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El Hombre sin apellido y el mejor oficio del mundo

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

Mauro Federico, quien destapó el escándalo de corrupción más grande del gobierno de Javier Milei, lleva cuarenta años en el mejor oficio del mundo y conoce las reglas. Es de esa clase de colegas de primera línea, de los que con un anotador de bolsillo y un bolígrafo cualquiera se animan a cruzar el Rubicón detrás de una historia que merece ser contada. A lo largo de su carrera le tocó lidiar con tipos de la más variada calaña, desde políticos con pocos escrúpulos y policías de gatillo fácil, hasta narcotraficantes y asesinos.

Los títulos de sus tres primeros libros describen un poco su coto de caza: País Narco, Historia de la droga en la Argentina y Mi Sangre, una de narcos, espías y sicarios que merecería terminar en Netflix. Se imaginan que, con semejante recorrido, éste no es de la clase de periodistas que se siente amenazado muy fácilmente ni de los que por cualquier incidente se pone a gritar que la libertad de prensa está en peligro.

Su nombre está asociado a casos emblemáticos de investigación que pusieron en jaque a funcionarios, empresarios y estructuras de poder, siempre con documentación precisa y fuentes confiables. Jamás perdió un juicio en los tribunales. No busca el lucimiento personal ni la condena fácil: su periodismo incomoda porque escarba, verifica y nunca se rinde ante presiones.

La cuestión es que, el otro día, Mauro caminaba con su hija Emilia por la calle y no advirtió que lo estaban siguiendo. Quien sí se dio cuenta y advirtió sobre la extraña situación fue ella, cuando estaban en un local público. Inmediatamente, él encara al desconocido, le toma algunas fotos con su celular y el fulano desaparece.

Un par de horas más tarde, el colega ya tenía toda la tira del sujeto: se trataba de un gendarme del área de inteligencia. Minutos después, sabía todo lo que tenía que saber para responsabilizar públicamente a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por ordenar espiarlo. Lo contó con detalles en Data Clave, su programa por el canal de streaming Carnaval.

Este episodio no puede entenderse como un hecho aislado, sino como parte de una avanzada sistemática contra los periodistas que se atreven a cuestionar el poder. Resulta inadmisible que, en pleno siglo XXI, Milei —que se presenta como abanderado de la libertad— permita o fomente prácticas propias de regímenes autoritarios.

Conozco al Hombre sin apellido, como lo bauticé hace varios años, somos amigos. Tuve el honor de trabajar con él en algunos proyectos periodísticos, me editó y lo edité muchas veces, y escribimos un libro juntos: Historia del contrabando en la Argentina; donde tocamos algunos peces gordos. En definitiva, sé de su honestidad, profesionalidad y compromiso ciudadano.

La primera vez que tuve la oportunidad de medirme con él fue en 2008, durante una cobertura en la localidad bonaerense de San Pedro, cuando la Sociedad Rural Argentina cortaba rutas y el humo de la quema en los campos llegaba al Obelisco. Él trabajaba en Crítica de la Argentina, el último diario que fundó Jorge Lanata, y quien suscribe corría para la escudería de Perfil.

Recuerdo que fue un sábado gris. La misión que me había dado Edi Zunino la tarde anterior había sido clara y sencilla: “Jorge quiere que nos metamos en el fuego, así que trae fuego”. No necesitaba decir más; Jorge Fontevecchia quería ver llamas en la portada del domingo. Aquella vez tuve la suerte de salir con Juan Obregón, reportero gráfico todoterreno. Nada podía salir mal.

Pero apenas llegamos a San Pedro me lo encontré a Mauro y la cosa cambió. Necesitaba sí o sí hacer una mejor cobertura que él; era casi un duelo personal por el simple motivo de que se trataba de uno de los periodistas, vivos y en carrera, que más admiraba del país.

Les aseguro que hice de todo para ganar esa partida, que en aquel momento él no conocía. Hasta soborné a un baqueano para que nos cruzara con su lancha, pese a la prohibición de navegar por órdenes de la Prefectura, debido a la baja visibilidad por la neblina y al humo de los incendios, a una zona del Delta donde las llamas eran gigantes y los aviones hidrantes no habían llegado. Claro, en aquel momento era joven y más soberbio, daba lo que fuera por una primicia o algo que vaya a la tapa.

Planifiqué el artículo en la cabeza hasta que llegamos a la redacción de la calle Chacabuco dos horas antes del cierre y lo mandé a corrección apenas escuché el segundo grito de Julio Petrarca, que a mis espaldas me presionaba para entregar la nota. Me gustó cómo quedó la crónica, tenía todo: dato, color, movimiento. La foto que había tomado Obregón quedó pintada en la tapa, tal como lo pidió el jefe.

Llegué a mi departamento después de medianoche, filtrado, con barro, olor a humo y un terrible dolor de cabeza. Me bañé y me fui a bajar la jornada a un bar de la calle Reconquista, donde hice tiempo hasta que se repartieran los diarios; moría por leer la nota del Hombre sin apellido.

La primera sensación de derrota la sentí apenas vi la portada de Crítica; el diariero ya la había colgado con un broche de metal en el lugar más visible de su kiosco. El artículo de Mauro no necesitaba foto, era el título principal, a cinco columnas. Pagué, me prendí ahí mismo un cigarrillo y me puse a leerla. No fue una gran crónica, le faltó todo el color y movimiento que le sobraba a la mía, pero su faena fue mucho mejor porque tenía el dato que a mí me faltó y no derrochó tanta tinta.

Lo que les quiero decir es que Mauro tiene oficio y fuentes por todos lados, una gran capacidad para unir piezas, un inquebrantable respeto por el off the record y lleva la tajante convicción de que la información debe servir al público, no al poder. Es parte de un inmenso pelotón de élite que trabaja para iluminar rincones oscuros, que siempre incomoda porque revela, porque pregunta, porque se atreve a mostrar lo que otros prefieren ocultar.

Miren, la independencia periodística no es un lujo, es una condición fundamental para cualquier democracia sana. Por eso, en tiempos de persecución y censura, quería hablarles de mi amigo para reivindicar el valor del periodismo independiente.

Gordo, no estás solo. No les des respiro, que son ellos, los corruptos, los que tienen miedo, porque, en definitiva, el miedo del poder a la prensa es miedo a la verdad y a la rendición de cuentas. Cuando todo parece estar perdido, es el mejor oficio del mundo quien encuentra la hendija para que entre la luz.

Opinión

El maestro que quiere un pacto por la educación

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

Los otros días me crucé de casualidad con una fuente del ámbito educativo que no veía desde hace diez años, aunque solemos estar comunicados por WhatsApp. Fue en la fila hacia una de las cajas del California de la calle Santiago del Estero. Hablamos un rato y nos fuimos por un café al bar del Cali. Hombre culto del norte de la provincia, una treintena de años en la docencia, por lo menos la mitad como maestro rural. Desistió de apuntar a un cargo directivo el día que perdió una interna gremial y se puso de punta al jetón del intendente del momento. Ahora tiene un solo grado por la mañana y por la tarde atiende una librería. Peronista, hincha de Boca. Dos hijos jóvenes estudiando en la universidad pública y una esposa profesora de historia en una escuela secundaria, también estatal.

La cuestión es que me contaba los problemas administrativos y contables en el Ministerio de Educación del Cantón, ni qué decir de los desmanejos en el Consejo de Educación con acomodos, hostigamiento laboral y curros con cooperadoras. Miren, conozco a este tipo hace una veintena de años, además no tengo porqué no creerle, es mi amigo. Sí, lo sé, en el párrafo anterior había dicho que era una “fuente”, pero suelo caer en uno de los peores pecados del periodista: terminar convirtiéndose en amigo de una fuente. Así, coleccioné amigos de todo tipo de color y calaña.

Pero volvamos al camino. Durante la charla en el Cali, el maestro también me contó que plata hay y que Carlos Rovira viene poniendo mucha guita en Educación. El problema es que siempre aparece algún cardumen de inútiles que la administra mal o se la afana. También hay factores exógenos, como cuando pasa el devorador Estado Nacional con más hambre de lo habitual y se come la mayor tajada de nuestros impuestos.

Mi amigo, el maestro desencantado de una clase dirigencial mediocre, decía que la estrategia de la renovación siempre fue sostener y fortalecer la educación y la cultura en Misiones, y que eso se lo evidencia, aún más, cuando se observa el contexto nacional.

Contaba, que un reciente informe del Observatorio de Argentinos por la Educación reveló que, entre 2004 y 2021, la mitad de las provincias argentinas redujo la proporción de su presupuesto destinada a educación, encendiendo alarmas sobre el futuro del país. Mientras la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Mendoza lideraron ese ajuste (con caídas de 8,8 y 7,3 puntos porcentuales, respectivamente), Misiones se destacó: aumentó su inversión educativa con relación a su Valor Agregado Bruto en 5,9 puntos, situándose junto a Catamarca entre las que más esfuerzo fiscal realizaron en el sector. Este dato no es menor si consideramos que el 75% del financiamiento educativo depende de los gobiernos provinciales y que la ley nacional fija como meta, aún lejana, el 6% del PBI para educación. Además, el informe señala que el 78% del presupuesto educativo se destina a salarios, mientras que la inversión en infraestructura sigue siendo marginal, lo que demuestra la necesidad de mejorar tanto el monto como la calidad del gasto.

En este escenario desigual, la apuesta del misionerismo por ampliar la inversión educativa marca una diferencia fundamental. La historia demuestra que quienes priorizan la educación, incluso en tiempos de crisis, resisten mejor y abren caminos de esperanza. Sin embargo, pese al esfuerzo evidente, aún estamos en deuda con toda la familia docente. Esa deuda es estatal, política y social: todavía falta reconocer en hechos concretos la dignidad, formación y vocación de quienes sostienen la escuela pública día a día.

Hoy, la política parece reducirse a la administración de crisis y la gestión de miserias. Por eso, tenemos el deber de exigir que se redoblen los esfuerzos presupuestarios en Educación. El caso de Misiones lo ejemplifica: Passalacqua proyectó para el próximo año un aumento del 36,6% para el área, alcanzando un presupuesto de 1.021 millones de pesos y creando un Fondo de Financiamiento Educativo Provincial. Pero, no es suficiente. No alcanza con resistir los recortes nacionales y sostener el equilibrio fiscal cuando se tiene la posibilidad –y la urgencia– de transformar radicalmente el destino de una sociedad.

Nuestra clase dirigente, sin distinción de partidos ni figuras públicas, ha evidenciado una miopía preocupante. La corrupción erosionó los cimientos de la confianza pública y, aún peor, secuestró el sentido de la política, que debería ser el arte de armonizar intereses y buscar el bien común.

Hasta aquí, el gobierno de Javier Milei se ha distinguido por recortes brutales y un desprecio cínico hacia la inversión social, mientras proclama amor por la “libertad” y olvida que no hay libertad posible sin educación, sin cultura y sin seguridad social.

Educar no es sólo preparar jóvenes para el mercado laboral ni formar autómatas que repiten fórmulas vacías. Educar es formar para la vida democrática, para la participación consciente y el debate argumentado. Es un deber cívico enseñar las normas básicas de la ciudadanía, historia, literatura, ciencia, ética, empatía; formar personas capaces de pensar críticamente. Futuros líderes que sepan expresar ideas con matices y rechazar la violencia como vía de reclamo.

Saben qué pasa, la ignorancia es peligrosa en democracia, porque facilita la manipulación, la demagogia y la violencia social. Y en esto, la clase política debe asumir su responsabilidad: su mediocridad y divisiones han fomentado una cultura de enemistad, olvidando que la política es, por esencia, el arte de construir consensos. Creo ya haberlo dicho párrafos arriba.

Mi amigo, el maestro que por las tardes saca fotocopias y vende libros escolares, tiene razón cuando dice que la educación debe ser defendida como derecho colectivo y como herramienta fundamental del sistema democrático. Cada joven debe ser formado como si de su mente dependiera el porvenir del país; cada persona debe tener la oportunidad de convertirse en dirigente, no por ansias de poder, sino porque solo una sociedad lúcida y bien formada puede impedir los abusos, la corrupción y la decadencia institucional.

En Misiones, a pesar del contexto adverso y la histórica falta de apoyo nacional, se apuesta por el incremento del presupuesto en salud (1.009 millones de pesos, un 37,8% más que el año anterior) y en educación, como les decía, segundo en cantidad de partidas. El presupuesto presentado por Passalacqua para 2026 refleja un compromiso con el equilibrio fiscal, pero sobre todo con la dignidad y el bienestar ciudadano. Avanzar hacia una educación de calidad y una cultura robusta es la mejor garantía de salud democrática y prosperidad social.

Para terminar, mi amigo, el maestro desilusionado del sindicalismo y de la política, me tiró la idea de impulsar un pacto político a favor de la educación pública, en el que los candidatos se comprometan a aumentar el presupuesto para educación y cultura de forma escalonada, además de unos puntos que me detalló con un anotador de bolsillo y un lápiz. Automáticamente le dije que nadie nos iba a dar bola. Primero me trató de fatalista y después me dijo que veía a Oscar Herrera Ahuad al frente de ese timón, lo fundamentó diciendo que fue el único candidato a diputado Nacional que se comprometió con la educación púbica y que durante una reunión en la UNAM dijo que “cueste lo que cueste” va a estar al lado de la universidad pública. Y él elije creer.

Miren, no dudo de la palabra de Oscar de la misma manera y por los mismos motivos por los que creo en la de mi amigo el maestro, pero sí descreo que el resto de los candidatos esté dispuesto a suscribirse al pacto.

En definitiva, la principal trinchera contra la corrupción, la miseria y el atraso es la escuela pública, el centro cultural, la biblioteca abierta, el aula donde se cultiva pensamiento crítico. Ya lo saben, un pueblo que invierte en educación y cultura siembra mejores dirigentes: personas lúcidas, con capacidad de diálogo y herramientas para afrontar los desafíos de los tiempos difíciles. Esa apuesta, que trasciende gobiernos, ideologías y nombres, define si una sociedad avanza o se resigna a la repetición de sus fracasos.

Por eso, hoy más que nunca, el reclamo por un mayor presupuesto para educación y cultura debe ser un grito colectivo, un pacto ciudadano. Nos jugamos en ello la posibilidad de construir una Argentina más justa, diversa y libre. Eduquemos como si el destino de toda la nación dependiera de eso. Porque depende, efectivamente, de eso y mis amigos lo saben.

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Una encuesta que anuncia el 2027

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

 

Quería hablarles sobre nihilistas y estoicos. Planeaba un título así: ¿Nihilistas o estoicos? El ideal político según Maquiavelo. La mecha la había prendido hace unos días un colega, en una reyerta en territorios de X. La idea era reflexionar sobre la aptitud política de ambas corrientes. Después de hurgar en mi biblioteca, hacer anotaciones y comenzar a darle forma al texto, una encuesta cambió el rumbo. Así que dejemos a un lado a tan honorables celebridades y metámonos un poco al barro.

Les decía que hay una encuesta de opinión pública, finalizada el viernes por la tarde, realizada con la intención de medir el impacto electoral tras los audios que vinculan a Karina Milei y a Lule Menen en una trama de corrupción y traiciones. Se trata de una consultora seria, profesional y el encargo fue realizado por un sector del Gobierno Nacional. El 15% de la muestra se hizo sobre terreno y el resto a través de un sistema de voz; Posadas, la Berna del Cantón, también estuvo en esa fotografía junto a otras ciudades del país.

La imagen negativa del presidente Javier Milei en Posadas es del 62%, a la par de Cristina Fernández de Kirchner, que alcanza el 65%. Al gobernador Hugo Passalacqua también se lo midió: una imagen positiva del 45% y negativa del 38%, el resto no sabe o no contesta. Números redondos.

Además, el muestreo indagó sobre el impacto por otros dos casos de presunta corrupción que afectan a la gestión libertaria. La evaluación de la expectativa del electorado sobre la marcha de la economía y sobre la llamada “sensación inflacionaria” también está reflejada en el trabajo; a simple vista, las proyecciones no debieron caer bien en la Casa Rosada.

También se midió la intención de voto de los candidatos a diputados nacionales que encabezan lista en cada distrito electoral. El 37,60% de las personas encuestadas afirmó que votará por Oscar Herrera Ahuad, punta de lanza de la renovación. El extenista Diego Hartfield, de La Libertad Avanza, quedó en segundo lugar con 28,35%.

Detrás siguen los votos dispersos, donde ninguno de los postulantes supera el 14%, ni un experimentado Ramón Puerta con 5,78%, ni el personaje del momento, Germán Palavecino, el expolicía patrocinado por su camarada de amotinamiento, Ramón Amarilla, que apenas llega al 2,55%.

Probablemente, el doctor Carlos Adrián Nuñez, celoso guardián de la dupla Karina-Lule, haya recibido esa encuesta. “¿Viste lo que te dije? Había que confiar. Todo fue ganancia. Hasta acá no hubo pérdidas”, comentó el doctor a uno de sus compañeros de golf mientras elegía su palo más largo y potente, el que suele utilizar para los golpes de salida. Tras el hallazgo, completó la frase: “Ahora hablemos de 2027”. No había noticias de la tormenta de Santa Rosa a esas horas del sábado por la tarde.

Un pensamiento similar pulula en diferentes círculos políticos del Cantón, donde se observa un 2027 inmediato, lo que lleva a prepararse, incluso ante un posible escenario de adelantamiento de las elecciones presidenciales. Este último punto fue motivo de interconsultas entre algunos bloques del Senado.

Sin que hayan pasado aún las elecciones de octubre, en Misiones hay dirigentes que ya preparan la ingeniería de nuevos partidos políticos y valijeros que golpean la puerta de jóvenes empresarios ofreciendo una plaza en “la gran campaña electoral” rumbo a las generales. Qué quieren que les diga, realmente los felicito.

En estas elecciones, el radicalismo sabe que no llega ni al cuarto puesto, pero necesita mantener un piso alto para negociar desde una mayor posición de fuerza ante un futuro aliado. El actual concejal y diputado provincial electo, Santiago Koch, es el encargado de planificar el futuro de la UCR; ahora habrá que ver qué esfuerzos realiza Gustavo González para potenciar ese visible impulso.

El PRO, en el Cantón, planea a otros niveles, aunque el partido parezca estancado. El senador Martín Goerling Lara parece haber aprendido, en muy poco tiempo, a mantener el equilibrio mientras hace malabares sobre una telaraña. Mauricio Macri comenzó a prestarle atención desde que se volvió un interlocutor lúcido entre sectores en pugna o distanciados. Tiene lazos de amistad con Patricia Bullrich, llegada directa a los Menem, a Santiago Caputo y a todos los bloques del Congreso, incluso con la vicepresidenta Victoria Villarruel.

El senador, que también analiza escenarios más allá de las próximas elecciones, integra dos comisiones bicamerales claves en el Congreso. Una es la de Seguridad, donde ejerce la presidencia, y la otra es la que controla las actividades de los organismos de Inteligencia, la conocida como “Bicameral fantasma”. Tal vez, sea en el marco de esas áreas por las que suele mantener reuniones con funcionarios de la embajada de Estados Unidos.

No todos parecen estar pensando más en 2027 que en las elecciones de octubre. Están también quienes saben que primero hay que sembrar para cosechar y que, siguiendo los acontecimientos políticos, la calidad de la semilla y el proceso adecuado de germinación, son fundamentales. Experiencia vs improvisación.

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Legislativas: analizando el comportamiento electoral

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Fernando OZ

 

 

Quienes más conocen sobre campañas electorales —especialistas, consultores y quienes las han experimentado personalmente— coinciden en que las elecciones legislativas o de medio término no se asemejan a las generales, donde está en juego el Poder Ejecutivo.

Hoy les propongo intentar acercarnos, aunque sea un poco, al comportamiento del electorado del Cantón en el contexto de elecciones legislativas nacionales, y de paso, observar cómo se movieron los engranajes electorales de las principales fuerzas políticas que disputaron el territorio. Preparen pochoclos.

Tomemos como punto de partida la primera elección legislativa nacional del siglo: el turbulento 2001. Gobernaba Fernando De la Rúa, ya se había aprobado la ley de flexibilización laboral y el FMI otorgaba a la Argentina un préstamo de 40 mil millones de dólares en modo “salvataje”. Domingo Cavallo era el ministro de Economía y tenía en marcha el plan de “déficit cero”, que implicaba recortes para estatales y jubilaciones, el famoso 13%. Para octubre de ese año, el desempleo alcanzaba a 4,8 millones de personas.

En ese escenario, en Misiones se presentaron siete listas y las urnas favorecieron al Frente por el Cambio, que obtuvo el 44,17% de los votos. El oficialismo en la provincia logró dos de los tres escaños en juego en la Cámara baja del Congreso: el exgobernador Julio César Humada y Celia Isla de Saraceni. La banca restante fue para el radical Hernán Damiani, quien lideraba una alianza integrada por tres partidos y obtuvo el 40,49%, guarismo que los radicales no volvieron a repetir.

El Frente Grande se quedó sin representantes (6,25%), al igual que el MAP de Jorge Galeano (5,50%), Acción por la República (1,77%) —partido de tendencia liberal fundado por Cavallo—, el Partido Comunista (0,98%) y el Partido Humanista (0,84%). Dos datos más de esa elección: el voto en blanco alcanzó el 6,38% y, pese a la desazón de aquel momento, participó en el acto electoral el 73,43% de los empadronados en la provincia. Contexto local: Carlos Rovira era gobernador y su antecesor, Ramón Puerta, que pasó a ocupar una banca en el Senado, desde donde buscaba continuar manejando los hilos del poder provincial.

Las siguientes legislativas tuvieron lugar en 2005 bajo una coyuntura completamente distinta. Néstor Kirchner gobernaba el país, la economía se había estabilizado y crecía impulsada por una macro favorable. En la provincia, Rovira había liderado la salida de la crisis, rompió vínculos con Puerta, fundó el Frente Renovador de la Concordia (FRC) y con ese nuevo sello, dos años antes, obtuvo su reelección.

Para disputar las tres bancas en la Cámara baja se presentaron diez listas. El Frente Renovador logró dos diputados nacionales con el 46,47%Miguel Iturrieta y Fabiola Bianco. El Frente Justicialista para la Victoria —con el PJ en su interior— sentó a Emilio Kakubur en el Congreso con un discreto 27,53%.

Las ocho listas restantes tuvieron una performance muy baja. El tercer puesto fue para los radicales y sus socios del Partido Intransigente (11,58%), seguidos por el MAP (6,35%), el Partido Socialista (1,67%), el Movimiento de Integración y Desarrollo (1,60%), el Frente Grande (1,57%), el Frente Unidad para el Cambio (1,42%), el ARI de Elisa Carrió (1,03%) y el Partido Comunista (0,78%). El voto en blanco fue del 7,96% y la participación electoral alcanzó el 71,91%.

Sigamos con las legislativas nacionales de 2009, en las que compitieron nueve listas. El país era gobernado por Cristina Fernández de Kirchner y, a raíz de las retenciones, el sector agropecuario se hallaba en pie de guerra con el apoyo de una oposición fortalecida. En Misiones, Maurice Closs era gobernador, Rovira presidía la Cámara de Representantes y lideraba el partido.

Ese año, el oficialismo provincial tuvo una victoria arrolladora, la más significativa de todas las legislativas nacionales hasta la fecha. Con el 48,12%Alex Ziegler y Silvia Risko fueron electos diputados nacionales. Lejos en segundo lugar, Ramón Puerta, con el Frente Unión PRO-Dignidad, obtuvo una banca con el 16,73%, pese al respaldo de la Sociedad Rural, de corporaciones como Bayer y Massalin Particulares, y de su amigo Mauricio Macri.

El Frente Renovador de la Concordia enfrentó otros dos oponentes fuertes: el primero, que agrupaba al kirchnerismo y al PJ junto a otros tres partidos, se denominó Frente Justicialista de la Dignidad y el Progreso y fue liderado por Ricardo Biazzi, abogado y académico de impecable trayectoria. Lograron el 16,63%. El otro competidor relevante fue la UCR, que ese año se recompuso a nivel nacional, pero en el Cantón tuvo una baja performance con el 10,10%.

Las cinco listas restantes fueron: Frente de la Esperanza (3,51%), Partido Socialista (1,64%), MAP (1,64%), Partido Comunista (0,88%) y Unión de Centro Democrático (0,74%). El voto en blanco llegó al 6,40% y la participación electoral fue del 69,32%, la cifra más baja registrada.

Avancemos al 2013, en el que se presentaron cinco listas. Se transitaba el segundo mandato de CFK, con su imagen en descenso y saliendo a la luz casos de corrupción en el Gobierno; la actividad industrial había disminuido un 1,2% siguiendo la tendencia global de ese momento. En Misiones, Closs también recorría su segundo mandato y se repitió la fórmula Ziegler-Risko, que volvió a imponerse (43,20%). La banca restante en la Cámara baja fue para el benemérito contador Luis Pastori (26,62%), de la UCR.

Unión Popular no logró acceder (14,66%), aunque llevaba en la lista a Ramón Puerta y Humberto Schiavoni. Tampoco alcanzó el Frente para la Victoria (11,23%); ese año el kirchnerismo y el PJ también enfrentaron a la renovación. El quinto lugar fue para el Partido Socialista (4,28%). El voto en blanco fue bajo (1,56%) y la participación se incrementó (78,81%).

En las elecciones de medio término de 2017, gobernaba el país Mauricio Macri y Hugo Passalacqua transitaba su segundo año como gobernador. La relación entre ambos fue cordial, aunque con momentos de tensión; el mandatario provincial había instaurado la doctrina de “gobernabilidad con gobernabilidad se paga”, como una especie de “política exterior” hacia una Casa Rosada distante.

En ese año, el Frente Renovador de la Concordia, junto a ocho partidos —entre ellos el PJ—, mantuvo su invicto y obtuvo dos diputaciones nacionales, con el habilidoso Ricardo Wellbach y la olvidable Flavia Morales, gracias al 42,76% de los votos. Luis Pastori logró su reelección con el 33,61% bajo la bandera del Frente Cambiemos, sumatoria del PRO y el radicalismo. Por primera vez desde 2001, la oposición superó el umbral del 30%.

Detrás llegó el Partido Agrario y Social (12,73%), encabezado por Martín Sereno. Le siguió Unión Popular (4,17%), con Pedro Puerta al frente. Las últimas cuatro listas: Frente Avancemos (1,86%), Partido Nuevo Octubre (1,85%), Partido Obrero (1,65%) e Instrumento Electoral por la Unidad Popular (1,36%). El voto en blanco alcanzó un pico histórico de 8,96% y la participación electoral fue del 78,11%.

Las legislativas del 2021 tuvieron una coyuntura única: estábamos atravesando un duelo, irritados, enojados. Veníamos de sobrevivir la pandemia, nunca habíamos contado tantos muertos. La economía mundial era de tiempos de guerra y Argentina acarreaba la deuda que había pedido Macri al FMI durante su gestión, para emparchar la década K, según él. Y como si fuera poco, Alberto Fernández gobernaba el país.

Sobre ese escarpado escenario tuvo que manejar Oscar Herrera Ahuad la provincia. Llevó el Estado a todos lados, fuimos los primeros en salir de la cuarentena, el déficit se mantuvo razonablemente controlado. Y quiero decirlo, Oscar se comportó con el temple de un cirujano operando en la caja de una ambulancia moviéndose en primera línea, a toda velocidad, haciendo zigzag y esquivando escombros. Todos lo vimos.

Sin embargo, en esas legislativas nacionales el Frente Renovador de la Concordia –con el PJ adentro– mete un solo diputado en la Cámara baja del Congreso: el doctor “Carlitos” Fernández (36,65%), otro olvidable. La lista ganadora fue la de Juntos por el Cambio (40,86%), la entonces alianza entre la UCR, el PRO y Activar, que encabezó Martín Arjol y secundó Florencia Klipauka.

En esas elecciones se habían presentado cinco listas. Las tres restantes fueron el Frente de Todos (15,29%) –con el Pays de Cacho Bárbaro incluido–; Partido Libertad, Valores y Cambio (3,65%) que llevó a Ninfa Alvarenga como cabeza de lista, y el Partido Obrero (3,55%). Los votos en blanco fueron 2,08% y hubo una partición del 68,66%.

Las elecciones de medio término están íntimamente influenciadas por el desempeño del gobierno nacional y su política económica. En la provincia, la consolidación del Frente Renovador de la Concordia como fuerza predominante, los oportunos cambios de alianzas de las diferentes fuerzas políticas y el surgimiento de nuevas alternativas reflejan por un lado, la constante búsqueda de representación política y por el otro, el enojo y apatía social por falta de respuesta a las demandas ciudadanas. Los porcentajes de voto en blanco y la participación electoral funcionan como termómetros de la satisfacción o el desencanto social.

Este año, para las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre, en el Cantón competirán diez listas, como en 2005. El Frente Renovador NEO, con Herrera Ahuad como punta de lanza; la lista de La Libertad Avanza con Diego Hartfield; se presenta Activar con el regreso de Ramón Puerta; la kirchnerista Cristina Brítez va con Fuerza Patria; Cacho Bárbaro con el Pays; la UCR con Gustavo González; el Partido Libertario lleva a Ninfa Alvarenga; el Partido Obrero a Florencia Aguirre; el Partido FE a Germán Palavecino; y se presentó FORJA con Dalila Blach.

La distribución de las tres bancas en juego se define bajo la aplicación del sistema D´Hondt, con sus características y alcances. Está especificado en el capítulo III, artículo 161, del Código Nacional Electoral. ¿Qué lista superará el histórico 40% base para poner dos diputados? ¿Cuál sacará la diferencia necesaria respecto al primero para quedarse con una banca? Queda claro que dos listas tienen chances, el resto es maquillaje electoral y supervivencia política.

A lo largo de las últimas dos décadas, las elecciones legislativas en el Cantón, la mayoría prefirió preservar en el Congreso al oficialismo provincial. El electorado misionero se apropió de la herramienta electoral y la ejerce como defensa ante el lobby porteño.

De cara a unas nuevas elecciones, el escenario repite patrones: la competencia se centra en dos grandes listas, mientras el resto sólo busca consolidar presencia y no desaparecer políticamente. El sistema de reparto de bancas y la lógica de alianzas continúan definiendo la representación legislativa en una provincia donde su electorado privilegia la defensa de su identidad y autonomía frente al poder central. Así, el ejercicio democrático en el Cantón revela una sociedad cada vez más crítica y exigente. Dato indispensable para que tenga en cuenta la dirigencia a la hora de renovar el pacto ciudadano con sus representantes.

El gran negocio detrás de las listas de candidatos

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