Ambiente
Emprendedor convirtió más de 10.000 kilos de residuos en anteojos

Martín Vázquez siempre tuvo en claro que hacer dinero por el simple hecho de hacerlo a él no lo llenaba y quería aportar su granito de arena al mundo. Fue así que con 24 años, renunció a Techint para buscar su camino y lo encontró a través del emprendimiento de una marca de anteojos que comenzó en el 2016 y busca resignificar la cultura del descarte.
“Qualia es un concepto. Hace referencia a la percepción subjetiva de la realidad. Qualia hace referencia a que la realidad depende de cómo uno la tome. Uno se puede enfocar en lo positivo o en lo negativo y eso va a depender de uno. Para nosotros, la basura no es no basura sino que puede ser un objeto muy precioso como anteojos”, cuenta Martín.
Cómo atacar la problemática de la contaminación plástica
Martín, que comenzó su emprendimiento solo, se define como “autodidacta”. Internet fue su escuela, y sus vecinos de San Nicolás, su apoyo. “En el 2014 me había recibido de Ingeniero industrial, tenía 24 años en ese entonces y llevaba trabajando en Techint tres años más o menos. Tomé la decisión de renunciar a mi trabajo porque hacer dinero por el hecho de hacer dinero, a mí no me llenaba. Empecé a buscar qué podía hacer y me di cuenta que quería atacar la problemática de la contaminación plástica en el mundo”, rememora.
Descargó planos de dos máquinas caseras de reciclaje de plástico y así arrancó. Las fabricó en el taller de la casa de su padre y su primer gran logro fue que esas dos máquinas funcionaban. Eran una trituradora de plástico y una inyectora de plástico. Al principio comenzó con artesanías pero luego su idea comenzó a tomar forma. A fuego lento, los marcos comenzaban a parecerse a lentes de visión.
De repente ya no estaba solo, contaba con el apoyo de sus vecinos que se acercaban a donar su basura plástica y ahí notó que había mucha gente, como él, que quería aportar su granito de arena. “Me di cuenta que ahí había una oportunidad de transformar lo que creemos que es basura en algún producto de alta calidad podíamos agregar mucho valor a la sociedad. Ahí fue que me decidí a emprender y entendí el camino que quería seguir”.
La idea de hacer anteojos le gustaba porque mediante ellos se podía materializar el cambio de percepción de la realidad. Depende con qué lentes la mires, un pedazo de plástico podía ser basura o unos anteojos de alta calidad. Sin embargo, se dio cuenta que solo no iba a poder con todo.
Por qué reutilizar residuos marítimos e industriales
A medida que la empresa iba creciendo, con él crecían sus ganas de seguir conociendo gente con los mismos intereses y su curiosidad por saber cómo poder devolverle a la tierra un poco de todo lo que le brindaba.
Fue así que la materia prima la conseguía de diferentes lugares ya que con el aporte de los vecinos no alcanzaba. “Vamos a las playas a limpiar los plásticos que quedan en la costa, así como también buscamos residuos marítimos y varias empresas nos dan su residuo industrial”.
Hoy cuentan con varias alianzas estratégicas que les permiten seguir juntando materiales y a su vez ayudar al medioambiente. Una de ellas es con ProyectoSub, donde estuvieron trabajando en la zona de Península de Valdés recuperando descarte de la industria marítima y aprovechándola como materia prima.
ProyectoSub es una organización que se dedica al estudio del impacto ambiental de los plásticos en los océanos. Son un grupo de científicos que se dedican a investigar y a sacar diferentes conclusiones del impacto de la acción humana en los océanos. Qualia los apoya económicamente.
El año pasado hicieron una alianza con Toyota Argentina donde utilizaron los paragolpes de Hilux destinados a las pruebas de calidad -que son destinados al descarte- y Martín y su equipo los reciclaron convirtiéndolos en anteojos que diseñaron para el equipo de Toyota.
Qué es el triple impacto
Otra de sus alianzas vino de la mano de ReforestArg con quienes nació el concepto de triple impacto que se divide en tres ejes: el eje económico porque son una empresa, contribuir con el eje ambiental realizando acciones positivas concretas sobre la tierra y el eje social, de trabajar y desarrollar la empatía ayudando a otros, con un proyecto que desarrollarán este mes: Proyecto Chaco.
En un principio, bajo el modelo de “un anteojo, un árbol” aportaban una parte de sus ganancias a ReforestArg para que ellos con ese dinero se encargaran de plantar árboles en la Patagonia Argentina, después vieron que el concepto no era lo suficientemente fuerte y estudiaron otras maneras de contribuir.
“Entendimos que nosotros al plantar árboles, podíamos compensar nuestra huella de carbono que se generaba al producir los anteojos así que decidimos ir por ese lugar. Estamos certificados con una empresa que se encarga de emitir certificaciones de huellas de carbono, medimos nuestra huella y la compensamos a través de la plantación de árboles. Esto nos permitió entender cuánto carbono emitimos en la creación de un anteojo y nos permitió conocernos más. Fue un proceso introspectivo”.
Desde ReforestArg hacen dos plantaciones anuales, por lo tanto, Martín cuenta que miden su huella de carbono cada seis meses y de acuerdo al valor, hacen la donación de dinero correspondiente que se traduce en nuevos árboles correspondiente a ellos en la Patagonia. También desde Qualia se suman a plantarlos personalmente y desde la organización les hacen seguimiento a los mismos para chequear que esos árboles sigan vivos.
Del rol ambiental al rol social
En la última semana de junio, Martín y su equipo estarán viajando a Chaco para poder relevar la problemática visual, mediante estudios oftalmológicos, del Impenetrable del Chaco.
“La idea es viajar una semana al Chaco y luego volver a casa, fabricar los anteojos que sean necesarios y en una segunda visita poder entregarlos a los niños que lo necesiten”, resume aquel ingeniero de veintitantos años que en un garage comenzó a elucubrar acciones para tener un mundo mejor.
“Para eso vamos a trabajar con una organización que se llama Monte Adentro que ellos tienen muy bien mapeada la comunidad del monte y son nuestro anclaje en la región y a partir de la sinergia de estas dos organizaciones, enseñar diferentes oficios para poder reactivar la economía local”, adelantó.
Monte Adentro es una organización que trabaja en pos del desarrollo integral comunitario de veinte parajes rurales en la provincia de Chaco que brinda herramientas y oportunidades necesarias para que las personas puedan crecer y realizarse en su lugar de origen promoviendo las economías regionales.
Por otro lado, otro de los materiales que se utilizan para los estuches de los anteojos es el caucho recuperado que lo sacan de las ruedas de camiones, tractores y camionetas. Esas cámaras las recuperan de los cementerios de caucho que hay cerca de San Nicolás. “Trabajamos con gente que va a estos cementerios que recupera estos materiales y nosotros se los compramos a ellos, es una manera de generar ingresos a gente que tal vez ha quedado fuera del sistema”, cuenta Martín.
El emprendimiento en números
El año pasado se vendieron 12.000 anteojos y este año, proyectan vender cerca de 20.000 anteojos. Al día de hoy ya llevan reciclados más de 10.000 kilos de plástico, reutilizaron más de 15.000 kilos de caucho recuperado y junto a ReforestArg ya plantaron cerca de 1.000 árboles nativos en la Patagonia Argentina. Su marca ya llegó a Chile y Uruguay. Este año ambiciona poder llegar a México y están analizando una propuesta en Alemania. El próximo proyecto es llegar a El Impenetrable Chaco y poder donar, en una primera instancia, cerca de 500 anteojos para niños y niñas que lo necesiten.
Cómo se transforma la basura
“Cuando lo digo en voz alta, hay gente que se me ríe un poco”, cuenta Martín sonriendo y hace una pausa. Su sueño es ambicioso pero en su día a día lo lleva a cabo, con pequeñas acciones, aporta su granito de arena.
“Mi sueño es luchar por dejar el planeta un poco mejor de lo que lo encontré. Tratar de trabajar más la empatía, queremos meternos un poco más de lleno con la parte social. Poder aportar nuestro granito de arena para cambiar el paradigma de que la basura no es basura y que la podemos transformar en productos de alta calidad. Queremos levantar la bandera liderando desde el ejemplo para que más empresas se sumen a este camino de triple impacto e intentar hacer las cosas mejor”, cierra Martín.
Fuente: Clarín
Ambiente
Dos años de prisión para los cazadores que mataron un yaguareté en Formosa

Este miércoles, el Juzgado Federal Uno de Formosa sentó jurisprudencia en el país al condenar por primera vez a cuatro hombres que mataron, carnearon y comieron a un yaguareté en julio del 2024 y ahora deberán pasar dos años en prisión efectiva. La especie fue declarada Monumento Natural Nacional en 2001 y se encuentra en peligro crítico de extinción por la caza furtiva y la deforestación de su hábitat.
Los acusados Máximo Cisneros (60), dueño del campo donde cazaron al ejemplar, y los tres peones rurales involucrados, Viterman Ponce De León (37), Walter Hugo Ponce De León (44) y Claudio Cisneros (29), admitieron la comisión del delito en la segunda audiencia de debate oral y firmaron un acuerdo de juicio abreviado que fue homologado por el magistrado Pablo Morán.
El magistrado formoseño impuso una pena de dos años de prisión efectiva a los cuatro imputados por cazar a un ejemplar de la especie, protegida por la Ley 25.463, y los condenados consiguieron un permiso especial para trabajar.
Con el veredicto del Juzgado Federal Uno de Formosa, los implicados fueron detenidos inmediatamente para comenzar el cumplimiento de la pena.
El caso
Los hechos ocurrieron a fines de julio del 2024 entre las localidades formoseñas Ibarreta y Estanislao del Campo, en la propiedad de Máximo Cisneros.
De acuerdo a la defensa de los ahora condenados, todo comenzó con la desaparición de una vaca lechera de la chacra que los cuatro salieron a buscar armados y con perros por la zona.
Cuando finalmente la hallaron, la vaca estaba muerta y cerca de su cuerpo se encontraba el yaguareté que, según el mismo testimonio de los acusados, “trituró” a dos de los perros que los acompañaban y en “defensa propia” Claudio Cisneros ejecutó el disparo que le quitó la vida al ejemplar.
Sin embargo, tras matar al yaguareté, los cazadores se fotografiaron sonrientes junto al cuerpo a punto de ser carneado para luego comérselo. En tanto, la Justicia nunca logró dar con la piel del animal, por lo que la principal hipótesis es que fue comercializada.
Las fotografías que se habían tomado los cuatro involucrados junto al animal llegaron a Ana Magdalena Gutiérrez, representante de la Subcomisión Chaqueña para la Conservación del Yaguareté y representante titular ante el Comité General de Gestión Yaguareté del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté (PNCMNY), quien realizó la denuncia y dio inició a la investigación que resultó con la primera condena de su tipo en el país.
Se calcula que en Argentina quedan entre 200 y 300 ejemplares del felino más grande de América, de los cuales la mayoría se encuentran en la selva misionera.

En un juicio abreviado, los cuatro cazadores fueron condenados a dos años de prisión.
Ambiente
Juzgan por primera vez en el país a cuatro hombres por cazar a un yaguareté

Un juicio oral y público sin precedentes en el país inició este martes en el Juzgado Federal Uno de Formosa contra cuatro hombres acusados de matar, carnear y comer a un yaguareté en julio del 2024. La especie está en peligro crítico de extinción en Argentina y se calcula que solo quedan entre 200 y 300 ejemplares.
Máximo Cisneros, Walter Hugo Ponce De León, Claudio Cisneros y Viterman Ponce De León son las primeras personas en ser juzgadas por la caza de un yaguareté en la Argentina y podrían ser condenados a una pena de hasta tres años de prisión.
Los hechos ocurrieron a fines de julio del 2024 entre las localidades formoseñas Ibarreta y Estanislao del Campo, en la propiedad de Máximo Cisneros. De acuerdo a lo relatado por los involucrados, todo comenzó por la desaparición de un animal vacuno de la chacra.
Armados y acompañados de perros, Máximo Cisneros junto a Walter Hugo Ponce De León, Claudio Cisneros y Viterman Ponce De León, tres changarines que trabajaban en la zona, salieron en busca de la vaca perdida.
Para cuando los cuatro hombres encontraron a la vaca, estaba muerta y cerca de sus restos se hallaba el ejemplar de yaguareté.
Según el testimonio de los acusados a la prensa, el yaguareté los empezó a “atacar” y “trituró” a dos de los perros. Fue en ese momento que, “en defensa propia”, Claudio Cisneros ejecutó el disparo que le quitó la vida al ejemplar.
Sin embargo, luego de matar al yaguareté, se fotografiaron sonriendo junto al cuerpo antes de ser carneado, para después comerlo. En tanto, la Justicia nunca pudo hallar la piel del ejemplar, por lo que la principal hipótesis es que fue comercializada.
Juicio histórico
Las fotografías que se habían tomado los cuatro involucrados junto al animal llegaron a Ana Magdalena Gutiérrez, representante de la Subcomisión Chaqueña para la Conservación del Yaguareté y representante titular ante el Comité General de Gestión Yaguareté del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté (PNCMNY), quien realizó la denuncia.
En consecuencia, la Policía formoseña allanó el campo de Máximos Cisneros, quien ante la presencia de los uniformados intentó huir, pero fue detenido.
Un mes después, los otros tres señalados que tenían pedido de captura se presentaron ante la Justicia y permanecieron detenidos hasta que obtuvieron la prisión domiciliaria.
Finalmente, los cuatro imputados son juzgados por matar, carnear y comer a un yaguareté. La condena del tribunal podría sentar jurisprudencia y establecer un precedente clave en la protección de especies en peligro crítico de extinción.
El yaguareté está en peligro crítico de extinción desde el 2001 debido a la caza furtiva y la perdida de su hábitat. La especie está protegida por la Ley 25.463, que lo declaró Monumento Natural Nacional.
Se calcula que en Argentina quedan entre 200 y 300 ejemplares del felino más grande de América, de los cuales la mayoría se encuentran en la selva misionera.
Ambiente
Registraron un yaguareté en el el Valle del Cuña Pirú después de tres años

El equipo de Red Yaguareté rastreó un ejemplar del “tigre criollo” dentro de un área monitoreada con cámaras en el Valle del Cuña Pirú. Si bien el hallazgo fue celebrado, los miembros de la organización solicitaron al Ministerio de Ecología “poner fin, sin contemplaciones, a la caza en toda la región”.
El anuncio fue dado en las últimas horas, a través de sus redes sociales, mediante un comunicado en el que detallaron: “Huellas inconfundibles en el barro de una picada nos devolvieron la alegría”.
Finalmente, esta semana las marcas fueron reconfirmadas con nuevos hallazgos, por lo que aseguraron: “El Valle del Cuña Pirú nuevamente alberga a un yaguareté”.
Se trata del primer ejemplar registrado luego de más de tres años: “La espera pareció eterna y fue sumamente preocupante, luego de un esfuerzo descomunal que modificó para siempre la convivencia del yaguareté con las actividades productivas en Misiones, especialmente la ganadería. El equipo de la Red Yaguareté que durante una década y media trabajó a destajo en el Valle del Cuña Pirú y áreas vecinas, asistió con desolación a la desaparición del gran depredador misionero de las bellas serranías de Aristóbulo del Valle, Ruiz de Montoya y adyacencias”.
Y recordaron: “La habitual presencia de yaguaretés, ampliamente documentada por los monitoreos de la Red, se terminó, y Amboty, el entonces macho residente y dominante, que había sido documentado con cámaras en 209 oportunidades entre 2019 y 2022, no solo no fue vuelto a ver, sino que ningún otro ejemplar tomó su lugar, como venía ocurriendo desde años atrás, en un proceso saludable de intercambio de individuos”.
Con varias amenazas latentes como la “sobrecaza” y el desmonte, la preocupación de los ambientalistas fue ascendiendo al dejar de observar rastros y pistas compatibles con el felino. Pese a ello, quienes tienen como principal objetivo “salvar a los yaguaretés”, continuaron intensificando relevamientos, la colocación de cámaras y los rastrillajes.
“Fueron necesarios tres años hasta que hace unas semanas, a principios de julio, la felicidad fue toda de los yaguareteros, huellas inconfundibles en el barro de una picada nos devolvieron la alegría, que fue reconfirmada esta semana con nuevos hallazgos: EL VALLE DEL CUÑA PIRÚ NUEVAMENTE ALBERGA A UN YAGUARETÉ”, enfatizaron.
Alerta máxima
En el mismo documento la organización se declaró en “estado de alerta máxima” ante el registro de casos de caza furtiva, sobre lo que lamentaron: “la amenaza de la caza inentendiblemente se mantiene a estas alturas sin castigos reales, sigue siendo una tremenda amenaza”.
“En esta zona donde la interacción entre el máximo depredador y las actividades productivas es muy alta, el yaguareté solamente puede sobrevivir si existe una política eficaz de convivencia, no hay otra solución que la de una presencia activa y eficiente de las autoridades competentes junto al desarrollo e implementación de las medidas antidepredatorias y compensatorias que establece la Ley de Grandes Felinos, con eliminación total de amenazas como la caza, los atropellamientos en rutas y la deforestación que continúa vigente”, resaltaron.
Para finalizar, solicitaron al Ministerio del Agro “intervenir activamente para la implementación de medidas de mitigación de depredaciones en todas las propiedades productivas”.
En tanto, al Ministerio de Ecología sugirieron “ponerle fin, sin contemplaciones, a la caza en toda la región. Solo tendremos yaguaretés si se acaban las balas”.
El último relevamiento publicado por la fundación Vida Silvestre en junio del corriente año, alertó sobre una leve baja en la población, con una media de 84 ejemplares a lo largo y ancho de Misiones, cuando el mismo estudio en 2022 contabilizaba 93.
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