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Nació en una estación de servicio y la abandonaron en la basura

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La pequeña Faustina fue rescatada por el encargado del lugar, los empleados y un policía que pasaba siempre por la zona. El recuerdo del hombre que le salvó la vida, a tres años de un momento que lo marcó para siempre.

BUENOS AIRES. Ese domingo 1 de noviembre de 2015, a pesar de la época del año, estaba fresco. En el barrio porteño de Mataderos todo era bullicio, como ocurría siempre cuando había feria.

Alberto Baduán, encargado desde febrero de ese año de la estación de servicio Oil de Lisandro de la Torre y Directorio, mataba el tiempo pispeando un partido entre Quilmes y Huracán.

Porteño de 55 años, si bien fanático de Racing, culpa del padre que lo había hecho socio apenas nacido, miraba con un dejo de simpatía al equipo del Globo y recordaba que de chico su abuela era la que lo llevaba a las prácticas de fútbol infantil del club de Parque Patricios.

De brazos cruzados y parado afuera, adivinaba a través de la vidriera la pantalla junto a vecinos del barrio y amigos que se reunían para poder ver Fútbol para Todos.

Recién había saludado al cabo Roberto Sosa, de la Policía Federal que, como lo hacía siempre, había dejado su auto en la estación de servicio. Y, cuando podía, se acercaba a ver los partidos de Boca, el club del que era hincha. Ya era un amigo más.

Cualquier excusa era buena para romper la monotonía de aquel domingo fresco de primavera. Por eso, cuando un hombre que no superaba los 30 años, de voluminosas rastas pidió dos o tres paquetes de una marca de toallitas femeninas con alas, Natalia, la empleada que trabajaba por la tarde, intentó una broma: “De esas no tenemos, se volaron”.

Sin embargo, llamó la atención que igual comprase tres paquetes de otro tipo, se las alcanzase a una nena de apenas siete años, quien se dirigió al baño de mujeres.

Eran las 16:30. Al final del primer tiempo, Claudio Bieler había puesto en ventaja al equipo cervecero, cuando alguien sacó al encargado de ese letargo de una tarde donde nada extraño debía pasar.

– Alberto, vení al baño- le pidió una mujer de nombre Lorena.

Lorena había conseguido que los dueños la dejasen trabajar en la estación de servicio manteniendo la limpieza del baño, facilitándole a la gente papel higiénico y jabón, a cambio de una propina.

La mujer le dijo que había mucha sangre en el piso. Y luego le señaló la bolsa de residuos, advirtiéndole que estaba extrañamente pesada. Alberto, acompañado por otra persona, tenía la casi certeza de que alguien había dejado un animal muerto. Uno nunca dejaba de sorprenderse.

Sin embargo, lo que vio lo impactó. Entre la basura vio la cara de un bebé recién nacido, que aún tenía el cordón umbilical. No lloraba. No se movía.

Alberto intentó levantarlo, pero cuando el cordón se tensó porque aún estaba adherido a la placenta, no se animó. “Tuve miedo de que se rompiera”, explicó. Llevaron la bolsa a un lugar más cómodo y ahí pudieron sacarlo.

Era una nena. La empleada Natalia, de 37 años, tres hijos y con un carácter especial para atender a una clientela difícil, mayoritariamente camioneros y transportistas, fue la que tomó la iniciativa.

Alzó a la criatura, ensangrentada, azulada por la hipotermia y cubierta de basura, la puso contra su pecho y la abrigó con un saquito de su hermana. Suspiró cuando comprobó que respiraba.

Mientras tanto Alberto -entre los gritos e insultos de los empleados indignados por la situación- llamó su amigo, el cabo Sosa y al 911. El policía acudió casi al instante, a bordo de un patrullero.

Con experiencia en este tipo de situaciones de la calle, casi ordenó: “Si en veinte segundos no viene la ambulancia, cargamos a la criatura y la llevamos al hospital”.

No terminó de hablar cuando escucharon la sirena de la ambulancia. Lo primero que hicieron los médicos fue cortar el cordón umbilical. Y la beba, entonces, lloró.

“Luchaba por vivir”

La ambulancia partió al Hospital Santojanni. Detrás fueron Alberto, su esposa Karina y Natalia. A la noche pudieron tranquilizarse: les dijeron que la beba había nacido a término, que pesaba tres kilos y que le estaban suministrando una batería de antibióticos porque la habían abandonado entre la basura.

Los de la estación de servicio la habían bautizado Milagros. Pero Eugenia Marteau, la primera médica que la atendió, le puso Faustina, ya que ella había sido mamá de un varón que se llamaba Faustino.

A la doctora, que había trabajado en Irak para Médicos sin Fronteras, la sorprendió el estado de la criatura: “Casi no lloraba y estaba violeta, luchaba por vivir”. Ella fue la que le despegó el papel higiénico sucio con materia fecal.

Pero, ¿quién la había abandonado?

Recurrieron a las grabaciones de las cámaras de seguridad de la estación de servicio. Vieron al extraño sujeto de las rastas comprando las toallitas, dárselas a una nena, ésta entrando al baño y luego saliendo.

Y, cuarenta minutos después, quedó registrado cómo una mujer abandonaba el lugar con tranquilidad, caminando, en compañía del hombre y de la nena.

Rápidamente acaparó la agenda periodística. Alberto, que hasta el día de hoy no logró desentrañar cómo los periodistas consiguieron su número de teléfono celular, no dejaban de llamarlo y de pedirle las imágenes de las cámaras.

Cuando la policía dio el visto bueno, las caras del hombre de rastas y de la mujer se viralizaron de tal modo que sería cuestión de horas identificarlos.

Fue en las cercanías del Santojanni que un periodista advirtió a un policía: “Ese que está ahí, ¿no es el rasta de la estación de servicio?”

El hombre fue detenido. Se llamaba Marcos Arjona, de 28 años y había sido la pareja de la mujer que había dado a luz en el baño. Declaró que la había acompañado porque decía que estaba indispuesta. Reveló que se llamaba Graciela Fernández, una policía de La Matanza de 27 años. La nena de 7 era su hija.

En un primer momento, la mujer negó todo. Pero los exámenes médicos realizados determinaron que había dado a luz hacía horas.

La mujer quedó detenida en la comisaría 42. El Juez de Instrucción Hernán López le abrió una causa por “abandono de persona agravado”.

El 26 de noviembre fue dejada en libertad por un tecnicismo: ninguno de los testigos pudo asegurar que la bolsa donde dejó a la criatura estaba abierta o anudada; de haberla anudado, se estaría frente a un caso de intento de homicidio.

La vida continúa

Ese 1º de noviembre fue un día que Alberto nunca olvidará. Esas horas comprimidas en miles de sentimientos lo llevaron a preguntarse, cuando el cansancio lo derrumbaba, si lo que había vivido había sido real o se había tratado de un sueño.

Alberto no se desentendió. Iba puntualmente al hospital dos veces por día; a la mañana y a la tarde concurría para conocer el estado de la criatura.

“Uno se involucra”, confesó. Hasta que sintió el golpe; “Un día fui y no estaba más. Fue un impacto fuerte y feo”. Contrariado, exigió hablar con el director del hospital, quien lo atendió muy amablemente. Le explicó que todo estaba en manos de la Justicia. Faustina había entrado al sistema de la adopción.

Alberto entendió, pero en su fuero íntimo sintió que debía hacer más. Quiso conocer el paradero de la beba. No sabía dónde ir. Preguntó en una oficina de menores abandonados, en la ciudad de Buenos Aires, y fue al juzgado que había intervenido en el hecho.

Y nada le informaron sobre esa criatura del que a su manera se sentía un poco padre. Si hasta había fantaseado con su mujer con adoptarla. El ya tenía una hija.

El hombre sabía que todos los resortes del Estado habían actuado correctamente. No solo la justicia, sino además la ambulancia que había llegado inmediatamente, como así también la policía.

“Entonces, bajé a la tierra”, admitió.

Pero aún con los pies en la tierra, no podía cerrar la historia. Primero fue el ofrecimiento que recibió de Miguel Giménez, vicepresidente de Racing, cuando lo llamó justo cuando estaba por salir al aire con la recordada periodista Debora Pérez Volpin: el club se ofrecía a hacerse cargo del jardín de infantes y de la colonia de vacaciones de la criatura.

Cuando intentaba refugiarse en el ajetreo diario de la estación de servicio, choferes de camiones frigoríficos y jaulas, sujetos rudos por el ambiente donde deben moverse, se acercaban con lágrimas en los ojos para dejarle ropa y juguetes a la bebé.

Pero ya era tarde, ya que el propio Alberto desconocía dónde estaba. Un día juntó todas las donaciones que se amontonaban en un rincón del drugstore de la estación y las llevó a una parroquia del barrio.

La pregunta que cada tanto lo asalta es siempre la misma: “¿No me la cruzaré alguna vez? Seguro que ya empezó el jardín”.

-Y si la vieras, ¿qué le dirías?.

-Le preguntaría si es feliz.


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Encontraron un cuerpo en la zona del by-pass de Posadas

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Minutos antes de las 20 de hoy, encontraron un cuerpo en inmediaciones al by pass de Posadas y agentes de la Policía de Misiones rastrillan la zona.

De momento, no hay información sobre la identidad del cadáver hallado, ni si se trata del chofer de Uber, Jorge Daniel Acuña (48) desaparecido desde el lunes.

Están presentes en el lugar, el Juez de Instrucción Uno, Marcelo Cardozo, acompañado del subjefe de la Policía, Marcos López Ascencio, para presenciar el operativo de rastrillaje en la zona, entre la rotonda de la ex 213 y Cocomarola.

Durante la jornada de hoy, los investigadores ejecutaron dos allanamientos en el marco de la investigación por la desaparición de Jorge Acuña. Como resultado, detuvieron a un personal activo de la Policía e incautaron un Renault Kwind.

Caso Acuña: un policía detenido, un auto incautado y dos casas allanadas


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Caso Acuña: un policía detenido, un auto incautado y dos casas allanadas

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La investigación por la desaparición del chofer de Uber, Jorge Daniel Acuña (48), cuyo paradero es una incógnita desde el lunes a la tarde, tuvo uno de sus puntos de mayor inflexión esta tarde, con dos allanamientos, un policía detenido y un automóvil secuestrado.

El primer procedimiento se concretó en la vivienda del mecánico hacia donde Acuña se dirigió ese lunes antes de desaparecer. Ese inmueble está ubicado sobre avenida Lavalle, casi Carlos Pellegrini, una cuadra antes de la avenida Tambor de Tacuarí, donde agentes de la Policía Científica y personal de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) efectuaron pericias de luminol, tanto dentro del hogar como en la zona del garaje.

Casi en paralelo, otra comisión de investigadores se dirigió hacia una casa ubicada sobre Tomás Guido, casi Blas Parera, donde detuvieron a un personal activo de la Policía de Misiones y además incautaron un Renault Kwind que habría sido captado por cámaras de seguridad en el marco de la revisión de las imágenes de dispositivos de vigilancia instaladas en cercanías al lugar donde el miércoles a la tarde apareció abandonado el automóvil Fiat Siena que Acuña utilizaba para trabajar como chofer de aplicación.

Ese vehículo estaba estacionado sobre la rampa de la vivienda y de inmediato fue cubierto por un gazebo de la Policía Científica y preparado para ser sometido a pericias de luminol.

Pericias de luminol en la primera vivienda allanada.

Los procedimientos de este viernes estuvieron dirigidos por el magistrado Marcelo Cardozo, titular del Juzgado de Instrucción Uno de Posadas, actualmente en turno y a cargo de la pesquisa.

En los allanamientos también estuvieron presentes altos mandos de la fuerza provincial, entre ellos el comisario general Sandro Martínez, jefe de la Policía.

Cabe recordar que otro día clave en la pesquisa del hecho fue el miércoles a la tarde, cuando se encontró el Siena abandonado y en una primera revisión constataron en su interior vestigios de al menos dos disparos y manchas de sangre en la parte delantera.

Esos indicios, lamentablemente, hacen suponer el peor final, aunque hasta el momento no hay mayores datos sobre el paradero de Acuña, quien reside en el barrio Santa Helena de Garupá, de donde el lunes a la tarde salió para encontrarse con el mecánico de la avenida Lavalle pero nunca más se supo de él.

Si bien la ubicación del rodado se concretó el miércoles, se cree que el vehículo ya había sido abandonado en ese lugar el mismo lunes en que el chofer Uber dejó de dar señales.

Fuentes consultadas adelantaron que en el correr de las horas se podrían efectuar más procedimientos en otros puntos de la ciudad.

La segunda vivienda allanada está ubicada sobre avenida Tomás Guido, donde fue detenido un policía.

El tercer día de búsqueda de Acuña cerró con pericias de luminol en su auto


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Recibió un comprobante de transferencia trucho y cayó en estafa por Marketplace

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Un vecino de Gobernador Roca denunció haber vendido a través de Marketplace un motor de lancha y concretó el envío del producto a su comprador, aunque luego advirtió que el comprobante de transferencia era apócrifo y, en consecuencia, no recibió ningún pago.

La estafa virtual fue denunciada esta mañana, por parte de un hombre de 33 años, quien se presentó en la comisaría del pueblo para denunciar lo que padecido luego de caer en una trampa.

En su denuncia, la víctima narró que a comienzos de mes publicó en Marketplace –la plataforma de ventas de Facebook– un motor fuera de borda a la venta por 1,5 millones de pesos, tras lo cual fue contactado a través de Whatsapp por un interesado que dijo residir en la localidad entrerriana de Concordia.

Tras avanzar en diálogos, el vecino acordó la venta del producto y realizó el envío del motor una vez que recibió un comprobante de transferencia, aunque luego advirtió que el dinero nunca ingresó a su cuenta bancaria, ante lo cual constató que el certificado recibido era apócrifo.

El caso fue remitido al personal de División Cibercrimen de la Unidad Regional IX, cuyos especialistas realizarán los trámites de rigor para tratar de esclarecer lo sucedido y dar con los responsables, además de recuperar lo perdido.


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