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El potencial olvidado: cómo los adultos mayores pueden transformar el empleo del futuro

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Por: Héctor Julio Franco

Cada vez que tengo la oportunidad de plasmar una idea en palabras escritas, intento cumplir con dos principios fundamentales: primero, que la idea no sea de implementación urgente, ya que el lenguaje escrito suele divorciarse de las prisas; y segundo, que sea una idea en construcción, capaz de generar más interrogantes que certezas.

Como jefe de la Agencia Territorial de Trabajo y Empleo de la provincia de Misiones, estoy convencido de que el futuro del empleo no se define exclusivamente por avances tecnológicos como la inteligencia artificial o la robótica, sino también por la capacidad de valorar aquello que hace únicos a los seres humanos. En este contexto, los adultos mayores poseen un potencial inmenso que merece ser reivindicado y aprovechado.

En un mundo donde las máquinas suplen la fuerza, la precisión y la automatización, las personas con experiencia acumulan un tipo de “inteligencia laboral” insustituible. Esta inteligencia se basa en habilidades prácticas y humanas como el juicio crítico, la capacidad de resolver problemas, el manejo de crisis, la comunicación interpersonal y el sentido común, atributos que ninguna máquina puede replicar.

El mercado laboral está cambiando: ya no se trata de fuerza, sino de estrategia, experiencia y capacidad para construir conexiones. Sin embargo, los adultos mayores, un grupo históricamente discriminado bajo el prejuicio de la “improductividad”, enfrentan grandes barreras para reintegrarse al mundo laboral. Es imperativo romper con estas concepciones y otorgarles un lugar protagónico en un modelo que no sólo los incluya, sino que los celebre.

La mentoría como un puente entre generaciones

En este marco, propongo un cambio de paradigma inspirado en ejemplos exitosos de otras partes del mundo. Países como España han implementado programas de mentoría donde jubilados experimentados guían y capacitan a las nuevas generaciones en diversas industrias. Esta dinámica, que podríamos llamar “pasantía inversa”, no busca que los adultos mayores se adapten a los jóvenes, sino que sean ellos quienes aporten su sabiduría y enseñanzas acumuladas.

La mentoría permite transferir conocimientos valiosos que no se enseñan en las universidades ni se programan en algoritmos. Los adultos mayores se convierten en referentes para los jóvenes, ayudándolos a comprender mejor las dinámicas laborales, a anticiparse a problemas complejos y a tomar decisiones estratégicas. Este intercambio intergeneracional no solo fortalece el tejido social, sino que también enriquece a ambas partes. En Estados Unidos, varias empresas líderes en tecnología han desarrollado programas de retorno laboral dirigidos a profesionales con experiencia que han estado fuera del mercado laboral durante un período. Estos programas buscan reintegrar a estos individuos, permitiéndoles compartir su conocimiento y mentorizar a empleados más jóvenes. A continuación, se detallan algunos ejemplos destacados:

  • Amazon Web Services (AWS) – Programa Returners

AWS ha implementado el programa “Returners”, una iniciativa diseñada para profesionales que han estado alejados del entorno laboral durante al menos dos años. Este programa ofrece pasantías remuneradas a tiempo completo, brindando a los participantes la oportunidad de actualizar sus habilidades y reintegrarse al mundo laboral. Muchos de estos ex trabajadores quienes tras una pausa en su carrera, se unen a una pasantía de ocho semanas en AWS son nuevamente contratados a tiempo completo.

  • Microsoft – Programa LEAP

Microsoft ofrece el programa “LEAP”, orientado a individuos que buscan reincorporarse al sector tecnológico. Aunque inicialmente se centraba en desarrolladores de software, el programa se ha ampliado para incluir otras disciplinas tecnológicas. LEAP proporciona una combinación de capacitación en el aula y experiencia práctica, facilitando la transición de los participantes de regreso al entorno laboral.

  • PayPal – Programa Recharge

PayPal ha desarrollado el programa “Recharge”, que se enfoca en profesionales de tecnología que han tomado un descanso en sus carreras y desean regresar al sector. Este programa ofrece pasantías remuneradas, capacitación y oportunidades de mentoría, permitiendo a los participantes actualizar sus habilidades y reintegrarse al entorno laboral.

Es obvio que estos ejemplos en el sector tecnológico de EEUU, si bien son pasantías tradicionales, se enfocan en un valor “pre adquirido” de los pasantes; ese valor es su experiencia.

En Colombia existen dos iniciativas de mentoría distintas: Mentors4u Colombia y Mentor Senior.

Mentors4u Colombia es una red de mentores que ayuda a estudiantes universitarios talentosos a desarrollar su potencial y a definir su proyecto de vida. Con más de 7 años de experiencia, han acompañado a más de 1.000 mentees y mentores en su desarrollo profesional, implementando más de 10 programas de mentoría en alianza con universidades, fundaciones y empresas.

Mentor Senior es una plataforma que facilita la conexión entre expertos mayores de 60 años y profesionales jóvenes, así como pequeñas y medianas empresas. Su objetivo es ofrecer asesoría remunerada por hora, actuando como intermediario para fomentar encuentros fructíferos y aprovechar el conocimiento acumulado durante décadas de experiencia.

Mientras que Mentors4u Colombia se enfoca en apoyar a estudiantes universitarios en su desarrollo profesional, Mentor Senior busca aprovechar la experiencia de los adultos mayores para asesorar a profesionales jóvenes y pymes. Ambas iniciativas contribuyen al intercambio intergeneracional de conocimientos en Colombia.

Este tipo de iniciativas no solo benefician a los profesionales que buscan reingresar al mercado laboral, sino que también enriquecen a las empresas al incorporar talento experimentado y diverso. Además, fomentan una cultura de aprendizaje continuo y mentoría, donde la experiencia de los adultos mayores se valora y se comparte con las generaciones más jóvenes.

En Argentina, hemos encontrado algunas iniciativas interesantes pero sólo en el sector privado, como la implementada por la Fundación Navarro Viola, quien en el año 2019 llevaron adelante una experiencia piloto en el que voluntarios mayores del Centro Argentino de Ingenieros acompañaron como mentores a estudiantes de ingeniería becados por la Fundación Williams durante su formación universitaria.

La implementación de iniciativas similares en otros contextos podría contribuir significativamente a la valorización de la “inteligencia laboral”de los adultos mayores, promoviendo un entorno laboral inclusivo y aprovechando el vasto caudal de conocimientos y experiencias que poseen.

Una propuesta para Argentina: La inteligencia laboral como política pública

En Argentina, podríamos implementar desde el sector público, un programa voluntario de mentoría para jubilados como una herramienta para potenciar tanto a las empresas como a las nuevas generaciones. Este programa podría:

  1. Reconocer el valor de la experiencia: Brindar a los adultos mayores un espacio donde su trayectoria sea valorada y aprovechada.
  2. Fomentar el trabajo intergeneracional: Generar un intercambio enriquecedor entre diferentes generaciones que fortalezca los vínculos laborales y sociales.
  3. Ofrecer formación cruzada: Incluir a los jubilados en capacitaciones tecnológicas básicas para facilitar su integración, mientras ellos aportan habilidades humanas esenciales.
  4. Promover el bienestar de los mentores: Brindarles un nuevo propósito, mejorando su calidad de vida al mantenerse activos y conectados.

Está comprobado también que los adultos mayores, especialmente los jubilados, cuando reclaman una jubilación digna o mayor reconocimiento, no solo piden recursos económicos, sino también ser valorados como miembros activos de la sociedad. Esto choca con una cultura que mide casi exclusivamente los beneficios económicos inmediatos, negándoles la oportunidad de “dar”. Tener un espacio donde puedan compartir su experiencia y conocimientos no solo es un acto de justicia, sino una forma de devolverles significado y dignidad.

Actualmente, existe un programa para mejorar la empleabilidad de personas entre 18 y 64 años, que brinda capacitación y entrenamiento laboral. Sin embargo, sería interesante comenzar a diseñar un programa que “empareje” generaciones, conectando a jóvenes desempleados (generalmente sin experiencia) con adultos mayores desempleados (con vasta experiencia en una misma área económica) en una dinámica de mentorías. Este intercambio, promovido por el Estado, permitiría a los jóvenes adquirir habilidades prácticas y aprender de experiencias reales, mientras los adultos mayores encuentran un propósito renovado al contribuir con su sabiduría y habilidades.

Esta iniciativa podría ser estudiada y analizada en el marco de políticas futuras de empleo, evaluando su viabilidad y el impacto positivo que podría generar. Es fundamental un diseño cuidadoso que garantice su efectividad, atendiendo tanto las necesidades de los adultos mayores como las del mercado laboral actual. Las Agencias Territoriales, y los Ministerios de Trabajo de las provincias, como promotoras del empleo, podría ser un actor clave en la construcción de este tipo de programa, identificando sectores estratégicos y articulando alianzas con el sector privado y público para su eventual implementación.

En este momento histórico, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, debemos recordar que lo humano sigue siendo insustituible. La experiencia, el sentido común y las habilidades sociales que poseen los adultos mayores son un recurso invaluable que debe ser revalorizado. En tiempos en donde el acceso al conocimiento ya no es un problema, subsiste el problema de cómo utilizarlo, como filtrarlo para aplicarlo a una situación concreta, es lo que se conoce como “discernimiento” entendiéndose como la capacidad humana y solo humana de analizar, evaluar y diferenciar entre varias opciones, situaciones o ideas para tomar una decisión acertada o justa. Implica un proceso de reflexión, comprensión y juicio crítico para identificar lo que es correcto, adecuado o beneficioso en un contexto determinado.

Implementar un modelo de “inteligencia laboral” no solo enriquecerá a las nuevas generaciones, sino que también honrará el aporte de quienes ya dejaron su huella en el mercado laboral. Es tiempo de mirar hacia el futuro sin olvidar que el pasado, y quienes lo vivieron, tienen mucho más por ofrecer.

*Abogado. Jefe de la Agencia Territorial de la Secretaria de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, dependiente del Ministerio de Capital Humano de la Nación.

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Los que hoy te aplauden, mañana te entierran

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

 

Lo bueno de esta temporada de columnas de opinión, mecha que prendió Fernando Rumi en LVM, es que no me veo obligado a escribir de política, algo que debería ejercitar más de seguido. Así que la veda electoral me brinda esa oportunidad. La cuestión es que los otros días, revisando unos papeles, encontré de casualidad la Orden del día número 515 de la Cámara de Diputados de la Nación del año 2000, hace veinticinco años, cuando el nuevo siglo comenzaba a caminar.

El documento está impreso sobre dos hojas A4, algo arrugadas y con algunos bordes rasgados. Ahí se puede leer un dictamen de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara baja que luego se aprobó en el pleno con pomposos discursos incluidos.

“Señor presidente: Lamentablemente, y en el Día del Periodista, debemos pronunciarnos acerca de un hecho de violencia perpetrado en contra de un trabajador de prensa que, en ejercicio de su labor, sufrió una injustificable agresión de parte de un miembro de la comunidad de la ciudad de Puerto Iguazú”, se lee al inicio de los fundamentos del proyecto de Declaración.

En realidad, habían sido dos tipos, uno delgado y fibroso, el otro macizo y grandote desde donde se lo mirara. Eran contrabandistas de poca monta que, cada tanto, eran reclutados por el intendente de aquel entonces, cuyo nombre prefiero no recordar, para hacer presencia en actos políticos, romper manifestaciones y apretar a los molestos. Justamente esta última fue el caso. Fue cosa de un minuto. El primero hizo gala de tener un cuchillo en la cintura y me dejó sin aire con un izquierdazo en la boca del estómago. El segundo completó la misión con una trompada seca en la mandíbula. Nocaut.

Leo el dictamen de la Comisión de Libertad de Expresión con cierta nostalgia y pienso enmarcarlo; lo que suelen hacer los viejos periodistas cuando comienzan a batirse en retirada, midiendo lo último del parque de municiones.

Tenía veinticuatro años y tres en “el mejor oficio del mundo”, creía en un periodismo escrito con mayúsculas. Por la mañana me ganaba la diaria como movilero, por la tarde vendía artículos a quien sea: El Territorio, La Nación, La Prensa, revista Veintidós, Noticias. Siempre había un colega amigo dispuesto a dar una mano o simplemente pedía hablar con el jefe de redacción y ofrecía la noticia de manera corta, precisa, sin fisuras. Arriesgaba un título al teléfono, una bajada informativa, vendedora. Y remataba diciendo ‘Escuche jefe, también tengo diez fotos en alta resolución, dos muy buenas si piensa en la tapa. Pero el combo entero tiene otro precio’. Eso, un cazador furtivo de noticias perdido en la triple frontera.

Recuerdo que los diputados habían montado un espectáculo en el Congreso y los medios nacionales hablaban del tema. “Nos causa profunda indignación este atropello de evidente intención intimidatoria hacia la libertad de expresión, opinión e información”, se lee en uno los párrafos de los fundamentos del proyecto de declaración.

Más adelante sigue: “Sirva esta iniciativa, paradójicamente presentada en el Día del Periodista, como un reconocimiento a una profesión que, lejos de ser cómoda y complaciente, es riesgosa y a menudo ingrata, pero que es imprescindible para el resguardo de los derechos y libertades en una sociedad civilizada”. Más adelante citan a Abraham Lincoln y a Rodolfo Walsh.

Pero fíjense lo que son las cosas. El proyecto de Declaración fue firmado por trece diputados de diferentes bloques. Años más tarde, siendo embajadora en Caracas, una de las legisladoras que había estampado su rúbrica, me demandó por escribir que ella hablaba con los peces de la fuente de la sede diplomática en Venezuela; otro de los diputados de aquel momento, tiempo después, siendo gobernador, me detuvo cuando intentábamos ingresar con un equipo periodístico a un sembradío de su propiedad donde aterrizaban sospechosas avionetas que llegaban de Bolivia.

Otros dos de esos diputados tuvieron encontronazos con la prensa después de quedar envueltos en presuntos hechos de corrupción. ¿Entienden lo que quiero decir? Los que hoy te aplauden, mañana te entierran. La relación entre el periodismo y el Poder, sea el que fuere, siempre fue compleja. Lo supo uno de mis abuelos cuando el peronismo cerró su periódico, luego mi padre en plena dictadura, y posiblemente mañana le toque a mi hijo. Quién sabe.

Parecen ser momentos difíciles para el periodismo en el país y en el mundo. Según el balance anual de Reporteros sin Fronteras (RSF) a fines del año pasado, un total de 54 periodistas han sido asesinados, 550 encarcelados y 55 secuestrados en 2024. La organización no gubernamental dice que es una “cifra récord” y que “el periodismo paga un precio humano desorbitado en los conflictos y los regímenes opresores”. Cinco profesionales perdieron la vida en México, otros siete en Pakistán y desde que se desató la guerra en Ucrania van 13, ni qué decir lo de Palestina donde el número de colegas muertos es alrededor de 200.

El último informe de RSF indica que, por segundo año consecutivo, la Argentina registró una profunda caída en el índice global de libertad de prensa: descendió en total 47 lugares durante el gobierno de Javier Milei.

Es terrible, pero qué puedo decir. Esas han sido siempre las reglas, en tiempos de los teletipos y ahora también, donde jóvenes reporteros resisten en Gaza mostrándoles al mundo desde la cámara de sus celulares, a través de las redes sociales, lo miserables que podemos ser los seres humanos.

Es que el periodismo, como contrapoder, se vuelve un ejercicio peligroso en cualquier lugar del mundo. Y, por suerte, siempre hay mujeres y hombres con pensamiento crítico dispuestos a cuestionar y pelear por la verdad, la independencia y la libertad de prensa. Pero claro, tendrán que pagar el precio. El límite depende de cada cual.

Veinticinco años después, ojeo lo que se llevó al recinto del Congreso y me produce un sabor amargo. En cambio, la primera vez que lo leí me pareció que era una dulce victoria. Es el paso del tiempo o el kilometraje. Tal vez, sea el momento de terminar de hacer las valijas, de hacer el relevo.

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Escenario electoral a una semana de las elecciones en el Cantón

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Por: @F_ortegazabala

El resultado de las elecciones provinciales, que se conocerán el próximo domingo al finalizar el escrutinio, servirá para medir el piso del oficialismo, de la desmantelada oposición y marcar el enojo de la sociedad hacia una dirigencia que derrocha apatía por Instagram mientras los comedores comunitarios comienzan a desbordarse debido a la creciente necesidad alimentaria.

Fue una campaña sin debate, mediocre, los candidatos no anduvieron; gana la estrategia y pierde el ego y la pedantería. A menos que suceda algo extraordinario, de acá a siete días el cuadro de situación no se correrá. En el oficialismo, los más optimistas creen que el Frente Renovador de la Concordia meterá catorce diputados, los más pesimistas dicen ocho, y el arriba firmante se para en nueve, diez con viento a favor.

El tercer puesto será para el sello de La Libertad Avanza, gerenciado por el abogado tributarista Carlos Adrián Nuñez y el bróker de negocios Diego Hartfield. Si se confía en las encuestas que andan dando vueltas, una de las incógnitas es Martín Arjol y sus radicales con peluca. Un muestreo de opinión pública, que se pasa de mano en mano por el directorio de Yacyretá, ubica al diputado nacional arañando ese tercer puesto hipotético.

Zona gris. Siguiendo esa misma lógica de confianza en las mediciones de unos y otros, el inflado expolicía Ramón Amarilla, que injustamente aguarda una sentencia tras las rejas, se posicionaría en un cuarto o quinto lugar. Tras meses de encierro, el líder de la sublevación policial de mayo del año pasado se encuentra hecho un Ravi Shankar, habla de diálogo y de consenso, se compara con Nelson Mandela; también se sueña diputado provincial, llevando la paz, dice tener fe y sabe que su lista quedó infiltrada por enturbiadas aguas del paraoficialismo.

En esa misma zona gris, tal vez rozando un quinto o sexto puesto se encuentra Unidos por el Futuro, el frente armado a los apurones con lo que quedó de la UCR y el PRO que lleva a Santiago Koch como primer candidato. Todo indica que estas serán las elecciones más amargas que haya sufrido el radicalismo. No hay más bancas para ocupar, sólo se renueva la mitad de la Legislatura, así que todo el resto corre el riesgo de quedar afuera incluso Koch y el ex diputado nacional Héctor Cacho Bárbaro, líder del PAyS.

¿Y el segundo puesto? ¿Esa segunda opción de contrapeso real? Esa segunda fuerza no tendrá ni voz ni voto en la Cámara porque no estará representada. Son los que elegirán votar en blanco o directamente no asistir al acto electoral. Una tendencia que ya se observó en otros distritos del país.

En las elecciones legislativas de CABA, la participación fue del 53,3%, muy por debajo del promedio histórico. Santa Fe abrió el calendario electoral del país el domingo 13 de abril, sólo fue a votar el 55,6% del electorado. En Jujuy fue del 64%, en Salta del 62%, en Chaco: 52%, y en San Luis 60%.

La elección con mayor nivel de crisis de legitimidad fue la del 18 de octubre del 2001, justamente legislativas; previas al derrumbe de la convertibilidad y a la renuncia de Fernando de la Rúa. En aquellos comicios nacionales, el ausentismo fue del 24,53%, los votos impugnados llegaron al 24,5% y el voto en blanco alcanzó el 4,7%. Si lo ponemos en proyección observamos con claridad el triste deterioro del sistema; la apatía de las que les hablaba.

Ese mismo mes y año, con la crisis nacional a pleno galope, el 6,4% de los que fueron a votar en el territorio provincial lo hicieron en blanco. Obtuvieron un virtual tercer puesto. La gente estaba claramente disgustada. El tema se los contaba hace algunas columnas atrás, entonces me tomo la licencia de recordarlo de manera textual.

Luego de aquel mal año, el voto en blanco más bajo en Misiones se registró en las elecciones siguientes, en 2003, cuando el Frente Renovador gana en las urnas por primera vez, con poco más del 46% de los votos. El 3,6% fue al blanco. Desde entonces hubo fluctuaciones, subas y bajas, ondulaciones propias del terreno político.

Tomando los datos de los porcentajes de las boletas de la categoría diputados provinciales de los últimos 22 años, observamos que el primer pico más alto de voto en blanco fue en 2007 con el 10,8%. El otro rebote fue en 2011, ese año, los que optaron por el blanco obtuvieron el segundo lugar con el 10,1% de los que fueron a votar. El Frente Renovador de la Concordia había ganado con el 67,5%, y los radicales se quedaron en tercer lugar con un magro 5,6%.

En 2015 se repite el pico de 2007 con el 10,8%, pero el escenario electoral es diferente. La polarización se acentúa a nivel nacional con el kirchnerismo en caída y la oposición encolumnada detrás de Mauricio Macri. La renovación obtuvo el 56,5% y el más fuerte de la dispersa oposición el 11,9%. El voto en blanco quedaba en tercer lugar.

Siguiendo en el análisis de la categoría Diputados provinciales, en la última elección, con la irrupción de La Libertad Avanza, Javier Milei y toda su pandilla, el voto en blanco volvió a colocarse en tercera posición después de haber permanecido durante tres actos electorales seguidos en cuarto lugar.

Lo que tiene que quedar claro es que, durante las últimas tres elecciones, en Misiones, el voto en blanco saltó del 4,7% al 5,8%. Lo que significa que el malestar vuelve a subir. Y ahora la tendencia es directamente no concurrir a votar, es por eso que, el movimiento final de estas elecciones estará en el poder de convocatoria y movilización, una cuestión de logística vital en una coyuntura general de apatía, de desafección política. No es un detalle menor.

Ahora, si afinamos la mira sobre el oficialismo y las legislativas: En 2005 fue el primer éxito electoral de medio término para el Frente Renovador de la Concordia, obtuvo el 41,9% de los votos; el Frente Justicialista para la Victoria el 19,5%, la UCR el 10,5%, después un variopinto menú cuya sumatoria apenas rozó el 15%. Desde aquel momento, las bancas de la renovación se mantuvieron muy por arriba de lo que se necesita para tener una cámara estable y afín a las necesidades del Poder Ejecutivo. Las legislativas de medio término que siguieron también fueron buenas: En 2009 la renovación metió doce diputados provinciales, nueve en 2013, diez en 2017 y once en 2021.

El resultado es claro, la Renovación Neo tiene la partida ganada. Después se evaluará su performance. La oposición tendrá que pensar más en la provincia. El próximo desafío será en las legislativas nacionales, en octubre, donde el misionerismo tendrá una nueva oportunidad de marcar presencia en el Congreso en un marco de realismo periférico.

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Plan represivo: el uso político de Guacurarí

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Por: Pablo Camogli

@pablocamogli

La ministra de seguridad de la Nación, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, presentó la última semana el “Plan Guaçurarí” destinado a controlar la frontera seca entre Misiones y Brasil, a la altura de Bernardo de Irigoyen. Más allá de la certeza sobre la ineficiencia de dicho plan, orquestado solo para llenar minutos de pantalla en los medios de la hegemonía comunicacional porteña y agradar a la embajada de los Estados Unidos, lo lamentable de todo esto es el uso político de nuestro prócer provincial.

En primer término, sorprende la ignorancia o el desinterés puesto de manifiesto a la hora de escribir el apellido de Andrés, que es Guacurarí, con C de casa. Este debate ya fue saldado hace muchos años por los principales investigadores dedicados a biografiar al prócer, entre otros, Jorge Machón, Daniel Cantero, Alfredo Poenitz y quién esto firma. A lo sumo, sería más tolerable la grafía con Z (Guazurarí, igual de errónea), pero nunca con la Ç, ya que esa letra solo forma parte del abecedario portugués, o sea, del enemigo.

En segundo lugar, suena a afrenta el uso del nombre del Comandante General de Misiones por parte de una descendiente directa de Juan Martín de Pueyrredón, el Director Supremo que declaró traidor a la patria a José Artigas, le puso precio a su cabeza y, lo que es más grave aún, pactó con el gobierno imperial en Río de Janeiro la entrega de la Banda Oriental y de las Misiones a cambio del aniquilamiento del artiguismo. Gracias a ese pacto, los pueblos que integraban nuestra provincia fueron destruidos, incendiados, saqueados y su población arriada como ganado.

Tanto la connivencia del Director Supremo con los luso-brasileños como la devastación causada por ellos es algo largamente documentado en la historiografía regional. Desde la perspectiva de Andrés, que es desde dónde pretendemos hacer historia en Misiones, Pueyrredón fue el mayor traidor a la causa común de construir un país unido en el Río de la Plata, un personaje que llegó al extremo de acordar con el enemigo exterior solo para desaparecer a sus adversarios internos.

Se podrá alegar que la ministra desconoce la historia argentina, algo muy probable dado su bajísimo nivel intelectual, pero eso no la exime de la provocación. Que ella, con todos sus pomposos apellidos patricios use el nombre de Guacurarí es un acto de cinismo. Los Bullrich Luro Pueyrredón de la época lo querían muerto a Andrés e hicieron todo lo posible para que ello ocurriera. Del mismo modo, los Bullrich Luro Pueyrredón del presente detestan todo lo que Andrés representa: el federalismo, la expropiación de tierras para dárselas a los más infelices, la igualdad hecha política práctica, la independencia y la defensa de la soberanía frente a toda potencia extranjera.

Es triste que un personaje siniestro y un gobierno cruel utilicen de esa manera a nuestro prócer provincial, que representó valores diametralmente opuestos. Si la ministra hubiera sido coherente que sus ancestros y con lo que ella misma pregona, jamás hubiera recurrido a un indígena como su emblema. Si tuviera dignidad (y valentía) le hubiera puesto Francisco Das Chagas Santos, en homenaje al oficial lusitano que destruyó las Misiones entre 1817 y 1818 y capturó a Andrés, en 1819, en connivencia con Pueyrredón y el patriciado porteño. Ese era su aliando en la época, como el neocolonialismo es su política en el presente.

Algún día los misioneros tendremos que definir si realmente queremos a Andrés como nuestro prócer o si preferimos a otro, a uno más cercano a los Bullrich Luro Pueyrredón, a alguien que no haya defendido con su sangre y con su vida el derecho inalienable de los misioneros a gobernarse por sí mismos. Tener a Guacurarí de prócer y hacerle el juego a los planes represivos de la ministra son cosas incompatibles. Por lo menos, seamos coherentes nosotros.

(*) Historiador

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