Historias
Yvytu Porá, de la visión de Juanita al astroturismo en Salto Encantado
Respetar la sabiduría de los ancestros, continuar el legado y también compartirlo. La cosmovisión guaraní, interpretada desde adentro y bajo el cielo nocturno del Salto Encantado. La comunidad Yvytu Porá encontró la manera de mantener viva su historia, pero a la vez combinarla con el turismo para adaptarse a los nuevos desafíos de la modernidad.
Yvytu Porá, que en lengua mbya guaraní significa “lindos vientos”, está ubicada en pleno pulmón verde del valle del Cuña Pirú, sobre la ruta provincial 7, a unos 15 kilómetros de la localidad de Aristóbulo del Valle.
Está conformada por 24 familias y fue fundada el 27 de septiembre de 2011, luego de una visión manifestada a través de un sueño en la cacica Juanita. La fecha -casualidad u obra de los dioses- coincide con el Día Internacional del Turismo, fenómeno socio-económico que la comunidad adoptó como propio en todas sus formas y sacó provecho como una manera de subsistir a los nuevos tiempos, pero también para mantener vivo el legado de los ancestros.
La visión de Juanita fue clara. Había que fundar una nueva comunidad en un lugar sano, con agua y selva. Pero encontrarlo no fue fácil.
“Ella tuvo la visión de fundar una comunidad nueva. A veces uno puede ir por ir, caminar el transcurso de la vida sin más, pero también hay que respetar lo que Dios o Tupá nos muestra, para poder estar en un lugar sano. Eso es lo que vio Juanita. Ello lo contó y eso lo buscamos en todos lados, recorrimos casi todo Misiones y lo encontramos acá”, contó Domingo Moreira, yerno de Juanita y segundo cacique de la comunidad, durante una recorrida por el lugar con La Voz de Misiones.
Para Domingo nada es casualidad. Yvytu Porá concentra todo y más de lo que Juanita vio en su sueño. Además, de 500 hectáreas de naturaleza viva y un recurso tan esencial como el agua, en la comunidad hay trabajo y prosperidad.
“Acá tenemos tacuaral, vertientes, arroyitos, selva. Entramos y todo fue mágico. De creer o no, pero en poco tiempo fuimos consiguiendo muchas cosas para estar mejor. En poco tiempo pudimos tener un pozo perforado para tener agua y un aula satélite que en ocho meses consiguió que sus chicos vayan a una feria de ciencia nacional. Incluso, acá tenemos trabajo”, añadió Domingo durante la caminata entre “correntadas” de hormigas, vuelos y cantos de aves, helechos centenarios, lianas y más flora autóctona.
En Yvytu Porá encontraron en el turismo un trabajo. Un horizonte. Una vía de intercambio cultural y una herramienta clave para combatir la discriminación y la segregación laboral.
“Nosotros llegamos acá un 28 de septiembre, pero el primero en ingresar con machete a abrir caminos fue Marcelo, el hijo mayor de Juanita. Él lo hizo un 27 de septiembre, que es el Día Internacional del Turismo. Eso no fue casualidad, Dios es un solo”, sostuvo Domingo y contó que “pensamos en el turismo también como una forma de que los chicos no vayan a tarefear (cosechar yerba), que no vayan al pueblo a mendigar, que tengan un trabajo acá. Yo mismo busqué trabajo por todos lados y nunca pude conseguirlo. No quise que los chicos de la comunidad pasen por lo mismo”.
En ese camino, hace unos seis años diseñaron y crearon un sendero interpretativo en el cual Domingo y otros guías mbya cuentan la historia de la comunidad, exhiben réplicas de viviendas, trampas de caza y transmiten lo más sagrado: la sabiduría de los ancestros y la interpretación de la cosmovisión guaraní.
“Para que los chicos tengan trabajo en este lugar pensamos en desarrollar algo nuevo y por eso creamos el sendero. Ahí podemos hablar con el visitante, ofrecerles nuestras artesanías, defender lo que sabemos y compartirlo con los demás. Compartir nuestra cultura”, añadió Domingo, que con 35 años ya es considerado como uno de los más sabios.
Hoy, el principal atractivo de la comunidad consiste en la transmisión de los saberes ancestrales sobre la cosmovisión guaraní. Y se da en forma mística, en un escenario único, bajo el cielo nocturno del Parque Provincial Salto Encantado, libre de toda contaminación lumínica. La experiencia se denomina Astroturismo y se realiza una vez al mes, mediante un acuerdo con las autoridades del área protegida y el Ministerio de Turismo de Misiones.
Allí Domingo saca a relucir su capacidad oratoria y su sabiduría ante visitantes de todas partes. Camina, enciende antorchas, espanta yaguaretés con silbidos e instrumentos típicos de la cultura guaraní y enseña todo lo que en su momento aprendió a través de relatos en medio de fogones con sus antepasados.
“Tuvimos la posibilidad de participar del Astroturismo en Salto Encantado y yo acepté, para ir a compartir lo que nosotros ya sabíamos a través de nuestros antepasados. En esas noches se habla bastante de los hermanos, que son la Luna y el Sol, pero también del espacio en general, que es el Araí. Se habla de las estrellas, de la vía láctea. Porque de todo eso siempre hablábamos con nuestros abuelos en los fogones, preguntando qué hay en el espacio, qué es lo que vemos de noche”, explicó.
El segundo cacique de Yvytú Porá relató que, mediante la observación e interpretación de las estrellas, pueden saber la hora, la fecha y la estación del año, como así también anticiparse a las inclemencias del tiempo. Además, pueden advertir en qué momento realizar plantaciones y renovar sus viviendas.
“También el Sol tiene su vida, porque descansa un tiempo. Ahí viene el pytu, que es la oscuridad y el que le acompaña es la Luna, que para la sociedad es hermana del sol, es una mujer, pero en la cosmovisión guaraní es el hermano, eso también voy rescatando en las charlas de noche. Todo eso abarca el Astroturismo“, adelanta Domingo.
La actividad en Salto Encantado arranca con una entrada en el restaurante del parque, prosigue con una introducción al tema de la mano de una presentadora y luego Domingo despliega su performance hasta llegar al escenario natural donde dos fogatas constituyen la única iluminación del lugar y también cumplen la función de “alejar” al “mal” en medio de la noche. El cielo nocturno toma protagonismo, el cacique se adueña de la palabra y la mística guaraní se apodera de la escena.
* La actividad de astroturismo en Salto Encantado es con cupos limitados. Los interesados en participar deben comunicarse al 3764-326694, de 9 a 17 horas.
Historias
Bonpland y las ruinas de un emporio tabacalero
Las ruinas dominan toda una esquina de Bonpland, a pocas cuadras del casco principal del pueblo, que debe su nombre al famoso naturalista francés y que el 18 de junio pasado celebró sus 130 años desde su fundación en 1894.
El conjunto ocupa algo más que una manzana e incluye una casona de estilo inglés que, aún abandonada, profanada y cercada por la vegetación, resiste el embate del olvido como una fortaleza de otro tiempo.
Los orígenes de las edificaciones que encienden el debate en el Bonpland de hoy, se pierden en la historia de este pueblo misionero que supo ser enclave tabacalero y conoció la bonanza de sus mejores días.
Destrucción
La casona de dos plantas es lo más antiguo del conjunto abandonado de Bonpland. Sus líneas exteriores y las características de la edificación, con gruesas paredes de piedra y finos detalles interiores, ubican su construcción en los primeros años del siglo 20.
De estilo modernista, la casona es austera de ornamentos y de gran funcionalidad interior, con espacios amplios y luminosos, varios baños y habitaciones que antaño estaban dotadas con lavatorios individuales.
Hoy, ingresar a la propiedad supone ir equipados para abrirse paso entre una vegetación espesa y espinosa, que avanza sobre la construcción, configurando un muro natural casi infranqueable.
Adentro, todo es destrucción. Los únicos vestigios del esplendor perdido son el piso de baldosas centenarias del zaguán de entrada, los zócalos de azulejos y los umbrales de mármol de Carrara. Todo lo demás fue arrancado de cuajo: puertas, ventanas, sanitarios, caños y artefactos eléctricos.
Por todos lados hay grafitis: figuras, símbolos, nombres de furtivos visitantes, dibujados sobre las descascaradas paredes y que le dan al cuadro su definitivo toque distópico, propio de escenas sacadas de alguna película apocalíptica.
Gemelas
“Hay dos de esas casas en Misiones, la otra está en San Ignacio”, dice Ángel González, que habitó la propiedad durante tres años, entre 1997 y 2000, cuando llegó a Bonpland como encargado de una de las tabacaleras que explotó el complejo.
“Yo ocupaba la parte de abajo nomás”, cuenta el hombre a LVM. “Las paredes son anchas así, cada habitación tenía como una piletita”, describe González y apunta: “Era como un hotel para gente que venía de Europa”.
Los años que González trabajó en la industria tabacalera, fueron los últimos de la época dorada de Bonpland. “Esto era como una ciudad muy importante, con bancos, restaurantes, estaciones de servicio, hoteles”, comenta.
“Traían el tabaco en carreta, en ponchada o suelto, en esos carros polacos”, ilustra y agrega: “Cuando estaba crecido el arroyo El Tigre o el otro, se quedaban semanas acá, y por eso había hoteles”.
“Este era el centro neurálgico del tabaco, acá estaban Nobleza Piccardo, Massalin Particulares”, cuenta González y apunta que todos los edificios que fueron reconvertidos en residencias estudiantiles “eran de industrias tabacaleras”.
Ejemplo
González, que hoy está jubilado, llegó a Bonpland a mediados de los años `90. Nobleza ya no estaba. Tampoco Massalin. Faltaba poco para la debacle que se abatió sobre los galpones y el pueblo, pero las expectativas por entonces eran inmejorables, según dice.
De origen posadeño, González se vinculó al mundo del tabaco en Garupá. “Empecé en 1984 a trabajar en tabaco en la empresa Alfader SRL, que tenía un galpón arreglado para tener el producto en tránsito, y una fábrica de cigarrillos en Posadas, en la calle Buenos Aires”, recuerda.
Trabajando allí, se convirtió en sindicalista y llegó a ocupar la Secretaría General del Sindicato de Obreros del Tabaco en la tierra colorada por varios años. De esa época, González recuerda a Ramón Gudiño, histórico titular de la CGT Misiones, de quien asegura aprendió “el arte de la dirigencia sindical”.
En Bonpland, la empresa de González se hizo con las instalaciones que Nobleza ocupó hasta que se fue del pueblo: él, fue el encargado de rediseñar el predio para el almacenamiento de unos dos millones de kilos de tabaco, de los tipos Criollo, Burley y Virginia.
“Era una época de mucha sequía, se prendían fuego los pinos. De Garupá veíamos la llama azul de los incendios”, relata González y argumenta: “Había que ser muy cuidadosos con nuestros galpones llenos de tabaco”.
La inversión funcionó hasta que la familia del empresario Osvaldo Otero abrió la sociedad a capitales europeos, que terminaron quedándose con todo el paquete, hasta que el predio fue tomado por los trabajadores en diciembre de 2007, en reclamo de salarios caídos e indemnizaciones.
González afirma que la medida de fuerza, que adquirió ribetes de pueblada en plena Navidad, selló la suerte de aquel último de los emporios tabacaleros que habían puesto a Bonpland en el mapa.
“No tenía que haber ocurrido nunca”, dice González y sentencia: “Esas ruinas quedaron como ejemplo de las cosas que no se deben hacer”.
Historias
Lucas García, de Alem a visitar 30 países y estar cara a cara con Putin
Lucas Adrián García es oriundo de Leandro N Alem y a los 17 años tuvo la oportunidad de reunirse con el Papa Francisco en la Residencia de Santa Marta, en representación de los estudiantes argentinos, junto a otros cinco compañeros cuando cursaba el último año del colegio secundario, por lo que fue reconocido como “Joven Distinguido de la Ciudad”. Diez años más tarde, se encontró cara a cara con el presidente Vladimir Putin y vaticina un presente de “desarrollo y construcción de liderazgos” en tierras rusas, donde reside actualmente.
Desde muy joven, Lucas, despertó un gran interés por el campo político y las relaciones diplomáticas, por lo que una vez culminado el secundario, estudió y se graduó como técnico en Gestión Administrativa y Políticas Públicas en el Instituto Misionero de Estudios Superiores. Luego como licenciado en Gestión de Políticas Públicas por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y finalmente como teólogo, en el año 2022.
Además, cursó un profesorado en inglés hasta cuarto año, pero no logró graduarse debido a los “horarios laborales y constantes viajes a otros países”, de los que ya superó alrededor de 30 visitas, entre intercambios estudiantiles, parlamentos e invitaciones de universidades a distintas ciudades de Brasil, Paraguay, México, Suiza, Francia, Dubai, Costa Rica y Rusia, entre muchas otras.
Entrevistado por La Voz de Misiones, recordó: “Yo quería ser profesor, pero más tarde me di cuenta que tenía que tomar una decisión sobre mi futuro. Hoy no me arrepiento de haber estudiado inglés desde adolescente y después esa carrera, de la cual adquirí una herramienta fundamental para mi trabajo actual”.
De Alem al mundo
Sus primeras experiencias laborales se dieron en organismos públicos nacionales con sede en Misiones, como parte del equipo técnico de coordinación de la Beca Progresar, luego en el Centro de Estudios Regionales del Instituto Misionero de Estudios Superiores (IMES) y en un Centro Integrador Comunitario de la Municipalidad de Alem.
También fue partícipe de la fundación del Hub Posadas de la Comunidad Global Shapers, una iniciativa del Foro Económico Mundial con sede en Suiza. Se trata de una red mundial de jóvenes líderes destacados. “Hoy no estoy vinculado con la organización porque para ser miembro debes vivir en la ciudad, en ese tiempo vivía Posadas. Tuve la oportunidad de representar al Hub en la sede del Foro Económico Mundial y también fuimos a la ONU en Ginebra”, detalló.
A lo que agregó: “Esta ONG tiene pocos centros en Argentina y cada uno funciona de manera independiente, el primero fue fundado hace muchos años en Buenos Aires por Martín Lousteau. Y cuando conocí esta comunidad decidí fundar un espacio para los jóvenes talentosos de Posadas. Hoy hay muchos jóvenes que son miembros y ya por tercer año consecutivo alguien de Misiones llega a la sede del Foro Económico Mundial para la cumbre de la comunidad mundial”.
También fue contratado por el Silicon Misiones para trabajar como consultor de proyectos y responsable de la institucionalización de los ODS, foro de jóvenes que fundó en el año 2018 en la Cámara de Representantes. Luego continuó dando charlas en las escuelas y empresas de los diferentes municipios y en el año 2022, decidió entregar el liderazgo a otros jóvenes.
Cara a cara con Putin
El pasado lunes 8 de julio Lucas recibió una medalla y diploma firmado por Vladimir Putin, como presidente del Comité Nacional Preparatorio de Argentina, durante el III Congreso del Consejo Internacional de la Dirección del Festival al que asistieron ministros de juventud, diplomáticos y representantes de los Comités Nacionales de 117 países. Horas más tarde de ese mismo día tuvo la oportunidad de reunirse con el presidente en Moscú.
Sobre esa experiencia, enfatizó: “Significó muchísimo para mi este encuentro, más allá del reconocimiento por el trabajo realizado, la medalla y el diploma firmado por el presidente, que es algo que logramos con mucho esfuerzo. Es muy impresionante tener la posibilidad de no solo saludar, sino hablar por muchos minutos con uno de los líderes políticos más importantes del mundo”.
Sin embargo, reconoció que no fue la primera vez que estuvo tan cerca del líder ruso, sino que: “Fue la cuarta vez que he visto y escuchado al presidente en vivo en nueve meses. En la Conferencia Parlamentaria del año pasado, en el Festival Mundial de la Juventud en marzo, también tuve la oportunidad de hacerle una pregunta en un foro y el 18 de marzo- después de haber ganado las elecciones- fui invitado a asistir a su discurso en la Plaza Roja”.
Al recordar el encuentro del 8 de julio, agregó “Con mis colegas hablábamos de que no es fácil dimensionar todo en el momento, porque hacía pocos días él presidente había estado con los líderes en Vietnam, Corea del Norte y al día siguiente de la reunión con él, se reunió con el primer ministro de India. Por eso nos sorprendió que en medio de toda su agenda nos recibiera y escuchara”.
En esa oportunidad aprovecharon para adelantarle detalles de los nuevos proyectos de cooperación que están creando en el marco del Consejo Internacional de la Dirección del Festival Mundial de la Juventud: “Hoy es la única plataforma que une a los jóvenes dentro de sus países y claro, con Rusia”.
Una vez planteado el proyecto, Lucas aseguró que “cuando se fueron las cámaras el presidente se quedó unos minutos hablando con nosotros sobre nuestros países y nos respondió otras preguntas que le hicimos”.
Planes a futuro
Lucas lleva apenas algunas semanas residiendo en Rusia, desde donde se propone continuar su formación profesional y personal: “Para que a mi regreso a la Argentina pueda servirle a mi patria de manera eficiente y eficaz en el campo político y/o diplomático, teniendo en cuenta que hay una nueva visión multipolar de las relaciones internacionales”, afirmó.
El primer paso, será aprender ruso a través de una beca universitaria que conjuga herramientas de liderazgo: “Mientras trabajamos en pro de nuevas oportunidades de cooperación entre nuestros países”, refirió aludiendo a su país natal.
De esta manera, el fundador del Foro ODS misionero, continúa trabajando en la agenda de la juventud y el fortalecimiento de liderazgos personales y políticos.
Historias
Helmuth Pudor, el misionero que luchó en la Segunda Guerra Mundial para Hitler
Nadie oyó hablar de Helmuth Pudor en Bonpland. Tampoco parece haber rastro en el pueblo del apellido de esa familia de colonos alemanes que anotó su nombre en la efeméride de una de las operaciones militares más grandes en la historia de la guerra moderna: la Operación Barbarroja.
Helmuth tenía 23 años, la madrugada de aquel domingo 22 de junio de 1941, cuando las fuerzas alemanas invadieron la Unión Soviética, sin saber que estaban sellando el destino del Reich de los Mil Años, que había fascinado al joven colono desde la (a esa hora, lejana) adolescencia en Misiones.
Llevaba dos años en la guerra. Había combatido ya en todos los frentes, en una unidad de fusileros motorizados en la invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939; en el ataque a Francia, al año siguiente; como operador de radio de la Lutwaffe, la fuerza aérea alemana, había volado en misiones de bombardeo en la invasión de Creta y los Balcanes, y luchado contra cazas ingleses, en 1941.
Incluso, había sido condecorado por esas acciones con la Cruz de Hierro de Segunda Clase, que llevaba en el pecho esa noche de junio, volando como parte de la tripulación de uno de los cientos bombarderos Dornier (Do) 17, que se dirigían a atacar los primeros objetivos soviéticos, en una operación que se prolongaría por otros tres largos años de combates sangrientos y épicas batallas, que inscribirían también sus nombres en la historia.
Sin rastros
No queda rastro de Helmuth en el Bonpland de hoy, que discurre apacible entre las verdes serranías y apenas conserva unos pocos edificios de la época en que la familia del joven soldado de Hitler se instaló allí.
Imposible saber si la madrugada de la Operación Barbarroja, cuando volaba sobre la inmensidad de la estepa rusa en un avión cargado de bombas, el joven colono alcanzó a pensar siquiera por un instante en la selva misionera y sus sonidos, reproduciéndose en su interminable ciclo a miles de kilómetros de distancia.
Según el historiador Julio B. Mutti, en su libro Nazis Argentinos que pelearon en la Segunda Guerra Mundial, los Pudor era una entre las miles de familias de colonos alemanes que llegaron al país en 1925, a bordo de un barco famoso en la época: el Monte Oliva.
Los Pudor: Adalbrecht, de 46 años, y su esposa Hanna, de 35, llegaron a Misiones con tres hijos, Helmuth, Ekkhard y Sabine, de 10, 4 y 2 años.
“Los Pudor echaron raíces en el pueblo de Bonpland, no muy lejos de Oberá, en la actual provincia de Misiones y, según los archivos de la Unión Alemana de Gremios, de la cual Adalbrecht era miembro, se dedicaron casi de inmediato a la agricultura”, escribe Mutti.
“Helmuth Pudor tenía apenas 10 años cuando vio por primera vez a la inmensa e inacabable geografía argentina, con sus insondables campos apenas poblados por un puñado de hombres y mujeres de orígenes y nacionalidades heterogéneas”, relata el autor.
Mutti, cita una publicación de la revista de la Unión Germánica en Argentina, Der Bund, donde se señala que a los 14 años, en 1929, el mayor de los Pudor, nacido el 13 de mayo de 1915 en Berlín, ya formaba parte del entonces incipiente movimiento nazi en el país, cuatro años antes de que Adolfo Hitler llegara al poder en Alemania y terminara incendiando el mundo.
“Debemos entender que había ingresado en las clásicas actividades juveniles de la comunidad alemana de época, inspiradas o casi iguales a las Juventudes Hitlerianas de Alemania”, escribe el historiador.
Por otros registros, es posible también saber de múltiples eventos de grupos juveniles alemanes en varias localidades misioneras, como Oberá, Eldorado, San Javier, entre otras, a la par de la circulación de publicaciones alemanas editadas en el país, que reflejaban la época que se vivía en la “madre patria” con el ascenso de los nazis al poder.
De hecho, en 2020, el Centro Simón Wiesenthal hizo pública una lista de 12.000 nazis argentinos que contribuyeron al esfuerzo de guerra de Hitler, desde antes, incluso, de la creación del Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán, en Buenos Aires, en 1931, entre los que se cuentan muchos colonos alemanes radicados en la tierra colorada.
Decidido a regresar a Alemania, Helmuth dejó Bonpland en 1932, a los 17 años. En su libro, Mutti compara el viaje con una “odisea” y reconstruye el itinerario, de casi dos años, del muchacho de inconfundibles rasgos germánicos, criado en Misiones.
“Primero, se dirigió a San Javier y cruzó la frontera hacia Brasil, donde trabajó de panadero y en varios otros empleos para abrirse camino hacia el océano Atlántico”, escribe Mutti.
“Pasó por Santos y Ríos de Janeiro”, agrega el historiador. Señala que al cabo de unos meses en la capital carioca, en 1934 se embarcó como cocinero en otro trasatlántico famoso entonces, el Monte Sarmiento, que lo desembarcó en Hamburgo, el puerto de donde había salido con su familia hacia la Argentina nueve años antes.
Cuenta Mutti, que en Berlín, Helmuth, probó incierta suerte en diversos oficios, hasta que, llevado por el clima de fervor nacionalsocialista, se alistó en el ejército, que se entrenaba a la par del rearme alemán para la guerra que se avecinaba.
Lápiz volador
La noche de la Operación Barbarroja, Helmuth, estaba a cargo de la radio del avión, un bimotor pequeño apodado “lápiz volador”, y cuyo bautismo de fuego había sido en la Guerra Civil Española, en 1937.
Señala Mutti, que el avión de Helmuth integraba el 8° Escuadrón, del III Grupo de Bombarderos de la Lutwaffe, la fuerza aérea alemana.
“Pasaron los primeros días de los confusos y mortales combates entre las fuerzas bolcheviques y alemanas”, relata el historiador y añade: “La batalla estaba en los más álgido y no había descanso, cada día y casi a cada hora había una misión de bombardeo tras las líneas enemigas”.
Por tierra, el avance alemán se abría paso dificultosamente, en una encarnizada lucha contra los elementos y un ejército rojo que peleaba el terreno palmo a palmo, con absoluto desprecio por la propia vida, en escenas dignas de la hazaña.
A esas tempranas horas de la invasión, iba quedando claro que lo que Hitler imaginó como un paseo hacia Moscú, otro blitzkrieg de fuego de su afán de conquista, iría finalmente a estrellarse con la heroica resistencia soviética que ya se hacía sentir.
Cuenta Mutti, que a las 9,30 de la mañana, del 24 de junio de 1941, el avión de Helmuth fue alcanzado por la artillería antiaérea rusa: “El avión siguió volando, malherido, envuelto en humo y amenazando con desplomarse al suelo”, escribe el autor.
Dice que en medio del caos, el comandante de la nave instó al joven Helmuth a que saltara en paracaídas. “Helmuth abrió la escotilla y miró hacia abajo”, escribe Mutti. El avión había perdido altura y volaba al alcance de los disparos de armas livianas que rebotaban por todo el fuselaje.
Helmuth, saltó cerca de Stopce, Eslovenia. El joven colono de Bonpland no tuvo suerte esa mañana: el paracaídas no se abrió y Helmuth murió estrellado contra la estepa eslovena. Cuenta Mutti, que sus padres en Misiones tardaron tres meses en recibir la noticia de la caída en combate de su hijo.
@lavozdemisiones Helmuth Pudor, el misionero de origen alemán que luchó en la Segunda Guerra Mundial para Hitler. Vivía en Bonpland y en 1932 viajó a Alemania. #LaVozdeMisiones #Guerra #Alemania #Misiones
-
Policiales hace 6 días
Remueven a jefes de comisaría y piden el traslado de los Kiczka a una cárcel
-
Judiciales hace 7 días
Sebastián Kiczka también guardó silencio ante la Justicia
-
Policiales hace 6 días
Dos hermanitos murieron calcinados en el incendio de su casa en Montecarlo
-
Policiales hace 6 días
Los hermanos Kiczka recibieron la visita de sus familiares en la comisaría
-
Policiales hace 4 días
Caso Kiczka: allanan Social Club, la radio de Pedro Puerta en Apóstoles
-
Política hace 3 días
Repudian visita de Villarruel a Misiones: “No es bienvenida”
-
Política hace 4 días
Ramón Puerta sobre el allanamiento en Social Club: “Lo pidió mi hijo”
-
Policiales hace 6 días
Los Kiczka pasaron de la comisaría a una cárcel común en Cerro Azul