Judiciales
Perito afirmó que el relato de Monzón “no impresionaba como verosímil”
Una vecina y dos peritos forenses cerraron hoy la etapa de testimoniales el juicio oral por el femicidio de Horacelia Marasca (16) y ahora las partes se preparan para exponer mañana sus alegatos finales, tras lo cual el Tribunal Penal Dos de Posadas podría dictar sentencia contra Martín Fernando Monzón (39), ex pareja de la víctima e único imputado en la causa.
La audiencia de hoy, la sexta desde el inicio del proceso oral, comenzó minutos después de las 9 y la primera en pasar a la sala de debates fue María Melgarejo, quien hace 28 años tiene un carrito de hamburguesas en la esquina del banco Macro de Villa Cabello y compartió varias noches de charla con Horacelia.
Justamente, la mujer fue convocada para recordar el tenor de esas conversaciones con la víctima y en esa instancia Melgarejo aseguró que la adolescente iba “día o día de por medio al carrito para hablar conmigo. Se quedaba una o dos horas por ahí, siempre con su bebé”.
Melgarejo afirmó que la joven le confesó los pesares que sufría en su relación, aunque aclaró en ningún momento observó nada, solo retransmitió lo que Horacelia le contó. “Ella me contó que su marido la hacía prostituirse para su cerveza, para su cigarrillo y para su droga. Yo le ofrecía hamburguesas porque decía que estaba sin cenar. Me decía que él la trataba mal y solo juntaba plata para tomar con su mala junta. Ella siempre estaba triste y venía a refugiarse conmigo”, relató.
La testigo describió a Horacelia como una persona “chiquitita” y “buenita”, al tiempo que aseguró que un momento se cruzó con Monzón y lo increpó para saber qué había sucedido con la adolescente que estuvo cerca de diez días en condición de desaparecida hasta que su cuerpo apareció descuartizado en varias alcantarillas de la zona Oeste de Posadas.
“Yo me crucé con él, le miré a la cara y le pregunté qué había hecho. Él me dijo que ella lo dejó y se fue con uno del Ejército. Estaba con el bebé en brazos, de verdad era como Judas”, sostuvo.

María Melgarejo, respondiendo las preguntas de Miguel Ángel Varela, defensor oficial de Monzón.
La junta psiquiátrica, en debate
En segundo orden, declararon Cintia Dipliotti y Jorge Spada, ambos peritos forenses que realizaron una junta psiquiátrica al imputado y fueron requeridos a prestar su testimonio por el defensor oficial Miguel Ángel Varela, quien buscada tener precisiones sobre el procedimiento y las metodologías utilizadas para arribar a las conclusiones expuestas en el informe final.
Tanto Dipliotti como Spada fueron claros al mencionar que el examen realizado por ellos no pretendía trazar un perfil del acusado, sino determinar si Monzón presentaba alguna patología mental que le impidiera comprender la criminalidad de sus actos, lo cual fue descartado por la pericia.
El testimonio de Spada fue resaltado tanto por el fiscal Vladimir Glinka como por el presidente del tribunal César Yaya, dado su nivel de didáctica, precisión y paciencia para atender todas las preguntas.
Es que Monzón asegura que la entrevista con la junta médica duró escasos minutos y solo fue preguntado por sus datos personales, pero Spada lo contradijo a punto tal que recordó las preguntas realizadas durante el procedimiento y repasó algunas de las respuestas brindadas por el imputado.
En esa línea, Spada aclaró todas las veces que fueron necesarias que Monzón siempre se refirió al crimen como “un accidente” y recordó que “en su relato él afirmó haberse sentido muy dolido por una hipotética infidelidad y que hubo una discusión al respecto donde él ejerció una defensa”.
También sostuvo que durante ese relato del hecho Monzón “no demostró un compromiso afectivo muy exagerado”.
A continuación, intervino el magistrado Gregorio Busse, para consultar a Spada si mediante sus conocimientos profesionales y su opinión personal creyó en el relato del acusado. El defensor Varela se opuso a la pregunta, pero el juez insistió: “No litigue contra el tribunal. Tendrá su momento de alegar. Al tribunal le interesa saber la opinión del perito”.
Autorizado a seguir, Spada se explayó: “Nosotros notamos contradicciones en su relato. El relato era completamente desafectivizado. De esto no puedo tener certezas, pero si alguien hubiera sido atacado y se produjera ese ‘accidente’ en general tendría que haber una repercusión de un tinte afectivo más intenso. No impresionaba como verosímil”.
En otro tramo del interrogatorio, el defensor Varela puso sobre la tapate la figura de la “emoción violenta”, a lo cual Spada explicó que se trata de un término jurídico y no médico.

Monzón puede ser condenado a prisión perpetua, lo que equivale a 35 años de prisión efectiva.
El debate continuará mañana, a partir de las 8.30, con la ronda de alegatos. El primero en exponer será el fiscal Glinka, quien ya adelantó que se apoyará en un muñeco de RCP para su reconstruir el hecho. Luego será el turno del defensor Varela, que desde comienzo planteó la hipótesis de que el crimen se produjo en el marco de un acto de defensa por parte del acusado.
Culminada la exposición de las conclusiones de ambas partes, el tribunal definirá los próximos pasos a seguir. Una posibilidad es que se dicte sentencia ese mismo día o el veredicto se posterga al viernes.
Monzón está acusado por el delito de “homicidio agravado por el vínculo”, que prevé una pena de prisión perpetua en caso de ser hallado autor penalmente responsable del hecho. De recibir dicha condena, deberá cumplir 35 años de prisión efectiva y recién en 2050 estaría habilitado a solicitar la libertad condicional.
En su defensa, el imputado planteó que actuó en defensa propia, dado que Horacelia lo atacó primero con un cuchillo y que luego de un forcejeo el arma acabó incrustada en el pecho de la adolescente. No niega el descuartizamiento del cadáver.
En instancias previas solicitó declarar bajo los efectos de pentotal sódico o suero de la verdad, pero el planteo fue rechazo una y otra vez.
Al inicio del juicio, al imputado volvió a plantear la misma cuestión: “Como sabía que desde el principio no me iban a creer, había solicitado a través de mi defensa que se me tome declaración bajo los efectos del suero de la verdad, porque encontraba en eso la única manera de hacer creíble mi relato”, sostuvo en la primera jornada del juicio.
Judiciales
Empleado del Casino detenido en causa de estafa fue liberado
El Juzgado de Instrucción Dos de Posadas dispuso la libertad de Héctor “Chino” Olivera, empleado del Casino Club, que permanecía detenido desde el 12 de septiembre, acusado por los delitos de “asociación ilícita”, “falsificación de documentos” y “estafas reiteradas”.
La medida quedó formalizada el último lunes mediante un acta realizada en sede judicial, donde Olivera fijó domicilio y se comprometió a cumplir las reglas impuestas mientras avanza la investigación.
Según la resolución, la Justicia decidió convertir la caución real que pesaba sobre el imputado en una caución juratoria, lo que implica que Olivera recupera la libertad bajo compromiso personal de presentarse ante el tribunal cada vez que sea requerido.
El acusado declaró como domicilio una vivienda ubicada en la chacra 152 de Posadas, y afirmó que no tiene actividades laborales que lo obliguen a ausentarse por más de 24 horas sin notificación previa a la Justicia. En tanto, el juez advirtió que cualquier incumplimiento podría derivar en la revocación del beneficio.
Olivera se desempeñaba como delegado del sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar, Entretenimiento y Afines (Aleara) en el Casino Club de Posadas, donde tenía 23 años de antigüedad. Está acusado de actuar como nexo entre empleados de la casa de apuestas y el médico Manuel Ramón G. (70), detenido luego de una denuncia de la empresa por la supuesta emisión de certificados médicos apócrifos para su personal.
Finalmente, luego de más de 50 días alojado en la dependencia Séptima de Villa Cabello, el trabajador del Casino Club de Posadas recuperó la libertad el lunes 10 de noviembre.
Esposa de empleado del Casino detenido: “Está preso por se dice qué”
Judiciales
Caso Guirula: el fiscal pidió perpetua para dos de los seis policías imputados
Después de nueve audiencias, la ex oficial ayudante Lourdes Beatriz Tabarez (42) quebró en lágrimas. Lo hizo esta mañana, mientras oía al fiscal Vladimir Glinka formular un pedido de prisión perpetua en su contra como una de las máximas responsables de la muerte del albañil Carlos Guirula, ocurrida el 19 de mayo de 2014 durante un procedimiento policial que comenzó por disturbios en un motel y que culminó en la comisaría Decimotercera de Posadas. No fue el único planteo.
Para Glinka, tanto Tabarez como el cabo Ricardo Rafael Escobar (42) fueron los autores de los pisotones y los puntapiés que provocaron las lesiones que derivaron en la muerte de la víctima, por lo que pidió prisión perpetua para ambos como responsables del delito de “tortura seguida de muerte”, previsto por el artículo 144 ter, inciso 2 del Código Penal de la Nación.
En cuanto a los otro cuatro ex policías que llegaron a juicio, el fiscal los acusó a uno de ellos por haber participado de las vejaciones con el lanzamiento de un gas pimienta y a los restantes por no haber intercedido para impedir las agresiones de sus camaradas, lo que encuadraría en omisión.
En detalle, solicitó 7 años de prisión para el cabo primero Lucas Nahuel Saravia Allosa (37); 6 años y 6 meses para el oficial subayudante Carlos Alberto Zidorak (35) y para el sargento primero Claudio Marcelo Servián: y, por último, 6 años para el agente Carlos Alberto Da Silva (34). Los pedidos además incluyen una inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos en todos los acusados.

Tabarez era la de mayor de jerarquía y la encargada del procedimiento que culminó con una muerte.
“Operativo policial catastrófico”
En su alegato de casi dos horas, el representante del Ministerio Público Fiscal calificó el hecho como “un operativo policial catastrófico” e hizo un repaso cronológico del caso, desde el disturbio que derivó en el llamado a la Policía, hasta la llegada de los patrulleros, el traslado del detenido hacia la comisaría y el “punto oscuro” de una hora donde sostuvo que los implicados se dedicaron a ocultar pruebas.
En base a testimonios recolectados, Glinka sostuvo que esa noche Guirula estaba borracho (con 3,0 gramos de alcohol por litro de sangre, según pericias), pero desacreditó las versiones que lo ubicaban como “violento”, “agresivo” e “incontrolable”. “No era un Goliat”, resumió.
“Se puso denso para no pagar sí, pero no es cierto que los encargados se tuvieron que armar con un palo para defenderse. No hubo violencia. No pegó, ni golpeó a nadie y pagó su deuda. Si a las 3.15 se iban todos a dormir, hoy no estaba nadie acá”, planteó.
Glinka reconstruyó que el primer patrullero (Toyota Hilux, móvil 3-423), integrado por Tabarez como encargada, Servian como chofer y Da Silva como acompañante, llegó al motel de Santa Catalina y Andresito a las 3.18, cuando Guirula ya había abonado las dos petacas de whisky que le reclamaban y se aprestaba a retirarse del lugar junto a sus amigos en el auto de uno de ellos.
“El propio encargado del motel contó que el problema ya estaba solucionado y pidió disculpas por el llamado a la Policía, pero Tabarez dijo ‘no importa, lo llevamos detenido igual. Se fijó en él”, recordó, aunque mencionó que Guirula se resistió a ser aprehendido, lo que derivó en el pedido de otro tres patrulleros que llegaron como refuerzos.

El fiscal Glinka e imágenes de la reconstrucción del hecho, donde se recreó de qué manera Tabarez pisó en la cabeza a Guirula.
En ese punto, Glinka hizo un paréntesis, marcó un punto de inflexión y reforzó su postura: “Es verdad que Guirula se opuso y estuvo mal. Pero cuando le pusieron las esposas se terminó el procedimiento. Todo lo que vino después de ser esposado es delito y los acusados deben responder por ello”.
A partir de ahí desarrolló la parte central de su teoría del caso. El fiscal dio por acreditado que con la víctima esposada y en el suelo, Tabarez la pisó la cabeza primero y luego le aplicó al menos cuatro patadas.
Sobre Escobar, apuntó que también efectuó patadas al detenido y lo acusó de ir “saltando” sobre la espalda de la víctima durante el traslado del hombre hacia la comisaría en la caja de la Toyota Hilux.
Asoció, además, las mecánicas de esas agresiones con los resultados de la autopsia y vinculó el accionar de Tabarez con el edema cerebral y las tres fracturas costales que perforaron el pulmón izquierdo de Guirula.
Para Glinka, los saltos de Escobar sobre la víctima ocasionaron la fractura lineal de seis cosquillas del lado derecho y se basó en los forenses para concluir que cada una de esas lesiones por separado ya revestían carácter de letal, aunque era atendibles en caso de recibir una asistencia médica urgente.
A Saravia Allosa, por su parte, le adjudicó el lanzamiento de gas pimienta contra la víctima, como así también la omisión de no haber impedido las agresiones de Tabarez y Escobar, misma responsabilidad que le atribuyó a los otros tres imputados.
También planteó que después de constatar la muerte de Guirula los acusados llevaron adelante una serie de acciones para ocultar pruebas del caso, como lavar el patrullero, limpiar vestigios de sangre e iniciar ellos mismos la investigación del hecho.
Como cierre de su alegato, Glinka consideró que los acusados “no estaban capacitados” para ejercer como policías, cuestionó la actitud de camaradería que todavía impera entre uniformados y reclamó un proceso más “estricto” para la selección de agentes dentro de la fuerza.

Escobar y más atrás Saravia Allosa, otro de los imputados en la causa.
Vías alternativas de la defensa
A continuación, expuso el defensor oficial Mario Ramírez en representación de la oficial Tabarez. El letrado contrapuso lo desarrollado por Glinka y ofreció cuatro vías posibles para resolver el proceso sin que su defendida reciba prisión perpetua.
Ramírez arrancó su exposición con un video con un compilado de diferentes procedimientos donde se observan agentes policiales de diferentes lugares en tareas para reducir a un detenido. “Esto es como para tener un contexto, porque es muy fácil decir cómo debe actuar un policía con el diario del lunes”, señaló.
A diferencia de Glinka, Ramírez sí consideró que Guirula actuó con violencia aquella noche del hecho, sumado a que resaltó sus características físicas (1,80 metros de alto y casi 100 kilogramos), como así también su potencia como albañil.
“Él si fue violento esa noche y también es una realidad que entre tres no pudieron detener a un tipo. Guirula era un albañil que levantaba bolsas de cemento como cajas de pizza”, ilustró.
También pidió tener en cuenta que “debajo de los uniformados hay personas” y consideró que en el procedimiento hubo un “un desorden y un componente emocional”.
Por último, reconoció y cuestionó: “Hubo golpes, hubo lesiones, hubo incumplimiento, sí. Pero el artículo 144 (tortura seguida de muerte) es sumamente grave y forzado. Estamos ante un debate de tipicidad y de desproporcionalidad de la pena”.

Los imputados llegaron libres al juicio pero ahora aguardan el fallo en “arresto preventivo” por decisión del tribunal presidido por Gregorio Busse.
Ante ese panorama, como planteo principal solicitó que el caso sea considerado como “lesiones en riña” (artículo 95), al entender que contra Guirula hubo varios agresores y no está claro quien efectuó el golpe determinante.
De prosperar esto, Ramírez entendió que a Tabarez debía dársele por cumplida la pena por los años que ya estuvo presa durante la instrucción de la cusa y quedar en inmediatamente en libertad tras el dictado de la sentencia.
En forma subsidiaria, solicitó aplicar el artículo 80, inciso 9 (homicidio en abuso de su función), atenuando por emoción violenta.
La tercera opción que trazó sería enmarcar el caso como un “ejercicio excesivo de la fuerza”, contemplado por el artículo 35, mientras que, por último, solicitó que se mantenga la acusación por tortura pero en concurso real con abandono de persona seguido de muerte, pero que en ese caso su defendida mantenga su libertad hasta tanto el fallo quede firme.
El debate continuará mañana, a partir de las 8.30, con los demás alegatos defensivos. Una vez culminada esas exposiciones, el Tribunal Penal Dos, presidido por el magistrado Gregorio Busse, decidirá cuándo dar el veredicto.
Mientras tanto, los seis acusados continuarán alojados en diferentes unidades penitenciarias, cumpliendo así con “la medida administrativa de arresto preventivo” ordenada por Busse en la previa a los alegatos.
Judiciales
El juicio contra los docentes Gurina y Sánchez comenzará el 25 de noviembre
La Justicia de Misiones estableció nuevas fechas para el juicio contra los docentes y sindicalistas, Leandro Sánchez y Mónica Gurina, quienes están acusados de “desobediencia judicial” y “obstrucción del libre tránsito” por su participación en la protesta multisectorial sobre la avenida Uruguay de Posadas, entre mayo y junio de 2024.
El debate oral se realizará los días 25, 26 y 27 de noviembre, luego de que el inicio previsto para el 15 de octubre fuera suspendido a pedido de la defensa y de diversas organizaciones sociales, con el objetivo de garantizar un espacio con mayor capacidad para la asistencia del público.
La Justicia hizo lugar al pedido de la defensa, encabezada por el abogado Eduardo Paredes, y dispuso que las audiencias se realicen en el Palacio de Justicia de Misiones, desde las 8.
Sánchez, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación de Misiones (Utem), y Gurina, secretaria general de la CTA Misiones, son referentes del sector docente y sostienen que el proceso judicial en su contra representa un intento de “criminalizar la protesta social”.
Docentes llevados a juicio reclamarán su absolución en el Congreso
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