“Copié el número y creé un personaje similar al de mi amigo: joven, delicado, con aires de pureza e inocencia de una tierna edad, pulcro, cuerpo delgado y atlético. El perfil ideal para quienes se forman en la homoeroticidad de la belleza del mancebo griego”, explicó quien llevó adelante la maniobra, sobre cómo creó un usuario falso desde el que tentó al sacerdote con el único fin de dejarlo al descubierto.

El chat duró un día a lo largo del que Ortega intentó que “Lisandro”, su supuesto interlocutor, un joven de 20 años, fuera con  él a “comer, tomar un helado”, que le dijera su apellido, que le contara su historia. “Soy padre Pepe Ortega, Cura Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús”, se presentó desde un primer momento el religioso, sin ocultar su identidad.

A medida que avanzó la charla y entró en confianza empezó a enviarle fotos, algunas de ellas en ropa interior y  también audios. Cuando se acercaba el momento del encuentro se animó a más: “Estás buenísimo” o “Estoy re caliente”, son algunos de los mensajes que pueden leerse en las capturas de pantalla que el sábado por la tarde fueron publicadas en la cuenta Triqueta Diversx.

Tras la publicación de Facebook el sábado y el comunicado de la parroquia aceptando la renuncia del presbítero el domingo por la madrugada, él mismo se filmó frente a la cámara de un celular admitiendo -aunque sin dar detalles- los hechos que lo llevaron a presentar la renuncia.

“Queridos hermanos, la comunidad de la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, quiero comunicarles que debido a una mala conducta mía, que no corresponde a un sacerdote, he usado las redes de manera indebida, haciendo propuestas que no corresponden a mi condición de célibe y como esto ha tomado estado público y ha provocado escándalo y se ha viralizado, es que he tomado la decisión de renunciar”, comienza el mensaje de Ortega publicado completo en esta nota, quien sobre el final además comparte: “Experimento con dolor mi pecado”.

Al final de los mensajes de chat que derivaron en la renuncia del párroco sanjuanino, “Lisandro” descubre ante el cura Ortega que la conversación había sido una farsa. “Me hiciste una trampa, atendeme, por favor”, es lo último que se lee en las capturas del intercambio.