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Libre mercado o Estado presente: desregulación vs Inym

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Blanca Alvez
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Hécto Cacho Bárbaro
Héctor Cacho Bárbaro
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Cristian Castro
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Desregulación de la yerba mate: ¿Competencia o riesgo para el sector?

La desregulación del mercado de la yerba mate ha reavivado el debate sobre la intervención estatal en un sector clave para la economía y la cultura de Argentina. Mientras algunos celebran la liberalización como una oportunidad para aumentar la competencia y mejorar la eficiencia, otros advierten sobre los riesgos de un mercado sin controles en una industria que, históricamente, ha sufrido distorsiones.

1- Regulación: Un control necesario o una traba al crecimiento

El Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) ha sido, desde su creación en 2002, el ente regulador encargado de fijar los precios mínimos que deben pagarse a los productores y establecer directrices para la producción y comercialización del producto. La existencia de este organismo busca evitar la concentración del mercado y garantizar precios justos para los pequeños y medianos productores. Anteriormente, en los años 30, se había creado la CRYM (Comisión Reguladora de la Yerba Mate creada por Ley Nacional en 1935) que en los años ’90 -también como ahora- se desregulo y generó una crisis que terminó en el 2001 con el famoso “tractorazo”.

Quienes defienden la regulación argumentan que la yerba mate no se comporta como un mercado competitivo perfecto. Factores como la concentración en pocas empresas, las asimetrías entre los actores y la dificultad de los productores para negociar precios, justifican la intervención del Estado para equilibrar la balanza y evitar abusos. Son más de 13.500 pequeños productores y unos 150 molineros/industria de los cuales los dos primeros tienen más del 40% del mercado.

Además, si se caracterizan los productores la mayoría tienen menos de 10 ha de plantaciones.

Desregulación: ¿Más competencia o mayor desigualdad?

Los promotores de la desregulación sostienen que la fijación de precios mínimos distorsiona el mercado e impide que las fuerzas de la oferta y la demanda actúen libremente. Según esta visión, eliminar la regulación permitiría mayor competencia, incentivaría la inversión y daría lugar a precios más competitivos para los consumidores.

Sin embargo, los críticos advertimos que la eliminación de los controles puede profundizar la concentración del mercado en pocas empresas, perjudicando a los pequeños productores, que quedarían sin un respaldo estatal para negociar mejores condiciones. Además, existe el temor de que una caída en los precios de la materia prima no se traduzca en beneficios para el consumidor final, sino en mayores márgenes de ganancia para los grandes comercializadores. Como ya se vio en el gráfico de la composición del mercado arriba indicado y lo que se vio en góndola en este que paso (año 2024).

2- Experiencias y posibles consecuencias

Experiencias previas en otros sectores agrícolas han demostrado que la desregulación puede generar efectos no deseados. Por ejemplo, en la industria láctea, la eliminación de precios mínimos llevó a una crisis de pequeños tamberos, quienes no pudieron competir con grandes empresas que compraban la materia prima a precios muy bajos. En el sector tealero podemos advertir lo mismo y como hoy son menos los productores y pocas empresas que concentran la mayor parte de la producción, con una característica que el precio es puesto desde afuera ya que son precios internacionales, no como la yerba que el 90% de la producción es consumo interno.

En el caso de la yerba mate, los riesgos son similares: una caída en el precio pagado al productor deriva en la falta de rentabilidad para los pequeños y medianos actores, favoreciendo la concentración en pocas empresas y afectando la estabilidad de miles de familias que dependen de la producción.

3- Conclusión: ¿Cuál es el camino a seguir?

Desde el PAyS propusimos dos caminos, con la presentación de dos leyes. Una en Enero/24 proponiendo crear el Centro Misionero de Acopio, Comercialización y Promoción de la Yerba Mate y Tasa Yerbatera por la cual el gobierno compra y fija un precio mínimo a través de la intervención directa en el mercado de la hoja verde y canchada, la cual nos dijeron desde el gobierno de Misiones que “no hay plata…” fue así que los legisladores del PAyS volvieron a insistir en Octubre/24 la posibilidad establecer la Mesa Provincial de Regulación Yerbatera y crear el BEY (Boleto Electrónico Yerbatero) que es similar a un IMYM (Instituto Misionero de la Yerba Mate) con un sistema de cobro indirecto similar al que tienen los contadores para el cobro de sus honorarios y un seguimiento de la trazabilidad de toda la yerba que circula en la provincia.

En el año 2024 el 85% de la hoja verde de argentina se produjo en la provincia de Misiones

Como se observa, no solo gran parte de la yerba es de Misiones en el ámbito local, sino que, si miramos globalmente, el 44% de la hoja verde del año 2024 salió de las chacras Misioneras.

En este contexto y ante esta situación de crisis terminal para los pequeños y medianos productores de yerba mate de la provincia de Misiones, los misioneros tenemos que crear una herramienta provincial porque siempre los porteños nos impusieron el precio a nuestra producción; sea el gobierno del color político que quieran, entre los porteños en acuerdo de los correntinos nos impusieron el precio de nuestro sacrificio.

Los porteños desde un gobierno unitario nos exigían yerba barata “porque toman los pobres”, siempre fue así y la yerba no la podemos regalar, porque no es lo mismo producir un kg de yerba que producir una Coca-Cola, (1 kg de yerba elaborada rinde más de 40 litros de infusión); además, es un proceso artesanal, una planta que para entrar en producción demora más de 5 años de crecimiento. La yerba de calidad necesita ser cosechada artesanalmente, estacionada con su debido tiempo y es por esto que exigimos se lleven adelante propuestas como las que desde nuestro espacio gestionamos.

Creemos que el mercado yerbatero es un mercado imperfecto, la historia y los últimos datos así lo demuestran y es por ello que necesitamos urgente una herramienta para dignificar la tarea del tarefero, del cuadrillero y, por sobre todo, del esfuerzo de miles de familias productoras de la yerba mate en Misiones.

Exigimos desde el PAyS la creación de un Instituto Misionero de la Yerba Mate, compromiso asumido por el presidente de la legislatura en su momento (Dic/23) Carlos Rovira, que dijo que si se cerraba el INYM o se desregulaba el mercado yerbatero se crearía el IMYM. Lamentablemente hoy hay un acuerdo de cúpulas entre renovadores y libertarios, o los libertarios le condicionan al gobierno provincial la intervención del mercado yerbatero, le condicionan tener una regulación misionerista.

Ni un paso atrás…

Opinión

Llegó el tiempo de expandir el pensamiento misionerista

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

Desde 2003, cada elección es una lucha por la supervivencia de los intereses provinciales frente al implacable centralismo nacional. No es una exageración literaria. El Congreso, ese viejo coliseo de pasiones y desencuentros, se prepara para recibir a los nuevos gladiadores. Y en ese ruedo, Oscar Herrera Ahuad es, sin dudas, el mejor representante que tiene el Misionerismo para un momento histórico convulsionado, donde se necesita aporte de ideas, coraje, coherencia y un profundo sentido de pertenencia.

Hablar de Misionerismo es adentrarse en la historia de una provincia que aprendió a tejer su propio destino con paciencia y convicción. El Misionerismo no es una etiqueta electoral, sino una filosofía de gestión que surgió de la voluntad de diferenciarse del discurso homogéneo impuesto desde el puerto de Buenos Aires. Defiende la identidad local, la autonomía y el bienestar de las y los misioneros. A lo largo de los años, el Frente Renovador de la Concordia Social ha sido el estandarte de esa visión, resistiendo la tentación de plegarse a recetas ajenas y apostando a un modelo propio, con aciertos y errores, pero siempre fiel al pulso de la tierra colorada.

El Misionerismo es, en su esencia, la rebelión de los invisibles ante un gobierno nacional necio e indolente, y estructuras partidarias rancias. Digamos que es lo mejor de la evolución de la Renovación: trasciende a la Neo, el Blend o los diferentes varietales cultivados dentro o fuera del territorio. Es una forma de decir “no” al olvido y “sí” al protagonismo de una provincia que se niega a ser mero decorado del mapa nacional. Y en ese marco, los valores centrales son claros: respeto por la pluralidad, defensa de la producción local, educación como herramienta de emancipación y salud como derecho inalienable.

Hablar del Misionerismo es hablar de una evolución política que nació y creció al calor de la propia intemperie. No es una ideología blindada ni una doctrina de manual: es, más bien, una forma de lealtad a la tierra, a quienes la trabajan y la habitan. El Frente Renovador, desde su génesis, fue el vehículo de esa transformación paciente.

Hablar de Herrera Ahuad es invocar la biografía de un médico a pie de calle, escuchando el pulso de las urgencias sociales antes de que los despachos le abrieran las puertas. Su recorrido es el de alguien que conoce cada rincón de la provincia: sus hospitales, sus escuelas, sus caminos de tierra. Gobernador en tiempos de pandemia, supo equilibrar la firmeza y la cercanía, sin ceder a la tentación del protagonismo vacío. Nunca fue un político de gestos ampulosos ni de frases huecas. Su estilo es el de quien prefiere el trabajo silencioso a la foto fácil; el de quien entiende que gobernar es, ante todo, cuidar.

Quien busque en esta elección confrontar ideas y trayectorias encontrará en el resto de los candidatos un mosaico heterogéneo, pero poco convincente si se mide desde el interés genuino por Misiones.

Diego Hartfield, extenista y bróker de negocios financieros, viene realizando una campaña pulcra y sus promesas de modernidad suenan, a menudo, como anuncios en horario premium: mucho brillo, poca sustancia. El problema del Gato no es su falta de voluntad, sino su ajenidad al pulso profundo del Cantón. Su vínculo con lo cotidiano de la chacra, el colono y lo que sucede en las guardias de cualquier sala de emergencias es, digamos, anecdótico. Ahora, devenido en aspirante político, trae consigo el aura del esfuerzo personal, pero su mirada se queda en la superficie. La política, como la cancha, exige estrategia, pero también sentido de lo colectivo; y ahí Hartfield parece patinar en los detalles de la realidad misionera.

Cristina Brítez ya estuvo ocho años en el Congreso y no consiguió posicionarse como referente de minorías y derechos. Su discurso, frecuentemente crispado, parece más dirigido a Buenos Aires que a Misiones. Su fervor es digno de elogio, pero la defensa de Misiones exige algo más que consignas y alineamientos partidarios; requiere una comprensión profunda del territorio y capacidad de diálogo, virtudes que a Brítez le cuesta desplegar sin caer en el dogma.

Héctor “Cacho” Bárbaro, histórico dirigente social y rural, tiene a su favor la experiencia y el conocimiento de las necesidades de los pequeños productores. Sin embargo, su retórica combativa —aunque necesaria en ciertos momentos— tiende a polarizar en vez de construir. Misiones necesita diálogo y puentes, no trincheras permanentes. Cacho olvida que la provincia es mucho más que sus chacras y que el lobby a favor de las grandes tabacaleras es un mosaico de realidades complejas que exige una visión integradora.

El radical Gustavo González patina rápido, tiene una actitud adolescente y tampoco supo consolidar lo que más necesita el Cantón: una oposición racional y crítica que ayude a gobernar la provincia, que deje los intereses personales de lado en pos del crecimiento del conjunto. La oposición en Misiones no aprendió a ejercer su rol, por eso se encuentra tan desintegrada y perimida.

Por último, Ramón Puerta, el viejo zorro de la política misionera. Sus credenciales son conocidas, pero su historia está atada a un pasado que la provincia busca superar. Puerta encarna la nostalgia de quienes creen que todo tiempo pasado fue mejor, olvidando que Misiones avanza y requiere nuevas respuestas para viejos y nuevos desafíos. Es el referente de tiempos donde la política era otra cosa; su candidatura es el eco de un pasado que, honestamente, no ofrece respuestas a los desafíos actuales. El conservadurismo porteño le es más propio que el nuevo pulso misionero.

La presencia de Herrera Ahuad en el Congreso no es solo un asunto de partido, sino de supervivencia política para Misiones. Nadie como él entiende que la pelea por recursos, autonomía y reconocimiento es diaria, y que el centralismo porteño no concede nada sin presión. Miren, conozco ese territorio, también a Oscar, y les aseguro que no creo que se mantenga callado ante el ninguneo de los despachos nacionales. El Misionerismo, encarnado en su figura, es la garantía de que Misiones no será una cifra más en el presupuesto nacional ni una sombra en la periferia del poder.

Frente a los intereses externos —económicos, mediáticos o políticos—, Herrera Ahuad representa la defensa de lo propio. Su candidatura no es solo la de un hombre, sino la de una provincia que exige respeto y protagonismo. En un país donde las provincias suelen ser la variable de ajuste, tener a alguien en el Congreso capaz de plantarse sin titubear es, sabiendo de qué se trata cada negociación, sencillamente, es vital.

Mientras otros candidatos miran hacia afuera, buscando aprobación o respaldo externo, él mira hacia adentro, entendiendo que la fortaleza de Misiones está en su gente, su cultura y su potencial productivo. No le teme al debate ni a la confrontación; sabe que defender a Misiones no es gritar más fuerte, sino saber escuchar y negociar, sin ceder nunca ante el ninguneo. Su experiencia en la gestión lo habilita para entender la complejidad de las relaciones federales y para exigir, con legitimidad, lo que le corresponde al Cantón.

Que la historia no nos encuentre distraídos. Votar por Herrera Ahuad es, en última instancia, votar por uno mismo: por el productor que no quiere perder su tierra, por la maestra que enseña en la frontera, por el joven que sueña con quedarse y no partir. Es defender la voz y la dignidad de Misiones ante quienes la miran desde lejos y la entienden menos aún. Al final, la opción es clara: o se elige a quien encarna el Misionerismo y la defensa de lo propio, o se corre el riesgo de volver a ser tierra de nadie. Y Misiones, conviene recordarlo, nunca quiso ser invisible y construyó identidad propia.

 

 

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Opinión

Misiones: donde la magia se convierte en vida

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Congreso vida

Por: Lic. Leonardo Amarilla

@leonardoama

Escrito el 8 de octubre, en el Día Misionero del Suelo

Un texto dedicado al gran héroe anónimo, al artista invisible, al motor de nuestra existencia. No está en las nubes, ni en el horizonte, está justo bajo nuestros pies. Hoy hablamos del suelo, aunque no lo vemos como un simple pedazo de tierra, hoy debemos descubrir la magia que hay en él.

¿Y en qué consiste esa magia? La primera parte del hechizo la encontramos en lo que no vemos. Si pudiéramos tomar un puñado de suelo y hacerle un zoom, quedaríamos sorprendidos. El universo en un puñado de tierra, donde coexisten más microorganismos que personas en el planeta. Billones de bacterias, hongos, actinomicetos y algas microscópicas. Es la metrópolis más diversa y poblada que podamos imaginar.

La red social de la naturaleza: hablemos de los hongos micorrícicos. Son como las redes de fibra óptica del suelo. Conectan las raíces de las plantas y les permiten comunicarse, intercambiar nutrientes y alertarse de peligros. Es literalmente un internet natural bajo tierra.

Luego están los ingenieros del ecosistema: las lombrices, los ácaros y los insectos. Son los arquitectos, los que excavan túneles, creando espacios para que entre el aire y el agua. Reciclan la materia orgánica, transformando lo muerto en vida nueva. Sin esta biodiversidad invisible, el suelo sería un polvo estéril. Esta biodiversidad mágica no es solo un espectáculo fascinante, es el fundamento de todo lo que viene después. Es el taller donde se forjan nuestras potencialidades multiproductivas.

El sustento de todo cultivo

Un suelo sano y biodiverso es un suelo fértil. Es propicio para todo tipo de cultivos: desde el té y la yerba mate hasta las hortalizas que llenan de color nuestro plato, las frutas que endulzan nuestra vida o los forrajes que sustentan nuestra ganadería.

La sostenibilidad del suelo Misionero no solo produce, sino que protege. Es esponjoso, retiene el agua como una esponja, resiste mejor a la sequía y a las lluvias intensas. Mantener un suelo vivo en nuestra región es un seguro natural contra el clima.

El sabor de la tierra se percibe de un tomate cultivado en San Vicente, de un yerbal bajo cubierta en Apóstoles o el sabor de una miel autóctona. Esa complejidad de sabores y colores, esos matices, son el resultado directo de los minerales y las relaciones simbióticas que ocurren en este ecosistema. Por eso, la calidad nace del suelo y “Misiones florece” día a día.

Entonces, si unimos el privilegio de la biodiversidad invisible con las potencialidades visibles. ¿dónde encontramos el truco final? La magia está en la conexión entre ellas.

La verdadera magia es un ciclo, nosotros alimentamos al suelo con materia orgánica y buenas prácticas, y el suelo, con su ejército de seres vivos, transforma eso en alimento para las plantas. Las plantas nos alimentan a nosotros y a los animales, y el ciclo vuelve a empezar. Es el ciclo de la vida, y su centro neurálgico es el suelo. Si comprendemos esa esencia habremos dado un paso inconmensurable hacia la producción sostenible.

La conclusión es clara, el suelo no es un sustrato inerte, no es un almacén de nutrientes, es un ser vivo. Y como cualquier ser vivo, si lo cuidamos, nos cuida. Si lo enfermamos, se apaga su magia, y con ella, nuestro sustento. Por eso debemos concientizar a todo aquel que pise suelo misionero, es posible producir de una manera sostenible en el tiempo.

Hoy, en este Día Misionero del Suelo tenemos una misión clara. La misión de dejar de pisarlo como si fuera solo tierra, y empezar a honrarlo como el milagro que es. Seamos misioneros de este mensaje y contagiemos a otros esta visión. Promovamos las prácticas que devuelven la vida al suelo, la rotación de cultivos, las chacras multiproductivas, los abonos verdes, el compostaje y la biotecnología aplicada.

Recordemos de este fino manto vivo que cubre la tierra depende nuestro presente y nuestro futuro. Cuidemos la biodiversidad misionera, aprovechemos sus potencialidades con sabiduría y sobre todo, nunca olvidemos que la verdadera magia está en el suelo.

Mi humilde homenaje a Alberto Roth, quien alguna vez tuvo el sueño de convertir a Misiones en el santuario verde.

El progreso, ese enemigo público

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Opinión

De Fred Machado a la sociedad silenciosa

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Por: Fernando Oz

@F_ortegazabala

 

El Cantón también se encuentra en la ruta del blanqueo de capitales ilegales de Fred Machado, el narcotraficante que reconoció en una reciente entrevista haber realizado aportes millonarios a la carrera política de José Luis Espert. En el mapa de operaciones sospechosas que incluyen negocios mineros, aéreos y turísticos; Puerto Iguazú, la ciudad de las Cataratas, fue uno de los destinos elegidos.

Hace unos días, la Corte Suprema de Justicia habilitó su extradición a Estados Unidos, donde es investigado por lavado y fraude. Su nombre completo es Federico Andrés “Fred” Machado, tiene 57 años, nació en Viedma, de capricornio, piloto civil. Estuvo radicado durante un tiempo en Miami, Florida, donde posee al menos dos compañías dedicadas al rubro de la aviación: South Aviation Inc. y Pampa Aircraft Financing.

La primera vez que oí hablar de Machado fue en 2011, cuando me tocó cubrir el caso de los hermanos Juliá, dos pibes bien que fueron detenidos en Barcelona apenas aterrizaron con un avión cargado con casi una tonelada de cocaína. El que me lo nombró llevaba chapa de la DEA, seguía el caso de cerca y había pasado la mitad de su carrera trabajando en América del Sur.

Había sido que, a través de South Aviation, Machado le entregó a Gustavo Juliá un avión moderno con el que, entre 2009 y 2010, comenzó a volar a Europa. En 2012, Juliá fue condenado a 13 años de cárcel en España por el contrabando de 944 kilos de cocaína. En esa cobertura, en la que también hablé con policías de España y Bolivia, funcionarios judiciales, viejos oficiales de la Fuerza Aérea reconvertidos en prósperos empresarios del mundo aeronáutico y fuentes ligadas a la investigación, aprendí muchas cosas, una de ellas es que el negocio de los brokers aéreos suele estar tan sucio como una papa.

Volviendo al caso que nos importa. Machado está bajo la mira de un Tribunal del Distrito Este de Texas por múltiples delitos graves, entre ellos presunta asociación ilícita para la fabricación y distribución de cocaína, conspiración para cometer lavado de dinero, conspiración para cometer fraude electrónico y conspiración para cometer violaciones de exportación y violaciones de registro federal que involucran aeronaves.

Las actividades ilegales involucrarían un monto aproximado de U$S 350 millones desde 2016. En relación con sus negocios de aviación, la investigación sostiene que Fred habría reclutado inversionistas para invertir en depósitos de compra de aeronaves para transacciones de venta que nunca se concretaron, utilizando esos fondos para fines distintos. Su socia en un fondo fiduciario vinculado a la causa en Texas, Debra Lynn Mercer-Erwin, ya fue condenada a 16 años de prisión.

Justamente, a fines de 2016 desde el gobierno de Tucumán se anuncia el inicio de un convenio con Avian S.A., la empresa que compró Mac Air y que controlaría Avianca en el país. Todo eso sucedía en plena revolución de los vuelos con cielos abiertos, establecida por la administración del entonces presidente Mauricio Macri.

Fue así como Germán Efromovich –otro muñeco interesante que luego fue detenido en Brasil– comenzó a visitar Tucumán con la promesa de que Avianca instalaría un Hub en el aeropuerto Benjamín Matienzo, para conectarlo con decenas de destinos en América y Europa. La aventura de Avianca en Tucumán parecía plasmarse después de que el 20 de septiembre de 2017 se hiciera un vuelo de prueba para unir Tucumán con Misiones, que trasladó al tucumano Juan Manzur, que en aquel momento era gobernador, y a parte de su gabinete.

La aviación fue la coartada perfecta. En un país donde volar es sinónimo de progreso, Machado lo entendió antes que nadie: por arriba de las nubes, la ley es difusa, y el dinero viaja más rápido que la justicia. Los aviones, esos pájaros metálicos que cruzan la pampa y la selva, se transformaron en el vehículo ideal para el lavado y el contrabando. Empresas fantasma, contratos opacos, operaciones en la zona franca y un puñado de funcionarios que miraban para otro lado. En Argentina, el cielo no es el límite: es la zona liberada.

El blanqueo es un arte que se aprende y se enseña. Las operaciones de Machado ponen en evidencia la facilidad con que el dinero sucio se convierte en inversiones, propiedades y campañas electorales. El sistema financiero, como siempre, sirve de facilitador; y la aviación, de acelerador. El resultado: millones que desaparecen del radar de la ley, pero no del de la codicia.

Días atrás, antes de ser trasladado desde su residencia en el sur, donde cumplía detención domiciliaria, hacía una cárcel donde esperará ser extraditado, Fred Machado reveló en una entrevista que conoció al senador nacional Manzur tras un intento de instalar una aerolínea en Tucumán. Aclaró que no hizo negocios con el ex gobernador peronista.

En entrevista con el diario Clarín, el empresario aéreo también se refirió a sus vínculos con dirigentes políticos. “A Manzur y al de Salta (afirman que se refería a Juan Manuel Urtubey) lo conozco porque estaba yendo con un amigo que buscaba poner una aerolínea con base en Tucumán. Es la famosa aerolínea que le compran al Grupo Mac Air”, contó el financista del diputado de La Libertad Avanza José Luis Espert.

La llegada de Avianca al Cantón en 2017 fue aplaudida por todos, incluidos empresarios turísticos, especialmente hoteleros. Hasta Hugo Passalacqua, que en ese momento también era gobernador, fue a recibir a Manzur cuando aterrizó en Iguazú con el promocionado vuelo. Es que la promesa parecía grande, había entusiasmo. Minutos antes del show, el presidente del Iguazú Turismo Ente Municipal (Iturem), Leopoldo Lucas, decía en diálogo con Radio Yguazú que del “vuelo de Avianca del que se viene hablando desde el año pasado” servirá “para unir desde Tucumán al noroeste con el noreste del país” y hacer un puente aéreo entre Posadas-Iguazú-Florianópolis (Brasil).

En realidad el proyecto Avianca era mucho más amplio, el plan era quedarse con una buena tajada de las rutas aéreas que conectaban ciudades claves de Bolivia, Paraguay, Brasil y el norte argentino. El negocio se truncó por un entramado judicial que nada tenía que ver con el lavado de dinero ni con el narcotráfico. La entrega de 36 rutas aéreas por parte del gobierno de Macri a la compañía provocó denuncias por supuestos conflictos de intereses comerciales relacionados con Mac Air, la empresa que controló Franco Macri (padre de Mauricio), hasta 2016.

La cuestión es que la iniciativa se desplomó. Personalmente no creo que Passalacqua, ni su ministro de Turismo, José María Arrúa, hayan sabido quiénes estaban detrás del negocio; al fin y al cabo, Avianca es la marca de una línea aérea colombiana que aún hoy es de las más importantes del mercado internacional. Nada tiene que ver la marca de café Juan Valdez con el delincuente del licenciatario, por poner un ejemplo.

En 2019 uno de los tantos aviones de la flota alquilados o comprados por Machado, algo típico en el rentable pasamanos entre bróker aéreos, aterrizó en el aeropuerto de Posadas. Esta vez no traía a ningún gobernador, sino que al economista José Luis Espert y a un grupete de colaboradores del momento. Estaba de gira presentando su libro “La Sociedad cómplice” y en plena campaña electoral como candidato a presidente.

Aquella vez, Espert, en la Berna del Cantón, estrechó manos, visitó canales de televisión, se sacó fotos, hizo conferencias de prensa, reuniones privadas, estrechó vínculos, repartió sobres e hizo promesas. Tal vez, sean sólo habladurías.

Además del llamado caso del “narcoavión”, lo que les contaba de los hermanos Juliá, el nombre de Machado también figuró en otros episodios de alto impacto en la Argentina, como por ejemplo en los vuelos que realizaba el empresario kirchnerista Lázaro Báez, presuntamente para lavar dinero proveniente de la corrupción.

La historia de Fred Machado es la de un argentino que entendió rápido cómo funcionan las reglas del salvajismo global: si no podés ganar, corrompé; si no podés avanzar, soborná; si te acorralan, volá. De la mano de sus empresas de aviación —Aerocargo, South Aviation, Aero Jet, entre otras— tejió una red que llevaba más que pasajeros: transportaba millones, sueños de progreso y paquetes que no pasaban por aduana.

Es la misma historia de siempre que se repite en bucle: vuelos privados que cruzan fronteras sin control, cargamentos que cambian de manos en hangares discretos y oficinas donde el silencio es la única contraseña. Y en cada paso, un socio, una firma, un cómplice. Los nombres cambian, pero el mecanismo se repite. De un hangar sale un avión, de una cuenta sale dinero, y la Argentina pierde parte de su inocencia, si es que alguna vez la tuvo.

Fred Machado es mucho más que uno de los nombres del momento. Es el síntoma de una enfermedad grave, el narcotráfico, que no se cura con allanamientos ni con extradiciones. Es el reflejo de una Argentina que se indigna por las redes sociales y se resigna en la vida real. La sociedad cómplice no es sólo la que calla: es la que elige no mirar demasiado y, cuando mira, se consuela con una ironía amarga.

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