Judiciales
Tras acuerdo con repartidor golpeado, Pissani recuperó la libertad




Tras permanecer diez días detenido, este mediodía Santiago Pissani (55) recuperó su libertad a instancias de un acuerdo conciliatorio firmado con su denunciante, el repartidor de pizzas Sebastián Lafuente (23), y de esta manera la causa penal que se instruía en su contra quedó suspendida.
De acuerdo a lo consignado por fuentes consultadas por La Voz de Misiones, el acuerdo fue presentado el viernes por la noche y en el documento se dejó asentado que el delivery desistía de la denuncia por golpes formulada el 1 de mayo contra el empresario textil y ex campeón de lucha libre.
El planteo, en principio, contó con la opinión favorable del fiscal Christian Antúnez y este mediodía aceptó la solicitud, lo que se tradujo en la aplicación del “criterio de oportunidad”, el cual consiste en un método alternativo de resolución de conflictos y que establece la posibilidad de desistir en la persecución penal contra el demandado.
De esta manera, según explicaron fuentes de LVM, Pissani recuperó la libertad y la causa abierta en su contra quedará suspendida. Sólo se reactivaría en caso de que el implicado vuelva a cometer algún delito contra la víctima.
Pizza fría y golpes
El hecho ocurrió el 1 de mayo a la noche, cerca de las 23.30, cuando Lafuente llegó a la casa de Pissani sobre calle Barrufaldi para realizar la entrega de dos pizzas.
El empresario salió ofuscado. El pedido llegó con más de una hora de demora y arrojó una de las pizzas al suelo.
En declaraciones radiales, el acusado reconoció haber arrojado la pizza, pero aseguró que no quería pelear el delivery. “Le dije que si le cobraban la pizza venga al otro día y le devolvía la plata”, dijo en la radio, mientras la Policía lo buscaba.
Sin embargo, el conflicto fue en ascenso. El repartidor filmó las pizzas en suelo para probar lo sucedido en su trabajo y Pissani volvió hace él. Todo fue quedó registrado en otro video tomado por un vecino.
“Me empujó de la moto. Yo reaccioné y le metí una patada y una piña. Ahí me hizo un tackle, me tiró al piso y se subió sobre mi espalda. Me empezó a ahorcar con la correa del caso y me dio piñas lateras en mi cara”, recordó Lafuente a LVM y aseguró: “Pensé que no salía vivo de ahí”.
La versión de Pissani coincide hasta una parte. “Él se bajó de la moto y me metió una patada. Y bueno, reacción de defensa: lo tiro al piso y me subo encima, pero no se calmaba. Lo toqué un poco, ni le pegué. En el video se ve lo que estoy palmeando, le hablo bien. Le digo que lo voy a soltar, pero que se va a subir a su moto y se va a ir”.
Esas declaraciones el ex competidor de artes marciales mixtas las dio dos días después del hecho a Red Ciudadana. Luego desapareció.
Tuvo orden de captura activa desde el 2 hasta el 5 de mayo. Durante esos días, la Policía acudió a sus casas en varias oportunidades y nunca lo hallaron.
Mientras eso ocurría, su defensa presentó un pedido de eximición de prisión para que Pissani no quede detenido cuando se ponga a disposición de la Justicia, pero el juez Monte rechazó esa solicitud.
Luego de ser detenido, el ex deportista fue trasladado a prestar declaración indagatoria, donde aseguró que se defendió de un primer ataque de parte del repartidor.
Allí también fue imputado por los delitos de lesiones y amenazas. Días después el mismo juez Monte rechazó su excarcelación, pero ahora firmó su excarcelación al analizar el acuerdo propuesto entre ambas partes involucradas.
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El olero Cruz se defendió al matar a su patrón: recibió 4 años y medio

Desde hace casi tres años que Elisandro Ramón “Totito” Cruz (25) cuenta los días pasar dentro de la cárcel, pero a partir de hoy esa cuenta será regresiva, a sabiendas de que le faltará poco para cumplir los 4 años y 6 meses de prisión a los que fue sentenciado por el homicidio de su patrón Ramón Fretes (63), registrado en una olería del barrio El Porvenir II de Posadas, en plena pandemia.
El joven recibió dicha pena como autor del delito de “homicidio culposo en exceso de legítima defensa”, en una sentencia dictada hoy por el Tribunal Penal Dos de Posadas.
El fallo no se dio por unanimidad, sino por mayoría, con los votos de los camaristas Gregorio Busse y Carlos Giménez, y la disidencia del magistrado César Yaya, que se había inclinado por una pena de 8 años de cárcel bajo la figura de “homicidio simple”, imputación bajo la cual Cruz llegó a juicio oral.
Justamente, en sus alegatos, el fiscal Vladimir Glinka también entendió que el caso, al que calificó como un “asesinato a sangre fría”, debía considerarse un “homicidio simple” y aplicársele el acusado una pena de 14 años de prisión, aunque el planteo no prosperó.
Sí avanzó, aunque de manera parcial, el pedido efectuado por la defensa de Cruz, encabezada por el letrado oficial Miguel Ángel Varela, que planteó el escenario de un homicidio en exceso de legítima defensa y pidió la absolución del imputado.
Tras oír la sentencia, una pequeña mueca de alegría invadió el rostro de Cruz, que de igual manera se retiró de la sala esposado y en un móvil del Servicio Penitenciario Provincial (SPP), aunque a sabiendas de los días que le restan para terminar de cumplir su condena y recuperar la libertad.

Cruz junto a su abogado, el defensor oficial Miguel Ángel Varela.
Capitán Garfio y Campanita
La sentencia se dictó cerca de las 14, tras más de cinco horas de audiencia, que incluyó la declaración de los últimos tres testigos previstos y el desarrollo de la ronda de alegatos.
El primer turno le correspondió a la fiscalía, quien plantó una contundente postura desde el comienzo: “Fretes fue asesinado a sangre fría en su propia casa”.
Para Glinka, a lo largo del debate, y en base a la estrategia defensiva, “se corrió el eje de la discusión” y “se armó una historia con testimonios falsos”.
“Hay que desmitificar a cada uno porque si no parece que Fretes era el Capitán Garfio y, por otro lado, Cruz parecía Campanita”, sostuvo sin vacilar.
En esa línea, apuntó contra los testigos que describieron a Fretes como una persona agresiva, alcohólica, con fama de no querer pagar a sus jornaleros y con la pericia suficiente como para liarse un cuchillo o una honda en su brazo manco.
“Acá vinieron seis testigos a hablar al pedo de Fretes, a hacerlo bolsa, y todos fueron ofrecidos por la defensa en la instrucción, pero resulta que acá nadie dijo que Fretes le quedó debiendo plata”, lanzó.
Glinka valoró el aporte científico brindado por la médica forense Silvina Lanzos, quien detalló que la lesión que presentaba la víctima era de 16 centímetros de profundidad, propiciada con una fuerza tal que atravesó una costilla y perforó el corazón.
“No hay posibilidad de que esto haya sido sin querer. Esto fue con intención”, sentenció Glinka.

Glinka recordó que Fretes sufrió un puntazo de 16 cm de profundidad.
A su vez, el fiscal puso sobre el tapete el grado de intoxicación etílica (3,21 gramos de alcohol por litro de sangre) que registraba la víctima, lo cual -a su entender- lo ubicaba en un contexto de su indefensión que hasta pudo haber configurado el agravante de “alevosía”, lo que hubiese aumentado la expectativa de pena hasta prisión perpetua.
“Si yo hubiese estado en la instrucción, hubiese pedido esa figura. Acá Cruz no se defendió de nada, si Fretes ese día no se podía ni parar. Tampoco hay referencias a una pelea, Fretes no tenía otro golpe más que el puntazo y estaba desarmado. ¿Para qué Cruz lo apuñaló? Con empujarlo alcanzaba”, cuestionó, al tiempo que descartó que el hematoma en el rostro de Cruz haya tenido vinculación con la pelea planteada en la estrategia defensiva.
Y trazó su tesis de lo ocurrido esa noche del 21 de agosto de 2020: “Se desconocieron chupando, discutieron por plata, le metió una puñalada y listo. Acá yo tengo la historia de la ejecución de una persona sin posibilidad de defenderse. ¿Qué importa más, una deuda de $500, de $1500 o la vida?”.
En base a lo expuesto, Glinka pidió que Cruz sea condenado a la pena de 14 años de prisión.
“Acá Cruz salvó su vida”
Así llegó el turno del defensor Varela, quien insistió en la teoría de una pelea entre Cruz y Fretes que culminó en un homicidio bajo un contexto de exceso de legítima defensa.
“El fiscal omite adrede que acá también estuvo en juego la vida del señor Cruz. Acá no se trató de que Cruz lo hincó porque no le quería pagar, ese día Fretes lo ataca a él”, describió.
En ese sentido, Varela reconstruyó que, esa noche, Fretes agredió con un ladrillo en el rostro a Cruz y acto seguido también le aplicó un palazo: “Eso se trata de ocultar acá. Discutir si hubo golpe o no a mí ya me parece increíble”, fustigó.

El juez Yaya con un ladrillo que Varela utilizó para graficar un tramo de su exposición.
El defensor también sostuvo que Fretes era una persona “acostumbrada a tomar” y, en respuesta al planteo de la fiscalía, consideró que “no estaba dormido, ni indefenso, si no, no hubiese podido tener esa precisión para dar ese golpe, que fue en la cabeza, en una zona vital. Él tenía intenciones de provocar un daño grave”.
“Yo no tengo dudas, esto es un caso de exceso en legítima defensa. Acá Cruz salvó su vida”, insistió ante el tribunal y pidió la absolución del imputado.
El tribunal, finalmente, entendió lo mismo, aunque en vez de la absolución aplicó una condena de 4 años y 6 meses. Los fundamentos del fallo serán comunicados el 21 de junio.
Últimas palabras
Previo a oír la sentencia, Totito Cruz hizo uso de sus últimas palabras, instancia en la cual ratificó que se defendió.
“Yo le dije que necesitaba la plata, pero él me dijo: ‘Después vamos a ver’. Yo le dije: ‘Bueno, gracias’. Ahí él me llamó de nuevo y avanzó hacia mí. Yo no vi el ladrillo en su mano. Ahí me manda el ladrillazo del lado derecho. Después agarra el palo y me tira un garrotazo”, comenzó.
Y continuó: “Yo me cubro y me asusto. Y yo, como siempre trabajo en el campo también, saco el cuchillo y no sé cómo fue. Nunca tuve intención, yo nunca lastimé a nadie”.
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La Justicia restituyó los hijos a mamá de Garupá a casi un mes sin verlos

“Mezcla de emociones, sentimientos buenos y agradecimientos por haberme escuchado”, dijo Tamara Escurdia a La Voz de Misiones, luego de que la Justicia le restituyó a sus hijos de 5 y 8 años.
Esta mañana, en el Juzgado de Familia Uno en Posadas, se realizó una audiencia entre Escurdia y el padre de sus hijos, a quien ella denunció por “secuestrarlos” hace 24 días y no permitir que los viera.
“Primero tuvieron audiencia mis niños y después yo. Me sorprendieron, yo estaba hablando, teníamos que firmar el acta de audiencia y en eso siento que vienen dos y me abrazan”, recordó la mamá sobre el momento en el que se reencontró con sus pequeños: “Me quedé sin aire, muy feliz”, añadió.
En cuanto a la reunión en la Justicia con el progenitor de los niños, Tamara relató que “la jueza nos escuchó y escuchó más que nada a la otra parte” y decidió que los menores regresen al hogar de su mamá, aunque los trámites judiciales por la custodia continuarán: “Voy a seguir peleando y defendiendo a mis hijos, y por todo lo que se viene”, sostuvo.
Finalmente, este lunes, los menores volverán a las “actividades a full, retomamos nuestras rutinas con todas las actividades. Mucho que recuperar, estos 24 días que fueron pérdidas de tiempo y que ahora los vamos a hacer valer cada segundo”.
Para finalizar, desde la puerta del Palacio de Justicia de Misiones, Tamara envió un mensaje para las personas que están atravesando “la misma situación que yo, le animo a las mamás que están en la misma lucha, que no se callen, que no tengan miedo”.
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Crimen del olero: testigos y versiones contrapuestas en el tercer día de juicio

Un hematoma en el pómulo derecho de Elisandro “Totito” Cruz (25), único acusado del hecho, fue uno de los tópicos de mayor discusión en la tercera jornada del juicio por el crimen del olero Ramón Fretes (63), instancia en la cual declararon cuatro testigos, dos de ellos testimonios marcadamente contrapuestos.
Dichos protagonistas fueron Carla Servin, vecina del barrio; Guadalupe Leal, una niña criada desde pequeña por la madre del imputado; y Fernando Flores, otro vecino que ofició como testigo de los procedimientos policiales realizados durante la noche del crimen registrado entre la noche del 20 de agosto 2020 y la madrugada siguiente en El Porvenir II de Posadas.
La primera en declarar fue Servin, quien contó que esa noche estaba acarreando leña por el barrio y desde la calle oyó una discusión en la olería de Fretes. Luego agregó el acusado se encontró con su marido minutos después del hecho y le contó lo que sucedió.
“Cruz sale, se encuentra con mi marido y le cuenta lo que pasó. Dijo que hubo una discusión y que el señor le pegó. La discusión fue porque él no le quiso pagar”, declaró.
Luego indicó que vio al ahora imputado “herido en la cien izquierda”, con “rastros de ladrillo en la cara”, aunque el hematoma que presentaba el detenido en ese momento estaba localizado en el pómulo derecho, según consta en la fotografía que las partes exponen en la sala.
“Me voy a ahorrar el pedido de falso testimonio”, esgrimió el el fiscal Vladimir Glinka al terminar la declaración.

El fiscal Glinka advirtió a los testigos en varias oportunidades por el delito de falso testimonio.
Golpeado o no golpeado
La testimonial de Leal, en tanto, arrancó trabada. Es que la joven se presentó como una simple vecina, pero ante las insistencias de Glinka reconoció que se considera una “media hermana” del imputado porque fue criada desde pequeña por la madre de Cruz.
“Es una situación anómala”, marcó Glinka y pidió la anulación de la testimonial brindada por la joven durante la etapa de instrucción y planteó que la declaración prevista para hoy sea postergada hasta confirmar el parentezco con el acusado.
El tribunal, presidido por el magistrado César Yaya e integrado por sus pares Gregorio Busse y Carlos Giménez, dio lugar al primer planteo y respecto al segundo decidió volver a notificarle a la testigo los alcances del artículo que no obliga a declarar a familiares directos de acusados.
La mujer aceptó declarar de igual manera. “Me estaba yendo a comprar al kiosco y escuché que Fretes insultaba a Cruz. También vi cuando Fretes agredió con un ladrillo a Cruz. Le dijo ‘negro de mierda’ y le pegó. Yo ahí me asusté y corrí para avisarle de eso a la mamá de Cruz. Ella se descompensó y cuando volvimos ya lo tenían detenido”, narró al comienzo.
Glinka esperó para volver a intervenir y la testigo continuó: “Estaba oscuro, solo había luz del horno (de ladrillos). Ahí le veo a Cruz en el móvil detenido y estaba todo ensangrentado”.
Glinka no esperó más. Allí pretendió ahondar en detalles de esa situación con la testigo y le advirtió sobre el delito de falso testimonio, ya que en la causa consta que el acusado fue detenido dentro de su casa y que su misma madre autorizó el ingreso de la fuerza para concretar la aprehensión.
“Yo solo vengo a declarar lo que vi. Nada más”, respondió Leal.

El testigo Flores, ante Miguel Ángel Varela -abogado defensor oficial del imputado- y una foto de Cruz detenido.
En ese contexto llegó el siguiente testimonio, el de Flores, que respecto a las condiciones en las que Cruz estaba al momento de su detención describió una escena totalmente contraria.
Flores contó que él estaba durmiendo pero luego la Policía lo buscó para ser testigo del procedimiento “del levantamiento del cuerpo” de la víctima. Fue allí que también vio a Cruz detenido dentro de un patrullero.
“Lo vi bien, golpeado en la cara no estaba. Él estaba atrás con media ventanilla abierta. No había sangre, ni nada”, señaló ante las partes e incluso se paró en medio de la sala para graficar a qué distancia del imputado se encontraba en ese momento ante la requisitoria del juez Busse.
Además, recordó que mientras todo ocurría no había ningún otro vecino observando el procedimiento, contrastando nuevamente con lo dicho por Leal, quien aseguró que haber estado allí junto a la madre de Cruz.
En otro tramo, Flores detalló además cuestiones vinculadas al perfil del acusado y las situaciones cotidianas que se registraban en su olería.
“Él tomaba mucho. Eran normal los gritos ahí. Se juntaban a tomar todos con él, después se armaban discusiones y los mismos chicos que estaban con él le tiraban piedras. Él también se enoja y les tiraba con honda”, recordó.

Elisandro Cruz está acusado de “homicidio simple”, que prevé penas de entre 8 y 25 años de prisión.
Tramo final
El juicio por el crimen del olero Fretes pasó a un cuarto intermedio hasta el lunes, donde se prevé la recepción de los testigos restantes, varios de los cuales hasta el momento no fueron localizados o no cumplieron con la citación.
En la misma jornada se desarrollará la exposición de los alegatos finales y posteriormente podría haber dictado de sentencia.
Cruz está imputado por el delito de “homicidio simple”, figura que prevé entre 8 y 25 años de prisión.
En su declaración vertida en etapa de instrucción señaló que esa noche le reclamó a Fretes por su paga y que éste reaccionó golpeándolo primero. Allí se inició una pelea que acabó con la víctima asesinada de un puntazo en el pecho.
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