Opinión
El Eternauta, la serie que hacía falta, en el momento preciso

Por: Maco Pacheco
Ilustrador
Desde que Hollywood comenzó a adaptar con éxito historias de los comics a la pantalla cinematográfica, los fanáticos argentinos comenzamos a fantasear, comentar y discutir en foros y en charlas casuales cuales serían las obras argentinas que mejor podrían ser adaptadas, y por sobre todas las demás, El Eternauta, era en la que todos coincidíamos.
Publicada en 1957, escrita por Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, El Eternauta es una de esas obras que te atrapa desde la primera página y no te suelta hasta terminar de leerla, en mi caso, en una tarde completa, creo que tenía por entonces 14 años, no lo recuerdo bien, lo que si recuerdo claramente es terminarla y dar vuelta inmediatamente el libro, y releerla una vez más.
La obra narra la historia que Juan Salvo, El Eternauta, “según lo bautizó una especie de filósofo a fines del siglo XXI”, le cuenta al mismo Oesterheld en una noche de 1957 tras materializarse de la nada en la silla que estaba frente suyo. En esa charla que dura una noche en la ficción, nos enteramos de la nevada mortal, que mataba todo lo que tocaba y que encontró a él y sus tres amigos mientras jugaban una partida de truco en su casa de Vicente López, donde estaban también su esposa, Elena y su hija Martita, y de como tuvieron que unirse y colaborar para poder sobrevivir a esa catástrofe.
En la adaptación de Netflix, escrita y dirigida por Bruno Stagnaro, hay grandes diferencias con la obra original, festejadas por algunos, entre los que me incluyo y duramente criticadas por los lectores de comics de paladar negro. Esos comiqueros de lomo plateado que sienten una afrenta personal cuando a Superman, por ejemplo, le cambian los calzoncillos por pantalones largos, le cambian el tono de piel a algún personaje coprotagonista, o la peor de todas las ofensas, cuando cambian de género a algún personaje masculino de la historia, cualquiera sea.
La primer gran adaptación es el cambio de epoca, ¿Cómo traer a la actualidad una realidad de 1957?, porque en aquel entonces la obra planteaba lo cotidiano, lo actual. ¿Cómo lograr la incomunicación, tan importante para la trama, en la era de las comunicaciones?. La solución es simple y perfecta, un pulso electromagnético que deja inservible todo aparato electrónico, dejando utilizable solo lo mecánico, por así decir. De esta manera vemos Estancieras, Rastrojeros y otros modelos antiguos andando por las calles nevadas de Buenos Aires sin tener que recurrir a una reconstrucción de época, que no sería lo mismo, ni tendría la misma fuerza de identificación con el espectador.
Otra adaptación que causó grandes discusiones es la piscología de los personajes, que distan mucho de la moral impoluta, desinteresada y heroica del comic, ahora son mucho más humanos, más mezquinos, egoístas y hasta reprochables por momentos, pero que acercan mucho, mucho más a esos personajes a seres cotidianos que deben superar todas esas mezquindades para dejar de lado el yo y pensar en la supervivencia común, en el héroe colectivo, que sí esta muy presente en la obra original, la noción que “aquí nadie se salva solo”, lema que desencadenó en la mas grande de las discusiones, la que partió aguas e inundó las redes, la peronización de la serie.
Duelos furiosos se generaron en las redes sociales de uno y otro lado de la calle política más importante del país, peronismo Vs Libertarios, por buscar englobar. Los segundos reprochan a los primeros querer peronizar, o politizar la serie, y estos primeros, lo afirman contentos.
“Todo quieren politizar” reprochan los libertarios, confesos u ocultos.
Pero cuál es esa identidad política que unos festejan como propias y enaltecen orgullosos, mientras los otros reniegan de ello. No se habla de política en la serie, no se nombran referentes políticos en ningún momento, ni de uno ni de otro lado. quizás el por qué es mucho mas profundo que un mero hecho partidista y apunta mas al hueso de una identidad política.
Es quizás que el héroe es colectivo y compuesto por personas comunes, que nadie se salva solo, que la cultura tan identitaria de lo popular, un llavero con la imagen de la selección, un piquete, la oración y una estampita del gauchito gil, un mate o un truco revalorizados ante lo extranjero por esa argentinidad que exhala en todo momento, y que son apreciadas como símbolos por un lado político y tan denostadas por el otro, hablando siempre en sus polos mas opuestos y en sus referentes mas extremos.
Otro gran acierto de la serie, entre muchos otros como los efectos visuales, la musicalización y las actuaciones, es el lenguaje y los términos que expresan ese argentinismo puro, en vez de “español neutro” en pos de tener una mayor llegada de la serie a nivel mundial, cosa que consiguió igualmente, que se convirtió en la serie de habla no inglesa mas vista del planeta y la serie con mejor puntuación en Rothen Tomatoes.
Otro elemento de argentinidad presente y muy fuerte en la trama de la adaptación que no está, por lógica temporal ya que el comic transcurre en el 57, es que el protagonista, Juan Salvo, interpretado por Ricardo Darín, sea un ex combatiente de la guerra de Malvinas, y que Malvinas no son traducidas a Falklands en ninguna de sus traducciones por decisión de la producción.
Entonces, ¿Cuáles son esos elementos que un lado político defiende y enaltece, son denostados por el otro?, esos elementos que lleva a unos a acusar a los otros de querer usarlas como un folleto político de propaganda, al punto que el mismo Luis Majul en su programa de televisión invitó a los realizadores a aclarar su neutralidad política e ideológica y exhortó a que tengan cuidado para no ser usados, (Majul tambien dijo en su programa que el Papa Francisco también era usado por movimientos de izquierda), en una clara negación de la identidad social y política que decidieron tomar en ambos casos. O quizás, lo que se toma de argumento partidario, y el más importante y trascendente de todos, es saber el destino que sufrió su escritor, Germán Oesterheld, quien fue secuestrado, torturado y asesinado, al igual que lo hicieron previamente con sus cuatro hijas Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18), dos de ellas embarazadas, y tres de sus yernos, por las fuerzas armadas durante la última dictadura militar de 1976.
“Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. […] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del ’77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso”.
Relato Eduardo Arias
Por todos estos condimentos cinematográficos es que la serie se convirtió en un símbolo de argentinidad para los espectadores casuales, que disfrutaron una gran obra de acción y suspenso, perfectamente ambientada, actuada y musicalizada en la TV.
Y todo ese bagaje político, histórico y social que los partidos “nacionales y populares” adoptan y reivindican como propios y genera enfrentamiento a los del sector contrario; reivindicación que no es nueva, durante los gobiernos kirchneritas fueron adoptados por sus seguidores como elementos de la identidad cultural, al punto tal que se creó el “Nestornauta” tras la muerte del expresidente Néstor Kirchner. Y en 2012 se dio el primer antagonismo político con la obra, cuando Mauricio Macri, por aquel entonces jefe de Gobierno Porteño, vetaba el ingreso de El Eternauta a las escuelas porteñas por considerarla “un elemento de adoctrinamiento camporista” mientras promovía, un 0800 creado para que los padres o alumnos denunciar a los maestros por adoctrinamiento en las escuelas.
Es imposible no politizar la obra, y si me preguntan, es deseable que ni siquiera se lo intente. Que cada obra cargue con el peso y el bagaje político que tenga, sea cual fuera su perfil, y que no sea censurada ni despolitizada sólo por no querer generar debates, tan propio de estos tiempos; porque si el arte, en un comic, en un libro, en una canción, una película o una serie, como en este caso, no genera debates sería solo un entretenimiento vano, casual y momentáneo, carente de futuro, que puede ser fácilmente abandonado para siempre en el olvido, a diferencia del Eternauta, que siempre vendrá en el formato que sea, para recordarnos que nadie se salva solo y que el único héroe, es el héroe colectivo.
Opinión
Necesitamos voces confiables en el Congreso

Por: Fernando Oz
En el horizonte inmediato las elecciones legislativas del 26 de octubre, donde se ponen en juego 127 bancas en la Cámara de Diputados y 24 en el Senado. Además, ese día, los argentinos ratificarán o no, con el voto, la gestión de Javier Milei frente al Poder Ejecutivo. Una evaluación sobre la mitad de su mandato.
Si los libertarios embanderados en La Libertad Avanza ganan, el corte deshumanizante de la motosierra se profundizará en todo el país y tocará sectores que aún no han sido alcanzados. La inflación volvió, la devaluación se come el salario, aumenta el desempleo y la inseguridad se siente a diario; ese es el cuadro actual, las proyecciones son desalentadoras.
Si las oposiciones ganan, la ecuación de fondo no cambiará demasiado. Habrá más voces en el Congreso en contra de un avasallante presidente con poco apego a las normas democráticas, pero el Gobierno mantendrá el rumbo.
Los cálculos están hechos. Aunque realice una inmejorable elección legislativa, Milei tiene claro que seguirá sin mayoría en el Congreso. Lo que significa que para avanzar con sus planes necesitará de los legisladores de las fuerzas aliadas, partidos provinciales, o cualquier solitario dispuesto ofrecer el voto a cambio de algo.
A nivel nacional el PJ aparece como la opción opositora más fuerte. A los argentinos nos gusta tropezar con la piedra de las polarizaciones, de las antinomias estúpidas; ayer se llamaron unitarios y federales, después llegaron los conservadores y los que no lo eran, y así la vamos llevando, estancándonos y pisando el palito de nuestra propia ignorancia. Hoy asistimos a una nueva temporada de peronismo y antiperonismo. En medio de sus propias internas el PJ toma cuerpo frente a un Milei que logró disciplinar al alicaído Pro de Mauricio Macri y a un sector del radicalismo.
Entre las alternativas de menos peso, la más importante es la que ofrecen cinco gobernadores que se presentan como una variante de centro con una mirada más federal, sin kirchnerismo ni libertarios. Una suerte de “ancha avenida del medio” pero sin Sergio Massa. En esa arquitectura andan el cordobés Martín Llaryora, el santafecino Maximiliano Pullaro, el chubutense Ignacio Torres y el santacruceño Claudio Vidal.
Este nuevo frente, bautizado como Provincias Unidas, busca sumar a otros mandatarios, pero al parecer no hay una estrategia que favorezca a todos por igual. Por otro lado, dos gobernadores radicales arreglaron para ir junto a La Libertad Avanza: Alfredo Cornejo, de Córdoba, y Leandro Zdero, de Chaco. El entrerriano Rogelio Frigerio también se sumó al sello violeta. En Corrientes, Gustavo Valdés prefirió no sumarse a la liga.
En distinta medida, los gobernadores dependen del dinero que el Ejecutivo “federal” recauda en su nombre y luego reparte. Pero en su afán por conseguir superávit fiscal, Milei se ha quedado con esos fondos provinciales, una estrategia de estrangulamiento financiero que completó con la paralización total de la obra pública nacional y de la prestación de servicios de seguridad social.
Según el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, el 51% de los ingresos totales de Misiones provienen de recursos de origen nacional, lo que coloca a la provincia entre las más independientes en términos económicos. Eso se alcanzó, hay que decirlo, gracias a la gestión del Frente Renovador de la Concordia; la década de los 90 había dejado a la provincia endeudada y con una dependencia que rondaba el 80%. Fueron años de orden fiscal y crecimiento sostenido.
En todo este concierto, qué nos toca a los ciudadanos de Misiones, cuál es la mejor opción. Podemos inclinarnos hacia el aceleracionismo libertario en medio de la tempestad, volver a confiar en los partidos tradicionales con base en el puerto de Buenos Aires o apostar a los acuerdos de coyunturales montados sobre la hora.
También podemos darle el voto a los oportunistas del enfado colectivo, mal direccionado al gobierno local, que vieron la oportunidad y gritaron más fuerte. Por lo general suelen ser los más peligrosos. Algunos aparecen de la nada con sellos partidarios, financistas fantasmas, un poco de marketing para la ocasión, prestándose al baile y pintándose la cara. Otros van boyando de alianza en alianza para sobrevivir en el mercado político.
El Frente Renovador de la Concordia sabe que cuenta con la confiabilidad, tras una satisfactoria y ordenada gestión administrativa. El balance final es ese 49% de independencia. Dato inapelable. Esa es la principal opción del que vive en Misiones y anhela alcanzar esos dos puntos que le garantizan el camino de autonomía marcado por Carlos Rovira.
Pero la renovación también sabe que su performance durante las últimas elecciones fue la peor desde su creación. El desgaste propio de los años y el exitismo de una minúscula elite aburguesada erosionó su credibilidad. Ojo, porque esa misma vara le cabe a toda la clase política del país, por eso la recuperación de la credibilidad es una tarea prioritaria de la Argentina democrática.
Para ganar credibilidad, hay que sincerarse. Para sincerarse, hay que reconocer públicamente aquellas verdades que incomodan. Ese primer paso ya lo dió Oscar Herrera Ahuad. Lo hizo el lunes último, en Alem, con micrófono en mano y ante ciento treinta referentes de salud de la zona sur del Cantón, cuando pidió a los diputados nacionales que acompañen con el voto la ley de financiamiento de emergencia sanitaria pediátrica, conocida como la Ley Garrahan.
En las elecciones del 26 de octubre Misiones renueva tres de las siete bancas que ocupa en la Cámara de Diputados en el Congreso de la Nación. Nadie duda sobre los resultados de la renovación, lo podemos palpar con ese 49% de prolijidad financiera que le permite hoy, en este contexto, cumplir con las obligaciones salariales sin debilitar la prestación de seguridad social. Sus vaivenes políticos dejan, en cambio, una larga estela de interrogantes.
Si a la confiabilidad, Herrera Ahuad sigue marcando la diferencia, se recuperará la credibilidad y la provincia se asegurará una voz independiente y con experiencia a favor de los misioneros.
Opinión
Tratamiento impositivo especial para Misiones

Luis Pastrori
En fecha 1/8/2016 se publicó en el Boletín Oficial la Ley 27.264, denominada “Programa de Recuperación Productiva” más conocida como “Ley Pymes”, la que en su Título II propone la aplicación de tratamientos impositivos especiales para el fortalecimiento de estas empresas.
A instancias del suscripto, se incorporó como Artículo 10 un texto que textualmente expresa: “Facúltese al Poder Ejecutivo nacional para implementar programas tendientes a compensar a Micro, Pequeñas y Medianas Empresas en las zonas de frontera que éste establezca por asimetrías y desequilibrios económicos provocados por razones de competitividad con países limítrofes, para lo cual podrá aplicar en forma diferencial y temporal herramientas fiscales así como incentivos a las inversiones productivas y turísticas”.
Lamentablemente este artículo nunca fue reglamentado, ni por el gobierno de Macri ni por el de Alberto Fernández ni tampoco por el actual de Milei. Su propósito claro y transparente es el de otorgar beneficios impositivos y fiscales a las Pymes fronterizas como las de Misiones en particular, que sufren las asimetrías -especialmente tributarias- con Paraguay y Brasil, países con los que comparte un 90% de sus límites, ahogando sus posibilidades de crecimiento y
desarrollo en un contexto de nula competitividad.
En la gestión Fernández-Massa-Cristina el gobierno renovador misionero se entusiasmó con la promesa de la creación de una “Zona Aduanera Especial” (similar a la de Tierra del Fuego). Sin embargo, y habiéndose aprobado un artículo en la Ley de Presupuesto para el año 2022, el mismo fue vetado por el propio Alberto Fernández. Repetido luego en la Ley de Presupuesto 2023, y a pesar de las promesas que repetidamente hiciera el Ministro de Economía Massa –por entonces candidato a presidente-, finalmente nunca se concretó.
Por ello, y ante las dificultades que implica aprobar una nueva norma en dicho sentido, lo más accesible es insistir por enésima vez en la reglamentación del Art. 10 de la Ley 27.264, que solamente requiere de la voluntad del Poder Ejecutivo de dictar un decreto que lleve beneficios concretos y que alivien la situación fiscal y económica de nuestras empresas y, en consecuencia, de los consumidores que somos todos.
¿Cuáles podrían ser algunas de esas medidas? En forma temporal y por un plazo de cinco (5) años, se podrían considerar por ejemplo las siguientes:
a. Impuesto a las Ganancias: Reducir del 25 al 15% la alícuota del impuesto para aquellas empresas que declaren ganancias netas de hasta $ 101.679.000 anual (monto vigente para 2025)
b. IVA: Programa de reintegro del impuesto para consumidores de la provincia de Misiones
c. Impuesto a los débitos y créditos bancarios: alícuota cero (0%)
d. Impuesto a los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono: Reducción de un 50%
e. Reducción de contribuciones patronales y mayor crédito fiscal en IVA por las
contribuciones patronales.
Advertimos en su momento que la “Zona Aduanera Especial” era algo muy difícil de lograr y luego de concretar. El camino de reglamentar el Art 10 de la Ley Pymes nos debe unir a todos para convencer al país central que Misiones necesita imperiosamente una mirada diferencial que tienda a compensar en alguna medida las carencias de infraestructura básica como gas natural, transporte ferroviario, autopistas, así como el injusto reparto de recursos de la Coparticipación Federal de Impuestos donde Misiones percibe menos que las demás provincias del NEA (Corrientes, Chaco y Formosa) a pesar de registrar la mayor cantidad de habitantes en la región.
Pero todo ello también requiere el esfuerzo que debe hacer el gobierno de la Provincia en el sentido de bajar la presión tributaria que es una de las más altas del país, en especial con el Impuesto sobre los Ingresos Brutos, sus altas alícuotas, los cuantiosos saldos a favor de los contribuyentes que nunca se recuperan y la inconstitucional implantación de la llamada “aduana paralela”, todo lo cual agrega un costo que finalmente lo terminamos soportando los habitantes vía precios en las góndolas.
Nación y Provincia tienen pues la enorme responsabilidad de comenzar a brindar respuestas. Los misioneros, el derecho y el deber de reclamar por todas las vías lo que legítimamente nos corresponde.
*Diputado Provincial y Nacional –M.C.
Opinión
El federalismo y la fiebre Argentum

Por: Fernando Oz
@F_ortegazabala
Ustedes disculparán, pero cada vez que dos o más gobernadores izan las banderas del federalismo me asalta cierta incredulidad. Es que basta con verlo por el espejo retrovisor del tiempo y ya me dirán qué opinan. Me sucedió esta semana cuando leí en los portales de noticias que los mandatarios de Córdoba, Santa Fe, Chubut, Jujuy y Santa Cruz abrieron al resto de sus colegas la puerta de un frente electoral de espíritu federal como una alternativa a la polarización entre el oficialismo libertario y el peronismo.
No es la primera vez que surgen iniciativas de este tipo, casi siempre impulsadas por los cordobeses y los santafecinos. El problema de fondo, también lo sabemos, no es ideológico ni partidario, sino de caja, y cuanto más nos acercamos al puerto de Buenos Aires la tentación por la plata crece. Así lo supieron los Llaryora y Pullaro de ayer, los que traicionaron a sus colegas contemporáneos cada vez que tuvieron oportunidad.
El lobby porteño siempre se las ingenió para sabotear el federalismo de este bendito país. Comenzaron birlando parte de los impuestos de la corona del reino de España, hasta que decidieron que era mejor no envirar nada, luego llegó la independencia y fueron por las riquezas de las provincias. Es que se habían quedado sin el comercio de la plata altoperuana, el tabaco y la yerba de Paraguay y los cueros de Uruguay, pero conservaban la formidable aduana, donde germinó la fiebre Argentum.
Pese al poder territorial, en términos de metro cuadrado y recursos, las provincias siempre terminaron tranzando con el puerto del Río de la Plata. Fue la alianza de las provincias en el Congreso lo que permitió la creación de la figura de presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y designaron a Bernardino Rivadavia, que acababa de llegar de hacer negocios por Europa, para ocupar el cargo. Rivadavia era un porteño de la clase alta de la época, integrante del círculo de los comerciantes y hacendados que sumaban nuevos negocios derivados de sus tradicionales exportaciones.
Después vino otro porteño para que administre el asunto entre el puerto y las provincias, Vicente López y Planes, poeta, creador del Himno Nacional Argentino y conocido abogado entre contrabandistas con patente de aduana, cuatreros reconvertidos en señores de la guerra y comerciantes ingleses de ultramar que se casaban con criollas para hacerse de tierras.
Desde entonces —y pasando por la guerra civil entre Buenos Aires y las provincias, incluso durante la hegemonía de Rosas, el Restaurador que terminó siendo más porteñista que el mismo Rivadavia—, la balanza de poder siempre estuvo a favor del lobby del puerto, que con el tiempo se quedó con el manejo de buena parte de los recursos estratégicos de las diferentes provincias, ya sea mediante empresas, impuestos o la simple apetencias del caudillo de turno.
El pico máximo de la puja se dio en la década de 1850, cuando Buenos Aires se independizó de las provincias. Las tropas federales habían sitiado a los porteños por tierra y una escuadra naval bloqueaba el río a punta de cañón. Estaban rodeados y resolvieron la cuestión sobornando al jefe de la escuadra, un estadounidense de apellido Coe, por dos millones de pesos y otros tantos para algunos hacendados de provincia, porque los traidores siempre estuvieron presupuestados. Más adelante llegó Bartolomé Mitre con la misión de fortalecer el poderío porteño y su influencia en la economía agroganadera.
En total, de 50 presidentes que hemos tenido, incluidos los de facto, 17 eran porteños, 13 de Buenos Aires y cinco de Córdoba. De los 21 militares que estuvieron frente a la Presidencia, siete nacieron en territorio bonaerense, cinco en suelo porteño y tres en Entre Ríos. En definitiva, en el país de los argentos el Poder con mayúsculas siempre giró
alrededor del puerto y las provincias agroganaderas. No se trata del lugar de nacimiento, sino de un sistema en el que da igual si el que se sienta en el sillón de Rivadavia fuese formoseño o porteño. Todos terminan pintándose la cara de unitario.
El último presidente del Norte Grande fue el correntino Arturo Frondizi, depuesto por una conspiración cívico militar en 1962. El único patagónico fue Néstor Kirchner.
De los últimos diez presidentes, es decir desde el retorno de la democracia, sólo hubo dos porteños: Alberto Fernández y Javier Milei. Cuatro bonaerenses: Raúl Alfonsín, Eduardo Duhalde, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. Fernando De la Rúa era cordobés, pero antes de ser presidente fue jefe del Gobierno porteño. El riojano Carlos Menem y el puntano Adolfo Rodríguez Saá, llegaron de esa parte del país donde los negocios de sus minerales se cierran con empresas extranjeras con oficinas con vistas al Río de la Plata.
Pero volvamos al presente, al frente nacional electoral que empujan los gobernadores Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Nacho Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz). El documento que emitieron no fue muy novedoso, más que el espíritu ya parece el arquetipo del reclamo de los mandatarios provinciales desde que nos independizamos de su majestad: “Hay un grito federal que necesita voces en el Congreso. Como gobernadores, tenemos la enorme responsabilidad de defender los intereses de nuestras provincias y, al mismo tiempo, contribuir a la gobernabilidad de la Argentina”.
A ese nuevo esquema se podría sumar el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz: autónomo, alejado del kirchnerismo, sin pertenencia a La Libertad Avanza y con un fuerte anclaje provincial. También hay conversaciones con otros mandatarios. La idea es sumar al pelotón con ADN localista que se mantienen por fuera de las estructuras nacionales tradicionales, como Alberto Weretilneck de Río Negro, el neuquino Rolando Figueroa, Claudio Poggi de San Luis y el sanjuanino Marcelo Orrego.
Hugo Passalacqua podría convertirse en un actor gravitante en esta nueva liga del federalismo político. “Cuando hay unanimidad de todas las provincias, hay participación nuestra, pero cuando son descolgados o cuando tienen aspecto más de disolución que dé solución hay que ver qué pasa”, observó un importante funcionario de Misiones, aunque reconoció que el país se encuentra frente “a un Estado central absolutamente indiferente e insensible a las problemáticas de las provincias”.
Por el momento, la iniciativa, bautizada simbólicamente como “un grito federal”, no atrajo demasiado al resto de los mandatarios. El correntino Gustavo Valdés prefirió tomar distancia, al menos durante estas elecciones. La mayoría prefiere esperar.
Desde antes de la Constitución de 1853, la que adopta la forma de gobierno representativa, republicana y federal, los argentinos venimos discutiendo el desequilibrio entre las provincias pobres y ricas. Hace más de doscientos años el puerto del Río de la Plata nos recuerda la arrogancia y mezquindad de los argentos.
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