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Pasó de producir tabaco a plantar alimentos: “Me cambió la vida” 

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Pasó de producir tabaco a plantar alimentos: "Me cambió la vida" 

Una vida plantando tabaco, una tormenta que arrasó con la producción en 2007 y una decisión que cambió la perspectiva de Hugo Dos Santos sobre el trabajo en la chacra.

Hugo es un productor agropecuario de Colonia Alberdi, Cerro Azul, y hace unos cinco años se dedica a plantar alimentos que luego son comercializados en la Feria Franca del barrio Villa Cabello de Posadas.

Pero antes de que se convirtiera en feriante, el colono pasó por varios rubros, uno de ellos fue el tabaco: “Me sentía cansado, porque requiere mucha mano de obra, para poder hacer el kilo. Yo le pedía a Dios que me cambie el estilo de vida”, contó Hugo a La Voz de Misiones.

Sobre esos días, el productor recordó: “Mis hijos eran chicos y mi señora los atendía, entonces no era mucho lo que me podía ayudar. Me sentía cansado de trabajar con veneno, intoxicándose a uno y a la familia, a todos, y yo pensaba: ‘No puede ser, será que no hay otra salida'”.

Hace 16 años, un fuerte temporal azotó la localidad y se echó a perder toda la producción de tabaco, “que era para corte ya prácticamente”, relató Hugo, al tiempo que sostuvo que “nos quedamos sin nada”.

En ese momento crítico que atravesaba con su familia, el trabajador decidió dar un giro de 180 grados a la actividad económica que realizaba desde chico junto a sus padres.

Primeramente, probó con un proyecto vacuno, instaló en su chacra un potrero, pastura y compró animales, pero “era una inversión a largo plazo”, opinó el chacrero. Por ello, decidió empezar de cero, cultivando alimentos.

“Tome la decisión de plantar alimentos, porque el tabaco por ahí nos beneficiaba, pero una vez al año y no era comestible, y la producción de alimento, si no se vendía, podíamos consumir”, explicó Hugo a LVM y agregó que plantar verduras “me cambió la vida”.

De la chacra a la feria

Una vez que el productor agropecuario encontró una salida económica con la plantación de verduras, empezó a vender sus cosechas en la colonia y para la reventa en el Mercado Central de Posadas.

Hasta que, un día, su hermano lo invitó a que lo acompañara a la Feria Franca de Villa Cabello: “Fue gracioso lo que pasó, él me dijo: ‘Vamos a la feria’, y yo le dije: ‘¿Qué voy a hacer allá?, no tengo nada para hacer’, me insistió y fui por curiosidad”.

Fue un sábado hace cinco años, en el polideportivo Pepe Piró del populoso barrio capitalino, que Hugo encontró un microclima que capturó toda su atención: “Cuando vi el movimiento comercial del lugar, me gustó mucho”, dijo.

Y continuó: “Ya al siguiente fin de semana mi hermano me pidió que prepare unas bolsas de batatas para vender, yo estaba acostumbrado a hacer bolsas por kilos para el Mercado Central”.

El viernes previo al viaje desde la colonia hasta los puestos de venta de los pequeños productores misioneros, el hermano de Hugo se contactó con él para preguntarle si había cosechado las batatas.

“Le digo que sí, me preguntó cuánto y le conté que había armado unas diez bolsas y me dijo: ‘No, esa cantidad es mucho, a la feria tenés que llevar dos o tres nomas’. Yo me voy a la feria igual con las diez bolsas, pero vendía él, yo no participaba, no tenía puesto”, recordó entre risas el colono.

En ese momento, el productor agropecuario no contaba con un lugar en la feria. Por ello, lo que cosechaba se vendía en la mesa que tenía su hermano.

“De esas diez bolsas, tripliqué las ganancias de lo que vendía acá en el pueblo y ahí me entró las ganas de ir a la feria”, sostuvo el hombre de 48 años.

Pasó de producir tabaco a plantar alimentos: "Me cambió la vida" 

Hugo es conocido por su producción de batatas.

Calidad de vida

El colono comentó a LVM que durante tres fines de semana participó del comercio de los productores misioneros acompañando a su familiar, hasta que “un día fui con lo que tenía, mandioca, batata y cebollita” y se decidió a hablar con el presidente de la Feria Franca de Posadas, José Villasanti, para conseguir un lugar propio.

Ya como feriante, Hugo tenía dificultades para trasladar la mercadería desde Colonia Alberdi hasta la capital, debido a que no contaba con un automóvil.

Durante tres meses, como la recaudación era buena, el feriante contrataba un flete: “Me arreglé como pude, pagaba acá, pagaba allá, y la ganancia era más que vender en la chacra. Con un camión agarramos lluvia, calor, polvareda, frío y ahí íbamos empujando la situación”, detalló sobre sus comienzos.

Luego, decidió empeñar un terreno que tenía en Cerro Azul para comprarse su auto y dedicarse de lleno a producir alimentos para vender en la feria.

“Ahí empecé a ir con mi auto hasta Posadas, ya no me paró nadie”, dijo el chacrero y afirmó que, gracias a la Feria Franca, “pude cambiar esa vida que no me gustaba, le pude dar estudio a mis cuatro hijos, nos cambió la calidad de vida a nuestra familia”, cerró.

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El productor con su hija Luciana, de 8 años.


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Juanfer Quintero pagó la operación de cataratas a un misionero

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Pedro, un misionero de 56 años con síndrome de down conocido como “Papi” en el paraje Yacutinga, necesita una operación para recuperar la visión que perdió hace unos seis meses. En las últimas horas, su historia se viralizó en las redes sociales hasta llegar al jugador colombiano Juan Fernando Quinteros (Juanfer), quien decidió enviar los fondos para que Papi se opere.

Todo comenzó con un video que difundió José Pisak en su cuenta de Instagram contando un poco la situación en la que se encuentra el “fanático incondicional” del Club Atlético River Plate.

“Lamentablemente, (Papi) tiene cataratas en ambos ojos y necesita operarse lo antes posible. Cada operación cuesta $1.300.000 y por eso estamos pidiendo la ayuda de todos”, explicó José Pisak en un posteo que acompañó con un video de Papi para que sus seguidores lo conozcan.

A lo que añadió: “Hace más de 6 meses que Papi no ve, cualquier colaboración es bienvenida para que pueda recuperar la vista y seguir disfrutando de su vida y de su pasión por River”.

El audiovisual recorrió las redes acogiendo todo tipo de comentarios de solidaridad de los internautas que querían aportar su granito de arena para ayudar a que Papi recupere la visión.

Sin embargo, el momento que sorprendió a todos, incluso al mismo José, fue el mensaje del exjugador de River, Juanfer: “Yo lo pago”, escribió y, en otro comentario, arrobó a una persona para que “cuadre” los detalles para enviar los fondos que cubrirían la costosa cirugía.

Al comentario del jugador de fútbol, José, un fanático más del Millonario, contestó: “No puedo creer que hayas visto esto. Sos gigante. Gracias”.

Tras comunicarse con la persona que Juanfer le indicó y con el correr de las horas, el joven que se hizo eco de la historia de Papi comunicó a través de sus historias de Instagram que el centrocampista y actual jugador de Racing giró el dinero con el cual se llevará a cabo la operación.

“Hoy a la mañana hizo la transferencia. Eso ya tiene todo la familia, la cuenta a la que se transfirió es directa de Papi. Ahora, sigue el segundo paso que es la fecha de la operación y volver a mirar a River, que es lo que más quiere”, celebró José.

 

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Menocchio Cue, el imperio caído

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Menocchio

Imposible adivinar lo que alguna vez fue. Todo alrededor fue pasto del tiempo. El complejo de lo que fuera el imperio yerbatero de los Menocchio en General Urquiza es hoy un conjunto de ruinosos edificios, mayormente devorados por la vegetación, que apenas traslucen algún despojo de la gloria perdida.

Tampoco hay testimonios dispuestos a enfrentar el miedo que todavía infunde el apellido que da nombre a esa postal de pueblo fantasma, que una implacable sucesión de acontecimientos convirtió en una especie de sitio maldito.

La sombra del más célebre de los asesinos misioneros, Luis Raúl Gusano Menocchio, que hoy cumple dos condenas a cadena perpetua en una cárcel patagónica, acecha en el imaginario de quienes deambulan entre las ruinas buscando algo útil que puedan arrancarle al olvido.

Lo que fuera la mayor y más moderna yerbatera de Misiones fue abandonada por los Menocchio a principios de los años ’80 del siglo pasado, cuando el padre del Gusano fue acusado de un megafraude contra la extinta Comisión Reguladora de la Producción y Comercialización de la Yerba Mate (Crym) y de haber estafado al Banco Nación por $12 millones de la época.

Los Menocchio abandonaron, raudamente, la provincia y se instalaron en Asunción, Paraguay, al amparo de la dictadura de Alfredo Stroessner, que transitaba por esos años la recta final de su reino de terror, y donde el mayor de los hijos del matrimonio se convertiría en el más frio y siniestro homicida que haya pisado jamás la tierra sin mal.

El complejo se remató en 1985, pero nunca recuperó la magnitud de los buenos viejos tiempos. En su época de esplendor supo tener 600 hectáreas de yerba, el más moderno de los secaderos, grandes depósitos de almacenaje, viviendas para el personal, que al cierre se contabilizaba en unos 400 trabajadores, y hasta un puerto propio.

Hoy, entre los oxidados silogismos de ruedas y poleas; los vidrios rotos, por donde se cuela el viento y el sol se infiltra para dibujar fantasmagóricas figuras; los depósitos, máquinas y hornos abandonados; y los mudos letreros que advierten sobre peligros pasados, solo avanza la telaraña y reina el silencio.

 


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Marino posadeño participa de ejercicios navales multinacionales en Chile

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marino posadeño unitas

De Posadas a la Antártida y ahora a Chile, para participar del Unitas, una emblemática jornada de ejercicios navales en la que participan marinos de todo el continente americano. Así es la hoja de ruta en altamar de Leandro Germán Villalba, un posadeño que desde 2015 integra la Armada Argentina.

Villalba no siempre fue marino. Cuando terminó el colegio secundario comenzó a trabajar con diferentes oficios y recién inició su carrera naval en 2015, cuando un cuñado le contó sobre la experiencia.

Fue allí que el posadeño decidió anotarse para realizar el Período Selectivo Preliminar y ser Marino de la Tropa Voluntaria en la Base de Infantería de Marina Baterías, al sur de la provincia de Buenos Aires.

Cuando egresó, su primer destino fue el Liceo Naval “Almirante Storni” de Posadas, donde comenzó a trabajar en el sector de mantenimiento, ya tenía experiencia en diferentes oficios como la albañilería y la pintura, pero su carrera iba a continuar en ascenso.

Más tarde, Villalba pidió realizar el curso para hacer la carrera de suboficial e integrar las filas del personal militar como cabo segundo y ahora su especialidad naval es Apoyo General, que incluye además de los camareros a conductores, peluqueros, cocineros y todo el personal relacionado a los servicios en la Armada.

Sus primeras navegaciones las realizó en 2022, cuando arribó a la base naval Puerto Belgrano, en la ciudad de Punta Alta en el sudeste de Buenos Aires, para ser destinado al destructor ARA “Sarandí”.

Me gusta mucho navegar porque es muy importante el trabajo en equipo; cada uno aporta desde su lugar y se genera mucha camaradería a bordo”, contó Villalba en una nota publicada en la Gaceta Marina.

A fines de ese año, el cabo segundo conoció el continente blanco al ser designado para realizar la Campaña Antártica de Verano arriba del rompehielos ARA “Almirante Irízar”.

Durante la campaña, el misionero se desempeñó en el grupo Bodega del Irízar y en el grupo de tareas que se encargó de la instalación de una baliza en la Base Antártica Conjunta Esperanza.

Desde 2022 Villalba es parte de la dotación del destructor Ara Sarandí.

Unitas en Chile

Pero las experiencias no terminan allí para Villalba, quien ahora participa de edición 66 del Unitas, una serie de ejercicios navales multinacionales organizado por Estados Unidos y que este año se realiza en Chile desde el 5 hasta el 13 de septiembre.

Para la edición 2024 la Armada Argentina desplegó el Destructor Clase Meko 360H2, Ara D-13 “Sarandí” y un helicóptero embarcado AS-555 SN “Fennec 2”, además de una agrupación de infantes de marina entre los cuales se encuentra el posadeño Villalba.

Todos estos elementos de la fuerza nacional se unen a efectivos y medios de otros 24 países que en total aportan 4.000 infantes, 17 buques de guerra, dos submarinos y 23 aeronaves para la realización de ejercicios orientadas, en primera instancia, a nivelar y establecer procedimientos comunes, para luego operar frente a una amenaza en común, acorde a los desafíos actuales.

“Es una experiencia única ser parte de un ejercicio del que participan tantos países; lo tomo como una experiencia inolvidable de gran aprendizaje para mi carrera”, agregó Villalba a la Gaceta Marina.

En los ejercicios del Unitas 2024, los participantes se adiestran bajo diversos escenarios operativos, favoreciendo el entrenamiento de técnicas y tácticas con operaciones anfibias, de buceo, de Fuerzas Especiales y de Aviación Naval, entre otras, estableciendo estándares internacionales para las tripulaciones participantes.

Del Unitas participan infantes, buques de guerra y aeronaves de países de todo el continente americano.


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