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Rita Núñez y su tratamiento contra el cáncer: “Aprendí el valor de las cosas”

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Rita Núñez y su tratamiento contra el cáncer: “Aprendí el valor de las cosas”

 

“Yo no voy a sacar licencia”, fue la decisión que tomó la abogada y diputada provincial por el Frente Renovador de la Concordia, Rita Núñez, cuando le diagnosticaron cáncer de mama, tipo carcinoma invasor, en marzo de este año.

Es que el oncólogo que la atendió le recomendó poner pausa a su tarea legislativa, debido a que la enfermedad y su tratamiento reducen las defensas del paciente. Por lo cual, el contacto cotidiano con la gente podía representar un peligro para su salud, pero decidió continuar adelante y hoy cuenta la historia de su proceso por primera vez.

Octubre fue declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el “Mes Rosa” para la sensibilización del cáncer de mama, con el objetivo de generar conciencia y fomentar controles periódicos para la detección temprana.

En ese marco, Núñez habló con La Voz de Misiones sobre el diagnóstico que enfrentó a principio del año, del proceso que lleva adelante, del acompañamiento tanto de la familia como del entorno laboral y de los desafíos que encara como diputada provincial, como así también reflexionó sobre los estereotipos sociales que enfrenta como mujer.

“Me salvaste la vida”

Rita Núñez es oriunda de Oberá, de profesión abogada y actualmente tiene 41 años. La legisladora descubrió que tenía un tumor en el seno gracias a una simple advertencia de su pareja, José María Gómez, que un día le dijo “mirá, tenés esto”.

Tras esa observación, se realizó estudios de control y el diagnóstico confirmó la presencia de un cáncer. “Me salvaste la vida, le dije a mi pareja en ese momento”, recordó la entrevistada.

Núñez relató que hasta ahora su único control médico había sido a los 34 años, cuando la menor de sus dos hijas dejó de mamar. “Me realicé la ecografía, la mamografía y como me dio todo bien no le di continuidad”, señaló.

Hoy en día, admite que si bien “nadie está preparado para que te digan que tenés cáncer”, destaca la importancia de realizarse chequeos clínicos para la detección temprana de una enfermedad que “aparece muy de seguido”.

“Hay que tomar conciencia de que es un diagnóstico que aumentó muchísimo en estos años, que no tiene causa, pero muchos médicos investigadores intuyen que las causas son el estrés, la mala alimentación, la vida sedentaria. Son cosas a las que las mujeres estamos muy expuestas”, expuso la legisladora provincial.

Con esos ítems en la temática de los profesionales de la salud, la diputada recordó que, unos años antes de que le detectaran el tumor, afrontó un divorcio y conformó un nuevo vínculo familiar, que incluyó dos hijos del corazón, de parte de su nueva pareja.

“Mis hijos tienen 12, 10, 7 y 6 años, y yo quiero ver mis nietos. Estoy segura de que esto no me va a matar todavía, sé que voy a morir, sé que en algún momento nos vamos a morir todos, pero la verdad no pienso que sea de esto”, reflexionó Núñez.

Respecto a su caso, la militante renovadora resaltó “la suerte” de tener una pareja atenta y sostuvo que “a veces uno no tiene un compañero atento como yo, pero tampoco uno no puede delegar en un otro la responsabilidad de cuidarse”.

Poder hablar, un proceso

“Recién este mes, que ya estuve al frente del lanzamiento de las actividades (en la Legislatura), me animé a hablar, sobre todo porque entendí que podía aportar algo”, admitió la obereña a LVM en relación el proceso de abordar el tema desde su rol como diputada.

Es que hasta ahora la integrante de la Comisión de Salud de la Cámara de Representantes se había mantenido al margen de la temática para no interferir en el trabajo que vienen realizando sus compañeras en la Legislatura y “tantas otras mujeres” en Misiones respecto a la concientización y detección temprana de la enfermedad.

“Yo nunca trabajé en el tema. Me pareció que era muy injusto decir: ‘Bueno, solo porque tengo cáncer voy a convertirme de cierta manera en referente’, habiendo tantas mujeres que vienen trabajando hace mucho”, ahondó.

Además, comentó que en su rol de madre siempre abordó proyectos en torno a la maternidad y a las personas gestantes, participando en iniciativas como las leyes de Lactancia Materna y Duelo Gestacional y Perinatal de la provincia.

Mejorar el sistema

La obereña también valoró su paso por la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura (CPPT) de Misiones, organismo del cual estuvo al frente durante el período 2016-2019.

“Eso fue una tarea compleja, difícil, pero también algo que me dio muchas satisfacciones porque logramos muchos cambios en el trato en cuanto a las personas privadas de su libertad”, relató la abogada.

Ante la consulta de sí su cargo como diputada fue uno de los motivos que la impulsó a seguir adelante, independientemente de su diagnóstico o de las recomendaciones médicas, la renovadora fue contundente: “Yo no me considero tan importante en ese sentido. Creo que soy parte de un proyecto grande, me siento valorada y acompañada, pero no imprescindible. Creo que, como legisladora, cumplí con mi rol y lo cumpliré hasta el 9 diciembre, que se termina mi mandato”.

Sobre ese punto, continuó: “Obviamente, uno mira el recorrido y yo estoy contenta, me gusta mi trabajo. La política me interpela, siempre me gustó trabajar por los demás, desde que soy joven, activa en lo comunitario”.

Estereotipos sociales

Pasar por un tratamiento de quimioterapia para tratar el cáncer, en muchos pacientes, implica efectos secundarios como la pérdida del cabello, náuseas, vómitos, entre otros.

En el caso particular de las mujeres, podría ser más difícil de atravesar los cambios que conlleva la enfermedad y sus tratamientos debido a que la norma social impone, en la mayoría, lucir un cabello largo o corto.

En cuanto a ello, Núñez, que en el último tiempo decidió mostrarse sin vestimentas que cubran su cabeza, confesó que “con esto yo aprendí el valor de las cosas importantes y me despojé de mucha superficialidad. Yo admito con dolor que era una persona muy superficial, vivía pendiente de mi pelo, de mis uñas, de mi ropa, de que si estaba linda, si estaba fea”.

Y continuó: “Cuando a una mujer le sacan el pelo, te dicen que no te podés hacer más las uñas con semipermanentes porque también puede ser motivo de cáncer y que tenés que fijarte con qué te maquillas, por ejemplo”.

La diputada resumió su cambio de perspectiva en valorizar más la vida, la salud y el entorno. “La vida es una sola, hay que cultivarnos nosotras, estudiar y tratar de ser buena persona”.

Mes Rosa

El Ministerio de Salud Pública de Misiones, en el marco del Mes Rosa, lleva adelante actividades para concientizar sobre la temática e invitar a las personas con mamas a acudir a los lugares asignados para la detección temprana de la enfermedad.

Dichos estudios son gratuitos para todas las personas entre los 40 y 70 años.

Durante el Mes Rosa, los horarios de atención en los servicios de mamografía del sistema público de salud son:

  • Hospital Samic de Eldorado de lunes a viernes, de 7 a 14 horas, a demanda.
  • Hospital Samic Puerto Iguazú de lunes a viernes, de 8 a 12 y de 14 a 18 horas.
  • Hospital Samic de Oberá: miércoles y viernes de 8 a 11 horas. Solicitar turnos en admisión o a los números 03755- 421226/27 – 421268 Interno 1010.
  • Hospital Bernardo de Irigoyen: del 2 al 6 de octubre, de lunes a viernes, de 9 a 12 horas. Del 9 al 31 de octubre, de lunes a viernes, de 15 a 18 horas.
  • Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga de lunes a viernes, de 7 a 21 horas, a demanda.

 


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Los ferrys, entre el óxido y el olvido a 111 años de su llegada a Posadas

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El viernes 18 de octubre pasado, se cumplieron 111 años de la llegada a Misiones de los ferrobarcos Roque Sáenz Peña y Ezequiel Ramos Mejía, los populares ferrys posadeños, que durante ocho décadas fungieron de puente fluvial entre Posadas y Encarnación, llevando y trayendo los convoyes del Ferrocarril General Urquiza que hacían el trayecto Buenos Aires – Asunción.

Construidos en Glasgow, Escocia, entre 1907 y 1910, los buques se embarcaron en 1913 en una increíble travesía a través del Atlántico para llegar a Buenos Aires y después a Posadas.

Eran tiempos convulsos en ambas orillas del Paraná. En Argentina, durante el gobierno de Roque Sáenz Peña, se había llegado al límite de la frontera agrícola y era el inicio de una larga depresión económica que se extendería hasta 1917 y cuya consecuencia más inmediata fue el incremento de la desocupación y su correlato de conflictividad social.

En Paraguay, gobernaba un periodista: Eduardo Schaerer Vera y Aragón, originario de Caazapá, hasta hoy el territorio más pobre del país. Y mientras Buenos Aires inauguraba su primera línea de subte, Asunción tenía una sola cuadra de pavimento de madera que la prensa bautizó con una expresión en francés: “Petit Boulevard”, donde se agolpaban las tiendas más refinadas y en cuyos escaparates se exponía el mundo.

Los buques llegaron a Misiones en 1913, tras una larga travesía por el Atlántico.

Alejadas de los centros de poder, Posadas y Encarnación forzaban, por entonces, los límites de un territorio agreste, poblado por inmigrantes llegados de otros extremos del planeta.

La inauguración, el 2 de octubre de aquel año, del embarcadero de Pacu Cuá, cuyos restos todavía se conservan en el mismo estado de abandono que los ferrys posadeños, supuso el incremento del intercambio económico entre ambos países, con el transporte de productos de todo tipo.

De hecho, los primeros convoyes fueron cargueros hasta que se sumó el transporte de pasajeros. El tren tardaba unas 50 horas en recorrer los 1.518 kilómetros entre Buenos Aires y Asunción.

Las naves tenían una tripulación de aproximadamente 25 personas cada una.

“Contribuyeron al crecimiento económico de Misiones, con el transporte de granos, aceite de tung, fertilizantes; más adelante entró el tren de pasajeros, que llegaba a Posadas todos los miércoles y embarcaba a Asunción, volviendo los domingos”, comenta Analía Colazo Bidegain, presidenta del Ferroclub Nordeste Argentino, heredero de los ferroaficionados posadeños y que se ocupa de la salvaguarda de la memoria y el patrimonio ferroviario.

Analía es hija de Sixto Ramón Colazo, que durante 45 años fue jefe de la zona fluvial en Posadas y como tal estuvo a cargo de la coordinación de cada viaje de los ferrys.

Ex trabajadora ferroviaria, Analía cuenta que creció en los emblemáticos buques mellizos. “A los cuatro años hice mi primer viaje: me subía con el capitán, iba al otro lado y volvía”, recuerda.

“De chico no entendías, pero al crecer se adquiere conciencia y creo que no hay hijo de ferroviario que no ame o respete lo que fue el trabajo de nuestros padres y a estos barcos”, afirma.

Destino final

En internet hay un sinfín de material sobre ambos buques, entre crónicas periodísticas, imágenes, videos e, incluso, fotografías de la inauguración de 1913, del Archivo General de la Nación.

Entre todos, el video titulado “El ferry del adiós”, publicado hace más de 10 años, recoge el invaluable testimonio de dos de sus protagonistas: el jefe Colazo y el capitán Vicente Arzamendia, ambos fallecidos en 2011, con un mes de diferencia.

En el material, de unos 16 minutos de duración, ambos hombres cuentan los pormenores del trabajo que implicaba el cruce del río, la labor a bordo y aportan datos precisos sobre el funcionamiento de los antiguos buques.

El video repasa también el papel de ambos buques en importantes eventos históricos: el transporte de suministros y heridos de la Guerra del Chaco, que enfrentó a Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935; y las labores de rescate de evacuados durante la gran inundación de 1983, que puso en jaque a todo el litoral argentino.

“Hace diez años que estoy de capitán de los ferrobarcos”, relata Arzamendia y la imagen lo muestra en el puente de mando, en plena faena por el río. “Llegué en 1956 y me embarqué como profesional baqueano durante seis años hasta que asumí como capitán”, cuenta.

“Tenemos un capitán, un oficial baqueano, un jefe de máquinas, un primer maquinista, un timonel, un contramaestre, dos cabos de asadores, seis marineros, cuatro foguistas, un mozo y un cocinero; es un total de veinte tripulantes”, contabiliza, a su vez, Colazo.

El capitán Vicente Arzamendia, en el centro, y el jefe de la zona fluvial Posadas, Sixto Colazo, a la derecha.

“Son muy necesarios porque cada uno tiene su tarea específica”, valora el entonces jefe de la zona fluvial y detalla: “El personal de cubierta realiza su tarea de carga y descarga; el personal foguista es el que mantiene la presión en la caldera a través de la leña que le va suministrando”.

Los buques, de 63 metros de eslora y 18,15 metros de manga, consumían unas cuatro toneladas de leña cada ocho horas. “La temperatura en la sala de calderas alcanza oscila entre los 60 y 80 grados centígrados”, ilustra Colazo y explica que, debido a esto, los tripulantes asignados a esta área, alternaban en turnos de 15 minutos. “Salían a tomar aire y volvían”, cuenta Colazo.

En la cinta disponible en Youtube, el hombre se anticipa al destino de ambos ferrys, sacados de servicio en 1989 con la inauguración del puente internacional San Roque González de Santa Cruz, y pide que “se hagan todas las gestiones necesarias para que los barcos se conviertan en museos y no terminan en chatarras como ha ocurrido en otros lugares”.

“Cuando mi padre fallece le hice la promesa de seguir luchando por ellos”, señala su hija Analía que, por entonces, ya estaba alejada de la actividad ferroviaria y vivía en Buenos Aires. “Y así empecé, yendo y viniendo, hasta que después me radiqué en Posadas para estar más cerca”, apunta.

Parque temático

Hoy, en su apostadero de Nemesio Parma, el Roque Sáenz Peña es el que parece mejor conservado, aunque Analía Colazo asegura que las apariencias engañan y que, en realidad, es su mellizo, el Ezequiel Ramos Mejía, el que mejor se mantiene a flote.

La escena sugiere todo lo contrario. El óxido parece haberse apoderado por completo del Ramos Mejía, que, además, perdió totalmente el puente de mando y exhibe parte de su estructura convertida en un amasijo de hierros retorcidos.

Su mellizo, el Roque, en cambio, conserva resabios de la pintura que lucía cuando ambos buques estaban amarrados en la costanera de Posadas, donde hoy se ubica la plazoleta que rinde homenaje al Papa Juan Pablo II.

La época del restaurante y el museo a bordo del Roque Sáenz Peña.

En aquel entonces, en la cubierta del Roque funcionaba un restaurante, que llegó a ser muy concurrido, y en su interior albergaba una extraordinaria muestra de maquetas a escala de joyas ferroviarias de todos los tiempos. Un nombre sobresalía en aquel entonces: el arquitecto Narciso Aguilar, fallecido en 2010.

En 2014, fueron declarados Patrimonio Histórico Provincial y Fluvial, y Bien Histórico Nacional, en 2021, por ambas cámaras del Congreso.

Sin embargo, nada se hizo por ponerlos en valor. “El tema es que se requiere una gran inversión”, señala Analía Colazo, que a través de su fundación presentó a la Secretaría de Transporte de la Nación un proyecto para extraer los buques del agua y montar en el predio de la estación de Miguel Lanús un parque temático ferroviario.

Analía Colazo Bidegain, ex ferroviaria y presidente del Ferroclub Nordeste.

“La idea es sacarlos del agua y mediante un convenio con las escuelas técnicas reparar el caso y recrear una laguna para que la gente que no conoció pueda conocer esta parte tan importante de la historia de Misiones”, explica Analía.

Según dice, luego de la asunción de las nuevas autoridades en diciembre pasado, volvió a entrevistarse con la cartera de Transporte del gobierno de Javier Milei y le comunicaron que “no hay intención de hacer nada”.

El hundimiento

En 2019, se hundieron en el mismo lugar donde se encuentran hoy. Reflotarlos, implicó la intervención de un equipo de buzos y técnicos navales que trabajaron durante tres días, dentro y fuera de las embarcaciones, soldando fisuras del casco y desagotando agua con bombas de achique que no pararon nunca.

Desde entonces, descansan ahí, amarrados en una orilla olvidada, a una veintena de kilómetros de la parte del río donde una vez brillaron y se convirtieron en leyenda.

Para cualquiera que no conozca su historia son nada más que un par de despojos oxidados esperando lo inevitable en un recodo alejado, como conveniente, del escrutinio público.

Los ferrobarcos se balancean en las aguas de Nemesio Parma, soportando estoicos el implacable paso del tiempo, como dos hermanos condenados que aguardan, pacientes, el hachazo final del verdugo.

 


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Juanfer Quintero pagó la operación de cataratas a un misionero

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Pedro, un misionero de 56 años con síndrome de down conocido como “Papi” en el paraje Yacutinga, necesita una operación para recuperar la visión que perdió hace unos seis meses. En las últimas horas, su historia se viralizó en las redes sociales hasta llegar al jugador colombiano Juan Fernando Quinteros (Juanfer), quien decidió enviar los fondos para que Papi se opere.

Todo comenzó con un video que difundió José Pisak en su cuenta de Instagram contando un poco la situación en la que se encuentra el “fanático incondicional” del Club Atlético River Plate.

“Lamentablemente, (Papi) tiene cataratas en ambos ojos y necesita operarse lo antes posible. Cada operación cuesta $1.300.000 y por eso estamos pidiendo la ayuda de todos”, explicó José Pisak en un posteo que acompañó con un video de Papi para que sus seguidores lo conozcan.

A lo que añadió: “Hace más de 6 meses que Papi no ve, cualquier colaboración es bienvenida para que pueda recuperar la vista y seguir disfrutando de su vida y de su pasión por River”.

El audiovisual recorrió las redes acogiendo todo tipo de comentarios de solidaridad de los internautas que querían aportar su granito de arena para ayudar a que Papi recupere la visión.

Sin embargo, el momento que sorprendió a todos, incluso al mismo José, fue el mensaje del exjugador de River, Juanfer: “Yo lo pago”, escribió y, en otro comentario, arrobó a una persona para que “cuadre” los detalles para enviar los fondos que cubrirían la costosa cirugía.

Al comentario del jugador de fútbol, José, un fanático más del Millonario, contestó: “No puedo creer que hayas visto esto. Sos gigante. Gracias”.

Tras comunicarse con la persona que Juanfer le indicó y con el correr de las horas, el joven que se hizo eco de la historia de Papi comunicó a través de sus historias de Instagram que el centrocampista y actual jugador de Racing giró el dinero con el cual se llevará a cabo la operación.

“Hoy a la mañana hizo la transferencia. Eso ya tiene todo la familia, la cuenta a la que se transfirió es directa de Papi. Ahora, sigue el segundo paso que es la fecha de la operación y volver a mirar a River, que es lo que más quiere”, celebró José.

 

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Menocchio Cue, el imperio caído

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Menocchio

Imposible adivinar lo que alguna vez fue. Todo alrededor fue pasto del tiempo. El complejo de lo que fuera el imperio yerbatero de los Menocchio en General Urquiza es hoy un conjunto de ruinosos edificios, mayormente devorados por la vegetación, que apenas traslucen algún despojo de la gloria perdida.

Tampoco hay testimonios dispuestos a enfrentar el miedo que todavía infunde el apellido que da nombre a esa postal de pueblo fantasma, que una implacable sucesión de acontecimientos convirtió en una especie de sitio maldito.

La sombra del más célebre de los asesinos misioneros, Luis Raúl Gusano Menocchio, que hoy cumple dos condenas a cadena perpetua en una cárcel patagónica, acecha en el imaginario de quienes deambulan entre las ruinas buscando algo útil que puedan arrancarle al olvido.

Lo que fuera la mayor y más moderna yerbatera de Misiones fue abandonada por los Menocchio a principios de los años ’80 del siglo pasado, cuando el padre del Gusano fue acusado de un megafraude contra la extinta Comisión Reguladora de la Producción y Comercialización de la Yerba Mate (Crym) y de haber estafado al Banco Nación por $12 millones de la época.

Los Menocchio abandonaron, raudamente, la provincia y se instalaron en Asunción, Paraguay, al amparo de la dictadura de Alfredo Stroessner, que transitaba por esos años la recta final de su reino de terror, y donde el mayor de los hijos del matrimonio se convertiría en el más frio y siniestro homicida que haya pisado jamás la tierra sin mal.

El complejo se remató en 1985, pero nunca recuperó la magnitud de los buenos viejos tiempos. En su época de esplendor supo tener 600 hectáreas de yerba, el más moderno de los secaderos, grandes depósitos de almacenaje, viviendas para el personal, que al cierre se contabilizaba en unos 400 trabajadores, y hasta un puerto propio.

Hoy, entre los oxidados silogismos de ruedas y poleas; los vidrios rotos, por donde se cuela el viento y el sol se infiltra para dibujar fantasmagóricas figuras; los depósitos, máquinas y hornos abandonados; y los mudos letreros que advierten sobre peligros pasados, solo avanza la telaraña y reina el silencio.

 


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