Cultura
Elías Ongay, el tenor de El Soberbio que estudia y canta barroco en Suiza
Elías Ongay (32) creció entre los paisajes verdes y puros de El Soberbio. Se entretenía mirando videos de ópera que enviaba desde Buenos Aires su abuela, una aficionada a la música clásica. “Cuando la luz no se cortaba nos poníamos la videocasetera”, recordó entrevistado por La Voz de Misiones.
En ese entorno comenzó a crecer en él un interés especial que se fue consolidando con el tiempo. Se formó en la Escuela Superior de Música María Esther Lorda de Torres (Posadas), la Universidad Nacional de Arte y el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ambos de Buenos Aires). Luego de un tiempo de estudio en Barcelona, hace seis meses está residiendo en Suiza, precisamente en Basilea, donde se encuentra una conocida academia de música barroca, medieval y renacentista.
Se trata de la Schola Cantorum Basiliensis, donde Elías se dedica a un máster en especialización de Música Barroca. Hace pocos días regresó a Suiza, luego de un mes de vacaciones por Misiones y Buenos Aires, donde se reencontró con familiares y amigos de la infancia. Con cinco horas de diferencia con Argentina, desde Basilea atendió el teléfono.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de música Barroca?
Hablamos de un gran, gran género que es la música clásica. De la barroca cuando nos referimos a un periodo que es el 1600, 1700. No soy escolástico para dar las fechas precisas, pero más o menos en ese periodo. Y encontramos todas las obras de Bach, las pasiones; las cuatro estaciones de Vivaldi, por ejemplo. Toda marca de pastas lo ha usado como cortina en algún momento.
¿Compartís el máster con alumnos de todo el mundo?
La escuela es un lugar bastante multicultural. Hay compañeros de todos lados, por lo cual hay argentinos, de México, de Chile, Uruguay. Graciosamente, hay pocos suizos. Después, la manera de comunicarse es bastante peculiar. El máster dura dos años, en el cual tengo la suerte de estudiar con Rosa Domínguez, que es una profesora argentina que vive aquí hace muchos años. Por lo cual, para mí, es una suerte.
¿Tenes algún autor favorito al cual acudir para escuchar, estudiar o investigar?
En general he cantado bastante Bach y Händel. Porque se adecúan a mi voz. Entonces he pasado bastante por ahí. Sobre todo Bach, que tiene sus pasiones y unos oratorios que tienen los evangelistas, que es un relator de los evangelios que me ha tocado en un par de oportunidades, además de cantatas y otras cosas que tienen para mí el agregado que es alemán, un idioma que me gusta mucho cantar y hacerlo sonar. Entonces, es el compositor barroco que más frecuento. En la escuela me toca hacer mucho Monteverdi, que es el italiano del periodo barroco, que es una cosa apasionante. Que es poder fusionar esas dos cosas que a veces están bastante divididas. Pero de escuchar, escucho de todo, sobre todo en este periodo de mi vida. Escuchaba música clásica específicamente, pero ahora he abierto las fronteras.
Imagino que cuando decís otro tipo de música te referís al folclore por una cuestión de nostalgia
Te podes imaginar lo peor. Escucho folclore, tango, Los Palmeras cuando corro. Creo que hay que abrirse a la curiosidad. Muchas veces cuando uno se especifica en algo está bastante metido en un género y toda la curiosidad está ahí. Pero también se encuentran muchas cosas valiosas en otros géneros. El folclore y el tango es algo que me llegó tardíamente pero en buena hora.
¿Estás cantando con una orquesta en la actualidad?
En general canto con ensambles. Ahora estoy con una flautista argentina que trabaja aquí, que armó un espectáculo muy hermoso. No porque yo esté ahí sino porque es su creación. Es una fusión de teatro y música en el cual los cantantes actuamos. Después los trabajos van apareciendo. Es a la carta. Un día cantas en Navidad un repertorio de Bach con un ensamble, un coro y orquesta. Otro día es otra cosa. Es atractivo porque uno nunca sabe qué puede llegar a venir.
¿O sea que podes cantar en un teatro para cientos de personas o en una sala pequeña?
De hecho he cantado para un público muy reducido. El otro día me llamaron de uno de estos salones para recibir a los invitados y había dos entradas a nombre de un señor. Y él vino solo. Pregunto y me dijo ‘debería ser mi esposa pero no vino’. Así que el recital fue para esa sola persona. Pero las propuestas son variadas. A veces es con un coro de 80 personas y quizás mañana estoy haciendo un cuarteto vocal de música renacentista española. Entonces varía por cómo uno se desempeña. A veces no se canta igual todo ese repertorio.
Además de música clásica, ¿te animaste a cantar otro género?
Es algo que he cambiado con el tiempo. Durante un tiempo no lo hice. No porque no me guste. Cantaría boleros. Me gusta el tango y folclore también. Algún folclorista me tiraría con algo, seguramente. Pero no importa. Me he juntado con un amigo guitarrista con el cual hemos cantado folclore acá, en Basilea. El sabe más, me ha enseñado ad hoc, vamos a decir alguna chacarera que no tenía la más remota idea que existía. Cada vez que he hecho algo con la música que no sea clásica aprovecho para experimentar otro tipo de sonido o expresión que no está del todo permitido.
Después de Basilea con este máster, ¿Cuáles son tus planes para continuar?
No hay planes, esa es la verdad. Esto es muy azaroso, nunca se sabe para dónde depara la cosa. Mi plan es trabajar en lo que hago actualmente, seguir haciéndolo y disfrutar de eso. Trabajar de ello tiene su sacrificio, como todo. Pero te lleva a conocer lugares, gente. Trabajar con gente talentosa y que te enseñe y pueda aprender de ellas. Así que eso ocurrirá donde el destino así lo quiera. Quién sabe.
Europa es maravilloso pero hay cosas negativas. ¿Qué te resultó difícil enfrentar? ¿Sentiste discriminación?
La discriminación no. Pero me he enterado de casos. Lo más difícil es que muchas veces se pinta como la solución maravillosa por las opciones socioeconómicas que hay. Pero después está uno y sus emociones. Creo que, la vez pasada, un compañero decía que uno llega y nadie te estaba esperando. Entonces es presentarse, decir ‘hola, ¿qué tal? Soy fulano. Me ha costado eso sí, de sentirme en una posición de cuestionado. Eso de ‘¿porqué vino? ¿Cuánto tiempo se queda? ¿Tiene dinero? ¿Cuándo piensa irse?’. Entonces uno se ve en la obligación de responder todas esas preguntas. Recordaba que en Argentina nunca tenía el DNI encima. Nunca se me ocurrió que me preguntarían algo. Entonces esa es una de las cuestiones que más me costó. Después está todo el lado positivo que uno se encuentra con una realidad distinta, otros idiomas, conoce otros lugares. Pero a veces uno está con esa sensación de que ‘me quiero volver a mi casa’.
Fotos: Gentileza Giuliana Di Pietro
Cultura
Jorge Villarreal, el guitarrista misionero de Sandro: “Daba todo en el escenario”
Jorge Villarreal es el guitarrista misionero que tocó con Sandro durante veinte años y que estuvo presente para el que fue su último recital en el Teatro Gran Rex, el 16 de mayo de 2004, para un show de casi tres horas y ante 3.500 personas. “Iba a ser esa seguidilla que hacíamos siempre durante el año. Empezábamos en Rosario y seguíamos por las provincias, terminando, no sé, en cuarenta recitales. Una cosa de locos”, recordó Villarreal a La Voz de Misiones.
“Hasta el último tema las canciones las cantaba en el mismo tono. En el escenario subía otra persona. Daba todo. Nunca bajar un tono ‘porque no llego a lo que llegaba cuando era joven’. Lo mayoritario que se puede apreciar de él es cómo se entregaba”.
No obstante, a pesar de que siempre puso todo el cuerpo para cada interpretación, Sandro tenía los pulmones en muy delicado estado. Por eso se vio obligado a cancelar cualquier posibilidad de gira después de aquel Gran Rex. “Esos veinte años que estuve con él tocamos por todos lados, de acá de la Argentina, desde Ushuaia a Canadá, en todos los países. Y para el Oeste del Mapa, fuimos a Australia también con él”, resumió el guitarrista.
Según describió Villarreal, el cantautor era una persona “súper normal” aunque, “como él decía, ‘yo soy Sandro arriba del escenario. Después, cuando bajo, soy Roberto’. Él hacía esa diferencia”. La devoción por Sandro de América era tan grande que despertaba un fanatismo único, traducido en “Las Nenas”, las mujeres que siempre copaban las butacas más cercanas. “No sabes lo que era eso”, dijo el guitarrista.
“Cuando empezábamos en el Gran Rex, o donde sea que íbamos a tocar, mirábamos un poquito a través de la cortina y había siempre unas tres o cuatro filas que ya estaban llorando. La mayoría mujeres. Era así. Así era la historia de Roberto. Y esa gente no paraba de llorar hasta que el show terminaba”.
Como músico sesionista, Villarreal se probó ante el director musical de Sandro y quedó seleccionado en 1984. Desde el momento que ingresó a la banda, la nueva etapa de Sandro “capturó otro tipo de público. No tanto rockero, sino más lo baladista”, comparó el músico que también lo acompañó al autor de “Dame fuego” en los programas de televisión que conducía en Canal 13 y que se llamaba “Querido Sandro”, adonde venían a cantar diversos artistas famosos.
Hace veinte años atrás, cuando se concretaba el que sin saberlo fue su último recital, Roberto Sánchez padecía las consecuencias un enfisema pulmonar, diagnosticado en 1998. Por eso debió ser intervenido en 2005 y, cuatro años después, recibió un doble transplante, de los pulmones y el corazón. Lamentablemente, el gran cantautor argentino falleció el 10 de enero del 2010, a los 64 años.
Homenaje a Sandro con Fernando Samartín
No obstante y ante la dura ausencia de uno de los máximos cantautores del país, la leyenda continuó con el tiempo. Porque los músicos que lo acompañaron en los últimos tiempos aceptaron tocar con el imitador de Sandro, Fernando Samartín, para un conmovedor espectáculo que tuvo varias giras y que incluso llegó a Posadas en 2013 al Montoya, con Villarreal en la guitarra.
Más recientemente, en marzo se realizó en el Teatro Gran Rex el mismo espectáculo que tiene más de dos décadas de homenaje, en el que la imitación pasa a ser un calco de las emociones vividas con El Gitano. Allí, como en otras oportunidades, estuvo tocando Jorge Villarreal.
@lavozdemisiones Jorge Villarreal es el guitarrista misionero que tocó con Sandro veinte años y que estuvo presente para el que fue su último recital en el Teatro Gran Rex. El último concierto de El Gitano ocurrió hace poco más de veinte años atrás, el 16 de mayo de 2004, para un show de casi tres horas y ante 3.500 personas. “Iba a ser esa seguidilla que hacíamos siempre durante el año. Empezábamos en Rosario y seguíamos por las provincias, terminando, no sé, en cuarenta recitales. Una cosa de locos”, recordó Villarreal a La Voz de Misiones. #LaVozdeMisiones
Jorge Villarreal nació en Puerto Rico y allí aprendió a tocar la guitarra. Su hermano Hugo, cuatro años más chico, se dedicó al bajo. Antes de irse a estudiar en un conservatorio en Buenos Aires, Jorge vivió en Posadas, donde terminó el colegio en el Roque González e integró la banda Los Biker’s, junto a Polo Peralta y otros músicos.
En Buenos Aires tocó un buen tiempo con artistas como Manuela Bravo o Gian Franco Pagliaro, con quien recorrió el país varias veces. Su hermano Hugo actualmente está retirado de la música pero formó parte de la banda Pastoral y acompañó en el bajo a Sergio Denis en la década del 90.
Actualmente y como hace 25 años, Jorge atiende su local de música en El Palomar del Gran Buenos Aires. Allí enseña música, se dedica a la luthería y a la venta de instrumentos. Además, mientras no es parte de los tributos a Sandro, suele salir de gira con otros artistas. Jairo lo llamó hace poco y con él se fue de gira a Córdoba, porque las cuerdas de Jorge aún tienen ese “mundo de sensaciones” que acompañó a Sandro.
Cultura
Con Claudia Puyó en la voz, banda misionera Aurazul versionó a Spinetta
La banda misionera Aurazul estrenó “Barro Tal vez”, canción original de Luis Alberto Spinetta y que en esta versión tiene como invitada a Claudia Puyó en la voz y a Juan Pico Núñez en el acordeón. Además, para el videoclip que también salió a la luz el viernes pasado, baila la posadeña Victoria Solari, artista que actualmente reside en Suiza.
La canción es el adelanto del que será el segundo disco de Aurazul, grupo que cuenta en la voz con Alejandra Melgarejo, en la guitarra y sintetizadores con Juan Manuel Palma, en el bajo con Gustavo El Pollak Fernández, y en la percusión con Darío Fleita. El videoclip de “Barro Tal Vez”, en tanto, fue editado por Palma, también productor del álbum que se viene.
“Todo el universo conspiró y salió este maravilloso trabajo. Estamos muy felices, con el corazón lleno. Creo que esta es una forma de decirle gracias infinitas a Luis Alberto (Spinetta), porque realmente es un artista que nos ha marcado a todos, que nos ha mostrado un camino” expresó Melgarejo al respecto de esta versión a dúo con Puyó, quien adelantó hace dos meses a La Voz de Misiones su participación en la grabación de “Barro tal vez”.
“Es una canción que en lo personal y como artista me marcó a fuego. Fue el primer tema que saqué con la guitarra a mis catorce años y siempre siento la necesidad de volverla a cantar. Una canción que signó mi adolescencia y que siempre será una salida de emergencia”, agregó Melgarejo.
Escrita en 1965, cuando Spinetta tenía solo 15 años de edad, “Barro tal vez”, es una de las canciones que integra el álbum “Kamikaze” (1982) y una de las más populares del artista fallecido en 2012. Hay versiones que hizo el propio artista con Mercedes Sosa, pero también covers en solitario que intepretaron Pedro Aznar, Julieta Venegas, Daniela Herrero y Nahuel Pennisi.
Cultura
Presentan libro sobre Mañasco, el obrero de Misiones indultado por Alvear
El historiador Diego Mali Schroeder presentará mañana la segunda parte de “La Rebelión en los Yerbales”, libro en el que investigó las circunstancias en las cuales fue liberado el obrero Eusebio Mañasco, condenado a perpetua sin pruebas en Misiones como el autor intelectual del resonante crimen de un colono.
En la causa “se demostró que los testimonios fueron manipulados con testigos falsos y presiones de la policía. Hasta la propia compañera de él, que se llamaba Mónica Ballazar, denunció que fue violada por el comisario de Posadas, Antonio Quiroga”, recordó Schroeder, quien presentará el segundo tomo de su libro mañana, a las 18 horas, en la Sala del Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades.
“La Rebelión en los Yerbales” también será presentado al público de Leandro N. Alem este viernes a las 19, en la Casa del Bicentenario; el sábado en la Junta de Estudios Históricos de San Ignacio, a las 19; y el martes 10 de septiembre, a las 19:30, en la Biblioteca Popular Posadas.
En junio se publicó el segundo tomo de la historia que investigó en profundidad Mali Schroeder, músico e historiador que en 2019 dio a conocer el material en su primer volumen. “La Rebelión en los Yerbales” en su primera parte analizaba el caso de 1920 a 1921; y ahora se pueden leer los detalles de la causa desde 1924 a 1927. “Estoy muy contento con el resultado”, admitió el autor.
El crimen de Allan Stevenson
El 21 de mayo de 1924, el dirigente gremial Eusebio Mañasco es condenado a perpetua junto a Cirilo Ramírez, Liberato Espinosa, Crescencio López y Pascual González. Son sentenciados por ser autores intelectual y materiales, respectivamente, del asesinato de Allan Stevenson, un colono de Loreto que trabajaba en la construcción de una cosechadora de yerba mate.
Los cinco estaban presos desde 1921, cuando se llevaba adelante una huelga general de los trabajadores yerbateros y en la que Mañasco había enviado a cuatro trabajadores para interceptar el automóvil que presuntamente traía mercaderías de Paraguay y era conducido por Stevenson.
Tenían la orden de disparar al aire pero los atacantes apuntaron al coche y varios de los balazos alcanzaron a la víctima en Picada del Arroyo Yabebirí.
Los trabajadores admitieron el crimen pero Mañasco negó que su orden era a matar. Por entonces, según explicó el autor de “La Rebelión de los Yerbales”, hubo “un mal procedimiento de la justicia de Misiones con el juez Floricel Pérez, muy conocido. Tuvo poco tiempo como juez, tres años más. Lo analizo también porque fue un personaje contradictorio de la época. Después tuvo un juicio político, lo trasladaron. Es un tipo jodido. Era así, medio racista, discriminador, muy vinculado al poder de Misiones y el poder nacional”, apuntó el escritor.
La historia de Mañasco ocurre en el tiempo de un mundo convulsionado por el caso de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, dos inmigrantes italianos que en Estados Unidos son condenados a morir en la silla eléctrica por presuntamente dos asesinatos cometidos en 1920.
Aunque luego se demostró que ambos eran inocentes. Por eso los trabajadores y anarquistas de todo el mundo salieron a protestar, tomando ambos casos como una clara persecución a los obreros inmigrantes, precisamente porque Mañasco era un paraguayo que había llegado para trabajar al país y era foguista de un barco que trasladaba yerba a Buenos Aires.
“Eso hizo que llegue el caso incluso al ámbito internacional. Hubo apoyo de Paraguay, México y Europa”, detalló Schroeder.
De no ser por los cambios que se introducen en el Código Penal Argentino de 1921, los obreros condenados por el asesinato del Yabebirí no terminaron con una condena capital, algo que se reinstaura después, con la dictadura de Uriburu.
Lo cierto es que en 1926, las centrales obreras comienzan a movilizarse con aclamaciones multitudinarias y el caso pasa por distintas instancias, hasta que, gracias a los abogados defensores de la Unión Sindical Argentina, la Corte Suprema de Entre Ríos -competente en aquel entonces- falla en 1927 para reducir la pena a 25 años de cárcel.
“Supuestamente, con el cambio del código penal le correspondía una pena menor”, explicó Schroeder. “Pero los obreros, no contentos con eso, siguieron presionando porque ellos querían la libertad. Así llega el caso a los oídos del presidente (Marcelo Torcuato de) Alvear, que resuelve que era inocente y lo indulta”.
De allí en adelante, no hay muchos datos del destino que tuvo Mañasco en libertad, tema que podría estar incluido en un tercer volumen de “La Rebelión en los Yerbales”, según adelantó el autor.
“Como Mañasco hubo otros mártires. En muchos casos terminaban en la cárcel, la muerte o el exilio. En cambio, Mañasco es un caso interesante porque se trabaja de otra manera, y se logra concientizar a la población de que era inocente, que lo habían ajusticiado de manera incorrecta”.
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