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El novio de la gendarme misionera quemada con aceite quedará libre

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En las últimas horas, el juez Carlos Ordóñez Ducca ordenó excarcelar a Maximiliano Paredes, el gendarme que está tras las rejas, sospechado de haber quemado intencionalmente a su pareja, Daiana Villalba la misionera quien también es integrante de la fuerza.

Según trascendió, el magistrado entendió que no existen riesgos procesales contra el joven que estaba preso desde el pasado 12 de septiembre. Sin embargo, Fiscalía apeló la medida y la decisión se conocerá mañana, una vez que la Cámara de Apelaciones se exprese al respecto.

Daiana, de 24 años y oriunda de Misiones, sufrió quemaduras graves en el 50% de su cuerpo. Tras semanas internada, su salud mejoró. La gendarme despertó y se encuentra estable y respirando por sus propios medios.

En un principio se dijo que la joven se quemó fritando milanesas, pero tras días de investigación, las acusaciones cayeron sobre el gendarme, quien fue imputado por homicidio calificado en grado de tentativa.

Daiana, de 24 años y oriunda de Misiones, sufrió quemaduras graves en el 50% de su cuerpo. Tras semanas internada, su salud mejoró. La gendarme despertó y se encuentra estable y respirando por sus propios medios.

La familia misionera de la gendarme quemada precisa ayuda

Los padres están acompañando a su hija, internada en el hospital en Santiago del Estero. Necesitan dinero para mantenerse lejos de su casa en Misiones y acelerar la llegada de medicación indispensable. El novio de Daiana Villalba está preso: se cree que trató de prenderla fuego.

Daiana en uniforme

Daiana Villalba está peleando por su vida en terapia intensiva en un hospital de La Banda, Santiago del Estero, con más de la mitad del cuerpo quemado. Su novio está detenido, imputado de intento de homicidio agravado por el vínculo. A los 24 años, esta misionera de El Dorado, está acompañada por su familia, que viajó de inmediato cuando la pareja de su hija llamó para avisar que ella “había tenido un accidente friendo milanesas”.

Ahora, se sabe que Daiana no se quemó con aceite y que en los procedimientos realizados en el escenario del crimen hay indicios de que su cuerpo fue rociado con un líquido inflamable.

La evolución de la chica, que es integrante de la Gendarmería Nacional, es favorable, según dicen los médicos. Ha vencido infecciones y respira sin estar intubada. Pero aunque la Fuerza, a través de su obra social, está presente para satisfacer todos los requerimientos, sus padres, que están a cientos de kilómetros de su casa junto a ella, necesitan ayuda.

La pareja de Daiana los llamó para avisarles que “había tenido un accidente friendo milanesas”.

Sus vecinos y amigos de El Dorado, que armaron cadenas de oración, organizaron una venta de pollos y juntaron unos pesos. Pero las necesidades de la familia, de condición humilde, son muchas. No pueden trabajar (la mamá vende ropa y el padre distribuye leche) mientras atienden a Daiana. Además, tienen otra nena de 10 años que tiene que seguir yendo a la escuela. La obra social tiene la mejor predisposición para proveer la medicación que precisa Daiana, pero uno de los medicamentos no se consigue en Santiago sino en Tucumán y no le llega en el tiempo y la cantidad pedida por los profesionales. Cada frasco cuesta 11 mil pesos, y necesita 30.

El proceso de curación será largo. Tendrá que superar el trauma y seguramente someterse a numerosas operaciones en cuello, cara, brazos y abdomen, donde se concentra la mayor parte de las gravísimas quemaduras. Los padres quieren trasladarla más cerca de su casa, pero esa meta está todavía muy lejos. Lo principal es que reciba la atención médica calificada que es indispensable.

La historia de Daiana

Cuando Daiana terminó quinto año -relata su mamá Lili-, le dijeron que iban a acompañarla hasta donde pudieran, porque no tenían los recursos económicos necesarios para que cumpliera su sueño de convertirse en bioquímica. Por eso, para que no tuviera que interrumpir la carrera, decidió seguir los pasos de tres de sus tíos y hacerse gendarme. “Podés ingresar y adentro podés estudiar lo que querés”, la alentaban ellos. Así lo hizo.

Estuvo destinada en Córdoba, luego en Corrientes casi tres años. La enviaron durante seis meses a Buenos Aires. Para ascender rápido y volver a su provincia, eligió un curso de especialidad en Monte. Todos sus compañeros la desalentaban. “Es muy sacrificado y tenés que ser perseverante. Te damos un mes y vas a ver cómo abandonás”, le decían. Ella se reía: “Ya van a ver ustedes que no me voy a salir”, les respondía. Y lo aprobó.

“Trajo solamente un novio a casa. Lo presentaba si era algo serio”.

Creyó que el destino iba a ser cercano a su ciudad pero la enviaron a Santiago del Estero. “Lloró mucho, porque estaba ilusionada con que iban a mandarla a Misiones para que estuviera un poco más cerca de nosotros. Pero la aconsejamos: era su trabajo. La acompañamos en la mudanza y vinimos a quedarnos dos semanas con ella”, recuerda.

“Nunca nos dio problemas. Es reservada, humilde, sencilla, tiene sus valores. Su debilidad es su hermanita Milagros. Le encantan los animales. Tiene un chow chow, su perra Lola. No ahorraba en gastos para tenerla siempre con ella. Pero al final, la tuvo que dejar en casa, estuvo viviendo con ella solamente siete meses. ¿Quién la iba a atender en Santiago? Le costó dejarla, no quería. Pero Lola sabe perfectamente quién es su dueña, es una perrita muy inteligente”, cuenta. Y por un momento, se ríe.

Daiana era muy independiente. Siempre vivió sola, desde los 17 años, pero mantuvo el contacto permanente con sus padres a pesar de la distancia. Los ayudaba económicamente. “Trajo solamente un novio a la casa. Lo presentaba si era algo serio, en eso siguió nuestro ejemplo”, aclara.

“No sé si mi hija lo sabía”

A Paredes, lo conoció en el curso de Monte, pero la relación tenía solamente 3 meses. No vivían juntos, pero él se quedaba en lo de Daiana cuando tenía francos.

Ella estaba preocupada por la reacción de su padre. “¿Vos creés que a papá le va a gustar?”, le preguntaba a su madre. “Tenía dudas porque él tenía otra familia y un hijo con su mujer o su ex. Yo le contestaba que siempre que estuviera separado y se llevaran bien, lo íbamos a aceptar. Y que se ocupara de su hijo. Pero no sabíamos entonces que su señora estaba embarazada. Y no sé si mi hija lo sabía”, se plantea ahora Lili.

Daiana empezó a tener actitudes extrañas. Siempre que tenía licencia viajaba de inmediato a El Dorado. Como empezaba una el 6 de setiembre, sus padres le ofrecieron ir a buscarla. Iba a ser la ocasión de conocer a su novio. Pero Daiana no quería que fueran.

A pesar de que le pedía a Lili que le informara del estado de salud de su abuelo, que tuvo un ACV, no viajó después de su muerte. “No hizo a tiempo de venir al velorio. Lloraba. Le dije que no se preocupara pero pensé que vendría al día siguiente. Cuando le pregunté cuándo iba a viajar me dijo que no sabía. Era raro“, se extraña Lili.

“La señora de él estaba embarazada ahora. Yo no se si mi hija lo sabía”, dice la madre.

Justo en ese momento, para colmo, les contó que había tenido un percance con el teléfono, que se le había caído y que su pareja le había pasado con el auto por encima. Lo había hecho trizas y no funcionaba. “Nos pidió que le mandáramos audios al telefono de él, que igual siempre estaban juntos, y él los escuchaba. Empezamos a cuidarnos en lo que decíamos. Él controlaba todo”, agrega. “Los mensajes que nos mandaba desde el amanecer hasta la noche empezaron a espaciarse. Estaba fría, distante“.

Daiana eliminó su Facebook por pedido de Paredes. Sus amigos, compañeros de promoción, la notaron cambiada. Ya no era la chica divertida que se unía a todas las bromas: se aislaba, estaba callada, seria. Irreconocible.

La noche trágica

La noche de los hechos, Lili recibió un audio de Paredes dos horas después de la internación de Daiana. “Sonaba muy tranquilo, como si no pasara nada. Si estás con un accidentado se supone que estás hasta nervioso o llorando. Y él dijo: Hola, señora, soy el novio de Daiana, le quería dar una mala noticia, ella tuvo un accidente, se ha quemado con aceite friendo milanesas. La Gendarmería ya está acá. Eso fue lo que dijo, fríamente, sin más”.

Desesperados, los padres de Daiana empezaron a llamar a los hospitales de la zona y a las dependencias de la Fuerza. Paredes no les contestaba el teléfono. Al amanecer, salieron para Santiago y llegaron al hospital de La Banda ya entrada la mañana.

La pelea de los Villalba recién empieza. No pueden desatender las necesidades en El Dorado pero tampoco pueden alejarse de su hija en Santiago.

“Ver a Daiana fue desastroso. Jamás pensé en ver a mi hija así. Se fue de la casa sana, viva, feliz. La Daiana que fuimos a ver no era mi Daiana, era impresionante cómo estaba “, se quiebra.

La pelea de los Villalba recién comienza. No pueden desatender las necesidades de El Dorado pero tampoco pueden alejarse de su hija en Santiago. Tienen que estar atentos a la causa judicial, hacer trámites en la obra social, garantizar la provisión de medicamentos en La Banda y conseguir que alguien cuide de su hija menor en El Dorado, que no puede abandonar la escuela.

“Pensar que nosotros al muchacho no lo conocíamos. Yo le decía que lo principal era que fuera buena persona y la tratara bien y ella me decía que sí”, reflexiona Lili. “Cómo no me di cuenta”, se reprocha.

Donaciones para Daiana

Milagros Villalba

Caja de Ahorros $

CBU 2850003440094694998798

Medicamentos que necesitaba Daiana*

Iruxol Colagenasal Cloranfenicol 600 u.i.

Mupirocina 2% Crema

Eritromicina Unguento Oftámilco Estéril

*Ya fueron provistos, la familia está muy agradecida.

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Incautan camión con 7 toneladas de marihuana en cunas de madera en San José

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cunas de madera

Uniformados de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) interceptaron ayer un camión que se dirigía a Buenos Aires transportando marihuana acondicionada en “cunas de madera” y detuvo al chofer del vehículo.

El procedimiento fue realizado por el personal de la sección San José, dependiente del Escuadrón 8 Alto Uruguay de la GNA, durante un control desplegado sobre la ruta nacional 14, a la altura de San José.

En esa instancia, detuvieron la marcha de un camión Scania con semirremolque que circulaba con destino hacia la ciudad bonaerense de Pehuajó e iniciaron un control documentológico, en tanto que luego fue analizado mediante el escáner de la fuerza federal.

Gracias a esta herramienta detectaron una serie de bultos sospechosos ocultos en cofres o “cunas” acondicionadas en medio de los tirantes transportados. Lo siguiente fue recurrir al can antincarnóticos Jacki, que no dudó en reaccionar.

Con estos dos indicios, los uniformados avanzaron en la requisa y terminaron confirmando las sospechas. Entre la carga de madera los uniformados encontraron 21 cajones que ocultaban 9.361 paquetes de marihuana que alcanzaron los 7.418 kilogramos.

Como consecuencia de ello, el conductor del camión fue inmediatamente detenido y quedó a disposición del Juzgado Federal de Posadas, cuyas autoridades continuarán con la investigación pertinente.

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Desbaratan red de usura en Posadas: tres detenidos y 350 tarjetas incautadas

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red usura

Mediante dos allanamientos simultáneos ejecutados anoche en un barrio de Itaembé Guazú en Posadas, la Policía desbarató una red de usura y detuvo a tres sospechosos, al tiempo que decomisó 350 tarjetas de débito y tres camionetas, entre otros elementos de interés para la causa.

De acuerdo a la información difundida, la pesquisa estuvo a cargo del personal de la División Investigaciones de la Unidad Regional X, en conjunto con los agentes de la Brigada de Investigaciones del Nodo de Seguridad Itaembé Guazú, quienes mediante labores encubiertas siguieron el rastro de una banda dedicada a realizar prácticas de usura y retención indebida de documentación en perjuicio de familias vulnerables.

De esta manera, con los datos reunidos con las tareas de campo, anoche solicitaron órdenes de allanamiento y con el aval de la Justicia irrumpieron en dos inmuebles ubicados en el barrio 508 Viviendas.

Allí concretaron la detención de tres sospechosos identificados como Andrés A. R. (43), Andrés B. (39) y Susana M. (43), quienes ahora se encuentran a disposición de la Justicia.

En los procedimientos además se incautaron elementos comprometedores para la banda, como ser 350 tarjetas de débito con sus respectivas contraseñas de cajero y 25 documentos nacionales de identidad que habrían sido retenidos para garantizar el cobro de préstamos con intereses exorbitantes. También se hallaron cuadernos, anotaciones y registros contables que forman parte del circuito financiero informal investigado.

No fue lo único. Los efectivos recuperaron una gran cantidad de electrodomésticos y bienes de uso cotidiano presuntamente entregados por las víctimas como forma de pago ante la imposibilidad de afrontar los intereses impuestos por los prestamistas.

Según precisaron, todos los elementos serán inventariados y puestos a disposición del Juzgado para avanzar con la identificación de damnificados y la restitución correspondiente.

Como parte del operativo también fueron secuestrados cuatro vehículos vinculados a la maniobra, entre ellos una Toyota Hilux, una Volkswagen Amarok, una Toyota SW4 y un Fiat Fiorino, todos utilizados por la organización en la actividad investigada.

Las pesquisas continúan bajo supervisión judicial para determinar si existen otros domicilios involucrados, nuevas víctimas y eventuales integrantes del circuito usurero, sin descartarse nuevas medidas en las próximas horas.

Los allanamientos fueron realizados en el barrio 508 Viviendas de Itaembé Guazú.

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Jóvenes suman acusaciones contra Bruno Zapelli: “Mucha gente fue víctima de él”

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Luego de las denuncias que derivaron en la detención de Bruno Zapelli (35) por golpes, hostigamiento y amenazas contra su ex pareja, otras dos jóvenes que mantuvieron vínculos de pareja con el acusado, relataron episodios de violencia y coincidieron en “patrones de conducta similares” experimentados hace al menos 10 años atrás.

La detención fue efectuada el jueves en horas de la noche, cuando el hombre se presentó en la comisaría Decimosexta de Posadas, donde quedó detenido en el marco de una causa que lo investiga por el delito de amenazas” hacia María José Humeniuk (32), quien lo denunció por segunda vez el pasado 25 de noviembre.

Días atrás, La Voz de Misiones hizo público su testimonio, en el que describió el calvario que vivió tras romper relación con el posadeño. Al tomar conocimiento de la historia, Cintia Magri (31), y otra joven que prefirió resguardar su identidad, se contactaron para solidarizarse con la víctima y dar a conocer las experiencias que vivieron en carne propia junto al mismo Zapelli.

Pese a que no hubo denuncia formal, uno de los nuevos casos revelados se remonta al año 2013, cuando Cintia tenía 18 años e inició un noviazgo con Bruno que entonces tenía 22. “Nosotros nos conocimos por salidas de boliche en ese momento, amigos en común, hacíamos previas y así empezamos. La relación arrancó bien, como toda relación que al principio todo va bien”, comenzó a relatar la joven en diálogo con LVM.

“Él fue mi primer novio, fue la primera persona con la que estuve, entonces era bastante importante en mi vida. Creo que estaba mucho más enamorada que él, pero en ese momento no me daba cuenta de un montón de cosas que pasaban porque justamente fue mi primer novio. Era mi primera experiencia en todo”, recordó.

Sin embargo, con el paso del tiempo la atmósfera amorosa que compartían día a día se fue transformando: “De repente la relación empezó a derrapar, todo empezó a ser cada vez más tóxico”, aseguró, recordando ciertos señalamientos e insultos que dirigía contra sus amigas e incluso sus padres.

“Nosotros salimos como cuatro años y pasado un año me empecé a dar cuenta de que él intentaba alejarme de mis amigas, las insultaba, me hablaba mal de ellas, de mi familia y de todo mi entorno. Yo en ese momento no le hacía caso porque sabía lo que eran mis amigas y mi familia, pero me llamaba la atención que sea tan malo con ellos si nunca le habían hecho nada”, recapituló.

Según su testimonio, la violencia verbal que disparaba Bruno hacia sus amigas un día pasó a los hechos con un episodio de exhibicionismo público y humillación durante una fiesta: “Mis amigas también pasaron mal en ese momento porque también sufrieron acoso por parte de él. Tengo el recuerdo de una fiesta de Navidad. Él estaba peleando conmigo y una amiga viene y me quiere sacar de la pelea. El agarra y le dice `¡qué te metés negra de mierda!` y en medio de la fiesta se baja el pantalón mostrándole sus partes a mi amiga con un gesto obsceno y se lo vuelve a subir. Fue algo muy rápido. Yo no podía creer lo que estaba pasando. Desde ahí mi amiga lo odiaba, no lo podía ni ver y me decía que tenía que terminar con él”.

A partir de ese momento, como si hubiera dejado caer una máscara sin volver para recogerla, los actos de violencia siguieron su curso y se incrementaron paulatinamente. Ella, a pesar del escepticismo, poco a poco comenzaba a darse cuenta, buscando ganarle a la negación de lo que pasaba frente a sus ojos.

“Una vez salimos de Cristóbal, nos fuimos los dos en taxi hacia su casa. Al parar, el taxímetro arrojó un precio y el taxista había redondeado el monto hacia arriba. En eso Bruno se enoja, empiezan a discutir, nos bajamos del taxi, -el señor era un viejito y tenía el vidrio bajo- él metió la mano y le empezó a meter piñas, piñas, piñas al señor y le pateaba el auto. Le rompió todo el auto. En ese momento intenté detenerlo, pero no pude, era muy grandote”, relató casi reviviendo un momento de shock que llegó a las puertas de la familia, acompañado por una denuncia al domicilio, aunque no prosperó en la Justicia.

Cintia también expresó que la relación, después de esos episodios, no fue “lineal”: “Él jugaba mucho con el ida y vuelta; cortábamos, volvíamos, cortábamos y caía en mi casa. Habíamos cortado unos días antes y después volvió a buscarme y seguimos discutiendo por lo que habíamos peleado anteriormente. En un momento empieza a golpear el manubrio del auto, se da vuelta, me pega una piña en la boca -que me chocó el labio con los dientes- y ahí me empezó a sangrar y sangrar”.

En ese momento ella bajó del auto frente a la casa de él y recordó: “Él no quería que yo entrara llorando porque no quería que sus padres se dieran cuenta de lo que había pasado. Entonces me lleva para afuera en la vereda, me dice ‘pará, pará, disculpame’, me pide perdón, los dos llorábamos”.

La situación se volvió aún más compleja al día siguiente cuando Cintia debía enfrentar a sus propios padres: “Al otro día me acuerdo que me tenía que ir de compras con mis padres a Paraguay, claro, yo tenía el labio que era una pelota, todo negro, yo decía, ¿cómo hago para viajar y qué le digo a ellos?. Ellos me fueron a buscar al otro día, me vieron así, preguntaron qué había pasado y les tuve que mentir. Después de mucho tiempo mi mamá me dijo, ‘yo no te creí eso’, pero es como que nadie podía hacer nada”.

Sobre lo que profundizó: “Es como que él era tan manipulador de las situaciones que yo creo que hasta incluso le manipulaba a mi familia porque él muchas veces cayó llorando a mi casa cuando cortábamos y mi familia le tenía lástima. Encima que yo tampoco hablaba, entonces no sabían mi versión, solo conocían la de él”.

Y aseguró: “Cuando él me pegó fue como un antes y un después. Ahí fue donde me di cuenta de que algo pasaba. En cualquier situación a él algo lo sacaba, insultaba, gritaba, golpeaba o tiraba cosas. Me acuerdo que una vez me empujó, me dio una patada, estábamos peleando por una pavada”.

“Después toda la relación fue así y yo me tuve que ir de Posadas. Me mudé a Buenos Aires porque no podía salir del círculo y tampoco hablaba mucho, no le contaba a mi familia lo que pasaba y tampoco a mis amigas. Siempre les contaba la mitad de la historia, me daba vergüenza porque sentía que me banqué un montón de cosas. Y finalmente terminé de contarles todo lo que pasó hace no muchos años, recién cuando volví a Posadas”.

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Conciencia

Sobre aquellos tiempos, la joven revivió con tristeza destratos dentro del propio círculo familiar de Bruno: “ Me acuerdo que le trata muy mal a su mamá, nunca lo vi pegarle, pero sí muchas veces la empujó, la insultó muy feo y yo decía, si le trata así a su madre ¿por qué me trataría mejor a mi?”.

Doce años después de aquellos episodios, con el relato que expuso María José Humeniuk días atrás, Cintia asegura que Bruno “sigue siendo el mismo”: “Realmente es una persona muy peligrosa, no entiendo cómo todavía anda por ahí. Yo lo veo los fines de semana que sale, lo veo en bares donde yo trabajo cerca; como si nada pasara”.

“Yo a su mamá la quiero mucho y pienso en ella porque la debe estar pasando re mal, y me gustaría que ella sepa también todo lo que hizo el hijo y que no fue solo a una persona, hay mucha gente que fue víctima de él. También, de mi parte, siento que esto que está pasando es cerrar una herida. Estuve mucho tiempo mal, muchos años, en una etapa de la vida en la que recién formaba todo, la manera de entablar vínculos. Me costó mucho estar con hombres después de esto y formar pareja. Siento que es alentar a otras chicas a que se animen a hablar”, concluyó.

Y sumó: “Ojalá que -si no queda preso- que alguien de su familia o su entorno pueda ayudarlo con profesionales porque para mí es un psicópata o tiene algún problema mental”.

Coincidencias

Otra de las presuntas víctimas, que en este caso prefirió resguardar su identidad, también fue entrevistada por este medio y mencionó patrones de conducta similares que coinciden con el relato anterior, entre ellos: la “inconstancia”, la “mentira compulsiva”, las reacciones impulsivas y la violencia, tanto verbal como física.

“Fue mi primer novio y la primera persona con la que estuve. Nosotros íbamos juntos al colegio, a la secundaria, entonces todo empezó en el 2006. Teníamos 16 años y éramos menores, pero éramos noviecitos de curso y compartíamos un montón de cosas. Cuestión que estuvimos juntos aproximadamente desde el 2006 al 2010, pero entre eso hubo un montón de idas y vueltas, momentos que no estuvimos juntos y demás”.

Esta persona se refirió puntualmente a “patrones” que estuvieron caracterizados por “violencia y mentira”. “Él era una persona muy violenta, pero en ese momento no tanto conmigo, al principio. Había muchas cosas que yo veía, y al ser chicos, adolescentes, uno por ahí en esa época justificaba un poco eso. Era una época en la que los chicos se cagaban bastante a trompadas a la salida del boliche o cosas así”.

Y continuó: “Cuestión que cuando estábamos juntos éramos chicos y tres veces cayó detenido. Es más, creo que era menor en esa época, porque si bien estuvimos dos años, cuando era menor, cumplió 18 y se fue a vivir a Buenos Aires y seguía siendo la misma persona. Cuestión que cayó detenido, yo iba a la Policía, esperaba que salga, siempre re buena porque no entendía y más por ser mi primer novio, yo quería acompañar porque si bien era una persona muy violenta, no me hacía cosas a mí”.

Al igual que con Cintia, la relación se fue tornando “tóxica” con el correr del tiempo: “Después si, empezaron las discusiones. Tenía un celular y lo partía a la mitad, le pegaba a la pared, discutía con todo el mundo y se cagaba a piñas con otros chicos afuera del boliche”.

Sobre esto, sumó: “No es que tomaba alcohol y hacía algo. A veces era un día a la tarde, estábamos haciendo algo y empezaba a quedar loco. Un día discutimos y me tiró un baldazo de agua. Teníamos 17 años”.

“En otra oportunidad yo estaba sentada en una silla, él patea la silla y me tira a mi con la silla y todo. Fue un caos, yo llorando, pero nunca reaccioné ni nada porque uno nunca sabe hasta qué punto va a reaccionar el otro. Cuestión que me empecé a alejar. Le dije que no íbamos a estar más juntos y ahí fue que empezó a enloquecer con mensajes y persecución. Yo salía del boliche y después él llegó a mi casa porque me había seguido. Y mi casa tiene dos pisos y arriba una terraza. Una vez me tocan la puerta de la terraza del patio de arriba, el pibe había trepado mi casa directamente. Hacía cosas así”.

Y remató: “También mentía un montón con cosas que todos veíamos y sabíamos que estaba mintiendo y él pareciera que no se daba cuenta”.

Recordando un episodio que habría ocurrido en el año 2010 cuando terminaron la relación, expresó: “Un día a las 5 de la mañana pidió que le abra la puerta de mi casa. Yo todavía vivía con mi mamá y mi hermano. Voy y le abro, porque no quería que haga quilombo. Ahí me empieza a hablar y a decir que estaba con alguien, como una escena de celos, re loco, re sacado. Yo le dije que no, que no, y que me deje de molestar y me mete un cabezazo en la nariz”.

Yo no quise hacer nada porque si reaccionaba, no sabía si iba a hacer algo peor, entonces le empiezo a decir, por favor, lo empiezo a echar y ahí me mete un cachetazo en la mejilla. Le pido llorando que se vaya hasta que lo hace. En ese momento mucho no dije porque era chica y mi hermano tenía la misma edad que nosotros, entonces era como que se iban a cagar a palos todo el tiempo y no era lo que yo quería”, concluyó asegurando que no presentó la denuncia formal por el vínculo amistoso que existía con los miembros de su familia.

Ayuda

Estos testimonios dan cuenta de que en situaciones de humillación y violencia -en sus diferentes formas- la víctima no alcanza a elaborar el trauma de manera espontánea, lo que impide comunicar lo que pasa en el momento, poniendo en riesgo los pedidos de ayuda necesarios.

Si sos víctima o conocés a alguien que sufre violencia de género podés llamar sin cargo a la línea nacional 144, a la provincial 137, al 911 o escribir por WhatsApp al +5491127716463 para atención, contención y asesoramiento las 24 horas.

Detuvieron a Bruno Zapelli, denunciado por violencia contra su ex pareja

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