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Omar Silva, de la pérdida de su esposa, al renacer con música y amigos

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Omar Silva


Nosotras By Pamela Silva
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El profesor Omar Silva tiene 58 años, 28 de los cuales los vivió junto a Elvira Lansse, su esposa desde la juventud, pero un día ella se fue, producto de un cáncer repentino, y, con ella, su vida también se apagó y ese maldito enemigo que muchos subestiman, llamado depresión, se hizo presente. Los años de oscuridad se extendieron, pero las luces un día volvieron a encenderse. Hoy, en diálogo con La Voz de Misiones, cuenta su proceso de resiliencia, de la tristeza y la bronca, a un renacer gracias a su hija, la música y a los amigos.

Pedro Jorge Omar Silva es de Aristóbulo del Valle y lleva más de 30 años como docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones (Unam). Es profesor y Licenciado en Letras, con una maestría en Semiótica Discursiva y un doctorado en Ciencias Sociales. Una vida entera dedicada a la poseía, a la lectura y a la transmisión de conocimientos. Una vida que repentinamente un día se interrumpió.

“Todo lo que soy, lo soy gracias a mi señora, que era mi sostén, mi pilar”, graficó Omar Silva sobre su relación con Elvira Lansse, a quien conoció a los 21 años y con quien convivió durante 28 años.


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La relación de ambos comenzó en el barrio Villa Cabello, pero se profundizó en la Facultad de Humanidades, ya que Lansse estudiaba la carrera de Licenciatura en Turismo. Posteriormente se casaron y juntos construyeron una vida entera, pero todo cambió tras un simple dolor de cabeza.

“Un día ella sintió un dolor de cabeza, se fue a hacer estudios de control y le detectaron un glioblastoma en la base del cráneo. Ahí comenzó un verdadero infierno para nosotros”, recordó Silva a LVM desde el escritorio de su casa, rodeado por una gran biblioteca, de viejas máquinas de escribir, de radios antiguas y fotos de su familia. 

La enfermedad no solo irrumpió en la vida de ambos, sino que también la interrumpió por completo. En total fueron tres años de tratamiento con quimioterapia, radioterapia y cirugías de apertura de cráneo.

“Tres veces tuvieron que operarla utilizando una amoladora programada con un chip para que se detenga al tocar partes blandas. Fueron todas cirugías paliativas, porque el desenlace estaba escrito. Fue muy destructivo, muy doloroso todo. Yo sentía impotencia, tenía bronca. No podía entender por qué nos tocaba atravesar esto”, continuó.

Toda esa etapa fue muy dura. Silva dejó de trabajar para dedicarse al cuidado de su esposa. Su hija era pequeña, su hermano más cercano también estaba enfermo y tanto sus padres como sus suegros eran de avanzada de edad.

Como si fuera poco, en medio del proceso se decretó la pandemia de Covid-19, lo que redujo aún más las posibilidades de recibir ayuda ya que sólo se permitía un cuidador por paciente. “Durante prácticamente tres años no dormí un solo minuto. Temía por ella. Al ser una enfermedad del cerebro era muy fuerte el miedo a las convulsiones, entonces no podía conciliar el sueño. Pasé tres fiestas con ella en el sanatorio comiendo en bandejitas de enfermos”, narró.

Finalmente, lo que nadie quería, pero que ya era inevitable ocurrió en 2020. Lansse falleció y en sus últimos días no pudo despedirse de sus padres por los protocolos de seguridad sanitaria, lo cual significó otro duro golpe para la familia y más bronca para Silva que, como peronista que se define, se sintió traicionado por el presidente Alberto Fernández al ver la fiesta de Olivos en plena cuarentena mientras su esposa moría sin cumplir su deseo final. 

De la oscuridad al poder de la música

Tras el fallecimiento de su amor de toda la vida, otra difícil etapa comenzó. “Me encontré en un abismo absoluto. Ella era todo. Yo terminé demolido, mental y físicamente. Para mí todo ese proceso fue un infierno y cuando ese infierno paró me vine a abajo. Un año entero me quedé encerrado, en la oscuridad, sin escribir una sola palabra, sin escuchar una sola canción, sin ver a un solo amigo. Nada tenía sentido para mí”, contó con crudeza.

Sólo su hija, hoy adolescente y participando de la estudiantina, lo aferró a la vida. Pero también sus hermanos y, más adelante, el regreso a la la lectura, la escritura y, principalmente, la música.

“En esos momentos uno tiene una mezcla de emociones, de putear hasta al propio Dios. Por mi soberbia pensaba que tenía todo bajo control, pero nadie domina el tiempo, yo consideraba que no nos merecíamos pasar todo esto. Mi esposa se fue cuando solo tenía 49 años. Fue muy fuerte, pero mi hija fue la llamita que me mantuvo vivo en esos peores momentos. Un día tomé la voluntad de salir adelante y prendí fuego la pila de pastillas con la que mi primer psiquiatra me apagó el cerebro”, narró, sin pasar por alto una mala experiencia terapéutica.

“La salud mental es muy importante. Yo prejuzgaba la cuestión, pero es clave, aunque también hay que encontrar al terapeuta indicado”, añadió. 

De allí, de a poco, todo volvió a tomar sentido para Silva. Se reencontró con la lectura, con la escritura y con la música, esto último en gran parte gracias a la peña que su hermano creó al lado de su casa, la cual se transformó en parada obligatoria para muchos artistas misioneros y donde este fin de semana se celebró el Karaí de Octubre con una gran olla de yopará para todo Villa Cabello.

“Hablando con los artistas entendí el poder que tiene ese lenguaje reconstructor de vida, de alegría, de resignificación, que tiene la música. También me sirvió el contacto con las plantas porque lo primero que hice fue recuperar el jardín de Elvira, que durante años estuvo abandonado y nunca se secó nada. En ese proceso de redención pude también escribir su epitafio: ‘Que en paz descanses, viajera eterna’”, rememoró.

Ahora, de a poco, Silva también está de regreso en la Facultad de Humanidades, cuyos pasillos caminados durante más de 30 años un día también dejaron de ser transitados. Para con la institución está agradecido por el acompañamiento en los tiempos más difíciles, no así con determinados colegas sobre quienes apunta: “Pensé que eran amigos”.

“Muchos me criticaron cuando vieron fotos de un viaje que hice aún estando de licencia, pero la verdad que realmente lo necesitaba. En cinco años no subí ninguna foto a las redes sociales y esos mismos que me criticaron nunca se tomaron el tiempo de venir a casa a ver si yo seguía vivo”, apuntó.

Hoy, su vida está resignificada. Silva admite que no quisiera volver a atravesar la misma historia, pero toma de ello una multiplicidad de enseñanzas que le permitieron crecer como persona. “Hoy en día me siento muy bien, me siento limpio, mejorado. Estamos hechos de amor, pero también de odio, de sufrimiento y de tristeza, eso nos compone como humanos. Hay que capitalizar e interpretar esas experiencias para crecer. Caminé descalzo por un camino de piedras y espinas, pero salí más humano, más comprensivo, más empático”, concluyó.

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El “Milagro de Empel”, los orígenes del 8 de diciembre

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Empel

Hace 438 años, el 8 de diciembre de 1585, se producía el episodio conocido como “Milagro de Empel”, que poco más de medio siglo después, en 1644, España convirtió en festividad en honor de la Inmaculada Concepción, y en el siglo XIX el Papa Pío XI universalizó como Día de la Virgen.

Sucedió durante la Guerra de los 80 años, una de las mayores pesadillas del imperio español y también un acontecimiento histórico determinante en la configuración de Europa y, especialmente, la influencia de España.

La guerra interminable

Flandes, Países Bajos, diciembre de 1585. Tres “tercios” de infantería española, aislados y cercados por la flota holandesa, en el punto más alto de la isla de Bommel, el monte de Empel, escapan de la muerte de un modo tal que la España católica de Felipe II no duda en calificar el hecho de “milagro”.


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Habían transcurrido ya 17 años de una guerra, que como muchas de las que conoció el viejo continente en los siglos XVI y XVII, encontró sus razones en la religión y la política, y restaban todavía más de seis décadas para el desenlace.

En Flandes se enfrentaron Felipe II, proclamado “defensor del catolicismo” por el Concilio de Trento, y la corriente protestante que tenía en los Países Bajos una decidida influencia, y que sirvió de paraguas de su futura independencia.

Lo sucedido en Empel es uno más de los sangrientos episodios de aquella larga y extenuante guerra, y sus héroes españoles fueron parte de las legiones de hombres que Felipe II envió para sofocar el fuego de una rebelión que nunca pudo apagar.

El asedio

Con la misión de auxiliar a la población católica, un contingente de unos 4.000 españoles, divididos en unidades llamadas “tercios”, cruza el río Mosa y se instala en Bommel, una isla con forma de caballo, de 25 kilómetros de largo y 9 kilómetros de ancho, apenas una lengua de tierra en un estuario convertido en polvorín.

En la actualidad, el lugar es un apacible pueblo de la Holanda meridional, de alrededor de 1.690 habitantes, y apenas guarda memoria del episodio transformado en una epopeya española.

Creados durante el reinado de los Habsburgo, los “tercios” constituyeron la élite de los ejércitos españoles entre los siglos XVI y XVII, y fueron la primera fuerza en combinar en una misma unidad armas blancas y de fuego, lo que las hacía prácticamente invencibles y terminó alimentando la leyenda.

Enterados de la llegada de los españoles, los holandeses, comandados por el general Philips van Hohenlohe, conde de Holac, movilizan una gran armada para asegurar el asedio y forzar la derrota de las fuerzas comandadas por el capitán Francisco de Bobadilla.

Los planes holandeses consistían en inundar la isla destruyendo los diques sobre el Mosa, y así acorralar a los españoles, que viéndose rodeados por el enemigo y amenazados por la fuerza del agua que empezaba a subir, buscan el punto más alto de la isla, el monte de Empel, y se preparan para resistir.

De hecho, sacando ventaja de la posición elevada, los hombres de Bobadilla rechazan varios ataques y obligan la retirada holandesa.

Consciente de lo dramático de su situación, aislados y con remotas posibilidades de recibir ayuda, el 5 de diciembre, el capitán español moviliza unos 300 hombres con la tarea de romper el cerco enemigo y abrir una brecha por donde escapar: era una misión suicida que, finalmente, no se concreta por un nuevo ataque holandés y desemboca en el increíble suceso que da a los acontecimientos un giro asombroso.

El hallazgo

Empeñados en la defensa a ultranza de aquel último reducto, dispuestos a morir combatiendo, los hombres de Bobadilla organizan barricadas y cavan trincheras, hasta que uno de ellos encuentra, enterrada en el suelo barroso, una imagen de la Inmaculada Concepción, pintada sobre una tabla.

El hallazgo entusiasma a las tropas católicas, que enseguida se convocan en torno del sacerdote Fray García de Santisteban, y rezan frente a la imagen.

Al día siguiente, 7 de diciembre, una ola de frío adelanta el invierno y las aguas del río Mosa comienzan congelarse, obligando a la flota holandesa a retirarse para no quedar atrapada en el hielo.

Al amanecer del 8, los españoles, imbuidos todavía por el sortilegio del hallazgo, marchan sobre las aguas congeladas y atacan por sorpresa a la escuadra enemiga, logrando tal hazaña que el comandante holandés, el conde de Holac, pronuncia una frase que queda para la posteridad: “Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro”.

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Demandarán al Estado a 50 años de la muerte de Irrazábal y Ayrault

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Demandarán al Estado a 50 años de la muerte de Irrazábal y Ayrault

Un contexto social y político hostil, un expediente en las penumbras, un dudoso culpable y la sombra de la Triple A, todo eso impulsó a los hijos e hijas del gobernador de Misiones Juan Manuel Irrazábal, del vicegobernador Cesar Napoleón Ayrault y del piloto Jorge Pirovani, a investigar ¿qué pasó el 30 de noviembre de 1973?

Hoy se cumple medio siglo de una de las mayores tragedias misioneras en la que murieron las máximas autoridades de la provincia, sus esposas Susana Claro de Irrazábal y Ofelia Ruiz de Ayrault, el piloto del avión en el que viajaban, Jorge Pirovani y, dos meses después, la hija menor del gobernador, María Susana “Cuca” Irrazábal que era de la tripulación.

El viernes 30 de noviembre de 1973, al experimentado piloto el “Gordo” Pirovani lo pasaron a buscar por su casa, por pedido del vicegobernador, para pilotear la aeronave que trasladaría a los mandatarios y sus familiares a Puerto Iguazú, a los fines de recibir a Jorge López Rega, ministro de Bienestar Social durante el tercer mandato de Juan Domingo Perón y apuntado como jefe político de la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A.


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“Ese día estábamos en casa toda la familia, excepto mi papá, que lo vinieron a buscar a las cuatro de la tarde para manejar un avión que no sabíamos a quién iba a llevar, ni a dónde iba”, recordó Pedro Pirovani, abogado querellante e hijo del piloto, en diálogo con La Voz de Misiones.

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El gobernador Juan Manuel Irrazábal, el vicegobernador César Napoleón Ayrault y el piloto Jorge Pirovani.

“Fuego en la cabina”

La aeronave Beechcraft Queen Air, perteneciente a la Dirección de Aeronáutica Provincial, al mando de Pirovani, salió de Posadas y debía aterrizar en la pista 1.0 del Aeropuerto de Cataratas.

Sin embargo, el operador de la torre de control le cambió las coordenadas al piloto, argumentando que la pista estaba ocupada por el avión en el que se trasladaba el ministro de Bienestar Social. Esa versión fue contrastada con el informe del gobierno nacional, que sostuvo que López Rega suspendió el viaje y nunca llegó a Misiones.

Con la información de la pista ocupada, el “Gordo” Pirovani cambió de ruta, sobrevoló las cataratas y unos minutos más tarde la aeronave que pilotaba cayó en Puerto Península, una zona de espesa selva Paranaense, en un sitio cercano al antiguo trazado de la ruta nacional 12.

Tras el hecho, un helicóptero salió de urgencia hacia la zona del desastre para localizar el punto donde se estrelló. En ese entonces, testigos ocasionales afirmaron escuchar dos explosiones, la primera en el aire y la segunda ya cuando el avión estaba en la tierra.

“Como tenía poco combustible, el helicóptero da unos giros, localiza el humo donde había caído el avión a los fines de dar la ubicación para ir al rescate por tierra”, recordó Pedro Pirovani, quien afirmó que el piloto rescatista, al dar las coordenadas, omitió un dato fundamental: el lugar de la tragedia estaba cerca de la ruta 12.

El piloto del helicóptero señaló el sitio y le dijo al equipo de rescate que había una distancia de 4 kilómetros de espesa selva desde la pista del aeropuerto, hasta el avión siniestrado. Sin embargo, omitió decirles que sería más fácil llegar por la ruta 12, que pasaba a 1500 metros del lugar de la tragedia.

“Es decir, la conclusión es que la idea era que no quedará nadie vivo”, sentenció Pirovani, que en ese momento tenía 9 años.

Una sobreviviente

Finalmente, 9 horas después y tras atravesar selva virgen misionera, los rescatistas encontraron la aeronave y una imagen desoladora. Habían muerto el gobernador, el vicegobernador, sus esposas y el aviador Pirovani.

“Gendarmeria, baquianos y cuadrillas salieron a buscar a machetazos a las 9 de la noche y llegaron a las 6 de la mañana”, graficó Pirovani hijo al tiempo que dedujo: “No se esperaron que haya una sobreviviente, que fue Cuca, María Susana Irrazábal”.

La muchacha fue hallada consciente y con quemaduras en su cuerpo, por lo que fue trasladada primero a el hospital de Eldorado, luego al Sanatorio Nosiglia en Posadas y después al Instituto del Quemado en Buenos Aires, donde permaneció internada para su recuperación.

Hasta la capital del país, a Cuca la acompañaron su tía “Buchi” Claro, hermana de su mamá, y su esposo, Horacio Codiani.

Antes de emprender el viaje, la hija del gobernador Irrazábal le contó lo que había pasado a su tía: “Sintió la explosión, porque me dijo: ‘Sabes tía que el avión explotó en el aire y tengo en mi mente, tengo en mis oídos el grito de mamá que me dijo ‘sálvate Cuca’”, rememoró Buchi Claro en un documental del Canal Encuentro.

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Susana Claro de Irrazábal, Ofelia Ruiz de Ayrault y María Susana “Cuca” Irrazábal.

La Sombra de la Triple A

Dos meses después de la tragedia, según su tía Buchi, Cuca había pasado la peor y se recuperaba poco a poco. Ya tenía curadas el 80% de las quemaduras que sufrió.

Pese a ello, el destino de la muchacha ya estaba escrito: “Ella fallece y no voy a decir misteriosamente el 6 de febrero del ’74, sino que la matan”, sostuvo Pedro Pirovani y argumentó: “Porque era la única que podía decir lo que pasó allá arriba”.

El día de la muerte de Cuca, Jorge Rokuro Yamaguchi, secretario general de Casa de Gobierno en ese entonces, viajó hasta Buenos Aires y estuvo en el Instituto del Quemado. Según el expediente que fue declarado nulo, fue él quien se “encargó” de traer el cuerpo de la hija del gobernador a Misiones, con un avión que puso a disposición el Ministerio de Bienestar Social, al mando de López Rega.

Por su parte, Maia Ayrault, hija del vicegobernador fallecido, quien también dio su testimonio del hecho a LVM, afirmó: “Nosotros le llamamos el segundo atentado a eso, porque en realidad, desde el día que la llevan en un avión sanitario y queda en el Instituto del Quemado, en la puerta siempre había dos personas de la Triple A que custodiaban y pedían documento a quien entraba, nadie podía verla, salvo su tía”.

El médico forense pidió que se realice una autopsia para determinar la causal de la muerte, pero fue impedido por un documento de la Justicia ordinaria de Misiones en el cual su tío, Horacio Codiani, solicitaba, por medio de la Comisaría Décima de capital federal, que el cuerpo sea trasladado a la provincia.

Tiempo después, los hijos de las víctimas descubrirían que Codiani nunca estuvo en la dependencia policial y mucho menos firmó el documento solicitando el traslado del cuerpo de Cuca a Misiones. Eso fue comprobado por parte de la querella con un perito que confirmó que la firma fue trucada.

En busca de la verdad

A pesar de no tener competencia, el Juzgado en lo Criminal, Correccional y de Menores de la Tercera Circunscripción de Misiones, a cargo del magistrado Heriberto Von Schwarzenberg, inició la investigación del hecho y la causa se cerró el 17 de octubre de 1974 con un informe de la Fuerza Aérea Argentina, el cual sostenía que la tragedia se trató de un accidente producto de un error humano del piloto Jorge Pirovani, que se desorientó y perdió el control del avión.

Las familias de las víctimas nunca creyeron esa versión, principalmente porque desde que Irrazábal y Ayrault asumieron el Ejecutivo provincial habían recibido amenazas. La fórmula que los llevó al poder, bajo la bandera política del Frejuli, una rama disidente del Justicialismo, impuso un gobierno desarrollista en Misiones y denunció, entre otras cosas, el contrabando de harina y soja forrajera.

Otro argumento de los familiares para descreer del veredicto de la Justicia fue que el mismo vicegobernador había puesto como condición para subirse al avión que lo manejara el experto piloto: Jorge “Gordo” Pirovani.

La hija del vicegobernador recordó el tipo vínculo que mantenían con sus padres: “Ellos nos acostumbraron de que todo se hablaba en nuestra casa, por eso nosotras estábamos empapadas de lo que era la política en ese momento”.

Con esos antecedentes, las tres hijas mayores de Cesar Napoleón Ayrault no dudaron de que el hecho se trataba de un atentado y decidieron comenzar una investigación.

“Las Ayrault teníamos una base de información de nuestros padres y sabíamos de las amenazas. No había pasado un año cuando nosotras, las tres, nos juntamos y dijimos: ‘A ellos los mataron, esto no fue un accidente’”, reconstruyó la mujer sobre cómo iniciaron la búsqueda de la verdad para saber qué realmente ocurrió con sus padres.

La aeronave Beechcraft Queen Air cayó en Puerto Península.

Expediente en las penumbras

Al llevar meses de investigación y con más certeza de que la Tripe A era responsable de la tragedia misionera, las hermanas Ayrault se contactaron con la familia de Pirovani y con el hijo del gobernador fallecido, Canco Irrazábal, quien había perdido a sus padres y a su hermana.

“Cuando nos juntamos con estas dos familias, nosotras le mostramos los papeles. Resulta que ellos también compartían nuestra misma idea, aunque ninguno de ellos había tomado la iniciativa”, contó Maia Ayrault a LVM.

Pedro Pirovani, el hijo del piloto, también recordó la lucha de su madre: “ella nunca creyó que eso fue un siniestro, un accidente. Había muchos antecedentes, pero nadie quería involucrarse en el tema. Mi madre golpeó puertas en casa de gobierno y nunca fue recibida”.

El 26 de diciembre del 2006, el juez federal Norberto Oyarbide declaró delitos de Lesa Humanidad a todos los crímenes cometidos por la Alianza Anticomunista Argentina “Triple A”, convirtiéndose en causas imprescriptibles.

Tras ese fallo judicial, las familias Irrazábal, Ayrault y Pirovani, solicitaron la reapertura de la causa en el 2007 y se constituyeron como querellantes.

Fue entonces que las víctimas: “En febrero iniciamos la querella, estaba Roberto Saldaña como juez de instrucción en Eldorado, y encontramos ese famoso expediente de 86 fojas, que sólo Dios quiso que no desapareciera; lo encontramos en un depósito”, sostuvo el letrado Pirovani.

“En ese expediente estaban todos los antecedentes, la historia clínica de Susana, inclusive la supuesta presentación de Codiani en la Comisaría Décima; el relevamiento que realizó el jefe de la Policía de Iguazú, que la verdad dejó mucho que desear, un accidente de tránsito tenía más hojas”, contó Pedro Pirovani, sobre el documento tramitado en la Justicia ordinaria de Misiones.

Para el 2014, por orden de por la jueza federal subrogante de Posadas, María Verónica Skanata, exhuman los cuerpos de Juan Manuel Irrazábal, César Napoleón Ayrault y los de sus respectivas esposas, Susana Claro y Ofelia Ruiz, y del piloto Jorge Pirovani.

Peritos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) estuvieron a cargo de las necropsias y los exámenes determinaron que todos tenían quebrada la cadera en el mismo lugar.

Sensación de Justicia

Con los elementos probatorios generados con la reapertura de la causa, el Juzgado Federal de Eldorado, a cargo del magistrado Miguel Ángel Guerrero, declaró nulo el expediente tramitado por la Justicia ordinaria de Misiones, caratulado: Irrazábal Juan Manuel, Ayrault C. Napoleón, Claro de Irrazábal Susana, Ruiz de Ayrault Ana O., Pirovani Jorge Antonio e Irrazábal M. Susana por Accidente Fatal y Lesiones.

“Todos los elementos y pruebas que se produjeron en ese expediente determinan que, efectivamente, eso no fue un accidente”, remarcó el hijo del piloto y continuó: “El fallo, a nosotros nos da inseguridad por la falta de certezas sobre qué pasó ese 30 de noviembre del ’73, porque volvimos a foja cero”.

Maia Ayrault, por su parte, celebró: “Ese día fue un día que nos reivindicó a todos, a los chicos de Pirovani, porque siempre se dijo que aquello fue un accidente porque su papá tomaba pastillas para adelgazar y eso lo desorientó. Y todo el mundo decía ‘Pirovani hizo ese camino de Posadas a Iguazú 1500 veces y podía hacerlo a ojos cerrados’”.

Ahora, las familias recurrieron a un estudio jurídico para demandar al Estado Misionero por daños y perjuicios.

“Con la certeza que tengo de que realmente eso fue un atentado, ya no me interesa, limpié el buen nombre y honor de mi padre. Ahora, con esto, vamos por el daño y el perjuicio que nos causaron, porque fue un organismo del Estado, en este caso el Poder Judicial, quien por acción u omisión a nosotros hoy no nos permite saber con certeza qué pasó ese día”, sentenció el hijo del Gordo Pirovani.

 

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La imagen de Cristo, un árbol y un milagro en Posadas

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La imagen de Cristo, un árbol y un milagro en Posadas

En la noche del 27 de julio de 1997, comenzó a correr el rumor de que la imagen de Cristo había aparecido reflejada en la pared de una vivienda, ubicada sobre la calle Tucumán, entre 25 de Mayo y General Paz, en pleno microcentro de Posadas.

El inmueble era alquilado por una pareja de escasos recursos a Miguelina Tavarez Castillo de Barrios, mientras que la dueña habitaba la casa vecina.

Aproximadamente a las 20 de ese domingo, la anciana regresaba de la misa a la que concurría los fines de semana, momento en que dos vecinas se acercaron y le hicieron notar la imagen. La visión dejó perpleja a la titular de la vivienda y, desde ese instante, otros vecinos comenzaron a agruparse en el lugar.


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La noticia del “milagro” transcendió rápidamente y, en cuestión de horas, cientos de fieles, creyentes, incrédulos y curiosos de la capital misionera se congregaron frente a la casa.

La conmoción fue tanta que la Policía de Tránsito tuvo que cortar las calles aledañas al inmueble, debido a que comenzó a llegar gente del interior de la tierra colorada, de otras provincias e inclusive personas de Paraguay, Brasil y Uruguay, para apreciar la figura de Cristo.

Una romería

La Voz de Misiones entrevistó a Rosa Besciani, una vecina que todavía vive en el barrio del “milagro”, quien recordó el hecho ocurrido hace ya 26 años.

“Una vecina vino a despertarme, era como las 2 de la mañana, y me dijo: ‘Vení, vení, vamos a ver allá en la casa de la vecina que apareció la imagen de Cristo en la pared”, recordó Rosa y subrayó con asombro: “Era patente la imagen de Cristo”.

En esa línea, la anciana explicó la figura proyectada en la pared “era igual a la estampilla Sagrado Corazón”.

“Se reflejaba por la luz y con sombra que estaba en frente. Ahí comenzó a venir mucha gente, hasta vinieron para hacer choripán, de todo, ya era una romería todas las noches”, recreó Rosa.

En ese entonces, las hipótesis fueron muchas. Lo más llamativo, sostuvo Rosa, fue que los religiosos se acercaban a rezar y los curiosos llegaban para intercambiar opiniones sobre el hecho, que finalizó luego de tres días de consternación.

Es que, de acuerdo a las crónicas periodísticas de la época, por la aglomeración de la gente, el 29 de julio, un vecino llamado Juan Gabriel se subió a la copa del árbol y cortó la rama por la cual se filtraba la luz y formaba la imagen de Jesús en la pared, dando fin al “milagro”.

“Así terminó”, detalló Rosa sobre el momento en que la figura desapareció y no volvió a aparecer hasta la actualidad.

Sin embargo, durante una semana continuó llegando gente a la casa de Miguelina Tavarez Castillos de Barrios, una mujer católica que había perdido a su marido un año antes.

Además, en el lugar se hizo presente el sacerdote Armando Vera, de la iglesia a la que asistía Miguelina y descartó que se trate de un posible milagro, al concluir que la figura de Jesucristo era proyectada a partir de la sombra generada por una rama.

Según pudo recrear este medio, la pareja a la cual Miguelina le alquilaba la vivienda no contaban con la plata para solicitar el medidor de la luz a la empresa de energía. Por ello, y debido a que en la cuadra no había alumbrado público, la casa permanecía en las penumbras y la imagen se proyectaba con luz natural.

“Los años pasan, pero la casa sigue igual”

Repasando los diarios de la época que guarda con cariño, a los cuales su abuela Miguelina había dado notas sobre el “milagro” de Dios, Ricardo Valdez expresó a LVM que “los años pasan, pero la casa sigue igual”.

El nieto de la anciana, que actualmente vive en la casa de la mujer, recordó que, ese día en que Posadas se alborotó por la noticia, su abuela llegó a altas horas de la noche a su hogar, donde vivía con sus padres.

“Muchas cosas se dijeron. El abuelo había fallecido un año antes, en el 1996, ella estaba sola, vivíamos cerca, le acompañábamos siempre. Y un año después, exactamente, apareció esa imagen”, contó el vecino a este medio.

En esa línea, el nieto de Miguelina comentó que “fue una cosa increíble, mucha gente atribuyó significados diferentes”.

Al mismo tiempo, le bajó el tono al milagro: “Pero más allá de lo que uno pueda creer o pensar, lo que te deja haber vivido eso, es lo que mueve a la gente. Esa sensación de tener gente rezando afuera, todo el día, de madrugada, bajo el sol, bajo la lluvia, frío, lo que mueve, la gente necesita creer, tener esperanza, y creo que en cosas como esas encuentra significado”.

Además, Ricardo relató que durante esos días pasaron muchas cosas que, en primer lugar, asustaron a su abuela, pero después ella creyó que era Dios quien hacía aparecer la imagen de Jesucristo.

“Se empezó a llenar de gente, empezaron a vandalizar el árbol, muchos entendían cosas diferentes, entonces empezaron a romper las ramas, pero la realidad es que era producto de luz y sombra”, manifestó sobre el hecho Valdez.

Para finalizar, el nieto de Miguelina contó a La Voz de Misiones que próximamente pondrá en la casa del milagro una placa con la imagen de Cristo, para recordar el hecho y rememorar a su abuela.

Fieles y curiosos agolpados para presenciar la imagen de Cristo.

La gente conmocionada por el milagro.

Miguelina Tavarez Castillo de Barrios.

Jesucristo desapareció luego de que un vecino cortara la rama del árbol.

Placa que será colocada en la casa de Miguelina. Foto: LVM.

 

Fotos de archivo: Primera Edición y El Territorio

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