Fue rescatada de las calles, la activista la llevó al Instituto Municipal de Sanidad Animal para esterilizarla. Luego de la cirugía, la devolvieron paralítica. Ahora juntan fondos para su recuperación.
El pasado viernes, una rescatista -de quien se resguarda la identidad por temor a represalias- recurrió al Instituto Municipal de Sanidad Animal (Imusa) para castrar a una gata, pero desgraciadamente los resultados no fueron los que ella esperaba.
La pequeña negrita es fruto de otra felina de Posadas que tuvo crías en un galpón. Sin embargo, fue la única de la camada que pudo ser salvada de las calles por una vecina, porque sus hermanitos son salvajes y no se dejan atrapar.
“Después de la cirugía, nos entregan a la gatita dormida, nos dijeron que era por la anestesia. La llevamos a su casa de tránsito, pasan dos horas, se despierta y notamos que no camina; se empieza a arrastrar”, contó la muchacha a La Voz de Misiones.
Además, explicó que “siempre que realizan la cirugía, ellos esperan que los animales se despierten y después se los entregan a los dueños”.
“No podemos denunciar al Imusa”
La rescatista no cuenta con fondos que le permitan llevar a los animales a clínicas privadas para su esterilización. Por ello, esta vez, se decidió por el Imusa.
Luego de notar que la gata no podía caminar tras la intervención quirúrgica, la llevaron a una veterinaria, donde la médica aseguró que el estado actual de la felina posiblemente es producto de un error al colocar la anestesia.
“No podemos denunciar al Imusa porque, antes de castrar a un animal, te hacen firmar un acta que dice que ellos no se hacen cargo si pasa algo”, comentó la joven a LVM.
El documento que tienen que firmar los dueños de las mascotas precirugía exime de responsabilidad a los cirujanos del ente municipal y deja constancia de que están informados de los riesgos y cuidados posoperatorios.
Sin embargo, en esta ocasión, el procedimiento a la hora de devolver a la paciente no fue el que acostumbran en el instituto.
De acuerdo a lo que explicó otro rescatista a La Voz de Misiones, “el protocolo es esperar que el animal despierte y camine un poco, esté lúcido y con los reflejos y el aparato motriz funcionando. No se debe ni se puede entregar un animal dormido”, sentenció el joven.
En este sentido, el activista remarcó que -según observó en varias oportunidades en las que llevó mascotas al lugar-, quienes aplican la anestesia son empleados municipales, y no especialistas en el área correspondiente.
A raíz de lo sucedido, la rescatadita debe ser atendida en una veterinaria particular para lograr su recuperación, la cual lleva hasta la fecha un gasto de 7.500 pesos que corren por cuenta de los involucrados en la causa. Frente a la dramática situación, los amantes de los animales piden ayuda a los misioneros para poder lograr que la negrita vuelva a caminar, algo que, al parecer, todavía es más una esperanza que una realidad.
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