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Acosta Ñu, la masacre que dio origen al “Día del Niño” en Paraguay

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Acosta Ñú
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Hace 153 años, el 16 de agosto de 1869, tenía lugar en Paraguay la Batalla de Acosta Ñu, en cercanías de lo que hoy es la ciudad de Eusebio Ayala, una de las capitales paraguayas de la chipa, a unos 80 kilómetros de Asunción, sobre la ruta nacional 2 que va a Ciudad del Este.

Eran los últimos meses de la Guerra de la Triple Alianza, Guerra del Paraguay o Guerra Guasú, como también se conoce a esta contienda bélica, que pasó a la historia como genocidio.

El ejército paraguayo estaba en retirada, diezmado. Asunción ya había caído, pero el mariscal Francisco Solano López se rehusaba a rendirse, y estaba decidido a luchar hasta el final; su propio final, que llegaría siete meses después.

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El exterminio

Acosta Ñu se encuentra a unos 15 kilómetros del casco urbano de Eusebio Ayala, también conocida como Barrero Grande. El lugar de la batalla está, hoy, dentro de una propiedad privada. Hay que atravesar varias tranqueras para llegar. Es un inmenso claro, apenas poblado por palmeras, y atravesado por el arroyo Pirity, que corre dando saltos entre las piedras.

La acción se desarrolló en lo alto de esas serranías, en medio de un paisaje idílico, que hace difícil creer que allí pudiera haber acontecido una masacre.

Los primeros disparos se producen al alba, anunciando el comienzo de una lucha encarnizada que durará 10 horas.

En el campo de batalla, unos 3.500 niños, la mayoría adolescentes, comandados por el general Bernardino Caballero – que sobreviviría a la guerra y sería dos veces Presidente-, se enfrentan a 20.000 soldados brasileños. La desproporción es descomunal, y el balance resultará en la aniquilación total de las tropas paraguayas.

El historiador brasileño Julio José Chiavenato, relata en su libro “Genocidio Americano”, el primero de una bibliografía que revisó la historia oficial, que “los niños de 6 a 8 años, en el calor de la batalla, aterrados, se agarraban de las piernas de los soldados brasileños, llorando, pidiendo que no los matasen. Y eran degollados en el acto”.

Al cabo de los combates, con la tierra regada de niños muertos, el comandante brasileño, Luis Filipe Gastão de Orléans, Conde de Eu, ordenó quemar los campos.

Cuenta Chiavenato que las madres de los pequeños caídos luchaban contra el fuego para sacar los cuerpos de sus hijos de las llamas.

Los historiadores recogen testimonios, como el del general brasileño Dionísio Cerqueira, que participó de la batalla, y describió un escenario desgarrador.

“El campo quedó lleno de muertos y heridos del enemigo, entre los cuales nos causaban gran pena, por el abultado número, los soldaditos, cubiertos de sangre, con las piernecitas quebradas, algunos de los cuales ni siquiera habían llegado a la pubertad”, escribió el militar.

“¡Cuán valientes eran para el fuego los pobres niños!”, manifestó Cerqueira.

Mártires

No fue la primera de las batallas de esa guerra en que pelearon niños. Con la mayoría de los hombres muertos, la resistencia paraguaya se extendió también a las mujeres y los ancianos. Cualquiera que pudiera empuñar un mosquete o blandir un machete.

Semanas antes de Acosta Ñú, tuvieron lugar los combates de Lomas Valentinas y Piribebuy, donde los niños, con sus rostros embadurnados con hollín, fueron protagonistas, y vendieron cara la derrota de los paraguayos.

En Piribebuy, el Conde de Eu llevó el sadismo al extremo y ordenó incendiar el Hospital de Sangre, lleno de heridos, y adonde encerró a muchos de los sobrevivientes de la batalla. Los testimonios describen una escena dantesca.

Fue el presidente Juan Manuel Frutos, quien instauró, por decreto del 19 de julio de 1948, el 16 de agosto como “Día del Niño” en Paraguay, en homenaje a los miles de pequeños mártires de Acosta Ñu, y otros episodios de la guerra más cruenta que conoció el continente.

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La partida de Lea, hija de tareferos que cumplió su sueño de volver a Misiones

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La partida de Lea, hija de tareferos que cumplió su sueño de volver a Misiones

El deseo de regresar a Misiones, la búsqueda de una hermana, un grupo de Facebook como herramienta y el oficio de contar historias. Lea Da Silva (51) era oriunda de Oberá y había emigrado, hace 25 años, a Mar del Plata, provincia de Bueno Aires, junto a su esposo y sus cuatro hijos, en busca de un futuro mejor.

Desde el instante de su partida, su anhelo era volver a la tierra que la vio nacer y crecer y eso fue lo que transmitió, durante los últimos cinco años, en el grupo de Facebook Misiones Tierra Hermosa (MTH), donde recogió a una comunidad que la conocía y la apreciaba por la forma de relatar los recuerdos de su provincia natal.

Lea provenía de una familia que se dedicaba a la pesca y a la cosecha de la yerba mate. Acompañada siempre de su padre, sus andanzas por la provincia fueron muchas.

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Cuando todavía era niña, la familia se mudó a la localidad de Puerto Rico. Luego, ya de grande, se casó, tuvo sus hijos, y decidieron radicarse en a la costa argentina.

Pasados los años, Da Silva se separó y junto a tres de sus hijos empezaron a proyectar su regreso a Misiones.

“Ella quería que conozcamos la tierra colorada, porque nos fuimos de muy chicos”, dijo Nerea, hija de Lea, en conversación telefónica con La Voz de Misiones.

Una búsqueda, un grupo

El puntapié inicial para que Lea Da Silva se amigara con la tecnología y comenzara a realizar publicaciones en la red social Facebook fue la búsqueda de una hermana de parte de su papá, a quien no conocía y tampoco sabía su nombre.

“Hace cinco años, ella empezó a manejar el tema del celular y, como muchas personas grandes, no entendía muy bien la tecnología, de a poco le fuimos enseñando a usar WhatsApp y Facebook. Le dijimos que podía comunicarse con gente de Misiones a través de los grupos”, contó Nerea a LVM.

Fue entonces que la obereña conoció el grupo Misiones Tierra Hermosa, una comunidad digital creada en el año 2017, la cual alberga a 124.243 miembros que han emigrado de la tierra colorada, pero que “la añoramos”, se desprende de la descripción del perfil.

Además, la biografía de la página sostiene que el sitio es un lugar de encuentro entre los que tuvieron que partir de Misiones y “quienes tienen la dicha de seguir viviendo en ella y también para aquellas personas que sueñan y desean conocerla y visitarla algún día”.

“Todo empezó por el grupo Misiones Tierra Hermosa, comenzó a hablar con gente de ahí y fue haciendo preguntas para encontrar a su media hermana; acá -en referencia a la provincia- se conocen todos hace años”, relató la hija de Lea.

En esa línea, Nerea sostuvo que iniciaron un largo recorrido para encontrar a la hermana de su mamá.

“Comenzó a buscar a los parientes más lejanos, ver si los podía encontrar ahí y preguntar si sabían de su hermana; durante años buscó un nombre que diera con su familiar, hasta que por fin pudo encontrarla y encontrarse con ella”.

Posteo de la obereña cuando conoció a su hermana.

El oficio de contar historias

Si bien todo había iniciado con el deseo de hallar a su hermana, Lea utilizó la página para narrar su día a día, su niñez y adolescencia, sus más añorados recuerdos por las localidades que pasó cuando iba a tarefear o pescar con su papá, y compartir información sobre la provincia a la comunidad digital.

“Yo creo que lo que despertó el afecto de la gente del grupo fue la curiosidad de ella de preguntar cómo estaban ciertos lugares después de tantos años. Ahí la gente empezaba a contar parte de la actualidad. Le decía: ‘Mirá, este lugar ya desapareció, se hicieron lugares nuevos’, y ella contaba cómo estaba antes y eso fue creando un vínculo especial”, expresó Natanael, hijo de Lea, quien se sumó a la conversación telefónica que este medio mantenía con su hermana.

Las publicaciones de la obereña en el grupo comenzaban, la mayoría de las veces, con un: “Hola mi gente bella de MTH -Misiones Tierra Hermosa-“, y continuaban con una historia cargada de detalles, información y emoción de la narradora.

Sobre la relación que su mamá tenía con los internautas, Natanael relató que, cuando ella “quería saber algo, preguntaba en el grupo, donde había mucha gente de Misiones, que vivía en diferentes puntos de Argentina, que si no sabían, buscaban y le compartían la información”, o simplemente la conversación pasaba en saber cómo estaba el tiempo en la provincia.

Los hijos de Da Silva manifestaron que esa relación digital llevó a su madre a encontrarse con muchos familiares y a construir vínculos de amistad que con el tiempo le tomaron afecto. Tanto que acordó, una vez que estuviera radicada nuevamente en la tierra colorada, encontrarse con algunos de ellos para compartir “mates y recorridos por diferentes localidades”.

Una historia de adolescente escrita por Lea en el grupo.

El esperado regreso

Finalmente, el año pasado, Lea cumplió su deseo de regresar a Misiones junto a sus hijos: “Habíamos hablado con ella de que nos gustaría vivir acá, para dejar también un poco nuestra vida muy agitada en la ciudad, y tomamos la decisión de vender nuestra casa en Mar del Plata”, se explayó Nerea.

Aunque esa mudanza no se dio sin visitas previas a Misiones y sin consultas a sus amigos de Misiones Tierra Hermosa sobre algún terreno que la obereña pueda adquirir en Puerto Rico.

“Empezamos a proyectar, a ver qué hacer de nuestras vidas, porque ella lo que siempre anhelaba era que nosotros pudiéramos volver, conocer a nuestros parientes, porque tenemos muchísimos”, añadió el hijo.

Seguidamente, Nerea detalló que lograron vender su vivienda en la capital del país y “dejamos nuestros trabajamos y vinimos con ella a Puerto Rico. Ahora estamos alquilando, pero más adelante nos instalaremos acá”.

Cuando el anhelo de Lea Da Silva se cumplió.

Adiós inesperado

Una vez instalada la familia en la capital de la industria, Lea pactó encuentros con los cibernautas del grupo Misiones Tierra Hermosa, quienes supieron acompañarla durante años con sus historias y curiosidades.

“Tenía mucha emoción de estar acá. Desde que llegamos, no paramos de recorrer, de visitar lugares”, dijo Natanael sobre los primeros meses de su mamá, ya de regreso en su tierra. Y agregó: “Obviamente, ella amaba la pesca y siempre, siempre extrañaba mucho el río Paraná”.

Sin embargo, el pasado 2 de marzo, toda esa alegría sufrió un duro golpe. Para sorpresa de sus hijos y de todos sus seres queridos, Lea Da Silva falleció por muerte súbita.

“Antes de volver, ella se hizo chequeos médicos y estaba excelente del corazón y de salud”, dijo Nerea.

Mientras que Natanael agregó: “Nos sorprendió a nosotros, porque un día inesperado falleció. Cuando sucedió, ella tenía que encontrarse con amigos que venían de vacaciones a Cataratas e iban a pasar por Puerto Rico solamente para verla, y en la semana tenía que ver a más gente que se estaba por encontrar con ella, gente que esperaba que esté en Misiones para conocerse”.

La noticia de su fallecimiento no solo fue una sorpresa para los hijos de la obereña, sino que también para los integrantes del grupo de Facebook, quienes intentaban comunicarse con Lea sin éxito alguno.

Ante esa situación, Nerea hizo la última publicación desde el perfil de Lea Da Silva y aseguró que “este grupo de Misiones Tierra Hermosa fue lo que más feliz hizo a mi mamá”, reza la publicación de la joven, que continúa con agradecimientos a la comunidad digital.

El agradecimiento de Nerea.

A raíz de la publicación, muchas personas le dedicaron unas palabras de adiós a la obereña.

“Ella era una persona muy abierta, su juventud fue lo que siempre atrajo a la gente, porque ella decía: ‘Uno puede crecer, pero la mente siempre uno tiene que mantener joven’, y ella siempre estaba predispuesta para todo y muy alegre, tenía un carisma para hablar con las personas”, coincidieron los hermanos sobre cómo era su mamá.

Mensajes de adiós.

 

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Lo adoptaron en 1968 y busca a su mamá misionera: “Quiero conocer mis orígenes”

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Cristian adoptado busca familia en Misiones

Cristian Andersen tiene 54 años, vive en Devoto, provincia de Buenos Aires, y se dedica a la gastronomía. Desde los 8 sabe que es adoptado y a los 20 desistió de una primera búsqueda de sus padres biológicos, pero con el tiempo los deseos de conocer sus orígenes regresaron y hoy quiere reconstruir su historia.

El hombre cuenta con tres datos claves sobre su pasado y uno de ellos lo une con Misiones, donde ahora deposita sus esperanzas de encontrar más información.

En diálogo con La Voz de Misiones, Cristian contó que su nacimiento se dio el 24 de diciembre de 1968, en una clínica de Villa Ballester y que su madre era “una chica misionera, menor de edad y descendiente de alemanes”.

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Lo que él pudo reconstruir sobre su historia señala que su madre viajó desde Misiones hasta la casa de una tía en Villa Ballester, ciudad bonaerense ubicada en el partido de General San Martín, con intenciones de donar al hijo que estaba próximo a dar a luz.

“Ella solo quería que el bebé quede en una familia de bien”, contó Cristian a LVM.

El dato llegó a los oídos del padre adoptivo de Cristian, un prestigioso médico de la zona que estaba en pareja pero no podía tener hijos y se mostró interesado en adoptar al niño por nacer.

“Mi papá entonces hizo una logística bárbara. Le pidió a unos amigos que se entrevisten con la chica que estaba por parir y luego gestionó todo para que el parto se llevara adelante y otros amigos me fueron a buscar a la clínica. Yo llegué a mi casa entre las 19 y las 20 del 24 de diciembre de 1968”, reconstruyó el entrevistado a LVM.

Desde ese día Cristian vivió con sus padres adoptivos, quienes a los 8 años le contaron la verdad y cuando cumplió 20 intentó reconstruir su pasado, pero desistió de la búsqueda.

“Yo a los 20 encontré al médico de la clínica donde se produjo el parto, pero ese médico me recomendó que desista de todo, porque podía perjudicar a mucha gente porque todo se dio en un marco de ilegalidad. Le hice caso, tenía 20 años. Yo de mis viejos no tengo nada malo para decir, no tengo para reprocharles, eso está fuera de duda, solo quiero conocer mis orígenes”, recordó.

Y agregó que “mi padre falleció cuando yo tenía 13 años y él para evitar cualquier tipo de problemas evitó ver a mi mamá biológica. Yo hoy sólo sé que ella era una chica del norte, de Misiones, que habrá tenido entre 15 y 17 años”.

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De niño se enamoró de Misiones y a sus 43 años compró un terreno para regresar

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De niño se enamoró de Misiones y a sus 43 años compró un terreno para regresar

A sus 4 años, cuando era tan solo un niño, Emiliano Chico desembarcó con su familia en Colonia Oasis, desde la ciudad de Necochea, provincia de Buenos Aires, para luego radicarse en la localidad de Jardín América.

Fueron nueve años los que la familia necochense vivió en la tierra colorada. Ese lapso de tiempo entre la niñez y la adolescencia le bastó a Emiliano para enamorarse de Misiones y soñar con regresar algún día.

“Mi padre tenía un problema de salud en la espalda, entonces lo jubilan por invalidez y en 1983 nos vamos a vivir a Misiones”, contó el bonarense de 43 años en diálogo con La Voz de Misiones.

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En esa línea, Chico sostuvo que el clima subtropical húmedo de la provincia no curó a su padre del pinzamiento en una vértebra, motivo por el cual lo jubilan en su trabajo, pero lo ayudó “bastante” a mejorarse.

“A los nueve años se tuvo que volver a Necochea a terminar el año que le faltaba para jubilarse, ya por edad, tenía 59 y en ese momento la jubilación era a los 60”, recordó Emiliano sobre el motivo que en el año 1992 lo llevó a despedirse de la tierra colorada.

Amor=Misiones

El bonarense continuó relatando a LVM que, una vez que comenzó a trabajar y a ganar su propio dinero, cada dos años visitaba la provincia para recorrer, conocer y “miraba, observaba y pensaba: ‘¿Qué puedo hacer acá?’”.

Ya mentalizado en un día poder echar raíces definitivamente con su familia en Misiones, Emiliano buscó acceder a un terreno para explotar uno de los rubros más fuertes de la economía local: el turismo.

“Pensé que podría hacer algo turístico, para atraer gente”, contó a este medio. Con ese fin, detalló que el predio a adquirir “tenía que tener buenos caminos”, búsqueda que le llevó ocho años.

Fue así que, finalmente, anunció que se compró un lote en la localidad de Alba Posse.

En ese sentido, si bien aún no se instala en la zona del río Uruguay, Chico dijo que espera poder mudarse pronto a la tierra que lo vio crecer: “La idea es construir de a poco y cuando tenga dos cabañas y una casita, ir para allá e intentar hacer algo”.

“Ya no será un sueño lejano”

Hace unos días, en medio de la emoción tras haber concretado su sueño de adquirir un pedacito de tierra misionera, el bonarense compartió su felicidad en un grupo de Facebook.

“Siempre extrañé esa bella tierra, su gente, su vida. Y soñé con algún día volver”, había dicho en la oportunidad.

“Ya no será un sueño lejano. Regrese a dónde nunca me fui. Feliz”, remató el joven emprendedor.

Sobre esa publicación, Emiliano Chico comentó a LVM que recibió muchos comentarios negativos sobre sus planes de regresar a donde siente que es su hogar.

“Mucha gente me escribió: ‘No, acá no hay nada’, y yo lo veo totalmente diferente. Si no hay nada, hay terreno para hacer todo”, enfatizó el muchacho.

¿Por qué no?

Alejado de los comentarios negativos de quienes le recomendaron no vivir en Misiones, Chico analizó un abanico de posibilidades y oportunidades que brinda la provincia.

“Uno de los lugares a los que me fui a pasear es Iguazú, una chica me dijo que no hay peloteros, no es mi idea hacer un pelotero, pero ¿por qué no?”, se preguntó.

Asimismo, Emiliano destacó el crecimiento de las diferentes localidades de la tierra colorada y sobre todo el desarrollo que atraviesa Posadas, sobre la cual opinó: “No tiene nada que envidiar a otras ciudades, es hermosa”.

“Yo creo que Misiones está creciendo mucho, que hay muchos lugares que ya son con teléfono 011, eso quiere decir que hubo gente de esta zona que fue e invirtió y está ahí, veo que cada vez hay más turismo, veo que cada vez más famosos visitan Misiones”, argumentó Emiliano.

Y agregó: “No es lo que era cuando yo estaba, para nada. Mucha infraestructura, la provincia cambió muchísimo, a la naturaleza que venía por si sola se le agregó trabajo”.

Sobre el futuro que lo espera cuando se radique en Alba Posse, el bonarense detalló que pretende brindar un servicio para los visitantes extranjeros y nacionales.

“Veo que hay muchos paraguayos y brasileros interesados como, por ejemplo, en el vino, entonces hay que aprovechar eso, ya que vienen acá y brindarle un servicio, al paraguayo, al brasilero y a quienes vengan a visitarnos”, concluyó Emiliano Chico.

La vista de Brasil desde el terreno que se compró Emiliano.

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