Historias
Posadeño ganó el oro en básquet con la selección en los Parapanamericanos
Lisandro Román Zarza tiene 21 años y es del barrio Alta Gracia de la ciudad de Posadas. Desde el 2021, forma parte de la selección argentina de básquet adaptado, junto a la cual, luego de 14 años de sequía, resultaron campeones de los Juegos Parapanamericanos Juveniles de Bogotá 2023.
Luego de colgarse la medalla de oro, el joven deportista indicó que se trata de “un reconocimiento a todo el esfuerzo y todas las cosas que pasé, no solo deportivamente, sino en la vida también, un premio a todo ese sufrimiento, llanto, todos los momentos que pensé en rendirme y no me rendí”, compartió en diálogo con La Voz de Misiones.
“Siempre hay que dar un poquito más porque, tarde o temprano, la vida te va a recompensar”, añadió.

“No me gusta perder ni a la bolita”
El basquetbolista contó que comenzó a practicar el deporte hace seis años, en el 2018, cuando un entrenador se acercó a la carnicería en donde trabajaba su papá y le preguntó si alguien de su familia tenía alguna discapacidad y le gustaría sumarse a su equipo de básquet adaptado, la Escuelita Municipal de Básquet, que recién estaba comenzando a gestarse.
“Era un deporte que no era muy conocido en ese entonces, pero sí servía mucho para la creatividad, para los chicos que pasaban mucho tiempo en su casa, para movilizarse”, contó.
Lisandro recordó que, al principio, no quería ir porque, al igual que a muchos chicos, le gustaba más el fútbol.
“Era todo muy nuevo para mí, al comienzo fue muy complicado, pero a medida que fueron pasando los días y los entrenamientos, me fui dando cuenta de que había algo ahí que me gustaba”, resaltó.
El deportista aseguró que se caracteriza por ser una persona muy competitiva, que todo lo que emprende le gusta hacerlo bien y si es un juego, ganar: “No me gusta perder ni a la bolita”, graficó.
El jugador recordó sus palabras para consigo mismo en sus comienzos: “Tengo que hacer esto porque siento que me puede salir y me puede salir bien”, contó que se decía.
“Entonces me fui esforzando, me ayudó para que todos los días aprenda un poquito más, me integre más”, agregó.
Sub-21 de básquet
Actualmente, Lisandro pertenece al club Luz y Fuerza, en donde juegan chicos desde los 8 hasta los 55 años. Además, desde el 2021, conforma el seleccionado de básquet adaptado.
“La convocatoria llegó porque yo había jugado un torneo en el 2019 contra la selección argentina. Era un torneo de la Federación Argentina de Básquetbol Adaptado (Faba) en el que la selección se hizo pasar por un equipo como para tener rodaje. Yo estaba recién empezando, tenía dos años de haber empezado a jugar y era mi primer torneo. Gracias a Dios, los técnicos pusieron los ojos en mí y me empezaron a ver”, expresó.
“Después pasó todo el tema de la pandemia y cuando me convocaron no pude ir y se atrasó todo, pero en el 2021 me llegó la convocatoria del sub-21 de la selección argentina y ahí sí me presenté en marzo en el Cenard, que es el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo que está en Núñez, Buenos Aires, y ahí empezó todo”.
“A los 11 me quedé con una sola pierna”
Respecto a su discapacidad, el basquetbolista manifestó que “cuando mi mamá estaba embarazada le agarró un virus del ambiente y ese virus me afectó a mí en la panza, repercutiendo en todo el lado izquierdo de mi cuerpo. En la pierna izquierda yo no tenía tibia ni peroné, tuve que usar una valva hasta los nueve o diez años, cuando me hicieron una amputación de la pierna porque ese pie fue como rotando”.
“Esa cirugía estaba programada para que me la haga a los 18, pero dada mi condición me la tuvieron que hacer antes porque si no me iba a lastimar la cadera, iba a hacer que camine mal. A los 11 me quedé con una sola pierna”, añadió.
“Por eso, cuando empecé básquet me costaba mucho porque yo no me manejaba en una silla de ruedas, yo siempre me impulsaba con la pierna que tenía, y de repente tuve que aprender a usarla, remar con la mano, picar la pelota, ir rápido, embocar”, detalló el jugador.
“No es solo un equipo de chicos en sillas de ruedas”
El deportista aclaró que “lo único que cambia entre el básquet tradicional y el que es en sillas de ruedas, es que se juega en silla de ruedas, pero las ganas de ganar, de seguir creciendo, el profesionalismo, son lo mismo”.
“La gente hoy en día se está dando cuenta que no solamente es un equipo o un deporte de chicos que están en silla de ruedas, sino que también es un deporte profesional y nosotros lo vivimos como tal”, remarcó.
Frente a uno de sus sueños realizados, Lisandro se enfoca en lo que sigue: “Yo siempre soñaba con representar a mi país en un torneo internacional, gracias a Dios se cumplió, salimos campeones con mis compañeros, con la Selección Argentina, pero hay muchos sueños más por cumplir, esto sigue, hay un montón por delante”, concluyó.

Historias
Misionera encontró a su mamá biológica después de 50 años
Con apenas 1 año, Griselda Lochner fue “arrebatada” de los brazos de su mamá biológica Rosa Lidia Cabañas. Medio siglo después, sin haber sabido nada la una de la otra, madre e hija sellarán su encuentro este sábado el aeropuerto de Posadas.
“Yo lo único que sé es que cuando tenía un año de vida me arrebataron de ella y nunca más supe de ella hasta ahora que la busque”, contó Griselda en diálogo con La Voz de Misiones.
Griselda reconoció que nunca indagó “mucho” sobre su historia, pero recuerda que hasta sus 5 años vivió con su papá biológico Teodoro Juan Lochner y su esposa en la localidad de Puerto Rico. “Aparentemente, no fui bienvenida en ese hogar y me llevaron a otro lugar que era la familia de mi madrastra, ahí la pasé bastante mal, hasta que mi padre busca de llevarme a esta otra familia”, relató a LVM.
En San Gotardo, un pequeño pueblo misionero ubicado en el departamento Libertador General San Martín, Rosa Ema Ayala recibió en su hogar a la pequeña Griselda. “Mi papá me llevó a ese lugar donde conocí a la señora, él lloraba mucho, se ve que era triste para él tener que dejarme, no sé qué pasó”, rememoró la mujer y añadió que “no fue una adopción legal”.
Un rencuentro
Rosa Ayala nunca le ocultó la verdad sobre sus orígenes a Griselda. Cuando cumplió 15 años, la joven le pidió reencontrase con su papá Teodoro. “Ella, a mí siempre, toda la vida, me explicó que ella no era mi madre. Yo le pido conocer a mi papá, porque tampoco me acordaba de él, y ella me lleva”, expresó.
El vínculo con su padre, sin embargo, duró poco. Es que Teodoro quiso que Griselda volviera a vivir con él y su esposa, pero a los 15 años ella pudo decidir y eligió quedarse con Rosa, la mujer que la había criado hasta ese momento.
“Ella me crio con todo su amor, con todo su cariño. Ahí pasé los mejores días, los mejores momentos de mi vida”, afirmó Griselda y reveló acompañó a su madre adoptiva hasta su fallecimiento por un cáncer de colon.
Teodoro volvió a su vida cuando ella tenía 35 años. “Lo volví a buscar, me volví a reencontrar con él y a los dos años, bueno, él fallece. Pero logré restablecer el vínculo con él y estuvimos bien”. Nunca le preguntó a su padre por qué no la crio. “Yo nunca pregunte, nunca me interioricé en saber el porqué de las cosas. Siempre consideré que tendría sus motivos y si no me contaban, yo no busqué”.
La búsqueda de su madre
Por mucho tiempo, Griselda no indagó ni buscó saber qué había ocurrido con su mamá biológica, pero con los años cambió de parecer hasta que definitivamente pensó que sería “bueno” conocerla.
“A mi papá yo nunca le pregunté nada y él nunca me dijo nada. Su mujer me decía ‘vamos a buscar a tu mamá’. Yo al principio no me interesaba mucho, hasta ahora que de grande pensé ‘pasan los años y estaría bueno si ella realmente quiere'”, dijo a LVM.
Hace un año, junto a su madrastra, iniciaron la búsqueda de Rosa Cabañas. Fue entonces que por primera vez Griselda sacó su partida de nacimiento.
“Mi madrastra me ayuda a sacar la partida en el registro de Capioví, porque yo ni mi partida de nacimiento no busqué, y ahí conseguimos el nombre de mi madre y su DNI”, detalló Griselda sobre como obtuvieron los primeros datos de su madre.
En ese momento estaba habilitado el Padrón Electoral de las últimas elecciones y fue una trabajadora del Registro de Capioví quien la ayudó a ubicar Rosa Lidia Cabañas, de 70 años, en Buenos Aires.
“Busco en el Facebook a todas las Rosas Cabaña y le escribo más o menos a todas las que podían ser”, recordó Griselda y reveló que la respuesta llegó un domingo, el mismo día de las elecciones: “Me llaman y se presenta quién sería mi hermana y mi mamá”.
Esa primera llamada telefónica fue intensa, recordó Griselda. “Ella ese día que me llamó no podía hablar, lloraba mucho, es como una emoción muy fuerte”. A Rosa su familia la describió como una mujer de 70 años con problemas de corazón, por lo que decidieron dejar las conversaciones más profundas para un encuentro presencial.
Punto de encuentro
Este sábado, Rosa Lidia Cabañas y Griselda Lochner se conocerán después de 50 años. “Ella dijo que quería venir, me preguntó si podía venir a conocerme y yo le digo que sí, no hay problema. Yo no soy juez, no soy nada y no me importa lo que pasó atrás”.
Para Griselda, el reencuentro significa una oportunidad: “Lo lindo es que nos reencontremos, que cerremos un ciclo de nuestra vida que es necesario muchas veces para cada uno”, dijo.
“Es la primera vez que voy a tener un recuerdo de mi mamá biológica”, afirmó emocionada la mujer.
Griselda es madre de siete hijos, “la más grande tiene 27 años y la más chica 17”, vive en Posadas y atraviesa estos días con una mezcla de ansiedad y emoción: “Estoy muy emocionada y espero, ansiosa, para conocerla y comenzar a vivir el mucho o poco tiempo que tengamos las dos para compartir. A lo mejor no vamos a estar siempre juntas, pero estamos juntas por mensaje y sabiendo la una de la otra”, cerró.
Historias
Juan Rodríguez y un volver a los días de colimba en la cárcel del fin del mundo
Corría el año tanto 1981, Juan Carlos Rodríguez cumplía 18 y debía empezar la colimba. Hasta allí, una habitabilidad para la época, pero lo singular iba a ser su destino: Ushuaia. Pero no solo eso. Su nuevo domicilio por los próximos meses iba a ser la mismísima cárcel del fin del mundo, que a comienzos del siglo XX también supo albergar a míticos criminales argentinos como el Petiso Orejudo.
Con la mayoría de edad recién cumplida, Rodríguez debió dejar su Apóstoles natal y embarcarse en un viaje de 4.000 kilómetros, cambiando el calor misionero por el frío el austral, la tierra colorada por los campos de hielo y la habitación de su casa por una antigua celda de apenas 2 x 1,50 metros a compartir con otro conscripto al servicio militar obligatorio.
“Primero hicimos la revisión médica para ver si éramos apto o no. Yo tenía sorteo alto, así que me convocaron. Tuvimos una etapa de instrucción que duró un mes en Bahía Blanca y una vez instruidos con lo básico te derivaban a los puntos donde la Armada tenía sus bases. A mí me tocó el sur, me tocó Ushuaia. Éramos seis soldados y pertenecíamos a la Agrupación Lanchas Rápidas. Me acuerdo que nos costó llegar porque el avión no podía aterrizar. Fue difícil durante los primeros tiempos, pero dentro de todos nos adaptamos”, contó Rodríguez para La Voz de Misiones.

Juan Carlos Rodríguez estuvo un tiempo en la cárcel del fin del mundo y después estuvo en la Isla de los Estados.
Presidio Nacional
Apenas aterrizado en la ciudad más austral del mundo, su primer destino fue el antiguo Presidio Nacional, cárcel que en 1902 fue construida para albergar a los presos más peligrosos del país y que en 1947 fue cerrada por disposición del presidente Juan Domingo Perón, tras lo cual el predio pasó a manos de la Armada.
El complejo era una impresionante mole de piedra con cinco pabellones de 75 metros de largo, emplazados en forma radial y que convergían en un recinto poligonal. Cada módulo, a su vez, tenía 76 celdas. La edificación fue dirigida por el ingeniero Catello Muratgia, que convirtió a los penados en albañiles y a los guardias en capataces de obra.
El lugar también fue bautizado como “la siberia criolla” y el objetivo de la construcción era eliminar delincuentes considerados de máxima peligrosidad, confinándolos en un lugar remoto, sometiéndolos a condiciones infrahumanas y a castigos extremos. Fuera del penal los internos además eran utilizados para trabajos como la construcción de calles, puentes, edificios y la explotación de los bosques.
Por esas celdas pasaron el infanticida y asesino en serie Cayetano Santos Godino, más conocido como El Petiso Orejudo; el primer homicida múltiple de la época Mateo Banks, alias “El Mististico”; y el anarquista ruso Simón Radowitzky o Radovitsky; entre otros 600 reclusos.
Y en esas mismas celdas durmió el misionero Rodríguez durante los 45 días de servicio que debió cumplir en el presidio, previo a ser derivado a otro destino aún más remoto.
“Sabíamos de los personajes como el Petiso Orejudo, pero por aquel entonces nosotros no conocíamos mucho la historia de la cárcel, no había todos los medios que hay ahora. Es más, creo que la mayoría ni tenía conocimiento de esa cárcel, pero el lugar estaba casi en las mismas condiciones en la que había dejado de funcionar”, contó Rodríguez.
Con la memoria casi intacta de aquellos tiempos describió que “nos tocaba dos por celda. La nuestra era de 2×1,50 metros y ahí entraban dos camas tipo cuchetas. Siempre nos despertábamos del frío que hacía. En la escalera donde se subía al segundo piso, en el fondo, generalmente había hielo porque la humedad se llegaba a congelar. En los pasillos había techos de vidrio que le faltaban partes y se generaban hilos de agua congelada”.

En su visita a la cárcel -ahora museo-, Juan Carlos encontró la habitación en la que dormía durante sus días de servicio.
Isla de los Estados
Pero habría un contexto aún más gélido donde cumplir servicios: la Isla de los Estados, ubicado en el extremo oriental de Tierra del Fuego, unos 30 kilómetros mar adentro.
Para llegar hasta allí había que navegar durante quince horas, atravesando el Canal de Beagle y el Estrecho de Le Maire, una ruta con condiciones climáticas extremas, corrientes de hasta 10 nudos en temporadas de tormenta y mareas de varios metros de alto.
El traslado se hacía en el buque ARA Alférez Sobral, que fue transferido a la Armada Argentina desde Estados Unidos después de combatir en la Segunda Guerra Mundial y que más tarde también luchó en la Guerra de Malvinas. La nave fue retirada en 2018 y hundida en mayo de este año.
“Después de la cárcel nos trasladaron a la Isla de los Estados, donde había una base de la Armada. Nos llevaron en el Sobral. Salimos a la tarde y llegamos al otro día. La ida fue más o menos buena, pero el regreso fue con olas de 3 o 4 metros, que para el que no está habituado era para pasarla mal. Yo pasé abrazado a un poste en la popa del barco, con náuseas, vómitos y más de noche, que no se veía nada”, recordó.
Una vez llegados se instalaron en la base que consistía en tres casillas de fibra de vidrio de 3×3 metros, separada una de la otra. “En ese lugar éramos tres: un buzo de Mar del Plata, un jujeño y yo. Ahí estuvimos con temperaturas de 15 grados bajo cero durante unos 45 días en pleno julio. Sin estufa era inhabitable. Ahí teníamos que cumplir función. Nos movilizábamos muy poco porque era todo hielo, recorríamos una parte, hasta donde se podía caminar y sino teníamos un bote para andar por la costa. En ese tiempo el inconveniente era con los chilenos, no con los ingleses todavía”, explicó.

Para llegar a la Isla de los Estados había que navegar unas 15 horas.
El regreso
Cuatro décadas después de esa experiencia, Rodríguez volvió a recorrer esos mismos paisajes, pero en un viaje que realizó mano a mano con uno de sus hijos, el influencer, blogger y comunicador Octavio, Estandap3r en las redes.
“Volver a Ushuaia era un viaje que tenía postergado. Tenía los medios, pero faltaba animarse. Fue muy emocionante regresar 43 años después y reencontrarse con parte de la historia de mi vida. Siempre fue un sueño volver y ahora se dio la oportunidad con Octavio, que es viaje y está más habituado. La verdad que pasamos muy bien y volvimos muy contentos”, contó.
Junto a Octavio volvió a ingresar a la cárcel del fin del mundo, hoy convertida en museo y al recorrer sus pasillos encontró la misma celda que fue su habitación. “Yo identifiqué mi celda porque me acuerdo que cuando entrábamos por el pasillo lo hacíamos a los trotes y ante el primer cruce de una baranda a la otra, a la derecha era mi habitación, por eso lo tenía bien memorizado”, detalló.
De aquellos días también recuerda a sus compañeros, puntualmente a uno, a otro misionero, Juan Ramón Toledo, de quién nunca más supo a pesar de haberlo buscado en tiempos modernos.
“Nos dieron de baja en febrero o marzo del 82. Éramos dos de Misiones, nos volvimos en tren desde Buenos Aires y ahí no más lo perdí. Lo busqué y nunca más”, cerró.
Historias
Kevin Bogado, de Garuhapé al mundo como comunicante en la fragata Libertad
En este preciso momento, en alguna coordenada de altamar, hay un misionero que se encuentra rumbo al puerto de Kristiansand, en Noruega. Viene de visitar Recife (Brasil) y Ferrol (España), pero aún le queda varios miles de millas náuticas por recorrer. El protagonista de esta historia es el cabo primero comunicante de la Armada Argentina y radioaficionado Kevin Bogado, quien forma parte de un viaje de instrucción a bordo del emblemático buque escuela fragata ARA Libertad.
Bogado es oriundo de Garuhapé, donde se crió junto a su madre, su padrastro y un hermano. El muchacho es padre de dos niños, Benjamín y Cloe Olivia, e inició su carrera en la Armada en 2017, apenas culminado los estudios secundarios.
De su pueblo natal viajó entonces a Posadas, donde se dirigió a la delegación naval en busca de información para luego empezar a escribir su propia historia dentro de la institución. “Al principio pensé en elegir Informática, pero finalmente me incliné por Comunicaciones”, recordó en un diálogo con la revista especializada Gaceta Marinera.
“Fue una linda experiencia donde hice muchos amigos y compañeros”, destacó Bogado sobre esa etapa y rememoró que su primer destino fue el destructor ARA Sarandí, con el cual navegó por el sur del país y conoció Ushuaia. También hizo la Campaña Antártica de Verano 2022-2023 con el rompehielos ARA Almirante Irízar.

El misionero Kevin Bogado junto a su compañera, la salteña Melisa Vega.
Comunicante
Hoy su especialidad en la fuerza es de comunicante y su presente lo ubica embarcado en la fragata Libertad, siendo parte del Viaje de Instrucción 53, cumpliendo una función clave para la navegación, el intercambio y la integración cultural.
Dentro del buque escuela, tanto Bogado, como su compañera de área, la cabo principal Melisa Vega, combinan sus funciones militares con su pasión por la radio afición, realizando transmisiones regulares que permiten interactuar con aficionados a nivel global.
Según explica Gaceta Marinera, ambos marinos operan con el indicativo (o código de canal) LU8AEU/MM. Las primeras siglas se corresponden a Libertad, mientras que la doble M refiere a Móvil Marino.
“Conocer otros equipos, otras formas de operar, salir del marco estructurado de la comunicación militar; me permitió crecer mucho profesionalmente”, admitió el misionero Bogado. “Transmitimos un mensaje del país en cada rincón del planeta”, coincidió con Vega, que es de Salta.
La travesía de la Embajadora de los Mares comenzó el 7 de junio, cuando la embarcación zarpó de Buenos Aires con un total de 270 tripulantes. El regreso está previsto para el 23 de noviembre, luego de 169 días y un recorrido de aproximadamente 22.000 millas náuticas.
En lo que va del viaje la fragata ya atracó en el puerto brasileño de Recife y en el español de Ferrol. El destino inmediato ahora es Kristiansand, una de las localidades más sureñas de Noruega.
El itinerario contempla, además, ciudades como Hamburgo (Alemania), Ámsterdam (Países Bajos), Lisboa (Portugal), Puerto Limón (Costa Rica), Baltimore (Estados Unidos), Santo Domingo (República Dominicana) y Fortaleza (Brasil).
“En mi experiencia, dentro de la Armada nunca paro de sorprenderme; cada año es distinto y eso me gusta y anima”, resaltó Bogado, que de la tierra colorada pasó a azul profundo de las aguas del mundo.
-
Política hace 6 díasEl posadeño radicado en Miami que enfrenta a la EBY con Misiones
-
Judiciales hace 3 días“Clemencia” y “disculpas”: la palabra de los condenados por el caso Guirula
-
Judiciales hace 7 díasEmpleado del Casino detenido en causa de estafa fue liberado
-
Judiciales hace 2 díasPericia descarta “fenómenos alucinatorios” en detenido por femicidio de Medina
-
Información General hace 21 horasPerdió la pierna en un accidente y vende una rifa para pagar su prótesis
-
Policiales hace 6 díasJoven cayó de un primer piso y quedó internado en estado crítico en Posadas
-
Policiales hace 1 díaIdentificaron a motociclista que murió en un choque sobre Cabo de Hornos
-
Judiciales hace 3 díasTabarez y Escobar fueron condenados a prisión perpetua por el caso Guirula
