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Liberaron al policía involucrado en la muerte de un menor en Posadas




Justo Horacio Bareiro, el policía involucrado en el homicidio de un adolescente en el barrio Villa Poujade de Posadas, recuperó la libertad esta tarde, un día después de declarar ante la Justicia y tras incorporarse al expediente los primeros informes periciales.
El comisario inspector fue excarcelado bajo caución juratoria por una resolución dictada por el magistrado Miguel Mattos, titular del Juzgado de Instrucción Siete de la capital provincial, luego de recibir los primeros informes periciales que direccionan la causa hacia un caso de “homicidio culposo”, según precisaron fuentes consultadas por La Voz de Misiones.
De esta manera, Bareiro, quien es subjefe del Comando Radioeléctrico Centro, salió de la celda que ocupaba en la Unidad Regional X y volverá a su casa, aunque continuará atento al avance de la investigación del caso.
La medida también tuvo el visto bueno de la fiscal Patricia Clérici, quien opinó que luego de los informes recibidos era pertinente que el uniformado recupere su libertad.
Las fuentes de este medio señalaron que, tanto las pericias criminalísticas realizadas por Gendarmería Nacional Argentina (GNA) como las conclusiones de los especialistas del Cuerpo Médico Forense interviniente, son compatibles con la versión brindada por el implicado.
Por su lado, el policía Juan Horacio Bareiro prestó declaración indagatoria ayer por la mañana, instancia en la que ratificó que el disparo que acabó con la vida de Santiago “Telito” Benítez (16) se produjo de manera accidental.
Según indicó, el tiro se produjo luego de tropezarse con una piedra mientras perseguía al adolescente, que momentos antes pretendió ingresar a robar a una casa del barrio Villa Poujade en compañía de otros dos jóvenes.
De acuerdo a voceros del caso, ahora la causa continuará su proceso normal, pero el expediente sería enmarcado como homicidio culposo, cuya pena máxima asciende a los 5 años de prisión.
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Crimen del olero: testigos y versiones contrapuestas en el tercer día de juicio

Un hematoma en el pómulo derecho de Elisandro “Totito” Cruz (25), único acusado del hecho, fue uno de los tópicos de mayor discusión en la tercera jornada del juicio por el crimen del olero Ramón Fretes (63), instancia en la cual declararon cuatro testigos, dos de ellos testimonios marcadamente contrapuestos.
Dichos protagonistas fueron Carla Servin, vecina del barrio; Guadalupe Leal, una niña criada desde pequeña por la madre del imputado; y Fernando Flores, otro vecino que ofició como testigo de los procedimientos policiales realizados durante la noche del crimen registrado entre la noche del 20 de agosto 2020 y la madrugada siguiente en El Porvenir II de Posadas.
La primera en declarar fue Servin, quien contó que esa noche estaba acarreando leña por el barrio y desde la calle oyó una discusión en la olería de Fretes. Luego agregó el acusado se encontró con su marido minutos después del hecho y le contó lo que sucedió.
“Cruz sale, se encuentra con mi marido y le cuenta lo que pasó. Dijo que hubo una discusión y que el señor le pegó. La discusión fue porque él no le quiso pagar”, declaró.
Luego indicó que vio al ahora imputado “herido en la cien izquierda”, con “rastros de ladrillo en la cara”, aunque el hematoma que presentaba el detenido en ese momento estaba localizado en el pómulo derecho, según consta en la fotografía que las partes exponen en la sala.
“Me voy a ahorrar el pedido de falso testimonio”, esgrimió el el fiscal Vladimir Glinka al terminar la declaración.

El fiscal Glinka advirtió a los testigos en varias oportunidades por el delito de falso testimonio.
Golpeado o no golpeado
La testimonial de Leal, en tanto, arrancó trabada. Es que la joven se presentó como una simple vecina, pero ante las insistencias de Glinka reconoció que se considera una “media hermana” del imputado porque fue criada desde pequeña por la madre de Cruz.
“Es una situación anómala”, marcó Glinka y pidió la anulación de la testimonial brindada por la joven durante la etapa de instrucción y planteó que la declaración prevista para hoy sea postergada hasta confirmar el parentezco con el acusado.
El tribunal, presidido por el magistrado César Yaya e integrado por sus pares Gregorio Busse y Carlos Giménez, dio lugar al primer planteo y respecto al segundo decidió volver a notificarle a la testigo los alcances del artículo que no obliga a declarar a familiares directos de acusados.
La mujer aceptó declarar de igual manera. “Me estaba yendo a comprar al kiosco y escuché que Fretes insultaba a Cruz. También vi cuando Fretes agredió con un ladrillo a Cruz. Le dijo ‘negro de mierda’ y le pegó. Yo ahí me asusté y corrí para avisarle de eso a la mamá de Cruz. Ella se descompensó y cuando volvimos ya lo tenían detenido”, narró al comienzo.
Glinka esperó para volver a intervenir y la testigo continuó: “Estaba oscuro, solo había luz del horno (de ladrillos). Ahí le veo a Cruz en el móvil detenido y estaba todo ensangrentado”.
Glinka no esperó más. Allí pretendió ahondar en detalles de esa situación con la testigo y le advirtió sobre el delito de falso testimonio, ya que en la causa consta que el acusado fue detenido dentro de su casa y que su misma madre autorizó el ingreso de la fuerza para concretar la aprehensión.
“Yo solo vengo a declarar lo que vi. Nada más”, respondió Leal.

El testigo Flores, ante Miguel Ángel Varela -abogado defensor oficial del imputado- y una foto de Cruz detenido.
En ese contexto llegó el siguiente testimonio, el de Flores, que respecto a las condiciones en las que Cruz estaba al momento de su detención describió una escena totalmente contraria.
Flores contó que él estaba durmiendo pero luego la Policía lo buscó para ser testigo del procedimiento “del levantamiento del cuerpo” de la víctima. Fue allí que también vio a Cruz detenido dentro de un patrullero.
“Lo vi bien, golpeado en la cara no estaba. Él estaba atrás con media ventanilla abierta. No había sangre, ni nada”, señaló ante las partes e incluso se paró en medio de la sala para graficar a qué distancia del imputado se encontraba en ese momento ante la requisitoria del juez Busse.
Además, recordó que mientras todo ocurría no había ningún otro vecino observando el procedimiento, contrastando nuevamente con lo dicho por Leal, quien aseguró que haber estado allí junto a la madre de Cruz.
En otro tramo, Flores detalló además cuestiones vinculadas al perfil del acusado y las situaciones cotidianas que se registraban en su olería.
“Él tomaba mucho. Eran normal los gritos ahí. Se juntaban a tomar todos con él, después se armaban discusiones y los mismos chicos que estaban con él le tiraban piedras. Él también se enoja y les tiraba con honda”, recordó.

Elisandro Cruz está acusado de “homicidio simple”, que prevé penas de entre 8 y 25 años de prisión.
Tramo final
El juicio por el crimen del olero Fretes pasó a un cuarto intermedio hasta el lunes, donde se prevé la recepción de los testigos restantes, varios de los cuales hasta el momento no fueron localizados o no cumplieron con la citación.
En la misma jornada se desarrollará la exposición de los alegatos finales y posteriormente podría haber dictado de sentencia.
Cruz está imputado por el delito de “homicidio simple”, figura que prevé entre 8 y 25 años de prisión.
En su declaración vertida en etapa de instrucción señaló que esa noche le reclamó a Fretes por su paga y que éste reaccionó golpeándolo primero. Allí se inició una pelea que acabó con la víctima asesinada de un puntazo en el pecho.
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Crimen del enfermero Aquino en 2018: juzgan desde el martes al único acusado

Mientras se aguarda la finalización del juicio por el crimen del olero Ramón Fretes (63), en el Tribunal Penal Dos ya preparan el inicio del debate oral para esclarecer el homicidio de Raúl Roberto Aquino (57), el enfermero posadeño que a fines de 2018 fue asfixiado con una media en su casa del barrio Patotí.
El inicio de las audiencias sobre este caso será el martes y el juicio tendrá un total de siete jornadas que se extenderán hasta el miércoles 14, según pudo averiguar La Voz de Misiones.
El acusado en este expediente es Carlos Tomás Prokopio, un joven que tenía 22 años al momento del hecho y era conocido de la víctima.
El muchacho está imputado por el delito de homicidio simple, figura que prevé entre 8 y 25 años de prisión.

Prokopio está detenido desde enero de 2019. Pruebas científicas lo vinculan al crimen.
De acuerdo a lo que se pudo reconstruir, el crimen del enfermero Aquino se registró en la madrugada del 24 de noviembre de 2018, dentro de uno de los departamentos del inquilinato familiar que administraba sobre la calle Chile, casi avenida Corrientes, del barrio Patotí de Posadas.
El homicidio se descubrió mediante una alerta emitida por vecinos del barrio que comenzaron a ver humo salir desde el departamento de la víctima.
En esas circunstancias, al lugar arribó el personal de la División Seguridad Costanera, quienes forzaron la puerta del departamento y en el baño dieron con el enfermero sin vida.
Según los informes forenses, la víctima sufrió una golpiza y fue asfixiado con una media o tela que obstruyó sus vías respiratorias.
Tras el crimen, su asesino pretendió borrar pistas iniciando un incendio, aunque el fuego no alcanzó a tomar suficiente fuerza y el rápido accionar conjunto entre los vecinos y la Policía permitieron que la escena se preserve.
La primera pista que condujo la investigación fue la desaparición del vehículo Toyota Ethios de la víctima, el cual fue hallado al mediodía siguiente en el barrio San Isidro. Quien huyó en ese rodado también pretendió quemarlo, pero volvió a fallar.

El auto de Aquino fue abandonado en el barrio San Isidro de Posadas.
El acusado fue detenido tiempo después, el 8 de enero de 2019, luego de un seguimiento digital realizado por el personal de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) sobre la línea telefónica de la víctima.
Es que el celular también desapareció de la escena y las pistas obtenidas a partir de ese aparato condujeron a Prokopio, que residía en el mismo barrio donde el vehículo de Aquino fue abandonado.
La casa del sospechoso fue allanada días después y en un placar los investigadores hallaron una zapatilla con manchas de sangre, fluido que luego se determinó mediante estudios científicos que pertenecía a la víctima.
Además, los restos biológicos recolectados en el interior del automóvil robado a la víctima eran compatibles al ADN de Prokopio, según lo determinó un cotejo realizado en el Parque de Salud.
La causa fue llevada adelante por el Juzgado de Instrucción Tres de Posadas, a cargo del magistrado Fernando Verón, y elevada a juicio en el primer semestre de 2021.
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Juicio por crimen del olero: “Él era agresivo, tomaba y no quería pagar”

Es 21 de agosto de 2020. El covid azota al mundo y un frío extremo a Posadas. En el barrio El Porvenir II un grupo de oleros comparte unos tragos y cierra la jornada laboral. El ladrillo está cotizado. De repente, una discusión. Hay una pelea y hay un crimen. Hay una víctima y hay un asesino.
Ahora, en el Tribunal Penal Dos hay un juicio para esclarecer aquél crimen de 2020. También hay una historia de marginalidad que emerge y una hipótesis que toma fuerza: un jornalero -se presume- reclamó su paga y terminó matando a su patrón.
El caso tiene protagonistas. La víctima fue Ramón Fretes, un pensionado de 63 años, manco del lado derecho, solitario y con una olería instalada en su terreno. El acusado es Elisandro Ramón Cruz, “Totito”, de 25 años en la actualidad, jornalero, analfabeto y sin antecedentes.
El juicio para develar qué sucedió entre ambos aquella fría noche de 2020 comenzó ayer, siguió hoy, continuará el viernes y -se prevé- terminará el lunes. Cruz enfrenta cargos por el delito de “homicidio simple”, que contempla penas entre 8 y 25 años de prisión, aunque la estrategia defensiva apuntaría a demostrar que el imputado se defendió y con ello atenuar una posible condena.
Cruz optó por guardar silencio en el inicio del debate, pero en la sala se leyó su declaración indagatoria vertida en la etapa de investigación: “Ese día trabajé todo el día, por eso le reclamé $5.000 que me debía hace un año y él me atacó con una piedra que me golpeó el ojo y después con un garrote que me pegó en el cuello, yo tuve miedo de que me lastime con un cuchillo y me defendí. Él era un viejo jodido con los empleados, se empedaba y no quería pagar”.
En esa primera audiencia declararon cuatro testigos, entre ellos dos peritos, la médica forense Silvina Lanzos y el bioquímico Carlos González. Los profesionales aportaron que la víctima murió un puntazo de 16 centímetros que afectó el área cardíaca y que registraba 3,21 gramos de alcohol por litro de sangre al momento de ser examinado.

Elisandro Ramón Cruz, de 25 años, está detenido desde 2020.
“Agresivo” y “traicionero”
Hoy, en tanto, el turno de declarar le correspondió a otros oleros y vecinos del barrio El Porvenir II, quienes conocían a ambos protagonistas.
El primero en comparecer ante el estrado conformado por los magistrados César Yaya, Gregorio Busse y Carlos Giménez fue Javier Escobar, olero desde los 14 años y uno de los vecinos que esa noche alertó a la Policía sobre lo sucedido.
El hombre contó que al momento del crimen la paga semanal era de unos $7.000 u $8.000 porque el “ladrillo estaba caro ahí por la pandemia” y describió a Fretes como “agresivo” y “traicionero”.
Apenas le mencionaron el nombre de la víctima, el testigo recordó anteriores episodios de violencia. “Él siempre tomaba y se descontrolaba, comenzaba a buscar pleito para no pagar. Si esa noche hubo una cuestión de plata la habrá comenzado Fretes. Una vez casi mató con un hacha a otro muchacho por lo mismo. Lo salvó un tendedero de alambre porque si no le partía la cabeza en dos”, señaló.
Y, además, describió que “él no tenía una mano pero era bien hábil, se ataba un cuchillo en el brazo para pelear”.
Sobre la noche del crimen, Escobar narró que fue su hermano el que llegó a su casa para alertar lo sucedido y luego de eso llamó a la Policía y colaboró en la ubicación de Cruz. “Yo llevé a la Policía hasta la casa de él y el muchacho se entregó. Después me querían involucrar a mí también pero él dijo que yo no tenía nada que ver y me largaron”, recordó ante las consultas de Vladimir Glinka, fiscal del tribunal.

El fiscal Vladimir Glinka con el testigo Escobar observando imágenes de la escena.
El siguiente testigo fue Luis Galeano, vecino y también jornalero de Fretes. Un día antes había trabajado para él.
“Esa noche estaban en la olería quemando hornos, hubo una discusión y después vi que el señor quedó tirado. Me asusté y me fui a avisarle a mi hermano”, comenzó.
Sin poder precisarlo, afirmó que en la pelea cree que Fretes “agarró algo del piso y lo tenía en la mano”, aunque admitió que era el lugar era “oscuro” y que él estaba “de espaldas” al hecho.
Sí fue claro y coincidente con su hermano a la hora de describir a la víctima: “Fretes era de tomar todo el día hasta quedar borracho. Ahí se ponía agresivo y no quería pagar. Venía con un machete en la cintura y no se podía trabajar tranquilo, pero bueno, tampoco había otro laburo para hacer”.
“Se aprovechaban de él”
En tercer término declaró una hermana de la víctima, quien pidió hacerlo sin el acusado en la sala, aunque luego lo cruzó en los pasillos del tribunal y le recriminó a los gritos lo sucedido.
En lágrimas, la mujer señaló que su hermano “no molestaba a nadie, a él le vivían robando sus cosas. Él era discapacitado y se aprovechaban de él. Los vecinos dijeron que Totito le robó una vez y mi hermano también me comentó eso una vez”.
En un momento, ante la consulta del letrado Miguel Ángel Varela, defensor oficial del imputado, la testigo indicó que “mi hermano era justo para él. Defendía lo suyo, por eso tenía carácter. La gente iba a molestarlo, por eso la gente decía que él era malo”.
Al finalizar, suplicó justicia por el crimen: “Él era discapacitado, no tenía una mano. Esto que hicieron fue una alevosía, una falta de respeto hacia una persona grande lo que hicieron”.

La hermana de la víctima pidió declarar sin la presencia del acusado en la sala.
El último en declarar fue el médico policial que intervino en la noche del crimen. “Fue el día que más frío pasé en mi vida”, describió.
Luego fue consultado sobre una lesión que el acusado presentaba en el rostro al momento de su detención, sobre lo cual estimó que la misma pudo deberse a un golpe, aunque aclaró que no podía acreditarlo.
Ese testimonio cerró la jornada y el debate pasó a un cuarto intermedio hasta el viernes, jornada en la que se prevé oír a los demás testigos citados, varios de los cuales hasta el momento no fueron localizados.
La siguiente cita será el lunes. Para ese día se espera la realización del alegato de las partes y quizás también haya sentencia.
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