Nuestras Redes

Opinión

Un año y medio de ataques a fondo contra la clase obrera

Publicado

el

 

Por: Aníbal “Tato” Zeretzki

@TatoZeretzkiPo

 

En este año y medio de mandato del presidente Milei asistimos a un ataque a fondo contra los derechos de los trabajadores de nuestro país a través de un conjunto leyes que por la magnitud del impacto que tendrán sobre las condiciones de trabajo constituyen una verdadera reforma constitucional.

La reforma laboral no es una “actualización” de convenios colectivos de trabajo obsoletos sino, al contrario, un retroceso en importantes derechos que fueron conquistados con décadas de luchas.

Se extiende el período de prueba hasta ocho meses, al cabo de los cuales te pueden rajar sin problemas; elimina el reconocimiento de la relación de dependencia (y con eso, de los derechos laborales) para los trabajadores de empresas de hasta cinco trabajadores, algo que va a incentivar más la tercerización en empresas subsidiarias; elimina la reinstalación en los casos de despidos antisindicales, toda una señal de ofensiva contra los activistas y delegados combativos en los lugares de trabajo; y abarata las indemnizaciones por despido, en un momento de fuerte recesión económica e industrial. Como también barre con las multas a las patronales que precarizan a sus trabajadores, “la ley es un llamado a que se siga contratando trabajadores sin registrar”, como denunció la diputada del Frente de Izquierda y el Partido Obrero Romina Del Plá.

La informalidad laboral alcanzó a 4 de cada 10 asalariados bajo el gobierno de Milei. A su vez, este prepara una reforma antiobrera en función de proyectar la ausencia de derechos que padece el sector no registrado hacia el conjunto de los trabajadores. Pretende convertir al país en una plataforma de mano de obra barata al servicio del lucro capitalista. El dato proviene de un informe elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-UBA), en base a estadísticas oficiales, correspondiente al tercer trimestre 2024.

De allí se desprende que la tasa de informalidad laboral supera el promedio en el caso de las trabajadoras de casas particulares (76,3%), los obreros de la construcción (67,3%) y los empleados de comercio (47%).

Lo anterior muestra el fracaso que significó la política de otorgar incentivos patronales como aliciente para crear empleo formal: ni la reducción de aportes patronales consignado en el Plan Registradas redujo la informalidad en el servicio doméstico, como tampoco el reemplazo de las indemnizaciones por el fondo de cese laboral en el convenio de la Uocra contribuyó a generar puestos de trabajo de calidad en dicho rubro.

Semejante tasa de informalidad agrega preocupación sobre la decisión del gobierno de eliminar la moratoria previsional, negándoles el derecho a jubilarse a aquellos que no lograron reunir los años de aportes requeridos por culpa del fraude patronal, condenándolos a sobrevivir con una pensión de indigencia.

Los capitalistas se ahorran las contribuciones a la Seguridad Social de dos quintos de la fuerza de trabajo de Argentina. Además, retienen una mayor porción de la riqueza creada por los trabajadores pagándoles peores sueldos a quienes no están registrados. La brecha salarial entre los asalariados formales e informales asciende al 46%. En ese sentido, 40% de los trabajadores vive en hogares pobres, escala a 60% en los no registrados.

Esta realidad desmiente el discurso del gobierno y empresarios sobre que reducir las contribuciones patronales y flexibilizar los convenios colectivos permitiría mejorar los salarios. Los que no tienen acceso a aportes jubilatorios, vacaciones, licencias pagas y aguinaldo perciben los ingresos más bajos.

También se revela como falsa la premisa de que las inversiones decaen por culpa del supuestamente elevado costo laboral. Lo cierto es que este último se encuentra por el piso como resultado de la extensión del trabajo precario y la caída salarial, sin embargo, el índice de Inversión Bruta Interna Mensual (IBIM) cayó 17,1% interanual entre enero y noviembre 2024, según la consultora Orlando Ferreres.

Son argumentos falaces para justificar una reforma antiobrera que incremente la tasa de beneficio del capital.

El estudio citado describe que la informalidad laboral trepa al 75% en las empresas de hasta 5 empleados.
La Ley Bases borra la relación de dependencia en los establecimientos con hasta tres trabajadores, incorporando la figura del «colaborador», sin derechos de aguinaldo, vacaciones, enfermedad, licencias e indemnización, es decir, las condiciones básicas de la ley de contrato laboral.

La no registración es casi 5 puntos superior entre mujeres, dado que los puestos de trabajo con alta tasa de feminización son más precarios; deja en ridículo el negacionismo del gobierno respecto a la brecha de género.
A su turno, la informalidad escala al 64% entre la juventud y al 67% entre las mujeres jóvenes, específicamente.

La mitad de los jubilados cobra la mínima que, con el bono de $70.000, llega a $355.820, mientras la canasta básica de la tercera edad, calculada por la Defensoría de la Tercera Edad, se ubica en $1.200.000. Es decir, hoy una jubilación mínima, con aumento y todo representa casi la cuarta parte del costo de vida de un jubilado.
Las jubilaciones constituyeron el 19,2% del recorte total realizado por el Sector Público Nacional en 2024.

La Ley Bases pone fin de la presunción de existencia de relación laboral: se invierten las consideraciones al respecto, teniendo el trabajador que demostrar la naturaleza fraudulenta de una incorrecta registración. Así como se declara a ciertas actividades dudosas (prestación de servicios y de agencia, etc.) en el derecho civil y comercial y por fuera de las relaciones del trabajo. También se habilita el funcionamiento de “trabajadores independientes” con hasta 3 colaboradoras, en el régimen de monotributistas. Tras la reglamentación empezará a regir el nuevo “periodo de prueba”, pasando de los actuales 3 meses a un mínimo de 6 meses, pudiendo extenderse a 8 (empresas de seis a cien trabajadores) y 12 meses (empresas de hasta cinco trabajadores), lo que implica la consagración final de la inestabilidad laboral, siendo que “un año de trabajo” no implica ningún periodo de “prueba”. Esto exime a las patronales del pago de indemnización por antigüedad, preaviso e integración del mes.

Entre los ítems más esperados por patronales, se habilita el despido “con justa causa” ante medidas sindicales que puedan ser consideradas como “bloqueos o tomas de establecimientos” o la afectación de la “libertad de trabajo” de otros empleados, lo que otorga amplias facultades discrecionales a los capitalistas.

Incluso se faculta a las patronales al despido discriminatorio (algo prohibido por tratados internacionales) con un sobrecargo de entre 50 y 100% de la indemnización por antigüedad: con plata se puede discriminar.

La reglamentación también daría lugar a que patronales y burocracia sindical pacten reformas en los convenios colectivos para incorporar el Fondo de Cese Laboral en remplazo del actual régimen indemnizatorio

En la provincia de Misiones la situación del conjunto de los trabajadores es de las peores del país en términos salariales y en las condiciones laborales. Mientras el promedio nacional del salario bruto es de $1.049.781, en nuestra provincia es un 37% inferior a esta cifra. Además, la informalidad laboral está mucho más extendida que en otras provincias, sin mencionar el enorme grado de explotación que padecen quienes trabajan a destajo como los tareferos.

Todos los partidos políticos patronales coinciden en una reforma laboral flexibilizadora; desde el PRO, UCR, peronismo dialoguista, fuerzas provinciales como la Renovación hasta CFK se mostró a favor de avanzar en ese sentido. La CGT, en lugar enfrentarla, se sentó con el gobierno a negociar la reforma laboral a cambio de excluir de la ley los articulados que afectan a sus cajas. El único sector político que enfrentó este ataque desde el inicio fue el Frente de Izquierda y los trabajadores que integra el Partido Obrero movilizándose junto a los trabajadores, estudiantes y jubilados.

En ese sentido el FMI exige reformas sustanciales –el gobierno se comprometió a ello- como la previsional, que prevé el aumento de edad jubilatoria, la eliminación de los regímenes especiales, el doble beneficio de las pensiones, la privatización de las jubilaciones y la imposibilidad para quienes no tienen los aportes completos de jubilarse, esto en un país donde el trabajo informal supera el 42%; como la reforma laboral que va contra las indemnizaciones, por una mayor flexibilidad como la aplicación del “banco de horas” que convierte las horas extras en horas normales, etc.; como el régimen tributario que busca un mayor gravamen sobre los trabajadores, y que ya una resolución aumenta lo que pagan 2.500.000 de monotributistas, etc.

Este ataque contra la inmensa mayoría del pueblo y todos los trabajadores está planteado luego del mazazo que significó el ajuste brutal que ya efectuó la motosierra de Milei y los gobernadores, ahora afilada por el FMI para ir más a fondo.

La avanzada del gobierno de Milei y los gobernadores contra los trabajadores da lugar a un envalentonamiento de las patronales por medio de despidos, suspensiones y extorsiones y presiones sobre los trabajadores.

La reglamentación de esta normativa antiobrera deja sin ningún beneficio para los trabajadores y la población en general, siendo estos perjudicados por la pérdida significativa de derechos y conquistas laborales y por la imposición de un régimen de precarización y flexibilización laboral a imagen y semejanza de las pretensiones patronales. Derrotemos esta orientación contraria a los trabajadores, con la organización independiente, con la huelga general contra Milei y los gobernadores.

*Aníbal “Tato” Zeretzki candidato a diputado provincial del Partido Obrero. 

Opinión

El Cantón Verde, un desafío intelectual

Publicado

el

Opinion Senado

Hoy tenía pensado hablarles sobre algunas normas deontológicas del periodismo y las reglas del juego en la industria de los medios. Es que vengo juntando bilis desde hace unos días, después de escuchar a un ex modelo de pasarela y comentarista de moda criticar a la prensa del Cantón. Saben qué pasa, soy corporativista y defiendo al oficio, con sus miserias y todo, será por eso por lo que jamás entré en pleitos ni debates públicos sobre el manejo de líneas editoriales ni de cómo se gana cada uno el pan. Y créanme que está comprobado que, sin una prensa libre, crítica, lúcida, culta y eficaz, sin ese contrapoder, la democracia sería inviable.

Pero toda esa cuestión la dejaré para más adelante. Al fin y al cabo, esta es una columna de Opinión, donde lo que escribo lo hago a cuenta y pellejo propio. Además, ya de salida, en franca retirada, gastando los últimos cartuchos tras casi treinta años en “el mejor oficio del mundo”, ya comienzo a hacer uso de las licencias del tiempo. Y, qué hostias, hay cosas que hay que decirlas desde las tripas.

La cuestión es que una fuente, a la que valoro mucho, me envió ayer una verdadera perla: la transcripción de la participación de Carlos Rovira durante ‘la previa del jueves’ pasado. Esas reuniones a puertas cerradas en las que derrama puntos de vista, señala direcciones y se permite dar cátedra de la vida, la ciencia y de la política. Entre los concurrentes suelen haber personas de la primera línea partidaria, funcionarios random, intendentes con buena proyección, algunos colegas de la prensa que, con invitación previa, acuden ávidos para poder descifrar la última línea del conductor, pero lo que más hay son jóvenes, es decir, el presente y futuro.

“Creo que cada vez que suenan campanas disonantes, que no son las nuestras, no es nuestra capilla. Esto a mí me anima. En vez de perder tiempo en contestar algunas cosas, me pongo a aprender”, así arrancó en la última previa. Ahí está el poder de su habitual silencio desorientador. Del próximo párrafo de la transcripción subrayo lo siguiente: “una buena lectura, por ahí calma las pasiones y, a través de las obras literarias, muchas veces se comprende mucho más. Atenúan los espíritus y te deja algo positivo”.

Lean esta: “… sobre todo, los debates hay que darlos con conocimiento, con cultura, y la cultura viene de la mano, únicamente, del libro. Yo soy un apasionado de los libros todos los días. Es como más que beber agua o comer, tengo que abrir un libro. Esté en un celular o en una laptop. Algo me tiene que impactar o sino no puedo vivir, es mi oxígeno”.

Después habló sobre un cuento de Borges, El Congreso, —se los recomiendo— que narra una historia utópica de un congreso universal y su imposibilidad práctica. Pero la idea nos es detenerme en la obra y en las puertas que abre Rovira sobre la misma, a raíz de un exquisito análisis de Ana Bolón, doctora en letras por la Universidad de París, titulado Jacques le fataliste en “El congreso”.

Tampoco quiero detenerme en la “contestación” que hace Rovira sobre “algunos eventos insignificantes para nuestra historia misionera que han ocurrido en las últimas semanas”, porque tal vez no era una contestación, sino una metáfora de una paradoja: ‘Je n’appartiens à personne et j’appartiens à tout le monde. Vous y étiez avant que d’y entrer, et vous y serez encore quand vous en sortirez. Algo así como: no pertenezco a nadie y pertenezco a todos. Tú allí, estabas antes de que entraras y seguirás estando allí cuando salgas.

Ante sus invitados, el fundador de la Renovación subrayó: “yo estuve antes de entrar y permanezco después de salir”. También destacó que el “valor” de la “determinación” del rumbo de la provincia apunta a “un sentido muchísimo más elevado, más abarcativo y creo más culto”. Más adelante paseó con Diderot, editor de la Enciclopedia y audaz analista del libre albedrío, con Voltaire y otros hombres de la ilustración, hasta que tropezó con el Manco de Lepanto, Cervantes y su gran obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, como quedó titulado su primera parte.

“La libertad, antes de ser libertad económica, nace con la libertad de aprender, de concebir, de decidir tu vida. Es la primera: la libertad mental”, dijo Rovira casi antes de finalizar su pensamiento en voz alta. No sé cuántos de los funcionarios entendieron el mensaje o cuántos descifraron el entrelineado de toda su intervención, tampoco es relevante el dato político. Con que tres de los más jóvenes del auditorio se hayan grabado esa consigna fundamental, me doy por satisfecho; habrá buena madera para confiar en un futuro mucho mejor. Tal vez ese sea su mayor legado.

Hace diez años, tal vez poco menos, durante una reunión en off que mantuve con Rovira, recuerdo haberle sugerido crear la Cátedra Rovira. No se lo dije en plan de broma, sino de verdad. Me miró fijamente, le tembló el párpado superior derecho y soltó una sutil sonrisa. En aquella oportunidad no hablamos de política, de la marcha del gobierno ni hice preguntas periodísticas. Fue un encuentro breve, nos fuimos hacia la historia, desmenuzamos algunos clásicos de la literatura, me recomendó un par de autores y platicamos del futuro.

En honor a la verdad, debo decir que el año pasado recibí dos invitaciones para acudir a la previa de los jueves. Por falso orgullo, pedantería porteña o por lo que haya sido, preferí no acudir. Hoy, después de leer la transcripción de la última ‘previa’, debo reconocer que me equivoqué.

Más allá de las diferencias, cuestiones partidarias, de política de coyuntura o de simple opinión, Carlos Rovira representa, al menos en el arriba firmante, un desafío intelectual permanente. Como no soy político ni quiero serlo, me arriesgo a decir que la primera barrera que enfrenta la oposición y también la evolución del propio oficialismo se encuentra en sus propias limitaciones, en su desgano cultural, estreches mental y mezquindad.

Porque, al fin y al cabo, “todas las salidas pueden tener un giro lingüístico bueno y un giro intelectual. Se sale por arriba, no por abajo, cuando hay un mal olor a estiércol”. Además, también es cierto que “un buen libro es un perfume espectacular”, que “nos da placer” y “nos hace más felices”. Y, sin dejar lugar a duda, también coincido con eso de que “las mejores armas son las del intelecto”.

Seguir Leyendo

Opinión

El Eternauta, la serie que hacía falta, en el momento preciso

Publicado

el

Por: Maco Pacheco

Ilustrador

 

Desde que Hollywood comenzó a adaptar con éxito historias de los comics a la pantalla cinematográfica, los fanáticos argentinos comenzamos a fantasear, comentar y discutir en foros y en charlas casuales cuales serían las obras argentinas que mejor podrían ser adaptadas, y por sobre todas las demás, El Eternauta, era en la que todos coincidíamos.

Publicada en 1957, escrita por Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, El Eternauta es una de esas obras que te atrapa desde la primera página y no te suelta hasta terminar de leerla, en mi caso, en una tarde completa, creo que tenía por entonces 14 años, no lo recuerdo bien, lo que si recuerdo claramente es terminarla y dar vuelta inmediatamente el libro, y releerla una vez más.

La obra narra la historia que Juan Salvo, El Eternauta, “según lo bautizó una especie de filósofo a fines del siglo XXI”, le cuenta al mismo Oesterheld en una noche de 1957 tras materializarse de la nada en la silla que estaba frente suyo. En esa charla que dura una noche en la ficción, nos enteramos de la nevada mortal, que mataba todo lo que tocaba y que encontró a él y sus tres amigos mientras jugaban una partida de truco en su casa de Vicente López, donde estaban también su esposa, Elena y su hija Martita, y de como tuvieron que unirse y colaborar para poder sobrevivir a esa catástrofe.

En la adaptación de Netflix, escrita y dirigida por Bruno Stagnaro, hay grandes diferencias con la obra original, festejadas por algunos, entre los que me incluyo y duramente criticadas por los lectores de comics de paladar negro. Esos comiqueros de lomo plateado que sienten una afrenta personal cuando a Superman, por ejemplo, le cambian los calzoncillos por pantalones largos, le cambian el tono de piel a algún personaje coprotagonista, o la peor de todas las ofensas, cuando cambian de género a algún personaje masculino de la historia, cualquiera sea.

La primer gran adaptación es el cambio de epoca, ¿Cómo traer a la actualidad una realidad de 1957?, porque en aquel entonces la obra planteaba lo cotidiano, lo actual. ¿Cómo lograr la incomunicación, tan importante para la trama, en la era de las comunicaciones?. La solución es simple y perfecta, un pulso electromagnético que deja inservible todo aparato electrónico, dejando utilizable solo lo mecánico, por así decir. De esta manera vemos Estancieras, Rastrojeros y otros modelos antiguos andando por las calles nevadas de Buenos Aires sin tener que recurrir a una reconstrucción de época, que no sería lo mismo, ni tendría la misma fuerza de identificación con el espectador.

Otra adaptación que causó grandes discusiones es la piscología de los personajes, que distan mucho de la moral impoluta, desinteresada y heroica del comic, ahora son mucho más humanos, más mezquinos, egoístas y hasta reprochables por momentos, pero que acercan mucho, mucho más a esos personajes a seres cotidianos que deben superar todas esas mezquindades para dejar de lado el yo y pensar en la supervivencia común, en el héroe colectivo, que sí esta muy presente en la obra original, la noción que “aquí nadie se salva solo”, lema que desencadenó en la mas grande de las discusiones, la que partió aguas e inundó las redes, la peronización de la serie.

Duelos furiosos se generaron en las redes sociales de uno y otro lado de la calle política más importante del país, peronismo Vs Libertarios, por buscar englobar. Los segundos reprochan a los primeros querer peronizar, o politizar la serie, y estos primeros, lo afirman contentos.

“Todo quieren politizar” reprochan los libertarios, confesos u ocultos.

Pero cuál es esa identidad política que unos festejan como propias y enaltecen orgullosos, mientras los otros reniegan de ello. No se habla de política en la serie, no se nombran referentes políticos en ningún momento, ni de uno ni de otro lado. quizás el por qué es mucho mas profundo que un mero hecho partidista y apunta mas al hueso de una identidad política.

Es quizás que el héroe es colectivo y compuesto por personas comunes, que nadie se salva solo, que la cultura tan identitaria de lo popular, un llavero con la imagen de la selección, un piquete, la oración y una estampita del gauchito gil, un mate o un truco revalorizados ante lo extranjero por esa argentinidad que exhala en todo momento,  y que son apreciadas como símbolos por un lado político y tan denostadas por el otro, hablando siempre en sus polos mas opuestos y en sus referentes mas extremos.

Otro gran acierto de la serie, entre muchos otros como los efectos visuales, la musicalización y las actuaciones, es el lenguaje y los términos que expresan ese argentinismo puro, en vez de “español neutro” en pos de tener una mayor llegada de la serie a nivel mundial, cosa que consiguió igualmente, que se convirtió en la serie de habla no inglesa mas vista del planeta y la serie con mejor puntuación en Rothen Tomatoes.

Otro elemento de argentinidad presente y muy fuerte en la trama de la adaptación que no está, por lógica temporal ya que el comic transcurre en el 57, es que el protagonista, Juan Salvo, interpretado por Ricardo Darín, sea un ex combatiente de la guerra de Malvinas, y que Malvinas no son traducidas a Falklands en ninguna de sus traducciones por decisión de la producción.

Entonces, ¿Cuáles son esos elementos que un lado político defiende y enaltece, son denostados por el otro?, esos elementos que lleva a unos a acusar a los otros de querer usarlas como un folleto político de propaganda, al punto que el mismo Luis Majul en su programa de televisión invitó a los realizadores a aclarar su neutralidad política e ideológica y exhortó a que tengan cuidado para no ser usados, (Majul tambien dijo en su programa que el Papa Francisco también era usado por movimientos de izquierda), en una clara negación de la identidad social y política que decidieron tomar en ambos casos. O quizás, lo que se toma de argumento partidario, y el más importante y trascendente de todos, es saber el destino que sufrió su escritor, Germán Oesterheld, quien fue secuestrado, torturado y asesinado, al igual que lo hicieron previamente con sus cuatro hijas Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18), dos de ellas embarazadas, y tres de sus yernos, por las fuerzas armadas durante la última dictadura militar de 1976.

“Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. […] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del ’77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso”.

Relato Eduardo Arias 

Por todos estos condimentos cinematográficos es que la serie se convirtió en un símbolo de argentinidad para los espectadores casuales, que disfrutaron una gran obra de acción y suspenso, perfectamente ambientada, actuada y musicalizada en la TV.

Y todo ese bagaje político, histórico y social que los partidos “nacionales y populares” adoptan y reivindican como propios y genera enfrentamiento a los del sector contrario; reivindicación que no es nueva, durante los gobiernos kirchneritas fueron adoptados por sus seguidores como elementos de la identidad cultural, al punto tal que se creó el “Nestornauta” tras la muerte del expresidente Néstor Kirchner. Y en 2012 se dio el primer antagonismo político con la obra, cuando Mauricio Macri, por aquel entonces jefe de Gobierno Porteño, vetaba el ingreso de El Eternauta a las escuelas porteñas por considerarla “un elemento de adoctrinamiento camporista” mientras promovía, un 0800 creado para que los padres o alumnos denunciar a los maestros por adoctrinamiento en las escuelas.

Es imposible no politizar la obra, y si me preguntan, es deseable que ni siquiera se lo intente. Que cada obra cargue con el peso y el bagaje político que tenga, sea cual fuera su perfil, y que no sea censurada ni despolitizada sólo por no querer generar debates, tan propio de estos tiempos;  porque si el arte, en un comic, en un libro, en una canción, una película o una serie, como en este caso, no genera debates sería solo un entretenimiento vano, casual y  momentáneo, carente de futuro, que puede ser fácilmente abandonado para siempre en el olvido, a diferencia del Eternauta, que siempre vendrá en el formato que sea, para recordarnos que nadie se salva solo y que el único héroe, es el héroe colectivo.

 

 

 

 

Seguir Leyendo

Opinión

El debate por más autonomía: el misionerismo plantó bandera en el Senado

Publicado

el

 

 

Estoy a favor de la ley de Ficha limpia, pero debo confesarles que cuando los dos senadores de Misiones votaron en contra de la iniciativa que lleva años paseando por el Congreso, se me dibujó una sonrisa burlona y hasta cómplice. Carlos Rovira volvió a medir su timing al encontrar el momento justo para remarcar que el Frente Renovador de la Concordia, el partido provincial que él conduce, es independiente a las agendas políticas que no responden al interés de la provincia que gobiernan desde 2003, año en el que se creó el frente.

Lo hizo desde el Senado, el único escenario democrático donde las voces de las provincias se encuentran en un plano de plena igualdad. El diputado provincial, que siempre procuró escapar del ruido mediático, recordó esta semana, a través de sus senadores, la importancia del rol las provincias en la Cámara alta. No es la primera vez, también lo hizo durante el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, con Mauricio Macri y con Alberto Fernández, pueden buscar los casos en Google o en las hermotecas de los diarios.

El primero de mayo, el gobernador Hugo Passalacqua, durante su discurso de apertura de sesiones ordinarias de la Cámara de Representantes, también habló de la importancia del rol de las provincias en un sistema federal. Y el lunes pasado, durante un acto de presentación de un sublema de la renovación en la ciudad de Leandro N. Alem, el presidente de la legislatura provincial, Oscar Herrera Ahuad, hablaba sobre el avance de un Estado mínimo, pero eficaz y federal. El discurso de la renovación siempre fue el mismo, vivir con lo propio, no tomar deuda y generar más riqueza para la provincia.

Entonces, más allá de lo que digan los “grandes medios” nacionales desde una mirada centralista y a veces sesgada, el electorado de Misiones debería aplaudir que la provincia haya sido la que más fondos recibió del gobierno nacional en lo que va del año. Hay discusiones al respecto, pero, así y todo, hay que decir que el Estado nacional nos sigue robando.

En términos generales y a grandes rasgos, la provincia percibe unos 140 mil millones de pesos y le envía al gobierno nacional poco más de 300 mil millones. Por ejemplo, Misiones es la que más aporta y menos recibe del Nea. Las disparidades son mayores si se tiene en cuenta que buena parte de las firmas forestales y algunas de la industria yerbatera, tienen domicilio fiscal en CABA, al igual que Yacyretá. Ni qué decir de las asimetrías económicas con Brasil y Paraguay, que son con quienes compartimos más kilómetros de frontera que con la propia Argentina.

Hace unos años, un exbanquero español que decidió invertir y establecerse en Mendoza confió a una consultora la tarea de hacer una encuesta en esa provincia, en Córdoba y en Santa Fe. A grandes rasgos el informe indica que dos quintas partes de los cordobeses y un tercio de los mendocinos apoyarían la idea de ser más autónomos del centralismo porteño.

El estudio de opinión, encargado por el empresario José Manuel Ortega Fournier a la consultora Reale-Dallatorre en 2020 destaca la importancia del alto sentido de pertenencia: el 72,4% de los mendocinos está “muy orgulloso” de serlo, mientras que 22% está simplemente “orgulloso”. Esto quiere decir que el 94,4% de los consultados admite tener orgullo por Mendoza.

Otro dato interesante: el 42% de los encuestados declaró que Mendoza “sí podría vivir separada” del resto del país con sus propios recursos y el 35% está de acuerdo con la separación. Pero el 50% dijo que “no podría vivir separada del país”, y el 58% opinó que no le gustaría separarse. Un año después el exgobernador Alfredo Cornejo, que se había hecho eco del estudio en su momento, aseguraba ante Juana Viale que seguía creyendo que “Mendoza, como Córdoba, Santa Fe y otros lugares, termina siendo perjudicada por la macroeconomía que maneja el Estado Nacional”.

Ortega Fournier, el español que pagó la encuesta, reconoció durante una entrevista al diario Los Andes que se llevó una sorpresa al ver que hay tanto orgullo de los mendocinos por su provincia. Y el cronista tomó, con cierta brillantes, el siguiente textual del inversor: “Si este estudio daba esos resultados en zonas como Escocia o Cataluña hubieran tenido su lógica por años de historia. Pero en una provincia que no tiene partido provincial, como ocurre en Neuquén, fue una sorpresa”.

Durante años, los partidos gobernantes en la Generalitat ejercieron influencia sobre los ejecutivos centrales, ya sean del PSOE o el PP, para beneficiar a su territorio. Los votos de los diputados catalanes eran clave en muchos casos para dar mayorías absolutas, y el Gobierno, a uno u otro partido mayoritario. En España, Cataluña fue el motor de las reformas aprobadas en democracia para mejorar la financiación de las autonomías.

Lo que observó Ortega Fournier es un fenómeno que viene creciendo en diferentes partes del mundo y que se aceleró durante la pandemia. Después de años de postergaciones en el Congreso de una discusión real sobre una mejor distribución de la mal llamada coparticipación federal, lo que se tendrá que dar en algún momento es un debate en torno a otorgar mayor autonomía financiera a las provincias, para lo que se tendría que modificar la Constitución Nacional. La última reforma fue en 1994, se incorporaron derechos de tercera y cuarta generación, se modificó el Senado y se concedió la autonomía a la Ciudad de Buenos Aires, entre otras cuestiones. Ya pasaron 31 años.

Visto desde esta óptica, el noble proyecto de Ficha limpia, que quedó envuelto y embarrado por el PRO en el marco de la campaña electoral para fortalecer el bastión del macrismo, quedó viciado de trasfondo político y con su espíritu pervertido. Todo es parte de la grieta, en la que también se sustenta el Gobierno de Javier Milei y el resistente kirchnerismo, que no deja salir al país adelante.

Hay quienes creen que Carlos Rovira inoculó en el electorado del Cantón Verde el misionerismo, lo que trascenderá a la Renovación, la Neo, el Blend y al mismo rovirismo. Incluso están quienes afirman, con encuestas en las manos, que durante las dos últimas décadas el sentido de pertenencia territorial y política creció en Misiones. Tal vez, eso explique, al menos en parte, la fuga de dirigentes de partidos nacionales al oficialismo provincial y la dispersión de la oposición, diseccionada conforme a diferentes sectores de poder, que son percibidos por la sociedad como representantes de intereses foráneos.

Seguir Leyendo
Publicidad

Lo más visto