Opinión
El Eternauta, la serie que hacía falta, en el momento preciso

Por: Maco Pacheco
Ilustrador
Desde que Hollywood comenzó a adaptar con éxito historias de los comics a la pantalla cinematográfica, los fanáticos argentinos comenzamos a fantasear, comentar y discutir en foros y en charlas casuales cuales serían las obras argentinas que mejor podrían ser adaptadas, y por sobre todas las demás, El Eternauta, era en la que todos coincidíamos.
Publicada en 1957, escrita por Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, El Eternauta es una de esas obras que te atrapa desde la primera página y no te suelta hasta terminar de leerla, en mi caso, en una tarde completa, creo que tenía por entonces 14 años, no lo recuerdo bien, lo que si recuerdo claramente es terminarla y dar vuelta inmediatamente el libro, y releerla una vez más.
La obra narra la historia que Juan Salvo, El Eternauta, “según lo bautizó una especie de filósofo a fines del siglo XXI”, le cuenta al mismo Oesterheld en una noche de 1957 tras materializarse de la nada en la silla que estaba frente suyo. En esa charla que dura una noche en la ficción, nos enteramos de la nevada mortal, que mataba todo lo que tocaba y que encontró a él y sus tres amigos mientras jugaban una partida de truco en su casa de Vicente López, donde estaban también su esposa, Elena y su hija Martita, y de como tuvieron que unirse y colaborar para poder sobrevivir a esa catástrofe.
En la adaptación de Netflix, escrita y dirigida por Bruno Stagnaro, hay grandes diferencias con la obra original, festejadas por algunos, entre los que me incluyo y duramente criticadas por los lectores de comics de paladar negro. Esos comiqueros de lomo plateado que sienten una afrenta personal cuando a Superman, por ejemplo, le cambian los calzoncillos por pantalones largos, le cambian el tono de piel a algún personaje coprotagonista, o la peor de todas las ofensas, cuando cambian de género a algún personaje masculino de la historia, cualquiera sea.
La primer gran adaptación es el cambio de epoca, ¿Cómo traer a la actualidad una realidad de 1957?, porque en aquel entonces la obra planteaba lo cotidiano, lo actual. ¿Cómo lograr la incomunicación, tan importante para la trama, en la era de las comunicaciones?. La solución es simple y perfecta, un pulso electromagnético que deja inservible todo aparato electrónico, dejando utilizable solo lo mecánico, por así decir. De esta manera vemos Estancieras, Rastrojeros y otros modelos antiguos andando por las calles nevadas de Buenos Aires sin tener que recurrir a una reconstrucción de época, que no sería lo mismo, ni tendría la misma fuerza de identificación con el espectador.
Otra adaptación que causó grandes discusiones es la piscología de los personajes, que distan mucho de la moral impoluta, desinteresada y heroica del comic, ahora son mucho más humanos, más mezquinos, egoístas y hasta reprochables por momentos, pero que acercan mucho, mucho más a esos personajes a seres cotidianos que deben superar todas esas mezquindades para dejar de lado el yo y pensar en la supervivencia común, en el héroe colectivo, que sí esta muy presente en la obra original, la noción que “aquí nadie se salva solo”, lema que desencadenó en la mas grande de las discusiones, la que partió aguas e inundó las redes, la peronización de la serie.
Duelos furiosos se generaron en las redes sociales de uno y otro lado de la calle política más importante del país, peronismo Vs Libertarios, por buscar englobar. Los segundos reprochan a los primeros querer peronizar, o politizar la serie, y estos primeros, lo afirman contentos.
“Todo quieren politizar” reprochan los libertarios, confesos u ocultos.
Pero cuál es esa identidad política que unos festejan como propias y enaltecen orgullosos, mientras los otros reniegan de ello. No se habla de política en la serie, no se nombran referentes políticos en ningún momento, ni de uno ni de otro lado. quizás el por qué es mucho mas profundo que un mero hecho partidista y apunta mas al hueso de una identidad política.
Es quizás que el héroe es colectivo y compuesto por personas comunes, que nadie se salva solo, que la cultura tan identitaria de lo popular, un llavero con la imagen de la selección, un piquete, la oración y una estampita del gauchito gil, un mate o un truco revalorizados ante lo extranjero por esa argentinidad que exhala en todo momento, y que son apreciadas como símbolos por un lado político y tan denostadas por el otro, hablando siempre en sus polos mas opuestos y en sus referentes mas extremos.
Otro gran acierto de la serie, entre muchos otros como los efectos visuales, la musicalización y las actuaciones, es el lenguaje y los términos que expresan ese argentinismo puro, en vez de “español neutro” en pos de tener una mayor llegada de la serie a nivel mundial, cosa que consiguió igualmente, que se convirtió en la serie de habla no inglesa mas vista del planeta y la serie con mejor puntuación en Rothen Tomatoes.
Otro elemento de argentinidad presente y muy fuerte en la trama de la adaptación que no está, por lógica temporal ya que el comic transcurre en el 57, es que el protagonista, Juan Salvo, interpretado por Ricardo Darín, sea un ex combatiente de la guerra de Malvinas, y que Malvinas no son traducidas a Falklands en ninguna de sus traducciones por decisión de la producción.
Entonces, ¿Cuáles son esos elementos que un lado político defiende y enaltece, son denostados por el otro?, esos elementos que lleva a unos a acusar a los otros de querer usarlas como un folleto político de propaganda, al punto que el mismo Luis Majul en su programa de televisión invitó a los realizadores a aclarar su neutralidad política e ideológica y exhortó a que tengan cuidado para no ser usados, (Majul tambien dijo en su programa que el Papa Francisco también era usado por movimientos de izquierda), en una clara negación de la identidad social y política que decidieron tomar en ambos casos. O quizás, lo que se toma de argumento partidario, y el más importante y trascendente de todos, es saber el destino que sufrió su escritor, Germán Oesterheld, quien fue secuestrado, torturado y asesinado, al igual que lo hicieron previamente con sus cuatro hijas Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18), dos de ellas embarazadas, y tres de sus yernos, por las fuerzas armadas durante la última dictadura militar de 1976.
“Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. […] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del ’77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso”.
Relato Eduardo Arias
Por todos estos condimentos cinematográficos es que la serie se convirtió en un símbolo de argentinidad para los espectadores casuales, que disfrutaron una gran obra de acción y suspenso, perfectamente ambientada, actuada y musicalizada en la TV.
Y todo ese bagaje político, histórico y social que los partidos “nacionales y populares” adoptan y reivindican como propios y genera enfrentamiento a los del sector contrario; reivindicación que no es nueva, durante los gobiernos kirchneritas fueron adoptados por sus seguidores como elementos de la identidad cultural, al punto tal que se creó el “Nestornauta” tras la muerte del expresidente Néstor Kirchner. Y en 2012 se dio el primer antagonismo político con la obra, cuando Mauricio Macri, por aquel entonces jefe de Gobierno Porteño, vetaba el ingreso de El Eternauta a las escuelas porteñas por considerarla “un elemento de adoctrinamiento camporista” mientras promovía, un 0800 creado para que los padres o alumnos denunciar a los maestros por adoctrinamiento en las escuelas.
Es imposible no politizar la obra, y si me preguntan, es deseable que ni siquiera se lo intente. Que cada obra cargue con el peso y el bagaje político que tenga, sea cual fuera su perfil, y que no sea censurada ni despolitizada sólo por no querer generar debates, tan propio de estos tiempos; porque si el arte, en un comic, en un libro, en una canción, una película o una serie, como en este caso, no genera debates sería solo un entretenimiento vano, casual y momentáneo, carente de futuro, que puede ser fácilmente abandonado para siempre en el olvido, a diferencia del Eternauta, que siempre vendrá en el formato que sea, para recordarnos que nadie se salva solo y que el único héroe, es el héroe colectivo.
Opinión
Una presión fiscal que ahoga: el modelo impositivo misionero está agotado

Ariel “Pepe” Pianesi
@pepepianesi
La contracción de la economía y la caída del consumo de alimentos y productos básicos vuelven a poner en agenda el abusivo sistema de tributación que sostiene la gestión renovadora en Misiones.
A la crisis de la yerba mate y la mandioca, ahora se suma el pedido de auxilio del sector forestal, que atraviesa uno de los momentos más difíciles de los últimos años. La combinación de baja demanda en el mercado interno y parálisis total del mercado externo deja a esta industria clave en una situación crítica. En un comunicado reciente, AMAYADAP —la asociación que nuclea a empresas del rubro— reclamó medidas urgentes al gobierno provincial, entre ellas, la devolución de saldos a favor en el impuesto a los Ingresos Brutos.
Este es un punto que venimos señalando desde hace mucho tiempo. A pesar de los esfuerzos de la oposición, aún no existe claridad sobre el monto total acumulado en concepto de saldos a favor, aunque se estima que equivale a más de una recaudación fiscal completa de un año. Y lo más grave: no hay señales de voluntad política para devolver esos montos, permitir su compensación o, al menos, eximir de las retenciones automáticas en cuentas bancarias.
Otro aspecto crítico es el de los anticipos impositivos. Si bien el impuesto sobre los Ingresos Brutos se cobra en todas las provincias con tasas similares, muy pocas exigen su pago adelantado. Esta práctica distorsiva afecta profundamente al sector privado: achica el comercio, encarece los productos para el consumidor final y termina desalentando la inversión, el desarrollo y la creación de empleo.
El modelo misionero llega a extremos que no se ven en otras jurisdicciones. Un ejemplo es la retención del 8% sobre rendimientos de inversiones bursátiles, como los plazos fijos. Es decir, si un ciudadano busca cubrirse de la inflación invirtiendo su dinero, la Agencia Tributaria de Misiones le cobra no una, sino dos veces: al ingresar el dinero a su cuenta, y luego sobre las ganancias obtenidas. Todo esto, a pesar de que la Comisión Arbitral ha señalado que esa retención es ilegal.
Y como si todo esto fuera poco, el sistema se completa con una verdadera aduana interna, que obstaculiza el libre comercio dentro del país, castiga a las empresas locales y expulsa inversiones hacia provincias vecinas o incluso hacia Paraguay. Son muchas las empresas que abandonaron Misiones o dejaron de operar con ella por considerar que la carga impositiva supera la rentabilidad.
Este modelo fiscal, basado en una recaudación insaciable para sostener una caja electoral inédita en el país, está agotado. Es urgente rediscutir la matriz impositiva y avanzar hacia un sistema que premie a quienes invierten, generan empleo y apuestan por el desarrollo. Misiones tiene todo para ser un polo productivo, comercial y exportador. Pero para eso, necesitamos un régimen impositivo que empuje, no que asfixie.
(*) Diputado Provincial UCR
Opinión
Entre el berrinche de la adolescencia y la madurez

Por: Fernando Oz
Cuando Fernando De la Rúa presentó su renuncia a la presidencia y se montó al helicóptero en diciembre de 2001, el desencanto social con la clase política había alcanzado a todos, sin distinciones partidarias. Todo acabó en otro desastre. Gases, piedras, represión, tiros, heridos y muertos. Los manifestantes buscaban a cuanta cámara o micrófono se les ponía por delante para gritar “que se vayan todos”.
Querían un despertar distinto, con dirigentes políticos enteramente nuevos, no contaminados. Los argentinos querían empezar desde cero, una utopía casi adolescente para un país que había retomado la senda de la democracia dieciocho años antes.
En el país siempre ha habido algún partido joven que, denunciando a la vieja política vigente, anunciaba el advenimiento de una nueva era. Lo hicieron Alem e Yrigoyen contra los conservadores en el radicalismo inicial. También los socialistas y los demócratas progresistas contra los conservadores y los radicales ya convertidos en casta. Lo hizo Perón, la Ucedé de Alsogaray, el Frepaso de Chacho Álvarez y Bordón, el ARI de Carrió, el PRO de Macri. Por diversos motivos, todos los intentos purificadores de la casta de ayer desembocaron en frustración. Y ahora es el turno de La Libertad Avanza de los hermanos Milei.
Los argentinos nos hemos caracterizado por exigir que el cambio, el ideal o lo deseado se alcance de un solo golpe. Todo de la noche a la mañana. Lamento decirlo, pero hemos sido y aún somos culturalmente golpistas. Es que somos impulsivos y el golpismo es propio de los países adolescentes.
Cuando venían Uriburu, Lonardi, Onganía o incluso Videla sobre sus tanques, miles de argentinos aplaudían. Cuando Alfonsín anunciaba que con la democracia se cura, come y educa, millones le creyeron. Cuando Menem habló de la revolución productiva, lo siguieron. ¿Cuántas ilusiones despertó la Alianza? ¿Cuántos confiaron en ese presidente poco conocido que llegaba del sur, desgarbado, con un ojo extraviado y mocasines deslustrados? ¿Y esa nueva centro derecha que inauguró Macri?
Al esperar demasiado de cada cambio, el impulsivo adolescente pasa de la ilusión a la frustración y de ella a una nueva ilusión. Pero, sin que debamos renunciar a la utopía de un mañana perfecto, los argentinos también deberíamos reconciliarnos con la modesta realidad que nos rodea. El realismo de la madurez.
Seamos honestos, ni en el país de los últimos años ni en el bendito Cantón Verde han faltado políticos nuevos. Sucede que cada tanto, como burla malvada del cosmos o de los dioses, la regeneración de dirigentes se profundiza en plazos breves, otras en años, incluso generaciones. Ha ocurrido y seguirá ocurriendo.
En esta sociedad liquida del scroll y del like fácil, el político nuevo enfrenta un problema insoluble. Si viene de fuera del sistema de la política, pronto fracasa por falta de experiencia. Si triunfa, es que supo adquirir experiencia. Pero una vez que la adquirió, ya no es un político nuevo. Es ahí donde aparece el impulso adolescente, el berrinche.
La renovación de la vida política es, por cierto, un objetivo loable, pero debe ser gradual, para darles a los nuevos la ocasión de aprender a aprovechar lo bueno y desechar lo malo de los que están, ya que la política es un arte consumado que no se domina de la noche a la mañana.
En los días y en los meses que nos esperan nuestro desafío no será sólo elegir entre los candidatos a diputados nacionales, sino también el de ver cuánta distancia podemos tomar de las intensas emociones del país. El realismo periférico, que es el que nos compete por ser un Estado de menor injerencia en el concierto nacional, necesita de la madurez. Para los intereses de Misiones un legislador nacional es lo que es para un país una representación diplomática, un defensor de una política de Estado.
Ahora, el Frente Renovador de la Concordia postulará a Oscar Herrera Ahuad como candidato a diputado nacional. Es uno de los políticos con mayor conocimiento público de la provincia y con una imagen positiva que roza el 80%. Para octubre tendrá 54 años, médico pediatra de la salud pública curtido en San Pedro, ex ministro de Salud, vicegobernador y gobernador, y actual presidente de la Legislatura provincial. Un hombre con experiencia, conocimiento del territorio, hecho en esa mística misionerista, producto inacabado de la evolución de la Renovación; de la fuerza política a una instancia de pensamiento político regional en desarrollo.
Para los libertarios de paladar negro el candidato natural es Javier Lanari, nació en Misiones hace 40 años, es periodista y se jacta de ser amigo de Milei desde hace una década, cuando lo sacaba al aire en un programa de Radio Rivadavia. Es ducho y hábil en su ámbito, los medios. No tiene experiencia legislativa ni en cargos públicos, desde diciembre de 2023 trabaja como subsecretario de Comunicación y Medios de la Nación, puesto que le ofreció su ex coequiper radial, Manuel Adorni. Es un activo defensor de las políticas de vaciamiento del Estado, pese a que dos de sus hermanos tienen importantes cargos en el Gobierno, uno en Senasa y otro en Yacyretá.
Por ahora ellos son los principales candidatos de las dos fuerzas políticas más importantes según los datos que arrojó las elecciones del 8 de junio. En el PJ misionero aún no hay nada claro, mientras algunos esperan señales desde el balcón de CFK otros prefieren salir a apoyar a Herrera Ahuad. Habrá que ver que fichas mueve Héctor Cacho Bárbaro, revitalizado diputado provincial electo y viejo aliado del kirchnerismo en la Cámara baja del Congreso. El estado del radicalismo y el PRO sigue siendo delicado, aunque con signos vitales estables.
Habrá que ver qué decisión toman las fuerzas políticas del Cantón, tal vez hayan aprendido la lección del pasado, de ayer nomás, y decidan dejar el berrinche de la adolescencia para ingresar en el mundo acotado de la madurez. Se trata, en resumen, de asumir con sencillez las reglas. De escuchar atentos, serenos, lúcidos, conscientes, las palabras del paso del tiempo que nos susurra lo mortales que somos; como el esclavo que machacaba al oído del general romano diciéndole: “recuerda que sólo eres un hombre”.
Opinión
Volver a la gente: cuando la política debe hacerse invisible para volverse esencial

Por Dr. Héctor Julio Franco
La política atraviesa una de sus mayores crisis de representación. Pero no porque falten propuestas, sino porque sobra “puesta en escena”. En tiempos donde todo se vuelve campaña, todo se sobreactúa y todo se mide por likes, la comunicación política se ha transformado en una caricatura de sí misma.
Las redes sociales irrumpieron con fuerza y, como toda herramienta poderosa, ofrecieron al principio una promesa: horizontalidad, acceso directo, posibilidad de construir diálogo con la ciudadanía. Pero como suele ocurrir cuando la política instrumentaliza algo, terminó por contaminarlo.
Lo que alguna vez fue un puente, hoy se parece más a una cloaca. El caso de X (antes Twitter) es paradigmático: la plataforma que en su origen era un espacio de opinión plural, hoy es un campo minado de acusaciones, burlas, fake news, operaciones y agresiones personales. La estrategia de la política negativa, que antes se limitaba a pasillos o medios tradicionales, hoy encuentra en las redes su mejor escenario. Y su peor versión.
El resultado es una saturación generalizada. El elector, lejos de ser interpelado, está abrumado. No escucha, no responde, no conecta. Se encierra en su propia realidad, mientras la política insiste en hablarle desde otra.
Las campañas se volvieron acartonadas, superficiales, invasivas. Se repiten una y otra vez las mismas imágenes impostadas, los mismos mensajes calculados, las mismas sonrisas forzadas. Pero nadie escucha. Porque, en realidad, nadie está hablando con el otro, sino exhibiéndose frente a un espejo.
Frente a esto, es urgente una nueva estrategia. No una vuelta atrás nostálgica, sino una evolución real: pasar de la megacampaña al gesto directo. De la sobreexposición al contacto real. De la saturación al silencio significativo. De la comunicación en masa a la micropolítica.
¿Qué es la micropolítica?
El término “micropolítica” ya ha sido trabajado en algunos marcos teóricos. Gilles Deleuze y Félix Guattari lo abordaron desde la filosofía para referirse a los procesos sutiles, invisibles, que se dan en los vínculos sociales y que también son políticos. En el ámbito de la ciencia política, autores como James C. Scott también analizaron las formas cotidianas de resistencia y construcción de poder. Sin embargo, su aplicación concreta a la comunicación electoral sigue siendo incipiente.
En este contexto, propongo resignificar la micropolítica como una estrategia de reconexión simbólica y emocional con el votante real. Se trata de acciones pequeñas, discretas, no masivas, pero cargadas de contenido humano. Visitas a una guardia de hospital, entrega de un reconocimiento silencioso a un guardaparque, escuchar sin grabar, agradecer sin subirlo a las redes. Esa es la nueva forma de hacer política que interpela desde el alma, no desde el algoritmo.
La micropolítica no busca viralizarse, busca quedarse. No apunta a likes, apunta a la memoria emocional. No habla para todos, escucha a uno. Y en ese uno, está el todo.
Es hora de que la política vuelva a ser un acto de humanidad. Y para eso, tiene que aprender a hacerse invisible. Porque lo verdaderamente esencial, siempre fue lo que no se ve.
-
Policiales hace 4 días
Falleció la tercera víctima del siniestro entre un micro y una moto en Santo Pipó
-
Policiales hace 6 días
Micro embistió una moto en Santo Pipó: una joven y un niño fallecieron
-
Judiciales hace 2 días
Dispusieron la liberación de otro ex policía acusado por intento de sedición
-
Judiciales hace 2 días
Joaquín Orrego libre: “Ahora, a recuperar el tiempo perdido con la familia”
-
Policiales hace 3 días
Boqueteros roban caja fuerte con $20 millones de un aserradero en Eldorado
-
Policiales hace 6 días
Once allanamientos y quince detenidos en barrio Laurel por robos en Posadas
-
Policiales hace 1 día
Cayó gendarme que fue a retirar 18 kilos de éxtasis enviados desde Misiones
-
Política hace 2 días
Queman Judas Kái de Javier Milei en fiesta de San Juan