida que la provincia es mucho más que sus chacras y que el lobby a favor de las grandes tabacaleras es un mosaico de realidades complejas que exige una visión integradora.
El radical Gustavo González patina rápido, tiene una actitud adolescente y tampoco supo consolidar lo que más necesita el Cantón: una oposición racional y crítica que ayude a gobernar la provincia, que deje los intereses personales de lado en pos del crecimiento del conjunto. La oposición en Misiones no aprendió a ejercer su rol, por eso se encuentra tan desintegrada y perimida.
Por último, Ramón Puerta, el viejo zorro de la política misionera. Sus credenciales son conocidas, pero su historia está atada a un pasado que la provincia busca superar. Puerta encarna la nostalgia de quienes creen que todo tiempo pasado fue mejor, olvidando que Misiones avanza y requiere nuevas respuestas para viejos y nuevos desafíos. Es el referente de tiempos donde la política era otra cosa; su candidatura es el eco de un pasado que, honestamente, no ofrece respuestas a los desafíos actuales. El conservadurismo porteño le es más propio que el nuevo pulso misionero.
La presencia de Herrera Ahuad en el Congreso no es solo un asunto de partido, sino de supervivencia política para Misiones. Nadie como él entiende que la pelea por recursos, autonomía y reconocimiento es diaria, y que el centralismo porteño no concede nada sin presión. Miren, conozco ese territorio, también a Oscar, y les aseguro que no creo que se mantenga callado ante el ninguneo de los despachos nacionales. El Misionerismo, encarnado en su figura, es la garantía de que Misiones no será una cifra más en el presupuesto nacional ni una sombra en la periferia del poder.
Frente a los intereses externos —económicos, mediáticos o políticos—, Herrera Ahuad representa la defensa de lo propio. Su candidatura no es solo la de un hombre, sino la de una provincia que exige respeto y protagonismo. En un país donde las provincias suelen ser la variable de ajuste, tener a alguien en el Congreso capaz de plantarse sin titubear es, sabiendo de qué se trata cada negociación, sencillamente, es vital.
Mientras otros candidatos miran hacia afuera, buscando aprobación o respaldo externo, él mira hacia adentro, entendiendo que la fortaleza de Misiones está en su gente, su cultura y su potencial productivo. No le teme al debate ni a la confrontación; sabe que defender a Misiones no es gritar más fuerte, sino saber escuchar y negociar, sin ceder nunca ante el ninguneo. Su experiencia en la gestión lo habilita para entender la complejidad de las relaciones federales y para exigir, con legitimidad, lo que le corresponde al Cantón.
Que la historia no nos encuentre distraídos. Votar por Herrera Ahuad es, en última instancia, votar por uno mismo: por el productor que no quiere perder su tierra, por la maestra que enseña en la frontera, por el joven que sueña con quedarse y no partir. Es defender la voz y la dignidad de Misiones ante quienes la miran desde lejos y la entienden menos aún. Al final, la opción es clara: o se elige a quien encarna el Misionerismo y la defensa de lo propio, o se corre el riesgo de volver a ser tierra de nadie. Y Misiones, conviene recordarlo, nunca quiso ser invisible y construyó identidad propia.
Opinión
Misiones: donde la magia se convierte en vida

Por: Lic. Leonardo Amarilla
Escrito el 8 de octubre, en el Día Misionero del Suelo
Un texto dedicado al gran héroe anónimo, al artista invisible, al motor de nuestra existencia. No está en las nubes, ni en el horizonte, está justo bajo nuestros pies. Hoy hablamos del suelo, aunque no lo vemos como un simple pedazo de tierra, hoy debemos descubrir la magia que hay en él.
¿Y en qué consiste esa magia? La primera parte del hechizo la encontramos en lo que no vemos. Si pudiéramos tomar un puñado de suelo y hacerle un zoom, quedaríamos sorprendidos. El universo en un puñado de tierra, donde coexisten más microorganismos que personas en el planeta. Billones de bacterias, hongos, actinomicetos y algas microscópicas. Es la metrópolis más diversa y poblada que podamos imaginar.
La red social de la naturaleza: hablemos de los hongos micorrícicos. Son como las redes de fibra óptica del suelo. Conectan las raíces de las plantas y les permiten comunicarse, intercambiar nutrientes y alertarse de peligros. Es literalmente un internet natural bajo tierra.
Luego están los ingenieros del ecosistema: las lombrices, los ácaros y los insectos. Son los arquitectos, los que excavan túneles, creando espacios para que entre el aire y el agua. Reciclan la materia orgánica, transformando lo muerto en vida nueva. Sin esta biodiversidad invisible, el suelo sería un polvo estéril. Esta biodiversidad mágica no es solo un espectáculo fascinante, es el fundamento de todo lo que viene después. Es el taller donde se forjan nuestras potencialidades multiproductivas.
El sustento de todo cultivo
Un suelo sano y biodiverso es un suelo fértil. Es propicio para todo tipo de cultivos: desde el té y la yerba mate hasta las hortalizas que llenan de color nuestro plato, las frutas que endulzan nuestra vida o los forrajes que sustentan nuestra ganadería.
La sostenibilidad del suelo Misionero no solo produce, sino que protege. Es esponjoso, retiene el agua como una esponja, resiste mejor a la sequía y a las lluvias intensas. Mantener un suelo vivo en nuestra región es un seguro natural contra el clima.
El sabor de la tierra se percibe de un tomate cultivado en San Vicente, de un yerbal bajo cubierta en Apóstoles o el sabor de una miel autóctona. Esa complejidad de sabores y colores, esos matices, son el resultado directo de los minerales y las relaciones simbióticas que ocurren en este ecosistema. Por eso, la calidad nace del suelo y “Misiones florece” día a día.
Entonces, si unimos el privilegio de la biodiversidad invisible con las potencialidades visibles. ¿dónde encontramos el truco final? La magia está en la conexión entre ellas.
La verdadera magia es un ciclo, nosotros alimentamos al suelo con materia orgánica y buenas prácticas, y el suelo, con su ejército de seres vivos, transforma eso en alimento para las plantas. Las plantas nos alimentan a nosotros y a los animales, y el ciclo vuelve a empezar. Es el ciclo de la vida, y su centro neurálgico es el suelo. Si comprendemos esa esencia habremos dado un paso inconmensurable hacia la producción sostenible.
La conclusión es clara, el suelo no es un sustrato inerte, no es un almacén de nutrientes, es un ser vivo. Y como cualquier ser vivo, si lo cuidamos, nos cuida. Si lo enfermamos, se apaga su magia, y con ella, nuestro sustento. Por eso debemos concientizar a todo aquel que pise suelo misionero, es posible producir de una manera sostenible en el tiempo.
Hoy, en este Día Misionero del Suelo tenemos una misión clara. La misión de dejar de pisarlo como si fuera solo tierra, y empezar a honrarlo como el milagro que es. Seamos misioneros de este mensaje y contagiemos a otros esta visión. Promovamos las prácticas que devuelven la vida al suelo, la rotación de cultivos, las chacras multiproductivas, los abonos verdes, el compostaje y la biotecnología aplicada.
Recordemos de este fino manto vivo que cubre la tierra depende nuestro presente y nuestro futuro. Cuidemos la biodiversidad misionera, aprovechemos sus potencialidades con sabiduría y sobre todo, nunca olvidemos que la verdadera magia está en el suelo.
Mi humilde homenaje a Alberto Roth, quien alguna vez tuvo el sueño de convertir a Misiones en el santuario verde.
Opinión
De Fred Machado a la sociedad silenciosa

Por: Fernando Oz
El Cantón también se encuentra en la ruta del blanqueo de capitales ilegales de Fred Machado, el narcotraficante que reconoció en una reciente entrevista haber realizado aportes millonarios a la carrera política de José Luis Espert. En el mapa de operaciones sospechosas que incluyen negocios mineros, aéreos y turísticos; Puerto Iguazú, la ciudad de las Cataratas, fue uno de los destinos elegidos.
Hace unos días, la Corte Suprema de Justicia habilitó su extradición a Estados Unidos, donde es investigado por lavado y fraude. Su nombre completo es Federico Andrés “Fred” Machado, tiene 57 años, nació en Viedma, de capricornio, piloto civil. Estuvo radicado durante un tiempo en Miami, Florida, donde posee al menos dos compañías dedicadas al rubro de la aviación: South Aviation Inc. y Pampa Aircraft Financing.
La primera vez que oí hablar de Machado fue en 2011, cuando me tocó cubrir el caso de los hermanos Juliá, dos pibes bien que fueron detenidos en Barcelona apenas aterrizaron con un avión cargado con casi una tonelada de cocaína. El que me lo nombró llevaba chapa de la DEA, seguía el caso de cerca y había pasado la mitad de su carrera trabajando en América del Sur.
Había sido que, a través de South Aviation, Machado le entregó a Gustavo Juliá un avión moderno con el que, entre 2009 y 2010, comenzó a volar a Europa. En 2012, Juliá fue condenado a 13 años de cárcel en España por el contrabando de 944 kilos de cocaína. En esa cobertura, en la que también hablé con policías de España y Bolivia, funcionarios judiciales, viejos oficiales de la Fuerza Aérea reconvertidos en prósperos empresarios del mundo aeronáutico y fuentes ligadas a la investigación, aprendí muchas cosas, una de ellas es que el negocio de los brokers aéreos suele estar tan sucio como una papa.
Volviendo al caso que nos importa. Machado está bajo la mira de un Tribunal del Distrito Este de Texas por múltiples delitos graves, entre ellos presunta asociación ilícita para la fabricación y distribución de cocaína, conspiración para cometer lavado de dinero, conspiración para cometer fraude electrónico y conspiración para cometer violaciones de exportación y violaciones de registro federal que involucran aeronaves.
Las actividades ilegales involucrarían un monto aproximado de U$S 350 millones desde 2016. En relación con sus negocios de aviación, la investigación sostiene que Fred habría reclutado inversionistas para invertir en depósitos de compra de aeronaves para transacciones de venta que nunca se concretaron, utilizando esos fondos para fines distintos. Su socia en un fondo fiduciario vinculado a la causa en Texas, Debra Lynn Mercer-Erwin, ya fue condenada a 16 años de prisión.
Justamente, a fines de 2016 desde el gobierno de Tucumán se anuncia el inicio de un convenio con Avian S.A., la empresa que compró Mac Air y que controlaría Avianca en el país. Todo eso sucedía en plena revolución de los vuelos con cielos abiertos, establecida por la administración del entonces presidente Mauricio Macri.
Fue así como Germán Efromovich –otro muñeco interesante que luego fue detenido en Brasil– comenzó a visitar Tucumán con la promesa de que Avianca instalaría un Hub en el aeropuerto Benjamín Matienzo, para conectarlo con decenas de destinos en América y Europa. La aventura de Avianca en Tucumán parecía plasmarse después de que el 20 de septiembre de 2017 se hiciera un vuelo de prueba para unir Tucumán con Misiones, que trasladó al tucumano Juan Manzur, que en aquel momento era gobernador, y a parte de su gabinete.
La aviación fue la coartada perfecta. En un país donde volar es sinónimo de progreso, Machado lo entendió antes que nadie: por arriba de las nubes, la ley es difusa, y el dinero viaja más rápido que la justicia. Los aviones, esos pájaros metálicos que cruzan la pampa y la selva, se transformaron en el vehículo ideal para el lavado y el contrabando. Empresas fantasma, contratos opacos, operaciones en la zona franca y un puñado de funcionarios que miraban para otro lado. En Argentina, el cielo no es el límite: es la zona liberada.
El blanqueo es un arte que se aprende y se enseña. Las operaciones de Machado ponen en evidencia la facilidad con que el dinero sucio se convierte en inversiones, propiedades y campañas electorales. El sistema financiero, como siempre, sirve de facilitador; y la aviación, de acelerador. El resultado: millones que desaparecen del radar de la ley, pero no del de la codicia.
Días atrás, antes de ser trasladado desde su residencia en el sur, donde cumplía detención domiciliaria, hacía una cárcel donde esperará ser extraditado, Fred Machado reveló en una entrevista que conoció al senador nacional Manzur tras un intento de instalar una aerolínea en Tucumán. Aclaró que no hizo negocios con el ex gobernador peronista.
En entrevista con el diario Clarín, el empresario aéreo también se refirió a sus vínculos con dirigentes políticos. “A Manzur y al de Salta (afirman que se refería a Juan Manuel Urtubey) lo conozco porque estaba yendo con un amigo que buscaba poner una aerolínea con base en Tucumán. Es la famosa aerolínea que le compran al Grupo Mac Air”, contó el financista del diputado de La Libertad Avanza José Luis Espert.
La llegada de Avianca al Cantón en 2017 fue aplaudida por todos, incluidos empresarios turísticos, especialmente hoteleros. Hasta Hugo Passalacqua, que en ese momento también era gobernador, fue a recibir a Manzur cuando aterrizó en Iguazú con el promocionado vuelo. Es que la promesa parecía grande, había entusiasmo. Minutos antes del show, el presidente del Iguazú Turismo Ente Municipal (Iturem), Leopoldo Lucas, decía en diálogo con Radio Yguazú que del “vuelo de Avianca del que se viene hablando desde el año pasado” servirá “para unir desde Tucumán al noroeste con el noreste del país” y hacer un puente aéreo entre Posadas-Iguazú-Florianópolis (Brasil).
En realidad el proyecto Avianca era mucho más amplio, el plan era quedarse con una buena tajada de las rutas aéreas que conectaban ciudades claves de Bolivia, Paraguay, Brasil y el norte argentino. El negocio se truncó por un entramado judicial que nada tenía que ver con el lavado de dinero ni con el narcotráfico. La entrega de 36 rutas aéreas por parte del gobierno de Macri a la compañía provocó denuncias por supuestos conflictos de intereses comerciales relacionados con Mac Air, la empresa que controló Franco Macri (padre de Mauricio), hasta 2016.
La cuestión es que la iniciativa se desplomó. Personalmente no creo que Passalacqua, ni su ministro de Turismo, José María Arrúa, hayan sabido quiénes estaban detrás del negocio; al fin y al cabo, Avianca es la marca de una línea aérea colombiana que aún hoy es de las más importantes del mercado internacional. Nada tiene que ver la marca de café Juan Valdez con el delincuente del licenciatario, por poner un ejemplo.
En 2019 uno de los tantos aviones de la flota alquilados o comprados por Machado, algo típico en el rentable pasamanos entre bróker aéreos, aterrizó en el aeropuerto de Posadas. Esta vez no traía a ningún gobernador, sino que al economista José Luis Espert y a un grupete de colaboradores del momento. Estaba de gira presentando su libro “La Sociedad cómplice” y en plena campaña electoral como candidato a presidente.
Aquella vez, Espert, en la Berna del Cantón, estrechó manos, visitó canales de televisión, se sacó fotos, hizo conferencias de prensa, reuniones privadas, estrechó vínculos, repartió sobres e hizo promesas. Tal vez, sean sólo habladurías.
Además del llamado caso del “narcoavión”, lo que les contaba de los hermanos Juliá, el nombre de Machado también figuró en otros episodios de alto impacto en la Argentina, como por ejemplo en los vuelos que realizaba el empresario kirchnerista Lázaro Báez, presuntamente para lavar dinero proveniente de la corrupción.
La historia de Fred Machado es la de un argentino que entendió rápido cómo funcionan las reglas del salvajismo global: si no podés ganar, corrompé; si no podés avanzar, soborná; si te acorralan, volá. De la mano de sus empresas de aviación —Aerocargo, South Aviation, Aero Jet, entre otras— tejió una red que llevaba más que pasajeros: transportaba millones, sueños de progreso y paquetes que no pasaban por aduana.
Es la misma historia de siempre que se repite en bucle: vuelos privados que cruzan fronteras sin control, cargamentos que cambian de manos en hangares discretos y oficinas donde el silencio es la única contraseña. Y en cada paso, un socio, una firma, un cómplice. Los nombres cambian, pero el mecanismo se repite. De un hangar sale un avión, de una cuenta sale dinero, y la Argentina pierde parte de su inocencia, si es que alguna vez la tuvo.
Fred Machado es mucho más que uno de los nombres del momento. Es el síntoma de una enfermedad grave, el narcotráfico, que no se cura con allanamientos ni con extradiciones. Es el reflejo de una Argentina que se indigna por las redes sociales y se resigna en la vida real. La sociedad cómplice no es sólo la que calla: es la que elige no mirar demasiado y, cuando mira, se consuela con una ironía amarga.
-
Policiales hace 7 días
Rescatan niña de 12 años en una fábrica abandonada y detienen a tres hombres
-
Policiales hace 6 días
Asaltaron una empresa de transporte en Garupá y robaron $15 millones
-
Policiales hace 4 días
Operario de Emsa internado grave tras sufrir descarga eléctrica en Candelaria
-
Policiales hace 4 días
Detienen a otro policía en investigación por caso de grooming en Garupá
-
Policiales hace 7 días
Hay otros dos detenidos por el caso de la niña rescatada en Garupá
-
Policiales hace 3 días
Investigan si madre e hija abusaban de una niña y vendían los videos por redes
-
Información General hace 6 días
Falleció Martín Duarte, perito criminalista de trayectoria en Misiones
-
Prensa Institucional hace 5 días
Vecinos de Mártires recuperan una chacra y la vida en comunidad