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Reflexiones a 49 años del Golpe

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Por: Lilia Tiki Marchesini
@LiliaTikiMarch

Posadas, Misiones. Era de noche, muy tarde aquel día de principios de abril de 1976, cuando hacíamos tiempo con papá esperando que mi mamá saliera del cine Teatro Español. Se había estrenado “Perfume de Mujer” y mi mamá quería verla. Había terminado de atender a sus pacientes, era odontóloga; cerró el consultorio rápido para llegar a la función de las 21 hs. Papá había llegado de su estudio jurídico y de sus recorridas y visitas políticas. La invitación a tomar un helado era antes de buscar a mamá, charlar un poco, era el momento de compartir lo que estaba pasando.

Mi prima, que estudiaba en la Facultad de Exactas dormía; mi abuela, que tenía muchas dificultades para caminar, estaba acostada y mi hermano había subido a bañarse cuando pasamos por la esquina de casa, en el auto, haciendo tiempo.

La casa está ubicada en el centro: en una esquina está la gobernación, en otra la municipalidad. La calle estaba cortada con carros y Falcons verdes, no sé qué fuerzas serían, yo tenía trece años y estaba oscuro, pero vi muchos hombres armados; eran muchos. Sentí la mano de papá en mi brazo cuando llegábamos a la esquina y su voz – Tranquila, vamos ahí. Dobló, atravesó el corte preguntando qué hacían, diciendo su nombre y que era él a quien seguramente buscaban. Nos abrieron paso un poco desorientados, pero no por eso menos violentos. El estacionó lo más cerca que pudo de casa. Bajó. Yo lo seguí. Mientras golpeaban la puerta de casa para tumbarla nos acercamos. El sacó la llave y los invitó a pasar. No entendían nada la tranquilidad de mi padre. Entramos.

La noche oscura comenzaba. No es una redundancia. Porque también hay noches más claras, menos tenebrosas.

El 12 de Marzo de este 2025, también de noche, mirábamos con mi nieto por internet lo que acontecía en el Congreso de la Nación. Un grupo de jubiladxs acompañados por parte de la ciudadanía se manifestaba en las afueras pidiendo se mejoren los haberes de las jubilaciones y quiten todos los recortes que les han impuesto como, por ejemplo, los medicamentos. También en esta oportunidad habían detenido a dos niños de 12 años (la misma edad que mi nieto) que salían de la escuela y pasaron por Plaza de Mayo. Mientras veíamos compartía con él cuánto recibe un jubiladx en su haber después de haber aportado toda la vida, para qué le sirve o alcanza hoy, si uno toma remedios de niño entiende naturalmente que una persona mayor los toma necesariamente. Veíamos viejos y viejas golpeados, gaseados, empujados, el impacto apuntado del tubo de gas en la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo y todo esto sucedía en Buenos Aires. Aquí nomás. Vi en sus ojos de niño el dolor, el asombro, la indignación de lo que no es justo.

Esto es lo que se está viviendo en esta democracia. Claro que no es lo mismo que en 1976, porque esto no es una dictadura, este es un gobierno elegido por el voto popular. Sin embargo, en vez de cuidarnos, protegernos y mejorar nuestra calidad de vida y de desarrollo humano, nos somete a restricciones, violencia ejercida por el Estado, anulación de derechos adquiridos, rupturas de códigos, mentiras constantes insufladas por bots y trolls y hasta estafas a la vista de todos (como la Criptoestafa Libra llevada adelante por quien ejerce la responsabilidad de gobernar nuestro país).

Antes y ahora. Dictadura y democracia. No es lo mismo. Sin embargo, comparten en común que en este momento también es el Estado el que atenta contra el pueblo contra los más vulnerables y fortalece a los grupos económicos y grupos de poder: les interesa lo mismo, mucho para pocos y poco para muchos, también ahora el dinero se va para afuera y se funden las pequeñas empresas. Antes fue el Plan Cóndor, hoy el Plan generado por los CEOS, mayormente provenientes de la virtualidad y los descubrimientos en tecnología, la lA, redes sociales, los metaversos, entre otras. En ambos casos el poder del dinero y el capitalismo para subordinarnos al país del Norte. En ambos casos igual, pero de distinta manera, hoy buscan colonizarnos y hacernos pensar a través de las fake news “lo que ellos quieren”, someternos a destinos que solo van a beneficiar a esos pocos. Antes nos tiraban con balas hoy ya nos pueden tirar con drones. El gobierno nacional de hoy, cómplice y entreguista, libera todo, no hay nada reglado, ni cuidado, ni protegido, ni invertido, ni sostenido. Establece mecanismos para que no existan controles a la vez que restringe todas las políticas vinculadas a la cultura, al bienestar social, a las políticas de derechos humanos, niega los derechos adquiridos. ¿Hay acaso alguna obra que haya realizado este gobierno en casi la mitad de su ejercicio?… ¡Cuál? Ninguna que sea para construir, sólo para abrir camino a que los grandes capitales se apropien de lo que no tienen y tanto ansían: nuestras riquezas naturales (litio, minerales, petróleo, agua, etc). Están rifándonos: nuestra identidad y nuestra soberanía están en juego. Y al que no piense igual palo y a la bolsa. Fascismo.

Entonces, ¿cómo no voy a hablar con un niño de doce años de estos temas si dentro de cuatro años él va a elegir a sus mandantes? ¿Cómo no voy a alertarlo de los videos que nos acechan por las redes sociales muchos de los cuales no son verdades? ¿Cómo no voy a repetirle buscá la fuente, quién puso esa información, y de dónde viene ese quién? ¿Cómo no voy a estimularle a que investigue, que no crea todo, que estudie, que revise la historia?

Cuarenta y nueve años no es nada en la historia de la humanidad. Y las noches oscuras también se repiten. Está en nosotros construir nuevas prácticas en la forma de vivir en sociedad, en la política, está en nosotros ser indómitos, curiosos, indagadores, estar atentos, tener memoria y recordar: volver a pasar por el corazón (cor. del latín corazón).

Falta muy poco para las elecciones a medio término y que volvamos a elegir el rumbo democrático que deseamos. Y podemos transformar la oscuridad en claridad. Es tiempo de estar despiertos, de saber que, con nuestro voto, en nuestra decisión ciudadana también decimos:

#NuncaMas

#30Mil Detenidos Desaparecidos

#Presentes

#Ahora y Siempre

 

 

Opinión

Por la idea del todo y la memoria de Hipócrates

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

Tengo una duda. En verdad miles, pero la más apremiante es ¿qué vamos a votar en las elecciones de octubre? La respuesta parece fácil: votaremos diputados nacionales para que nos representen en la Cámara baja del Congreso, en este caso se renovarán tres de las siete bancas que le corresponden a Misiones. Hasta ahí vamos bien. Pero a quiénes van a “representar” esos legisladores una vez que sean electos es la gran cuestión ¿Representará a un partido político, a una alianza electoral, a un gobierno en particular, a la Nación, a la Provincia?

Señora, señor, candidato, nominado o como usted prefiera que lo llame, cuénteme: ¿los intereses de quién va a representar en el Parlamento? ¿Los míos? ¿Los suyos? La respuesta es de manual y se encuentra en cualquier libro de instrucción cívica básico, o si quieren en la misma Constitución, la madre de las reglas del juego democrático de Argentina.

En resumidas cuentas, la Cámara de Diputados se compondrá “de representantes elegidos directamente por el pueblo de las provincias…”. Así se lee en la segunda parte de la Carta Magna, artículo 45. En la página institucional del Congreso dice que en la actualidad hay 257 diputados que “representan a los ciudadanos en cuanto a atender y defender sus intereses” y son elegidos utilizando el sistema de representación proporcional D’Hondt. A la Cámara de Diputados se la denomina coloquialmente como “la casa del pueblo”. Se entiende que la Nación está integrada, entre otras cuestiones, por un territorio compuesto por las provincias. La idea del “todo”.

En cambio, los senadores representan los intereses de cada provincia. La Cámara alta está integrada por 72 legisladores. Son elegidos tres por provincia y tres por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ya tenemos las piezas en su lugar.

Ahora, ¿a quién representa el diputado nacional cuyo voto impide mayor presupuesto para educación, salud o niega un escuálido aumento para nuestros jubilados? Saben qué, el juego del “toma y daca” entre las provincias y el lobby porteño suele ser tan ingrato como miserable. No es de ahora, viene desde antes de la declaración de la independencia, se encuentra en la génesis del ser argentino.

¿A quiénes representaron los diputados Martín Arjol, Florencia Klipauka y Emanuel Bianchetti cuando votaron para que el veto a la ley de financiamiento universitario quedara firme? Lo habrán hecho en nombre de sus electores de Misiones, o a pedido de quienes no los votaron en el resto del país, tal vez por una exigencia de algún partido “a nivel nacional” o a cuenta de Javier Milei, el Poder Ejecutivo. ¿A pedido de quién? En esa misma votación los cuatro diputados renovadores, Carlos Fernández, Yamila Ruiz, Daniel Vancsik y Alberto Arrúa, se abstuvieron. ¿Habrá sido en representación de los intereses políticos de la provincia o en defensa de los estudiantes de toda la nación?

Pongamos otro caso, hay para elegir, el que sea. Por ejemplo, cuando Arjol convalidó el veto a la reforma jubilatoria, pese a que tres meses antes había votado a favor de la ley ¿a quién representó con su decisión? Después sabemos lo que vino: divorcio con el radicalismo y peluca radiante. Pero, en aquel momento, cuando tomó la decisión política, ¿qué intereses defendió? Lo más probable es que diga que lo hizo para proteger al conjunto y no a un sector en particular. Pero convengamos que eso es lo que diría cualquiera en sus zapatos. Lo que intento plantear es cuál es el límite del “toma y daca”, hasta dónde llega el planteo ético del juramento de un diputado nacional y los verdaderos intereses que representa.

Tengo un amigo que se llama Rafael, es médico y trabaja desde hace casi dos décadas para Médicos Sin Fronteras. Una vez, no hace mucho, mientras me contaba sobre su última misión en Siria y tomábamos unos tragos, le pregunté cuándo se iba a dedicar a ganar dinero haciendo cirugías estéticas en una clínica privada. “Lo hago por la memoria de Hipócrates”, me contestó. Ya saben, el griego que lleva el mote de ser el padre de la Medicina, el que transformó la práctica médica de su tiempo desafiando siglos de supersticiones o explicaciones mágicas.

Hipócrates también fue filosofo. La idea central de su pensamiento, de su filosofía es el principio de totalidad. La idea del “todo”, esa era su visión sobre el rol del médico en la sociedad. De ahí viene el famoso Juramento Hipocrático que hacen los médicos cuando se reciben: acompañar al paciente, curar y una serie de puntos de la ética médica que no vienen al caso.

¿Los intereses de quién defendió esta semana el diputado Carlitos Fernández cuando votó en contra del tratamiento sobre tablas del proyecto de emergencia nacional pediátrica? ¿Lo hizo por la Provincia o por la Nación? Habrá sido “por Dios y la Patria”, tal como juró cuando asumió como un honorable diputado nacional. Digo: ¿en quién tengo que confiar mi voto si el médico pediatra, el del Juramento Hipocrático, vota en contra del Garrahan?

Ese mismo día, Arjol, abogado y profesor, votó en contra del tratamiento de la ley de financiamiento universitario. Lo mismo hicieron los otros seis diputados nacionales de Misiones. Es que todos ellos, a juzgar por sus votaciones, parecería que cada día coinciden en más cosas. El médico contra el derecho a la salud pública y el profesor contra la educación pública.

El día que el médico pediatra Fernández asumió escribió en X: “Con Orgullo y Respeto, asumo la Responsabilidad y Compromiso de ser Diputado Nacional, así defender los Derechos de todos los habitantes de mí querida provincia”. Y juró, en el Congreso, bajo la fórmula de rigor, el respeto y cumplimiento de la Constitución Nacional.

Es bueno saber desde dónde va a jugar cada uno de los candidatos antes de votarlos. Primero para saber a quién elegir, segundo para saber a quién reclamarle. Diego Hartfield, el diputado provincial electo por La Libertad Avanza, que le gustó el asunto y ahora quiere anotarse para ser candidato a diputado nacional, dijo esta semana que “ojalá, Misiones algún día salga a tomar deuda”. Con esa afirmación, entre otras, el ex tenista y bróker de negocios ya deja claro, de algún modo, qué intereses va a representar.

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Opinión

Pensar desde acá, actuar hacia allá

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Por: Micaela Gacek.

@MicaelaGacek

En estos días que corren la sociedad misionera ya no necesita dirigentes que se escondan cuando las cosas se complican. Necesita líderes que caminen con la cabeza alta en las buenas y en las malas. Que vuelvan a mirar a la gente a los ojos. Que se animen a reconocer errores y tengan el coraje de corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.

Creo en un liberalismo misionero. No importado ni copiado. Un proyecto local, con centro en el ser humano, que se construye desde abajo hacia arriba. De acá para allá, no de allá para acá. Porque cuando las soluciones se piensan desde lejos, lo que está cerca se rompe.

Quiero un Estado suficiente. Lo justo y necesario. No para controlar la vida de las personas, sino para garantizar lo que verdaderamente importa: salud de calidad, educación de excelencia y una seguridad que proteja sin abusos. Eso no es lujo. Es dignidad básica.

Representar no es obedecer ciegamente a un gobierno nacional. Representar no es ser funcional a los intereses de turno. Representar es sostener la voz de la provincia con autonomía, con coherencia, con respeto. Y sobre todo, con independencia.

Estoy convencida de que gobernar no es repartir contratos ni acomodar parientes. Gobernar es estar. Escuchar. Caminar con la gente. Decir la verdad. No estar solo cuando hay aplausos, sino también cuando toca enfrentar momentos difíciles.

La política necesita volver a ser humana. Más cerca de la realidad. Más conectada con lo cotidiano, con lo que viven las familias, los jóvenes, los trabajadores, los que emprenden y los que sostienen.

No venimos a imponer. Venimos a proponer.

No creemos en soluciones mágicas. Pero sí en ideas claras.

No queremos representantes obedientes. Queremos representantes presentes.

Este es un camino. No el único. Pero sí el que creemos necesario.

Un camino que parte desde Misiones, con identidad bien nuestra, con respeto por nuestras raíces, por nuestros abuelos que escaparon del caos y encontraron en esta una tierra fértil donde desarrollar su proyecto de vida, y sobre todas las cosas con la convicción de que se puede hacer política de otra manera.

Una manera más humana.

(*) Candidata a diputada nacional del Frente Renovador Neo

 

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Opinión

Una presión fiscal que ahoga: el modelo impositivo misionero está agotado

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Ariel “Pepe” Pianesi

@pepepianesi

 

La contracción de la economía y la caída del consumo de alimentos y productos básicos vuelven a poner en agenda el abusivo sistema de tributación que sostiene la gestión renovadora en Misiones.

A la crisis de la yerba mate y la mandioca, ahora se suma el pedido de auxilio del sector forestal, que atraviesa uno de los momentos más difíciles de los últimos años. La combinación de baja demanda en el mercado interno y parálisis total del mercado externo deja a esta industria clave en una situación crítica. En un comunicado reciente, AMAYADAP —la asociación que nuclea a empresas del rubro— reclamó medidas urgentes al gobierno provincial, entre ellas, la devolución de saldos a favor en el impuesto a los Ingresos Brutos.

Este es un punto que venimos señalando desde hace mucho tiempo. A pesar de los esfuerzos de la oposición, aún no existe claridad sobre el monto total acumulado en concepto de saldos a favor, aunque se estima que equivale a más de una recaudación fiscal completa de un año. Y lo más grave: no hay señales de voluntad política para devolver esos montos, permitir su compensación o, al menos, eximir de las retenciones automáticas en cuentas bancarias.

Otro aspecto crítico es el de los anticipos impositivos. Si bien el impuesto sobre los Ingresos Brutos se cobra en todas las provincias con tasas similares, muy pocas exigen su pago adelantado. Esta práctica distorsiva afecta profundamente al sector privado: achica el comercio, encarece los productos para el consumidor final y termina desalentando la inversión, el desarrollo y la creación de empleo.

El modelo misionero llega a extremos que no se ven en otras jurisdicciones. Un ejemplo es la retención del 8% sobre rendimientos de inversiones bursátiles, como los plazos fijos. Es decir, si un ciudadano busca cubrirse de la inflación invirtiendo su dinero, la Agencia Tributaria de Misiones le cobra no una, sino dos veces: al ingresar el dinero a su cuenta, y luego sobre las ganancias obtenidas. Todo esto, a pesar de que la Comisión Arbitral ha señalado que esa retención es ilegal.

Y como si todo esto fuera poco, el sistema se completa con una verdadera aduana interna, que obstaculiza el libre comercio dentro del país, castiga a las empresas locales y expulsa inversiones hacia provincias vecinas o incluso hacia Paraguay. Son muchas las empresas que abandonaron Misiones o dejaron de operar con ella por considerar que la carga impositiva supera la rentabilidad.

Este modelo fiscal, basado en una recaudación insaciable para sostener una caja electoral inédita en el país, está agotado. Es urgente rediscutir la matriz impositiva y avanzar hacia un sistema que premie a quienes invierten, generan empleo y apuestan por el desarrollo. Misiones tiene todo para ser un polo productivo, comercial y exportador. Pero para eso, necesitamos un régimen impositivo que empuje, no que asfixie.

(*) Diputado Provincial UCR

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